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viernes, 20 de septiembre de 2019

MARIANELA APARICIO, SONORIDAD ACARICIANTE



Marianela Aparicio

 Texto: Jorge Luna Ortuño – Filósofo e investigador

 Fotografías: Cortesía de la artista


Conducir por las amplias avenidas de Santa Cruz escuchando en la radio a Tchaikovski, el Concierto para piano No.1 in si bemol menor Op.23 es una experiencia desbordante para el espíritu, un intenso bombeo de sangre que ventila la mente y los nervios. Tchaikovski (1840 - 1893) no podía imaginar –viviendo en el siglo XIX allá en su Rusia natal–, que estaba componiendo música expansiva de la experiencia de los placeres, música orgásmica que le volaría los sesos a múltiples generaciones por venir en los siguientes siglos.

Siempre creí que la experiencia de expectación de la música clásica era mejor a solas y con escasa luz, para enfocar la atención enteramente en la escucha. Hasta que conocí a Marianela Aparicio, una pianista cochabambina formada inicialmente en el Instituto Eduardo Laredo de la Llajta, y luego en Francia, Cuba y Argentina, radicada desde hace años en Santa Cruz.  No fue tanto conocerla sino escucharla interpretando a los grandes compositores en diferentes ocasiones, en el Centro Cultural Simón I. Patiño, en el Teatro Eagles, en el CBA y otros lugares, lo que trastornó el enfoque de expectación que tenía. Porque la experiencia de escucharla tocar piano es muy visual. Al no tener un oído educado de músico, ni tener conocimiento respecto de las técnicas, ni poder evaluar los arpegios o los adagios o las entradas, lo que me interesa son las sensaciones que me produce escuchar sus interpretaciones.

Cuando Marianela Aparicio presenta sus conciertos yo escucho colores, es decir, la experiencia es primeramente de estar ante una narración, algo que nos cuenta con el sonido, pues ella logra enfatizar la sensación de que cada composición está narrando una historia, una tragedia, o los derroteros de una vida, mientras el espectador está suspendido y sólo puede imaginar aquellos sucesos sin rostros. Pero al mismo tiempo, en medio de la escucha van salpicando los colores como cortinas danzantes que son despejadas por un limpiaparabrisas. Sucedió cierta ocasión cuando la escuché tocando el “Claro de Luna”, del compositor francés Claude Debussy (1862-1918): despertaba en mí la presencia de un color azul marino muy hipnótico, que te llevaba de manera placentera a las profundidades del mar. Fue en esa ruta que me encontré después con otra pieza del mismo Debussy, “La catedral sumergida”.

Marianela absorbió la sustancia musical de las grandes composiciones universales para piano y las volcó transfiguradas por el filtro de su cuerpo hacia el piano en el que realiza sus interpretaciones. Su conexión es particularmente más fuerte con los compositores románticos como Sergei Rachmaninoff (1873-1943) de descendencia ruso-americana, uno de los pianistas más brillantes del siglo XX, cuyas composiciones son consideradas como la mayor expresión musical de la era romántica. Marianela interpreta un devenir-latino de Tchaikovski, de Rachmaninoff… En los márgenes que ellos dejaron, ella se explaya.


En abril de este año Marianela salió de gira por tres países de Europa, invitada en primer lugar como solista por la Filarmónica Polaca Sinfonía Báltica, para interpretar el concierto n. 1 de Tchaikovsky en Polonia, además de conciertos de música boliviana y latinoamericana en Luxemburgo y en Noruega. La Filarmónica estuvo dirigida por el maestro boliviano Rubén Silva, importante gestor de tres invitaciones a nuestra pianista a Polonia como solista de distintas orquestas. Los megapíxeles de pasión que una experiencia tal debe producir, además frente al público europeo, son de otra altura e intensidad.

Entrevista a Marianela Aparicio: 

¿Cuál es la sensación de la artista al interpretar una pieza de tal intensidad y larga duración frente al público europeo?

Es una sensación desbordante, la emoción es tan intensa que es difícil de explicarla. Solo puedo decirte que hay episodios tan emotivos que se eriza la piel, corren las lagrimas. El concierto N. 1 de Tchaikovski no es en vano uno de los conciertos más grandes e importantes del repertorio para piano. No solo por la increíble capacidad de orquestación de éste compositor sino también por el diálogo perfecto que él logra entre el piano y la Orquesta. Sin dejar de mencionar la hermosura de sus melodías, la gran sonoridad que demanda, la virtuosidad y fuerza técnica, y al mismo tiempo delicadeza y dulzura del pianista.  Toda esa energía y pasión llega directamente público, en una dimensión donde las palabras son innecesarias y solo fluyen las emociones.

