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sábado, 21 de enero de 2012

U2 - ONE detrás de cámaras



Eran los tempranos 90 y después de muchas alegrías y momentos exitosos previos, a los U2 les tocó atravesar una profunda crisis como banda, las cosas no iban bien, tanto a nivel de sus vidas personales, como de grupo, sufrían en la composición de los temas de su nuevo álbum en gestación.

"Larry: Creí que eso sería el final. Habíamos pasado por situaciones duras antes y habíamos encontrado el camino, pero siempre había sido más allá de las influencias contra las que luchábamos. Por primera vez, parecía que las grietas estaban dentro del grupo.
Bono: Lo que creímos que eran finas grietas que fácilmente se unirían resultaron ser más importantes de lo que parecían. Los muros necesitaban ser apuntalados, teníamos que establecer una nueva base o la casa se caería. De hecho, todo a nuestro alrededor se estaba derrumbando. Teníamos facturas de hoteles acumuladas y los profesionales del equipo observaban nuestra irregularidad preguntándose si quizás hubiera sido mejor trabajar con Bruce Springsteen. Nos encontrábamos cara a cara con nuestras limitaciones como grupo a muchos niveles, tanto de interpretación como de composición. Cuando estás en medio del mar lo mejor que puedes hacer es buscar lo más rápido posible un trozo de tierra seca…


Edge: Pasamos por una fase difícil en la que las cosas no funcionaron y hubo dos maneras de analizarlo. Adam y Larry estaban convencidos de que las ideas para las canciones eran una mierda, y Bono y yo pensábamos que el error estaba en el grupo.

Adam: No llegamos a ningún sitio hasta que “One” nos cayó llovida del cielo y de pronto dimos con el ritmo.

Bono: Quizás “genial” es algo que llega cuando “muy bien” se agota. Hicimos algunas pruebas, cerramos los ojos, y llegó “One”.

Edge: En el mismo instante de grabar “One” sentí su potencia con mucha fuerza. Estábamos tocando juntos en la sala de grabación, una enorme y sobrecogedora sala de baile llena de fantasmas de la guerra, y todo estaba en su sitio. Fue un momento tranquilizador y, al final, todos exclamamos: “Oh, fantástico, hemos inaugurado este álbum”. Es por motivos como éste que estás en un grupo; por momentos en los que la inspiración cae sobre ti y creas algo realmente conmovedor. “One” es una pieza increíblemente emotiva. Va directo al corazón.

Bono: Las grandes canciones suelen tener una especie de tensión en el fondo, donde lo más amargo y lo más dulce se equilibran perfectamente. "One" no habla de la unidad, habla de la diferencia. No se trata de la vieja idea hippie de vamos a vivir todos juntos. Es un concepto mucho más punk-rock. Es antiromántico: “Somos uno, pero no somos el mismo. Nos tenemos el uno al otro". Nos recuerda que no existe elección. Todavía me siento decepcionado cuando la gente interpreta que el coro dice “nos teníamos” en lugar de “nos tenemos el uno al otro”. Eso, en realidad, demuestra resignación. La única forma de saltar por encima del muro es darte mi pierna y permitir que tú me saques. Hay algo muy poco romántico sobre esto".

* Tomado de: U2 by U2, pp. 221-224



      En estas últimas líneas salta una nueva serenidad, algo ha terminado de comprenderse para nuestros adentros. Bono ha dado en la tecla. “One” no es una canción que habla del amor, sino más bien del devenir, que es algo mucho más amplio, que implica un movimiento “entre” dos que puede trastocar a ambos. Devenir es un concepto tremendamente práctico. No es necesario identificarse con otro ser, y menos aún aferrarse a su imagen, para poder decir que se lo ama. (Dice la canción: "No puedo seguir aferrándome cuando todo lo que tienes es dolor") Las relaciones de simpatía, de paz, de amistad..., las relaciones creadoras, pasan mucho más por las preguntas: ¿qué es lo que tengo que ver con otro que es diferente a mí?, ¿qué puede surgir a partir de nuestro encuentro? Bono dice: “La única forma de saltar por encima del muro es darte mi pierna y permitir que tú me saques”. Y esto es siempre así en la vida, más aún en las relaciones afectivas, con las crisis llegan las preguntas que nos azotan: ¿cuánto de lo que creía era cierto, quiénes somos y cuanto podemos?. La resignación no es una opción. Sucede sin embargo que cuando hay un gran peso que cargar para salir adelante, muchos, hombres y mujeres, se conforman con señalar a su pareja o a su compañero como culpable, cuando eso reconforta como un tequila pasajero que estruja y marea el corazón…

