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jueves, 9 de julio de 2015

BAJO LA MISMA ESTRELLA, DENTRO DEL MISMO INFINITO




BAJO LA MISMA ESTRELLA (2014) es una bella historia llevada al cine, basada en la novela del mismo título escrita por John Green, que sirve para curtir el alma con sentido de infinitud. Como lo dice uno de los personajes en el film, "algunos infinitos son más grandes que otros infinitos". Me hubiera gustado escribir toda una reseña sobre esto, pero tal vez sea otro día. Hoy quisiera dejar resaltada la sensación de golpe seco y de empujón sincero que me contagia. 



He leído por ahí que John Green, el autor de la novela, estudió literatura y religiones, lo cual explica muy bien la densidad de la historia y la profundidad que se puede encontrar en varios de sus diálogos. Las preguntas que se plantean los protagonistas son de esas que podemos encontrar en la historia de la filosofía desde sus inicios. ¿Cuál es el sentido de existir en esta vida, y hacer todo lo que hacemos si no hay nada más allá? La historia no versa acerca de una enfermedad terminal, es en realidad sobre el amor de dos juveniles en una situación tan extrema en la que las velocidades son intensas. La cuestión que parecen buscar todos los escritores de este tipo de libros exitosos consiste en plantear situaciones extremas, completamente desesperadas, en las que el amor sea uno de los frutos, como algo que está atrapado ahí, pero al mismo tiempo como algo que lo trasciende con un rayo repentino 

Recuerdo ahora una escena donde el personaje de Shailene Woodley acompaña al hospital a su novio, le rasca la cabeza para tranquilizarlo, y ante su pedido comienza a contarle de una poesía que conoce incompleta, pero que va completando en base a lo que está pasando en ese momento, con todo lo que se juega en esos minutos. Pensé que no podemos al escribir perder esa sensación de sentido, de viveza y rapidez con urgencia. Si tuvieras que hablar de algo significativo, importante, de qué hablarías? ¿Seria de lo mismo que estás escribiendo ahora? Shailene Woodley por su parte es el rostro de la pureza, te mueve a reir y ver lo mejor de la vida, cualquiera sean sus circunstancias.

Me ha conmovido por supuesto, pero no la veo tan dura como afirman algunos críticos. Me mostró que existen otras personas que viven sus días con una serie de incomodidades impensadas para nosotros. Me habló del temple, de la consciencia que te permite vivir sabiendo que un día te irás. Y no tratas de distraer la mente para no pensar en ello, sino que te quedas ahí hasta que aprendes a aceptarlo, haciéndolo parte de la estatura de tu vida y tus proyecciones. 

miércoles, 8 de julio de 2015

¿PUEDE UNA CANCIÓN DE AMOR SALVAR TU VIDA DE ESTRELLA PERDIDA?



Venía de ver una película de comedia romántica donde la música del grupo The boxer rebellion juega un papel protagónico, porque es como si la sensación misma de ese romance se hubiera incrustado en los temas musicales que aparecen en momentos claves de la historia. Estoy hablando del film Going the distance (2010), donde la bella y espontánea Drew Barrymore nos ofrece otra interpretación hilarante y memorable, además con mucha química con el co-protagonista Justin Long, también suelto y lleno de carisma. 

Fue entonces cuando me topé con Begin again (2013), un drama sobre encuentros y desencuentros, del talentoso director John Carney, donde el solista del grupo musical Maroon 5, Adam Levine, participa como actor de reparto, agregando además dosis de música pop justas para la trama. No es una película de romance tradicional, se trata de cruces de historias, pero tampoco esto lleva a que la película se narre como lo hace el cineasta mexicano Alejandro González Iñarritú (Amores perros, Babel, 21 gramos), cuyos mejores trabajos se vieron en el relato de historias paralelas de personajes que sólo se encuentran en el desenlace de modos sorprendentes. 