Un concierto puede ser interpretado de infinidad de maneras respetando por supuesto ciertos parámetros de estilo, cada pianista, imprime en su música un propio sello característico donde revela su alma, su personalidad, su forma de ser, su fuerza.  La música del periodo romántico se caracteriza por su lenguaje desbordante y apasionado y yo me siento muy cómoda interpretándolos, me permiten sacar toda la emoción e intensidad que tengo y eso definitivamente se transmite al público, de hecho lo he podido confirmar después de varios conciertos donde mis emociones han coincidido con las de mi público.


¿Podrías nombrar algunas de las dificultades musicales de interpretar el concierto para piano 1 de Tchaikovski?
Hay varias cosas que se deben dominar a la hora de tocar un concierto de éste calibre, primero la parte técnica. Es un concierto con mucho virtuosismo, un ejemplo los grandes pasajes de secuencias de octavas en fortísimo y a gran velocidad, armonía llena, luchando además con la sonoridad de una gran orquesta, de manera que el solista no solo debe dominar pasajes rápidos si no tener una gran fuerza y sonoridad. Tiene que haber completo dominio de la relajación de tu cuerpo y de la tensión de tus dedos para no generar tensión que puede perjudicar la interpretación e incluso generar una lesión en la mano. Interpretativamente como en cualquier obra la construcción de cada movimiento, cada frase, cada dialogo con la orquesta y con cada instrumento que tiene un pasaje solístico. Tchaikovski juega mucho con las sonoridades de cada instrumento.  Por ejemplo hay diálogos muy lindos entre el piano y los chelos, o con el oboe, etc.  Es muy importante ver cada parte como un todo y conducir la música adecuadamente a los momentos de clímax.
Por otro lado es un concierto de largo aliento, son casi 40 minutos, que hay que tocar de memoria, que no es tan sencillo pero que es también beneficioso, porque te permite enfocarte solamente en la música, te ayuda a lograr un nivel más alto de concentración.

¿Una pieza tan larga debe ser agotadora físicamente, es importante para vos entrenar tu cuerpo fuera de los ejercicios de piano?
Por supuesto que sí. La parte física no solamente se refiere a tener dedos bien firmes, ágiles y fuertes, una muñeca muy flexible, usar todo el peso de tu cuerpo para lograr un sonido redondo, grande y acariciante. Todo el trabajo y las horas de estudio que se necesitan para conseguir superar las dificultades técnicas te preparan para afrontar el reto físico de un concierto de ésta magnitud. Sin embargo creo que es importante también tener un buen estado anímico y físico para poder sobrellevar toda la emotividad e intensidad de la obra, que se incrementa al estar expuesto ante el público. Yo práctico Pilates y me gusta muchísimo la meditación.

¿Qué nos puedes contar de tu experiencia de tocar con la Filarmónica Polaca Sinfonía Báltica en suelo europeo?

Ser solista de una orquesta es un privilegio, un premio. La sensación de estar envuelta por tantas sonoridades, y al mismo tiempo ser parte de ellos es increíble. Sumado a que el lenguaje orquestal de Tchaikovski es una experiencia mágica, emocionante hasta la médula. Explota al máximo las sonoridades, crea melodías tan dulces y las expone con distintos instrumentos logrando una paleta infinita de colores, de contrastes. Es una de las experiencias más gratificantes que puede vivir un instrumentista. Más aun un pianista pues al ser un instrumento tan completo suele ser muy solitario.

El haber tocado un concierto tan conocido en uno de los países europeos como más tradición musical clásica fue un verdadero reto y una experiencia inolvidable. Durante los ensayos y el concierto me sentí muy privilegiada. Fue un regalo de Dios pues tocaba uno de mis conciertos favoritos acompañada por una orquesta de gran nivel y estaba siendo, por tercera vez en Europa, dirigida por el maestro Rubén Silva, gran director boliviano reconocido en Europa por su calidad como director y como persona. El logró una comunicación perfecta entre la orquesta y yo, que culminó con un público que aplaudía de pie emocionado.




P.I. Tchaikovsky - Concierto para piano y orquesta N° 1 en Si bemol menor op. 23

Filarmónica Polaca ( Polska Filharmonia ) Sinfonia Báltica
Solista: Marianela Aparicio Yuja

Director: Ruben Silva POLONIA, ABRIL 2019