Pero no se trata ya de amor sino de DEVENIR, cuando el peso es demasiado grande para que lo cargue uno solo, necesita de las fuerzas que le pudiera transmitir el otro, que haya un encuentro de fuerzas transmitidas que vendrán a sumarse a las fuerzas innatas para aumentar una potencia de actuación. Salirse de una forma que atenaza, que oprime y limita. Uno jala y el otro empuja. Darte mi pierna y esperar que tú, desde la cima, me ofrezcas tu mano. Evolución a­paralela en la que ambos se llevan más allá de lo que podrían haber recorrido por sí solos. Nos tenemos el uno al otro, somos UNO, aunque no seamos lo mismo. Vivir separados, pero en devenir, es también una forma de estar con el otro. “One”, una canción nada romántica, pero llena de amor, más allá de los clichés...
¡¡¡LAS CRISIS SON PRECISAMENTE LOS MOMENTOS MÁS PROPICIOS PARA SER CREATIVOS, PARA HACER QUE EN MEDIO DE LA OSCURIDAD LO NUEVO SALTE A LA LUZ COMO UNA FLECHA QUE CRUZA LA INTEMPERIE EN MEDIO DE LA NOCHE!!!



UNO (Letra)

¿SE ESTÁ PONIENDO MEJOR?
¿O TE SIENTES IGUAL?
¿SE TE HARÁ MÁS FÁCIL AHORA QUE
TIENES ALGUIEN A QUIEN CULPAR?
TÚ DICES
UN AMOR
UNA VIDA
CUANDO ES UNA NECESIDAD
EN LA NOCHE
UN AMOR
QUE LLEGAMOS A COMPARTIR
QUE TE DEJA NENA
SI NO LO CUIDAS
¿TE HE DECEPCIONADO?
¿O TE DEJÉ UN MAL SABOR DE BOCA?
ACTÚAS COMO SI NUNCA HUBIESES TENIDO AMOR
Y QUIERES QUE YO TAMPOCO LO TENGA
BUENO ES DEMASIADO TARDE
ESTA NOCHE
PARA SACAR EL PASADO
A LA LUZ
SOMOS UNO SOLO
PERO SOMOS DISTINTOS
NOS LLEVAMOS EL UNO DENTRO DEL OTRO
EL UNO DENTRO DEL OTRO
COMO UNO SOLO
¿HAS VENIDO BUSCANDO PERDÓN?
¿HAS VENIDO PARA RESUCITAR A LOS MUERTOS?
¿HAS VENIDO PARA JUGAR A SER JESÚS
CON LOS LEPROSOS DE TU IMAGINACIÓN?
¿ACASO HICE DEMASIADAS PREGUNTAS?
MÁS QUE DEMASIADAS
NADA ME DISTE
Y AHORA ES TODO LO QUE TENGO
SOMOS UNO SOLO
PERO NO SOMOS LO MISMO
NOS HACEMOS DAÑO
UNA Y OTRA VEZ
DICES QUE EL AMOR ES UN TEMPLO
EL AMOR ES LEY DIVINA
EL AMOR ES UN TEMPLO
EL AMOR ES LEY DIVINA
ME PIDES QUE ENTRE
PERO DESPUÉS HACES QUE ME ARRASTRE
Y NO PUEDO SEGUIR AFERRÁNDOME
A LO QUE TIENES
CUANDO TODO LO QUE TIENES ES DOLOR
UN AMOR
UNA SANGRE
UNA VIDA
HAZ LO QUE DEBAS HACER
UNA VIDA
EL UNO CON EL OTRO
HERMANAS
HERMANOS
UNA SOLA VIDA
PERO NO SOMOS LO MISMO
NOS LLEVAMOS EL UNO DENTRO DEL OTRO
EL UNO DENTRO DEL OTRO
UNOO
UNOOOOO
UNOOOOO