La historia es sensacional, y las interpretaciones de Keira Knightley y Mark Ruffalo son notables, pero lo que me llamó la atención primero fue la manera en que la música es una protagonista tan central, y al mismo tiempo aparece como una forma más de la narración; no se puede decir que se trate de una película musical con la misma claridad que se podría afirmar esto de la ganadora del Oscar Moulin Rouge, es decir, el papel imperceptible y a la vez estelar de las piezas musicales es una cuestión de ingeniería artística en el guión. Por ello esta es una película que no podía basarse en una novela, porque leída en el papel esta historia perdería mucho sin su soundtrack. Y esta es una gran noticia en un tiempo en el que 80% de las historias que Hollywood nos ofrece son versiones tomadas de la literatura para llevarlas al cine, o a veces incluso de libros escritos enfocados específicamente para su traducción al guion cinematográfico. 

Begin again, distribuida en latinoamérica como ¿Puede una canción salvar tu vida?, es una historia original, es el inicio de una gran amistad (como en Casablanca), captación de un momento particular en el que dos almas se tocan en sus fases más bajas, como si alumbraran subterráneamente una luz de desesperación y vulnerabilidad escondida que sólo el otro puede captar. Existe un espacio entre nosotros que se puede compartir de modos imperceptibles, va más allá del espacio privado de cada uno, se trata de una intimidad compartida, donde nada sale forzado y todo sucede por gravitación propia a la relación.  

La sensación que me deja el film es la del gozo por un brillo que resalta sobre lo que es auténtico y desprovisto de cálculo. Tal parece que muchas veces cuando todo está bien no existe necesidad, ni pasión, ni locura, ni fuego. A veces la vida nos tira un jab en el estómago, y justo cuando parece ahogarnos por un mínimo momento que parece una eternidad es que obliga a que salga lo mejor de nosotros, entendiendo lo mejor como lo más auténtico, eso que salta del interior cuando te dejas de vueltas y especulaciones, cuando no te las das de peine ni esperas por el siguiente tren, justamente cuando estás por fin listo para saltar sin la red de seguridad a tus pies.

Es una diversión para mí escribir todo esto, pero no soy un crítico de cine y a veces me gustaría serlo, para referirme a este tipo de asuntos con un manejo de términos técnicos y un conocimiento de la historia del cine que me proteja de sobre-dimensionar el valor de una película. Pero lo que me interesa ante todo es devolver enriquecida la fuerza de empuje que una película generó en mí al revolverme el mundo en menos de dos horas. 

Comencé este texto hablando de otra película romántica. Era para acentuar el valor de esta película,  Begin again, que a los cines de Bolivia llegó recién este 2015. El título mismo nos habla de una reinvención personal, un punto de crisis, o de transformación de estar-en-el-mundo. En este film la música del soundtrack se intercala con la narración de un modo muy sutil y artístico. Desde Walking in the line (2006), la historia de Johny Cash y June, no recuerdo haber visto otra película donde sintiera tan crucial el soundtrack y tan necesario. Aquí ya no se trata de unas canciones de algún grupo interesante escogidas para potenciar el clima de una escena. Aquí la cuestión es que los mismos protagonistas conversan y hacen avanzar la historia al interpretar sus canciones, y nos referimos a Keira Knightley y Adam Levine. El diálogo musical entre ellos y el protagonista Mark Ruffalo no es del estilo musical como clásicos tipo Grease (1978), con John Travolta y Olivia Newton, porque en esas historias la intervención musical parece más bien una suspensión, un momento pirotécnico de descarga, algo sobrepuesto, y difícil de aguantar cuando para algunos temples son muy recurrentes. En Begin again en cambio los momentos de interpretación musical están bien escogidos, aunque existen canciones del tipo nostálgico o de una derrota interior que se vive con hidalguía, la mayor parte del tiempo la música aparece para sumarle intensidad a la escena como conjunto, las piezas son vigorosas y alegres, los instrumentos se intercalan y entretejen gustosamente. 

