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domingo, 30 de noviembre de 2014

MAD MEN, MIRADAS


Por: Jorge Luna Ortuño

MAD MEN ha ocupado mi centro de atención en el mes de noviembre de este año. La serie llegó como un regalo de cumpleaños, me puse a verla para averiguar si podía encontrar elementos para mi clase de Dirección Creativa en la Carrera de Publicidad y Marketing. Resultó ser bastante más, la historia es atrapante porque está diseñada para seducirnos. Es una serie sobre la ciencia de la persuasión que sabe muy bien cómo persuadirnos para volvernos adictos a ella. Ambientada en la tumultuosa década de los 60, muy rica culturalmente para los EEUU, este drama de época tiene como centro a un personaje central que ya es icónico, Don Draper, interpretado por John Hamm a gran altura. De hecho, John Hamm se ha convertido una pieza tan clave para el éxito de la serie, que su figura humana es paralela a la del inalcanzable Draper en la agencia de publicidad Sterling Cooper Draper and Pryce. 

Hasta que vi la serie no tenía una idea completa de cuál es el trabajo de un director creativo. Después comprendí que se trata de una figura que ya nos han mostrado en filmes como Sweet November, con Keanu Reeves y Charlize Theron. Un Director Creativo trabaja y vive para poder ser poseído por ideas nuevas que cambien la forma de ver las cosas. Un Director Creativo trabaja en la tarea de hacer ver a las cosas más importantes y deseables de lo que realmente son. No creo que en esas épocas, en los años 60, existiera la carrera de publicidad a nivel universitario, principalmente era un oficio que requería de saber vender, pero sobre todo de saber vivir, de haber rodado por la vida, conocer algo de esto y de lo otro, de ser entrador y codearse con los que manejaban los hilos en alguna parte. Volviendo a la referencia lateral, en el drama romántico Sweet November nos presentan a un publicista que vive como un verdadero frívolo, que responde sólo a las leyes del dinero, resuelve sus problemas con dinero, ha perdido la sensibilidad para comportarse como ser humano, es un cínico consumado y goza del éxito que le procuran sus ideas en las campañas publicitarias. Se siente alguien en ese mundo laboral, que es casi toda su vida. La mujer rubia que viste como una hippie sobreviviente de la generación de las flores y el amor libre, aparece en la historia como la contra parte, el polo opuesto, el ser que está conectado con el centro secreto de la vida, respira pureza y alegría, tiene el rostro de un ángel y las maneras libres de una persona que ha trascendido ciertas prerrogativas de la sociedad. Ella será la encargada de devolverle al publicista desconectado una sensación de pertenencia diferente con el mundo que lo rodea, en base a una relación que no estará basada en el progreso como acumulación material ni gratificación por medio del dinero. 

Se ha dicho en repetidas ocasiones que el mejor cine de la actualidad en los EEUU se está realizando en la televisión. Mad Men es una de las responsables por haberle robado el foco de atención al cine de Hollywood, junto a otras series como Los Soprano, porque tienen una calidad a nivel de guión y de producción que es notable. Mad Men es heredera del glamour y la fascinación con la que se presenta la vida en otra época, desde la vestimenta hasta la forma de dialogar y de sentirse en el mundo, me recuerda en esto a El Padrino de Coppola, que nos hace deleitar con su visión de las familias italianas, aunque la historia sea sobre la Mafia en los papeles. Mad Men se presenta con esa fascinación por la vida de estos publicistas en la agencia fictica, la historia de Don Draper no es tan melosa como en Sweet November, no existe una redención ni un despertar, en la serie nos divertimos con su perfecta frialdad frente a ciertos asuntos, no se inmuta ante la materialidad que domina su mundo, no es un sentimental, disfruta su inmoralidad, sabe separar las cosas, es dueño de su vida permisiva sin dejar de cumplir con su hogar, su centro de equilibrio está en el éxito en su trabajo, si bien es una especie de dios, se muestra privadamente como un ser en conflicto, algo dividido, que no termina de sentirse a gusto en su piel, parece tenerlo todo pero vive una especie de drama existencial. Los flash-backs ocasionales a su vida pasada nos muestran de dónde viene y qué pasó, es el pasado que lleva consigo, del que no puede hablar y que ha clausurado para los otros, aunque no pueda terminar de quemarlo interiormente.