Por: Jorge Luna Ortuño

GRAN TORINO y los encuentros



 Un mapa de líneas
Sentado en el porche de la casa en el día de su cumpleaños, Walt Kowalski lee su horóscopo en el pe­riódico: “Este año tendrás que decidir entre dos caminos en tu vida. Segundas oportunidades aparecerán en tu camino. Extraordinarios even­tos culminarán en lo que parecerá ser un anticlímax”. ¡Basura! –piensa para sí. Pero se trata de un ingenioso recurso dentro de la narración: todo ello se cumplirá en la historia, sólo que en ese momento no podemos saber que Clint Eastwood nos está rayando un mapa de lo que vendrá.

En el barrio de Walt co-existe una serie variada de gentes de otros lados con los que se cruza en las calles todos los días, italianos, polacos, afroamericanos, asiáticos, latinos..., pero el encuentro que finalmente lo pre­cipitará hacia una línea de desdibujamiento de sus certezas será con los hmongs –sus nuevos vecinos. Sue, la hermana de Thao, le aclara dos cosas: los hmongs no son un pueblo, sino a people; son de la colina, no de la selva. Vienen de Lhaos, Tailandia y China. Y así, a través de los ojos rasgados de Walt, comenzamos a cono­cerlos.

El día que Walt, invitado por Sue, visita la casa de sus peculiares vecinos, el chaman de la familia lo observa fijamente y le dice con estremecedora exactitud cómo es su vida: “La gente no te respeta, de la manera en que vives tu comida no tiene sabor; cometiste un error en tu vida y no estás orgulloso, no encuentras felicidad, no estás en paz”. Palabras duras, certeras, cargadas con la justa dosis que necesita para iniciar un nuevo movi­miento. Es el mapa de su vida: líneas que han sido blo­queadas, otras que se han agotado, pasillos sin retorno, y una imperiosa necesidad por hallar una salida.

Por su parte Thao, el muchacho que intentó robar su Ford Gran Torino para iniciarse en la pandilla de su primo, es un adolescente que está perdido y más que perdido está vacío; es huérfano de padre y más que de un padre de un catalizador que le ayude a encontrar un sentido para su vida. Esto es típico en los hmongs –ex­plica Sue–: a los chicos les cuesta mucho más: “Después de la escuela las chicas van a la universidad y los chicos a la cárcel; Thao es muy iinteligente, pero no tiene una dirección en la vida”. Cuando Walt comienza a cono­cerlo se da cuenta: solo, sin ninguna protección, con escasas posibilidades de superarse, sin hambre por la vida y con una pandilla rondándolo, ese chico no tiene oportunidad de salvarse. No está mal, el cuadro es casi tan oscuro como el de su propia vida. A Walt le espera una sole­dad cargada por el remordimiento que le provocan sus actos “heróicos” en la Guerra contra lo coreanos, en la
que tuvo que llevarse la vida de varios muchachos de la edad de Thao. Es algo que quedó tatuado en su alma.

 Por si fuera poco, sus dos hijos casi no lo ven, no lo llaman -a no ser que sea para pedirle algo-, y dado que acaba de quedar viudo y ya carga sus buenos años en la espalda, uno de ellos le aconseja que ya no viva solo; le recomienda que se vaya a vivir a esos “excelentes lu­gares de retiro que parecen hoteles, verdaderos resorts”; un eufemismo de mercadeo de lo que conocemos como asilos. Y es que así está diseñada esta sociedad, y se lo recuerda con endemoniado amor a través de su hijo.