Probablemente redundo mucho en este tema, que sólo es una de las virtudes de la película. A quién le importa hablar tanto de esto, tal vez sólo cuando la hayan visionado podamos enfrascarnos en otros diálogos sobre el soundtrack, por ahora lo dejamos acá.  



lunes, 6 de julio de 2015

PADRES Y MADRES SEPARADOS: EN DEFENSA DEL PAPÁ



Ocurre en ocasiones que el amor que surge entre dos personas no es precisamente hasta que la muerte los separe, como sentencia solemnemente la institución del matrimonio. A veces estas disoluciones se producen sin que esto implique un falso amor, simplemente que la pareja se separa por condicionantes complejas propias de la relación o de un tránsito que no puede acontecer para uno de ellos. A veces los mundos de ambos no están hechos para ser fusionados entre sí, pese a sus mejores intenciones. Y de estas relaciones, que se fracturan con los visos de la impotencia también quedan hijos en ocasiones, o al menos un hijo o hija, que es fruto puro y valioso, constancia viva de aquella estela amorosa que una vez existió.  

Así, pienso para mi coleto que está muy bien que se defiendan a nivel de las leyes los derechos de aquellas madres que se quedan con toda la responsabilidad en sus manos cuando el padre abandona la embarcación y desaparece rumbo al olvido. ¿Pero y qué de los papás cuando ellos también quieren ejercer legítimamente su rol después de la separación? 

Una lectura rápida del Nuevo Código de las Familias y del Proceso Familiar en Bolivia deja en claro otra preocupación que atañe a los papás: muy poco se modificó la antigua ley en cuanto a la protección que el Estado puede brindar a la relación papá e hijos en familias modificadas, es decir aquellas en las que los padres se separaron. De la dureza para castigar el atraso en pago de pensiones ya se conoce, pero en cuanto a la protección del tiempo papá-hijos poco se agrega, todo se maneja en torno a regímenes de visita. ¿Qué pasa con los papás que no desean un régimen de visitas y luchan porque lo favorable para los hijos es un régimen de vida? Sólo en el artículo 217 de la ley reza: 

"La guarda compartida es un régimen de vida que busca estimular la corresponsabilidad de ambos padres que viven separados, en la crianza y la educación de las y los hijos comunes, mediante un acuerdo voluntario que asegure su adecuada estabilidad y continuidad."

Esto está muy bien, pero depende del acuerdo que muy bien la madre puede negar. Y luego, ¿acaso tiene el papá que someterse a la tiranía de una madre con la que eligió no hacer su vida para ver a los hijos que nunca dejó de querer?

Mucho se publican notas en los medios acerca de la violencia doméstica contra las mujeres en Bolivia, que sin duda existe, pero poco o casi nada se habla de la violencia psicológica (y a veces física) que muchas madres ejercen en el país contra los papás usando a los hijos. Pareciera que en cierto plano de la sociedad, el tema de la defensa del papá está casi vedado o es muy difícil de comprender y aceptar, pues siempre se tiende a apoyar al más débil en la ecuación, que se cree erróneamente es la mujer, cuando en realidad es el niño o niña, pero no tiene voz. La excepción a la regla es cada vez más una masa creciente de hombres que reclama alrededor del mundo derechos para los papás.

Hace poco mi abogado me comentó de la separación traumática de un matrimonio con hijos en Santa Cruz, un caso en el que la mujer, literalmente, terminó apuñalando al hombre por la espalda; fue una noche desafortunada en una temporada de discusiones por temas amorosos entre la pareja; el hombre había ido a la cocina para sacar una bebida del refrigerador, justo después de que abriera la puerta la mujer vio la oportunidad de abalanzarse por sorpresa con el arma blanca, con la suerte de que la estocada no alcanzó a herir órganos vitales del afectado. Luego de salir del hospital, sin haber presentado cargos contra ella, al padre le tocó vivir los sufrimientos de la separación de los hijos, con quienes ya no podía vivir porque les prohibió visitarlos. Cómo no quería avivar la ira de la mujer, el hombre se privó de exigir sus derechos de padre por ley en un juzgado, y así transcurrieron meses y meses hasta que conoció a un abogado que lo aconsejó. No es muy frecuente escuchar de estos casos en los medios informativos, es casi una rareza que se hable del papá como víctima, a condición de comprender que la víctima mayor es a la larga el hijo o la hija.

