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jueves, 21 de junio de 2012

LA MAGIA DEL TENIS

Junio es un mes espectacular para los que somos amantes del deporte. Pasó el Roland Garros, la Eurocopa va llegando a su punto caramelo, y además del Wimbledon que ya viene soplando con su aire distinguido, se pintan las Olimpiadas. Por supuesto, en lo que muchos estamos verdaderamente concentrado es en la espera del Mundial de Fútbol Brasil 2014, pero mientras tanto se convendrá que estamos muy bien servidos. 

Quisiera escribir todo sobre el deporte, decir de una vez con voz alta que me parece sorprendente cómo puede estar toda la sabiduría de la vida contenida en los deportes, y cómo se actualiza ella misma con la evolución de los mismos. 

En Roland Garros tuvimos la suerte de presenciar dos partidos sensacionales: Djokovic contra Federer, y luego Djokovic contra Nadal. El primero pintaba para ser un duelo de titanes de difícil pronóstico, pero el misterio se diluyó más rápido de los que hubiéramos querido como fans. Mérito de Djokovic, inteligencia y paciencia. El tenis es uno de esos pocos deportes que te hace tener presente una definición básica del ser humano: un cuerpo en tensión con un determinado punto de quiebre. Todo el tenis gira en torno a este punto de quiebre, que va desde romperle el saque al adversario hasta romperlo mental y psicológicamente. Hay que ver de donde extraen los grandes campeones su fortaleza espiritual. Antes solía ser Federer ese jugador impasible que parecía manejarse con un centro de gravedad situado fuera del planeta, nada podía sacarlo de su serenidad, conquistada de una vez por todas. Hoy en día, con la evolución en el juego de defensa de los cuatro o cinco primeros en el ranking de la ATP, sumado a la preparación física de la que hacen gala estos jugadores, hace que el juego de Federer tenga que ser mucho más condicionado y tenso. Antes hacía maravillas y lo ganaba todo, ahora hace maravillas y tiene que esperar que su rival no le devuelva otra pelota maravillosa. Contra Djoko, otra vez, el mismo problema de Roger, el de verse obligado a atacar con bolas perfectas para lograr algun desequilibro a su favor, y en ese poco margen demostró que no puede competir mano a mano con Djoko. Por su parte el mejor jugador del mundo de la actualidad manejó una estrategia formidable. Nadie la puso en evidencia tan claramente como Javier Prana, el comentarista de ESPN. Prana decía que en lugar de jugar a ganarle a Roger, Djoko se dio cuenta de que ler podía ser más útil jugar a hacer perder a Roger. Y eso es lo que hizo, en muchos pasajes se limitó a defender, prodigiosamente, los mejores disparos del suizo, pero se mantuvo simple en sus recepciones a favor de conservar el equilibrio y la buena ubicación en la cancha la mayor parte del tiempo. Y en esas seguidillas de bolas punzantes que lanzaba el suizo, alguna tenía que terminar afuera o en la red, por cansancio, por exagerar la tensión, quién sabe, Roger jugaba un partido correcto, y sin embargo no podía tenerlo controlado. 

Todo esto tiene que ver con el otro criterio que también es casi único del tenis. Tiene que ver con el criterio de los "errores no forzados". ¿Cuántos errores de este tipo cometió Federer aquella semifinal? Una suma astronómica, siendo coherentes con su historial. Djoko jugó a ver cuántos errores podía hacerle cometer a Federer, pero sobre todo esperó a que cometiera la mayoría por su cuenta, siendo su mejor arma la contención y la paciencia, y aunque sufrió en el segundo set con su saque, Djoko no se desesperó

(Continuará)