Entrar para salir
Después de una serie de eventos, Walt comienza a verse todos los días con Thao. El “ca­beza de cierre” trabajará dos semanas para “el señor Kowalski” como una compensación por haber inten­tado robar su auto. Nace así, de manera curiosa y circunstancial, una extraña y bella amistad entre un viejo polaco y un adolescente ­hmong. Si bien es cierto que Walt lo arrastra un poco hacia su mundo –sus expresiones, su actitud, sus herramientas, su Gran Torino–, es Thao quien en realidad arranca a Walt fue­ra de su mundo y lo arrastra hacia una línea con un destino desconocido e imprevisible; lo hace dejar de lado sus más enraizados prejuicios y estereotipos, lo jala hacia un irresistible devenir que hará saltar todas las estacas que lo fijaban a su pasado.

Walt le enseña los valores necesarios para transitar por la línea dura y rígida de la vida, y esto no es poco. ¿Qué es peor que entrar en la maquinaria de la sociedad, la famosa rueda: familia-­guardería-escuela-­universidad­-ejército-­trabajo­-retiro? Pues justamente el no poder entrar en ella, ya que a pesar de ser un laberinto que poco tiene que ver con la esencia de la vida, hay que saber pasar por ella, sorteando todo su formalismo y su veneno. Es como la carretera, no puedes quedarte en ella, pero tienes que pasar por ahí. De otro modo te reduces a ser alguien como lo que era Thao, un pobre diablo que, en palabras de Walt, “no tiene trabajo, ni novia, ni auto, ni verga, ni futuro”.



 El primer día de trabajo Walt lo recibe con una pregunta spinoziana: “¿qué puedes hacer?”, es de­cir: ¿qué es lo que puede tu cuerpo?, ¿qué está en tu potencia? Ayudarlo a descubrir tales cuestiones es lo mejor que puede hacer por ese muchacho. Aquí presente una vez más el desafío del auto­conocimiento. Una cosa sí: Walt no funciona como modelo ni como ejemplo, él mismo rechaza ese papel. Solemos referirnos a las relaciones en términos de identificación o de imita­ción, pero siempre que se lo hace se deja de ver todo lo que implica el poder de un encuentro. En el caso de estos dos personajes, su relación debe verse como un devenir, algo poderoso que pasa entre los dos y los trastoca a ambos. Esto queda magistralmente graficado en la discusión que tienen acerca de quién tomará el refrigerador por abajo; es un peso demasiado grande para que uno lo cargue solo, necesita de las fuerzas que le podría transmitir el otro; esto es el devenir, un encuentro de fuerzas transmitidas que vienen a sumarse a las fuerzas innatas para aumentar una potencia de actuación. Salirse de una forma que atenaza, que oprime y limita. Uno jala y el otro empuja. Evolución a­paralela en la que ambos se llevan más allá de lo que podrían haber recorrido por sí solos. La cuestión es quién empuja, es decir, quién inicia el movimiento. Tiene que ser la variable que se sus­trae más a su propia formalización, el elemento de minoría, es decir, Thao, el chico ­hmong.

El desenlace se precipita ines­peradamente: Thao es golpeado por la pandilla de su primo Fong. Acto seguido ­Walt
golpea y amenaza al líder de la pan­dilla­. En venganza ellos disparan a la casa de los hmongs y violan a Sue. Violencia, interminable bola de nieve. Pero lo más ex­traordinario está por venir. Walt podría optar por arreglar las co­sas a su manera, al estilo de los per­sonajes de Clint Eastwood por excelencia, como en el lejano oeste, a punta de duelos, tiros y patadas. O un poco más cerca: ¿pensemos en qué hubiera hecho Harry el sucio? Pero Eastwood quiere hacer una afirmación de otra cosa. Lanza su enunciado. Las visiones que animaban esas películas de los 80 y 90 de vengadores anónimos que castigaban actos imperdonables con sus propias manos, deben acabarse. (Aunque sigan saliendo con éxito hoy y con sangre multiplicada) Clint Eastwood ya está en otra cosa, tiene que poner una distancia respecto de ellas. Son otros tiempos, la vida no puede verse más con esos ojos. Y la decisión que toma su personaje, Walt, es la mejor muestra de que ha saltado un umbral en su vida; aparece un nuevo tipo de angustia, pero también una nueva serenidad. “Algo se me ocurri­rá, sea lo que sea, ellos no tendrán ninguna chance” –le había adelantado al cura. Y así fue. 