El discurso feminista de agrupaciones como Mujeres Creando se equivoca al partir del supuesto de que en hogares separados la culpa debe ser siempre la del hombre, padre-irresponsable-desalmado-hijo-de-puta-abusivo y quien sabe qué adjetivos más que le cuelgan aunque no siempre lo digan explícitamente. Así lo esgrime abusivamente Maria Galindo cuando se trata de buscarle defectos al Presidente Evo Morales, y así lo repitió en ocasión de una carta que publicó este año en Página Siete para discutirle su pretención de ser también feminista. A más de uno se le ha debido cruzar por la mente la certeza de que no necesitamos de las feministas para amar y respetar a las mujeres. 

La defensa de los papás no viene respaldada por algún ismo convertido en grupo de choque y de interpelación a la sociedad. Lo que muchos papás organizados en las redes en Argentina, Chile, o España en Europa (por citar un país de habla castellana) están pidiendo es que se respete la ligazón natural que el padre tiene con su hijo o hija aunque tome la decisión de no continuar su relación con la madre, y reclaman la guarda compartida. Esto ya no remite a un análisis sobre la crisis a causa de los divorcios, porque estamos hablando de que más de la mitad de los matrimonios en el país terminan rompiéndose antes o después, y de que existe un altísimo número de hijos que se conciben fuera del matrimonio. Los hijos de padres son una realidad y exigen un análisis propio, fuera de los que buscan las formas de evitar las causas. 

Y lo que pocos saben es que existen papás que se rigen primero por su amor hacia sus hijos, que no definen sus vidas por unas reglas que les dicta una institución que los libraría de su responsabilidad de estar presentes una vez que no existen papeles que indiquen que hubo un matrimonio antes. Algunos papás se quedan ahí, o si se van es sólo por un tiempo donde las oportunidades de pararse económicamente les permitirán estar disponibles para sus hijos, inicialmente en cuanto a la obligación de asistencia económica para ellos, que es la base para lograr entendimientos con la mujer.

Lo que pocos parecen aceptar es que existen muchos hogares que se han roto porque la responsable principal es la mujer. Es decir, la mamá también tiene su papel y su peso en la separación. Entiéndase que la disolución de un proyecto que se había querido construir entre dos no significa que se sacrifique inmediatamente la crianza ni la cercanía ni los tiempos para compartir que el niño(a), que necesita estar tanto con el padre como con la madre. Separarse de la madre no es renunciar a los hijos, aunque la separación de un ser emocional con una memoria prodigiosa como es la de la mujer, resulte en una cercanía más compleja y problemática para los papás con sus pequeños. 

En el primer año la dependencia del hijo respecto de la madre es casi permanente, no existe en esos casos mucho margen para que el papá pueda compartir espacios independientes con el recién nacido, al menos si está solo y no cuenta con el apoyo de su familia. La dificultad viene ya desde el hecho de que el bebé necesita leche del pecho, es algo natural que se debe aceptar, y la tarea del papá consistirá primordialmente en cooperar, sobre todo para la adquisición de los insumos necesarios en la crianza de un bebé. Lo trágico es que en la separación, los tiempos se rompen, la armonía se trastoca, para el papá despertar con su hijo es un privilegio que se corta, acunarlo, hacerlo dormir, calmarlo en momentos impensados de su día y otros momentos comienzan a convertirse en algo muy difícil de que acontezcan. La separación amorosa implica la necesidad de alejarse de la otra persona, con quien es posible que hayas caído en círculos nocivos para tu salud emocional y mental. Y sin embargo necesitas estar al mismo tiempo cerca, porque el bebé ya está ahí y cada día cuenta. Se trata de una situación de cercanía y lejanía compleja, de presencia y de ausencia extraña, de difícil resolución, y requiere de una madurez emocional muy desarrollada de parte de ambos, lo cual es difícil cuando ganan los resentimientos y la bronca de uno de ellos hasta por el hecho de que vuele una mosca. 

