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lunes, 3 de noviembre de 2014

UNA CITA EN CARROSA DE FUEGO



"El que sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de altura, un aire fuerte. Es necesario estar hecho para ese aire; de lo contrario, se corre el nada desdeñable riesgo de resfriarse. El hielo está cerca, la soledad es inmensa, pero ¡qué tranquilas yacen todas las cosas en la luz! ¡Con qué libertad se respira! ¡Cuántas cosas sentimos debajo de nosotros! La filosofía, tal y como yo la he entendido y vivido hasta ahora, es la vida voluntaria en el hielo y en la altas montañas, la búsqueda de todo lo problemático en la existencia, de todo lo proscrito hasta ahora por la moral. [...] ¿Cuánta verdad soporta, cuánta verdad se atreve a afrontar un espíritu? Esto se fue convirtiendo para mí, cada vez más, en la autentica unidad de medida". 
FRIEDRICH NIETZSCHE, Ecce Homo

EL DÍA DE TU SANTO

El día de tu santo no significa muchas cosas, en todo caso es una oportunidad de reunir a los que quieres, de visitarlos, de organizar una reunión de esas en las que familiares y amigos se suben al avión y se afanan para llegar de alguna parte. Me ha sucedido en distintas ocasiones que el cumpleaños llegó con la sensación de un recordatorio, una cuestión de cuán cerca estás de donde te habías propuesto. Es una presión si se deja a la mente que tome el control, pero cuando se aprende a tener comodidad incluso en escenarios imprevistos, entonces la cuestión cambia, pues la felicidad no puede depender del momento en que adquieras algo o alcances algo. Por otro lado, lo que debería recordarnos el día de nuestro santo es que somos mensajeros de paso; mi cumple cae un día después de la celebración de Todos Santos, cuando las almas visitan las casas según la creencia, de modo que la figura de la muerte está muy presente en esos días, aunque sea de modo ritualísta, y se pasa con aire jovial por nuestras narices. El tiempo externo puede medirse de alguna manera, el reloj social nos dicta el ritmo y bailamos ante él. Pero es cierto también que existe otro tiempo interno que no se puede medir, en el que no se sabe muy bien cuál es la edad, porque se trata de una especie de riachuelo o de laguna que yace tranquila y donde los sonidos son armoniosos, todas las cosas de la vida pasan por ahí sin agitar la belleza de su silencio y sus brisas. Ahí me siento instalado cuando salgo en las mañanas temprano a seguir mis rutinas de ejercicio y respiración. El nuevo santo me encontró relajado y en paz, fruto de esta conexión que enjuaga la vista y le da frescura a la vida. Soy afortunado por tener a los que tengo a mi lado, qué más podría desear.