Epílogo
La muerte le pertenece a cada uno tanto como su propia vida. Walt lo sabe y por eso se prepara para pa­sar por ella con honor, como un samurai. Elige el mo­mento de su muerte, y esa es la segunda oportunidad que le da la vida. Gandhi decía: “conozco una salida al infierno: encuentra a alguien que necesite tu ayuda y regálale todo lo que le quitaste a tu enemigo en la ba­talla”. Thao es un chico con casi la misma edad que tenían aquellos niños coreanos cuya vida se llevó a cambio de una medalla, y ahora él podrá tener una segunda oportunidad. 

Vemos que hay algo de gand­hiano en el sacrificio de Walt, una especie de resistencia pasiva; su arma es la no-­violen­cia, y es la más efectiva. En lugar de contribuir a que la violencia siga subiendo en sus decibeles, utiliza el acto violento de los pandilleros para volverlo multiplicado contra ellos mismos. No se opone a la fuerza sino que la encauza contra el agresor para restaurar la armonía. (Justamente lo que haría un practicante de Aikido). 

Más de un año, más de dos años hace desde que se estrenara esta película en Bolivia, y el tiempo ya no importa, muchas cosas relacionadas siguen pasando, teníamos que tomarnos este tiempo para asimilar, para terminar de captar un poco más de todo lo que nos ha afectado y aportado Gran Torino en su perfecta belleza y simplicidad. Que sea este un modesto gesto de agradecimiento a Clint East­wood, ese viejo maestro del cine que tanto admiramos.



* Este texto se publicó en abril del 2010 en la Revista boliviana "Nueva Crónica y buen gobierno". Para descargar la versión digital de la revista visita: www.plural.bo.


Filosofía para no-filósofos


Una nota que Rubén Vargas publicó haciendo cobertura del II Encuentro de filosofía para no filósofos que organizamos con el Goethe Institut en mayo-junio de la gestión 2011.

Los no-filósofos son el público original de la filosofía. Un encuentro, que comienza el lunes 30, los convoca para la reflexión.

Por: Rubén Vargas
(Texto publicado en el periódico boliviano La Razón, Suplemento Tendencias, 29 de mayo del 2011)

Los no-filósofos están invitados a hablar y reflexionar sobre filosofía. Ésta es la (en apariencia) paradójica convocatoria que han lanzado Jorge Luna Ortuño y el Instituto Goethe de La Paz. 
En efecto, entre el lunes 30 de mayo y el jueves 2 de junio, en cuatro sesiones que comenzarán a las 18.00 y terminarán a las 21.30 en el auditorio del Instituto Goethe, se desarrollará el II Encuentro para no-filósofos denominado Filosofía 360° que tendrá por tema central la trilogía: “Cinismo, crisis y creatividad”.




El encuentro contará con la participación, como invitado especial, del doctor en filosofía y crítico de arte Adolfo Vásquez Rocca, de la Universidad Pontificia de Valparaíso, Chile. Una de las conferencias del académico lleva por título “Sloterdijk: Biopolítica, posthumanismo y arquitecturas de la espuma”. Vásquez un especialistas en el pensamiento del alemán Sloterdijk, autor entre otros libros de la Crítica de la razón cínica.


Y entre los conferencistas del encuentro figuran la historiadora del arte Margarita Villa, el licenciado en Filosofía Fernando Iturralde, la actriz de teatro e investigadora Soledad Ardaya, la coreógrafa y gestora cultural Noreen Guzmán de Rojas, el editor y licenciado en Filosofía José Antonio Quiroga, la artista visual Sandra de Berduccy y el propio Jorge Luna Ortuño, creador del evento.
Pero las conferencias o ponencias constituyen sólo una parte de las actividades programadas por los organizadores.