Es en este escenario, a medida que crecen los hijos, que se van desarrollando las distorsiones por el accionar de mala fe de algunas madres, a quienes se les cede la guarda de los hijos en vista de que éstos en sus edades más tiernas necesitan más biológicamente de la mamá. Habrá por ahí desacuerdo de parte de algún papá que se armó de agallas y crió a su hijo o hija solo desde que era un bebé, dándole leche en polvo de biberón y despertando a todas horas para cambiarlo o simplemente aliviarlo de sus gases. Pero en condiciones más o menos normales, es siempre la mamá la que debe estar con el hijo, pues eso que se llama calor maternal es algo que la naturaleza ha creado en tal manera sin que haya necesidad de renegar por ello, simplemente basta con recordar la importancia de esa función que jugaron nuestras madres en nuestras crianza. 

Y así como se pide a los hombres que recuerden a sus madres para retractarse de conductas abusivas contra sus mujeres, así también hay que recordarles a las mujeres abusivas e intransigentes que sus hijos también pueden caer en la mala fortuna de cruzarse en sus vidas con ese tipo de mujeres que les hagan la vida menos gozosa y más accidentada. La sabiduría de la vida consiste en que todo se mueve según tiempos secretos en modos cíclicos, quien reposa en su interior y se mueve sin pretensiones ajenas a su talante verá pronto cómo sus tiempos se sintonizan con los de la naturaleza. 

¿Cómo es hoy entonces la figura? Nuestra sociedad, y nuestros juzgados de familia se mueven en base a un prejuicio silencioso terrible contra los papás, de modo que sucede también que los buenos pueden pagar por los pecadores. Al papá lo que se le exige como deber insalvable es que cumpla las pensiones, con pena de apremio y confiscación de bienes, y de una manera muy paternalista se protege a la madre dándoles todos los privilegios de tiempo a compartir con la hija o el hijo. En países más avanzados del primer mundo existe normalmente la guarda o tenencia compartida, y es común, por ejemplo, que previo acuerdo entre los padres, se establezca que los hijos pasen una semana con el papá y otra con la mamá, de modo alternado, esto con miras a que los infantes no se alienen de sus papás, y que no terminen siendo figuras de visita que se parecen más a los amigos cercanos o a los tíos. Además se busca equilibrar las responsabilidad que no tiene de ningún modo que asumir solamente la madre. 

El problema es que para llegar a acuerdos hay que contar con que la mamá esté dispuesta a promover una relación saludable para los hijos, y no tenga necesidad de sabotear los acuerdos con el papá al estacionarse en posiciones duras que le hagan sentir un reparo a su sensación de reproche permanente. Algunas mamás creen que su rol es el de ser proteccionistas porque se creen dueñas de los hijos, como si de un objeto o de un bien se tratara. A esas madres repartidas por los confines de este país Bolivia quisiera decirles que el sobreproteccionismo solamente perjudica a quienes han venido al mundo para cumplir también una experiencia de realización y de aporte para el mundo, en consonancia con un plan que va más allá de nuestro entendimiento; que los hijos no le pertenecen ni al papá ni a la mamá, pero que son ellos quienes tienen la responsabilidad de crearles las condiciones para su desarrollo libre; que no se puede utilizar a los hijos como parches para paliar la soledad en la que se sienten luego de la separación; que no hace bien que se oculten tras de ellos para ocultar sus errores o utilizarlos como banderas cuando eligen el papel de víctimas; que la vida no se acaba en el monopolio de acaparar los tiempos para darse el gusto de tenerlos cerca, cuando lo que interesa es que ellos no dejen de estar con sus papás, a pesar de las condiciones peculiares que establece un hogar dividido, porque hay cosas que al niño le corresponde aprender y gozar con su papá, y hay otras que le corresponden lo mismo hacer con la mamá. 