La pregunta básica sería: ¿De qué trata Mad Men? Es acerca de cómo influir en las personas y ganarse el respeto de los otros. La serie tiene un despliegue de psicología muy profunda en la resolución de diferentes problemas de relaciones humanas que van surgiendo en los capítulos. En la agencia de publicidad que tiene como referente central a Don Draper, la cuestión del ego y de los celos está a la orden del día, lo que abundan son seres frívolos e hipócritas que sólo piensan en su ganancia, están al acecho de cualquier oportunidad para mejorar su situación, se desaniman cuando sus iguales ascienden, se inquietan cuando algo cambia en la atmósfera de la oficina, viven con una sonrisa plástica para agradar a las piezas clave, son envidiosos y adictos al cigarrillo, así como a la vida superficial que llevan. Al escribir estas líneas he pensado en seres como Peter Campbell, una especie de ser despreciable, pero también en Roger Sterling, en Joan Harris, en el viejo zorro Cooper, en la famila de Trudy... Peggy Olsen ingresa como una secretaria, es una mujer ingenua, con enormes deseos de hacer las cosas bien, va comprendiendo cómo funcionan los juegos y las trampas en ese lugar a medida que se interioriza, no es una ambiciosa del mismo tipo, es modesta y respetuosa, sensible, temerosa, pero tiene agallas. La parte de vulnerabilidad conecta con la audiencia a través de su personaje, la otra parte de carisma y una templanza magnética se conecta con el personaje de Don Draper. Se diría que este hombre alto, bien trajeado, de quijada cuadrada y mirada penetrante, no le debe temer a nada, y si le teme a algo no lo demostrará nunca. Sólo los espectadores sabemos que oculta su verdadera identidad, y que nada lo inquieta tanto como la posibilidad de que se revele su deserción del ejército, habiendo tomado la identidad de otro, lo cual significaría el riesgo de perder toda su nueva vida ganada palmo a palmo. 

Draper tiene estilo con las mujeres, es un jugador, sabe tratarlas y sabe ponerlas en su lugar cuando es necesario. Las seduce en base a la posición y actitud de poder que refleja, sin embargo nunca es brusco con ellas, se mueve poniendo el encanto por delante, difícilmente se podrá ver que una mujer dirija o manipule a Draper. Incluso ante la figura mandona e inmadura de su esposa Betty, vemos a un Don sereno, como si la cosa no fuera con él, lo que tiene como premisa principal es dejar que ellas sientan el placer de tener lo que quieren. Le gusta complacer a su mujer, sabe medir entre lo que es banal, lo que es pasable, aquello en lo que no se hará lío, pues lo considera poca cosa para discutir, y en lo que tiene que dejarse claro en ese mismo momento para que no se repita en el futuro. Cuestiones de dinero no suele hacerse problema, es de mano abierta, quiere comodidad para su  mujer e hijos y es generoso con su amante ocasional. También es severo cuando se trata de temas más importantes, como la crianza de sus hijos y la seguridad de su casa. Sobre sus hijos, Draper es algo distante, no los ve lo suficiente, llega cansado en las noches, apenas habla con ellos, se confía en que Betty es la dueña de la casa y quien lleva las riendas de su educación y cuidado, él la respalda e intenta hablar calmadamente cuando hay necesidad. En partes es una posición inteligente, en partes es una posición cómoda, en su mente le libera de pensar en ello, no puede preocuparse también por eso, él debe enfocarse en el trabajo, su trabajo consiste en dar vida a nuevas ideas, desarrollar otras, idearse las formas necesarias para complacer a sus clientes. Draper trabaja en el negocio de complacer, de contentar a los que ponen los billetes, es como una puta con labia, tal vez eso influye en su psicología a la hora de tratar a sus mujeres. En raras ocasiones su paciencia y temperamento terminan siendo decisivos, no soporta algunas idioteces, en más de una vez ha mandado por el caño a un cliente en ciernes que se mostraba indeciso ante la propuesta de la firma para uno de sus productos. Draper sabe muy bien valorar en cada situación su grado de poder y sus opciones, a tiempo que valora el poder del que tiene en frente y sus justas potestades. Respeta las convenciones de una tratativa de negocios pero no le gusta que le vean la cara de tonto, no acepta que lo pongan en situación de rogar nada, es directo y cortante cuando se trata de hacer respetar su trabajo. 

Rara vez se verá a Don Draper sin un cigarrillo en las manos, o a punto de prender uno. Las mujeres lo desean aunque sea secretamente, y los hombres a su alrededor lo respetan, muchos de ellos lo admiran, y está claro que nadie quiere cruzarse en su camino, a menos que tenga decidido jugarse su empleo. Draper es un hombre de influencias, que no titubea a la hora de defender sus principios, no actúa siempre en persecución  por el dinero, entiende que hay ocasiones en que es preferible que el negocio sufra, antes que ponerse en una situación de pobreza moral frente a la competencia o a un cliente abusivo. Puede jactarse de ser leal, no es de los que mueve las cosas a espaldas de los otros, maneja a su equipo en base a presión, y se muestra él mismo como la inspiración que ellos necesitan, el líder al que observan y que resuelve los peores escenarios cuando las papas queman. Le pagan un dineral y no tiene contrato, nunca lo quiso, porque así, en sus palabras, "ellos pueden tenerlo pero no les pertenece". No está condicionado ni atado, trabaja en esa firma por afinidad, por compatibilidad de intereses, no necesita encadenarse a esa empresa, esa es su guía de vida en cuanto a lo laboral. Aunque no tiene planes de irse a otra compañía, prefiere saberse libre de tomar sus cosas y seguir sus pasos en caso de tener que hacerlo algún día. Así, como ha dicho John Hamm, lo que se puede decir de Don Draper es que es un hombre complicado, o al menos complejo, y esta es la base de una receta que le ha funcionado muy bien a Weiner, el creador de la serie, premiada con los Grammy en repetidas ocasiones por cada una de sus temporadas. La séptima y última, en su segunda parte, se estrena el año que viene.