También se presentarán performances artísticas y se proyectarán audiovisuales: breves documentales sobre  filósofos pero también sobre música y arte. “La idea del evento”, dice su creador, “es que las personas que asistan no solamente escuchen ideas, que la transmisión no esté enfocada sólo en lo verbal, sino que también hagan uso de sus sentidos, que se estimulen con imágenes y sonidos. Flujos de pensamiento, flujos musicales, flujos audiovisuales. Eso es el evento”.


¿Por qué Filosofía 360°? Luna Ortuño explica la denominación del encuentro: “El concepto filosofía 360°”, dice, “remite a una necesidad: la de hacer filosofía al aire libre, de abrir sus accesos, de desbloquear sus poros, y relacionarla nuevamente con los no-filósofos, su público original”.


Y abunda sobre el tema: “En este evento se busca dar vida a una manera diferente de presentar la filosofía, una manera que esté exenta de la solemnidad y la redundancia académicas, que esté alejada de la esterilidad que le inyecta la profesionalización cuando ésta sirve solamente para sacramentar el rol del agente transmisor de saber y del comentador”. Y concluye: “Filosofía 360° es la presentación gráfica de una apertura, de la expansión, de una mirada periférica que trata de no dar las espaldas a otro tipo de públicos no-especializados”.

Crisis. El tema del encuentro se resume en tres palabras o conceptos: Crisis, cinismo y creatividad. “La crisis”, dice Jorge Luna Ortuño, “es el concepto central. Crisis en el sentido de un momento en el que las respuestas del pasado ya no sirven para responder a problemas actuales. En ese momento hay necesidad de filosofía. Sin crisis, sin un problema que asfixie, que fuerce a pensar, no hay filosofía”.



Frente a la crisis, que para Luna Ortuño es una experiencia de cuestionamiento general, “una experiencia en la que uno se siente a la intemperie”, hay dos salidas: o el cinismo o la creatividad.
El cínico, en el sentido más usual de la palabra (no en el de su densidad filosófica que remite, por ejemplo a Diógenes), reacciona  ante la crisis con resignación. “La resignación”, dice Luna Ortuño, “es la versión sin potencia del cinismo filosófico”. Pero también es posible pensar en la crisis como un momento creativo. “Es el momento de la posibilidad, el momento ideal de la construcción de nuevos posibles”.


Estas son, entre otras, las propuestas de Filosofía 360°. Ahora sólo falta el público, los no-filósofos dispuestos a hablar de filosofía.


Rubén Vargas es periodista de La razón

martes, 17 de enero de 2012

La bella Plaza de Santa Cruz de la Sierra (I)

Santa Cruz de la Sierra debe tener la plaza principal más hermosa del país, la Plaza 24 de Septiembre. No es sólo por el hecho de que quizás sea la más amplia, o esté muy poblada de frondosos árboles, y de mujeres bellas que la recorren a todas horas, sino principalmente por su clima, por la onda descontraída, ligera y desenfadada que transmite. Es realmente un lugar para relajarse, en ella no hay lugar para los formalismos, ni los más mínimos autoritarismos. Pero si buscamos un contraste para explicarnos mejor tenemos que referirnos a la Plaza Murillo de La Paz, justamente lo opuesto por su aire más solemne, por su formalidad, su aire cívico, y hasta algo artificial, que hace de su visita una cuestión más turística; basta con ver a los guardias parados en una vereda al frente, imponiendo una presencia autoritaria y unas caras con muecas en el horizonte, o estar a la hora del medio día cuando hacen parar a todos para entonar el himno nacional, y uno tendrá clara idea de las diferencias; ésta es la plaza referente de La Paz, y no le hace mucho bien que al frente se encuentre el edificio donde Senadores y diputados maquinan sus movidas y sus retardos.