Cabría agregar para terminar esta primera entrega un llamado de acción a los papás que viven separados de sus hijos, para aquellos que se han sentido a punto de rendirse y han pensado en alejarse con tal de ahorrarles malos momentos a sus hijos, y de evitarse rabietas ellos mismos. Para todos aquellos papás alrededor del mundo que no se conforman con las condiciones que un juzgado demasiado anclado en el prejuicio de género les ha determinado, y para aquellos que de forma timorata se someten a los caprichos de una madre resentida que se ha propuesto "hacerles pagar caro" la ocurrencia de haber elegido una vida sin ellas, a esos papás les diremos que no se desanimen, que no claudiquen en su lucha porque sus hijos no tienen ni los brazos, ni la voz, ni el entendimiento ni las armas para reivindicar ese derecho de la relación, de la normal convivencia y la participación en los asuntos que atañen a la salud, educación y esparcimiento lúdico de los hijos. Su mejor recompensa la sentirán en un abrazo espontáneo que les regalen sus pequeños, en la mirada alumbrada por la sorpresa y la dicha repentina cuando les entreguen un juguete en sus manos o les cuenten un cuento mágico. A ellos les pedimos que no dejen de estar ahí, aunque lo estén en temporadas a la distancia, porque la conexión con las almas que queremos es inalámbrica, a veces no necesita de la cercanía corporal, nuestro cariño y la materialidad de nuestros pensamientos son recepcionados por los hijos, y la retroalimentación sucede como si fuera en sueños. Luego de un tiempo de confusión o desánimo, sabrán perfectamente lo que deben hacer para estar para ellos, porque el misterio de esas comunicaciones en silencio nadie lo podrá explicar, sólo un padre y una madre saben cuánto los hijos significan para ellos. 

EL PERIODISTA COMO INTELECTUAL: EL DESACUERDO ENTRE GALINDO Y GRACIA


Entrada al penal de mujeres, llamado según la neolengua orweliana: "centro de orientación femenina." (Fotografía del portal Bolivia en tus manos).

El periodista es un intelectual, o al menos tiene todo en su potencia para serlo. En Bolivia, por hablar de nuestra realidad, muchas veces el trabajo del periodista consiste en tener el coraje de decir lo que ya todo el mundo sabe. En otras ocasiones se ocupa de cuestionar aquello que no se dice de lo que se ve. Así, su tarea se ve hermanada con la del  intelectual, el investigador o el académico de punta, aunque varíen en sus procedimientos y en sus enfoques al tratar un mismo objeto.

La reciente polémica que se abrió entre Maria Galindo, de Radio Deseo, e Isabel Gracia, de la Agencia de Noticias Fides, nos plantea también la cuestión de la función del intelectual. Dado que se trató de una demanda de una periodista contra una colega, las aristas del debate se han mantenido mayormente dentro de casa (casi la totalidad de los que se pronunciaron son periodistas) pero no es un problema que atañe solamente a ese gremio, ni tampoco parece cabal desviarlo hacia una discusión sobre los parámetros de la libertad de expresión. Menos aún debería aprovecharse esta situación para instalar una oposición binaria entre los que defienden a Galindo y sus detractores.

Para no perder la perspectiva es bueno volver a leer la crónica publicada por Isabel Gracia sobre la situación de las madres en la cárcel de Obrajes en La Paz (Página Siete 24/05/2015). Es una crónica bien escrita, tibia, en la que la cronista no se posiciona críticamente, tampoco incluye preguntas a las autoridades del penal para cuestionar sobre la adversa realidad que está atestiguando. Según la misma autora, fue escrita en oportunidad de la cercanía del día de la madre, lo cual, da la impresión, la llevó a ablandar su enfoque, limitándola a confeccionar un texto que intenta conmover por medio de la descripción de una realidad desgarradora, y que se apoya en los testimonios que selecciona de algunas de las convictas que viven con sus hijos en la prisión. Se trata de una opción legítima y, al final del día, por su misma publicación, es ya un texto que interviene y cuestiona.