Una plaza principal debe dar muestra del estado de ánimo de la ciudad y de su gente. Y así sucede con la plaza cruceña. Se dice y con razón que Santa Cruz es una ciudad peligrosa, sobre todo por la noche, y que está afectada por la violencia en sus zonas más alejadas. Pero si se podría pintar la otra cara de la ciudad sería retratando su aspecto relajante, que lo dibujamos a partir de la enorme Plaza 24 de Septiembre, un lugar de reposo, de socialización, de encuentro, de chequeo; la oportunidad de tomar unos jugos de coco o de copoazú y sacudirse del trabajo por unos minutos. Apostado en uno de sus rincones uno verá a los niños correr libremente, a las colegialas cuchichear por aquí y por allá, además de gentes de todas las edades sentadas en sus banquetas, y a la vista algunos de los mejores pubs a los alrededores. Del día a la noche una hilera de bellas mujeres de todas las edades circulan vestidas con soleras y faldas, o ataviadas con elegantes vestidos que hacen respirar una época pasada. Dos de sus calles están cerradas, a manera de espacios peatonales, y ninguno de los micros del transporte público llega hasta la plaza, además de que nunca se ve invadida por marchistas ni bloqueadores, de modo que cuando uno se interna en la plaza tiene la garantía de encontrar tranquilidad. Incluso los ocasionales huelguistas que se apostan en el lado de la calle Ayacucho no interfieren con la vida de la Plaza, por lo general tienen una manera más pacífica de protesta.

Fotos cortesía Andrés Graf

Si Nueva York es llamada "La gran manzana", Santa Cruz debería llamarse "la gran cebolla". No es un gran invento ni nada por el estilo, es simplemente una imagen. Santa Cruz es una ciudad planificada en anillos, es una ciudad circular, y dado que el pensamiento tiene una cualidad temporal y otra espacial, la manera de pensar de los lugareños es distinta; el pensamiento es circular, cada anillo es como una capa, y en el fondo la ciudad toda es una gran cebolla. A pesar de que la idea general sean los círculos, me da la sensación de que Santa Cruz es una ciudad sin centro. No importa donde estés, tu ubicación no es respecto del centro sino del anillo en el que encuentras, y dónde puedes llegar si cruzas de uno a otro o si recorres todo el anillo hasta el otro lado. Es muy difícil para los cruceños concebir la idea de un Estado que puede influir sobre sus decisiones. El Estado es una instancia que por naturaleza quiere monopolizar el poder, y centraliza, pero para los que viven sin noción de centro el Estado sólo puede ser aceptado mientras no interfiera con su forma de vivir y de progresar ya determinada. Después de todo, como lo ha hecho notar El Deber en editoriales pasadas, Santa Cruz no ha necesitado de la ayuda del gobierno para progresar y convertirse en un motor de desarrollo para todo el país, así que lo menos que se esperaría es que no la estorben ahora, que se encuentra con el motor a toda marcha y el único límite es el cielo.




Santa Cruz está llena de gatos, que son útiles para espantar a los ratones en la casa. Por otro lado, pocas ciudades deben tener tal cantidad de lugares de comida donde se sirve pollo. ¡Cuánto pollo! Pollo hasta por los codos. Alimentarse es un arte, aunque una gran mayoría en esta ciudad es devota a la comida rápida. Esa la otra característica. Santa Cruz es una ciudad donde se piensa circularmente, y además se piensa rápido. Fast thinking. Esto no quiere decir que los que pueblan esta tierra sean necesariamente menos afectos a la filosofía y el trabajo intelectual, sino simplemente que manejan el pensamiento a otras velocidades. Es cierto que la calor redefine todos los hábitos de un escritor, de modo que filósofos e intelectuales no se ven más que escasos; lo que sí se verá son novelistas, comentadores y hasta ensayistas pocos. En cuanto a artistas Santa Cruz no tiene nada que envidiar a otras ciudades, como por ejemplo Juan Bustillos, gran escultor que dirige Manzana Uno, o el pintor Tito Kuramoto, de origen japonés pero más camba que ninguno, entre otros.

Primera tongada, tengo que irme, el calor azota.