Acto seguido, Maria Galindo invita a la autora a su programa de entrevistas Barricada (Junio, 2015), que en ocasiones es audaz y valioso, pero que en otras degenera en interrogatorios que recuerdan los ejercicios de un fiscal exhortando al sospechoso a que confiese. Habiendo sido celebrada la publicación de esta crónica por la misma Galindo, uno hubiera esperado un poco más de complicidad con la invitada, más allá de posibles diferencias, para analizar los temas acuciantes, como por ejemplo la urgencia de modificar las terribles condiciones en que viven los hijos de las madres detenidas dentro del penal. Converger, ensamblar experiencias, llevarse más allá entre dos…

Pero Galindo eligió la crítica más débil, que consiste en rebajar a la propia altura lo que se critica. En lugar de entrar en tema, se ensañó con la autora y los rasgos de su identidad. La periodista española se mostró ofendida poco después, pero bien visto, la verdadera ofensa prejuiciosa no fue contra ella, sino contra las mujeres detenidas en el penal, puesto que según el argumento de Galindo –falaz ad hominem por cierto– sólo las gordas, morenas, feas y que no sean rubias pueden comprender a las madres en la prisión paceña, y por tanto son las únicas que tienen legitimidad para hacer una crónica periodística sobre ellas. Quien atenta en realidad ahí contra la libertad de opinión publicada es Galindo, con su posición tan superficial y cosificante. Si se la tomara en serio, resultaría que ninguna periodista blanca, simpática y rubia, y además ¡española!, ¡qué horror!, podría practicar un periodismo comprometido de crítica social en Bolivia.

En cambio el otro tema que Galindo le plantea en el último tramo de la entrevista es ya un problema relevante. Tiene tres aristas: 1) la forma en que se debería enfocar críticamente temas tan sensibles de la realidad social; 2) si escribir es representar o hablar por otros; 3) la función del intelectual.

Inmediatamente estos temas me retrotrajeron a una entrevista que el filósofo francés Gilles Deleuze le hizo a su colega Michel Foucault en los 70: “Los intelectuales y el poder”, texto donde se refieren al trabajo de este último, que había organizado grupos de información sobre las prisiones como parte de su investigación sobre el poder disciplinario. Planteaban la tarea del intelectual ya no como la consciencia ni la voz de los que no pueden hablar. Con los grupos de información lo que hizo Foucault fue instaurar nuevas condiciones en las que los prisioneros pudiesen ellos mismos expresarse. Así, la cuestión era cómo conectarse con los prisioneros, cómo producir con ellos un sistema de conexión en un conjunto, en una multiplicidad de piezas y de pedazos a la vez teóricos y prácticos.

¿Cómo puede el periodismo hacer más eficientes los canales de expresión de los sectores vulnerables que normalmente no hacen escuchar su propia voz? Ese era un planteamiento interesante. Una discusión en términos de producción es siempre mucho más valiosa. Isabel Gracia no había presentado una teoría sobre la vigencia del arcaico modelo de encierro en Bolivia, sin embargo Galindo la increpó como si le refutara una hipótesis absurda. Y se trataba sólo de una crónica. Los veinte minutos de la Barricada, Galindo podía haberlos dedicado a conversar los temas mencionados CON su invitada, para construir entre ambas una crítica de la estructura de las cárceles, o de las condiciones que llevan a muchas mujeres a delinquir por necesidad. Pero muy atada a su formato que llama Barricada, creyéndose sabedora de todo, Galindo se empeñó en ir CONTRA su invitada, para luego hablar, de paso, de las condiciones adversas de madres tras las rejas. Una falta de respeto.

La pasividad de Isabel Gracia, que no supo cortar ni defenderse con argumentos que retornen la conversación a su cauce relevante, alimentaron el ánimo combativo de Galindo. Después la co-fundadora de Mujeres Creando declararía en una entrevista para Página Siete (1/7/2015), que lo que está en debate en realidad después de la demanda de Isabel Gracia, es el formato entrevista en el periodismo actual.  Pero en verdad, lo ocurrido nos invita a pensar en las formas en que se debe ejercer hoy en día un periodismo comprometido con la transformación social, y que no se limite a describir o enunciar desde el ficticio lugar de la neutralidad. Y segundo, acerca de la práctica de otro tipo de crítica, que no consista en ir en contra de todo, sino que utilice el momento de la negación como antesala de la producción afirmativa de algo nuevo que contrapese a lo que se repudia.

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