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sábado, 23 de noviembre de 2013

ALI FEDOTOWSKY Y THE BACHELORETTE




Una atenta lectora me ha traído a colación el término frivolidad en relación al exitoso reality show The Bachelorette, una franquicia que se transmite por la gigante cadena ABC para USA, pero en Bolivia se pasa en cable por el canal MGM. Este tipo de reality shows tienen su audiencia más o menos amplia en nuestro país, aunque probablemente no sea masiva, pues las novelas venezolanas, colombianas y mexicanas parecen más cercanas al imaginario popular de la gente local. Sin embargo no entraremos en ese tema. Me pregunto qué es la frivolidad. Parece que se trata de una capacidad para poner distancia respecto de las circunstancias, las relaciones y los hechos, una suerte de tendencia a la superficialidad, no comprometerse, un relacionarse desde el asiento de atrás. No parece exagerado hablar de frivolidad cuando se analiza The Bachellor y su derivada The Bachelorette, basta con ver de pasada las estadísticas de cuántas parejas realmente cultivaron su amor y permanecieron juntas después del show. 

En la sesión 6 de The Bachelorette, Ali Fedotowsky, la atractiva rubia proveniente de San Francisco, de diversos gustos y risa fácil, termina eligiendo a Roberto Martínez como el hombre de sus sueños, o como su mejor perfil. Se trata de una temporada con bastante pirotecnia de por medio, pues la divertida Ali no se anda con chiquitas, le gusta pasarla bien, tirar la casa por la ventana; suponemos que ella participa directamente en la elección de las locaciones donde los pretendientes se irán eliminando, y del tipo de actividades que quiere que se hagan en las citas, y en verdad se tratan muy bien, todo transcurre en lugares paradisíacos, como en el teatro de Broadway donde los incluyen en una obra, o con conciertos en vivo con grupos de moda en una terraza, también en lugares de primer nivel exclusivos para ellos, hoteles de lujo, etcétera. Cualquiera dirá que no está mal irse de viaje a Istambul  o a Tahití mientras se está compitiendo con cuatro o cinco muchachos más para saber quién se quedará con la soltera, el premio final. ¿Es frívolo lo que acabo de decir?


No creo haber escuchado tanto en una serie la palabra conexión. La pronuncian todo el tiempo los pretendientes a la mano de la soltera. Cada uno dice que está desarrollando "conexiones" con Ali. Ella por su parte se refiere a la conexión que tiene con Roberto, con Chris, y con algún otro como Frank, desde aquella primera cita en los albores de la serie. Todo el tiempo están tratando de probar la solidez de sus "conexiones", imagino queriendo referirse al vínculo, al lazo emocional que va tomando cuerpo entre Ali y algunos de ellos. Me llama la atención que se haya reemplazado en tal forma la conocida expresión "tenemos química". Se habla de conexión, como si fuera una palabra que engloba más dimensiones de contacto. La química suele interpretarse como atracción física en su acepción más básica, y el término conexión los salvaría de brindar esa apreciación superficial aunque decisiva para cualquier pareja. Conectarse es algo así como entrar en onda, enlazar ciertas emociones compartidas que el uno despierta por la otra y viceversa. Se nota por ejemplo que Ali tiene algo con Frank desde el principio. 



Aquí es donde entra el lado cómico y hasta banal de la serie, porque Frank es uno de los que más se siente mortificado cuando ve a Ali con otros hombres en las citas grupales, y peor aún, sufre ante las ideas de su imaginación cuando Ali se encuentra en una cita a solas con uno de los pretendientes. Roberto en cambio parece más relajado, es latino para empezar, es deportista de grandes ligas, sabe lidiar con situaciones de presión y de competencia, no se apresura, utiliza el buen feeling a su favor, y revela algo positivo, dice que cuando ella sale con otros hombres, él trata de no pensar en ello, de no preguntarse qué estarán haciendo, y simplemente recordar las memorias que tiene con ella, creer en lo que comparten, mantenerse firme en ello, lo que es en cierta forma "mantenerse conectado". Sin embargo Frank, que parecía uno de los más intensos, que se veía a sí mismo con Ali el resto de su vida, que hablaba de su desconfianza en esas entrevistas cortitas que les hacen a los protagonistas, resulta ser el mayor traidor, pues se propone llegar hasta cierto punto en la clasificación de los últimos finalistas, y luego cuando sólo son tres, le confiesa a Ali que tiene algo pendiente en relación a otra mujer por la que siente poderosos sentimientos, y así termina marchándose dejando en lágrimas a Ali, afectada ante todo por la repercusión que esto tenía sobre ella misma. Es decir, Frank junta fuerzas para ocupar una de las últimas tres plazas, pero llega un momento donde no puede mantener en pie el show, eso empieza a tornarse demasiado serio. Esto, claro, conmociona a Ali que sufre, haciéndola cuestionarse si era muy difícil amarla, si había algún problema con ella. Confieso que no vi el capítulo completo pero unos pasajes me permiten ubicarme.



Entiendo que se hable tanto de conexión desde cierto punto de vista, es decir, desde el punto de vista del que se ve imposibilitado de comunicarse todo lo que quisiera con una persona que desea, que quiere, pero que está a cierta distancia. En la serie, cada uno de los que está exiliado en esa casa por lo que dura el show sólo tiene acceso a ciertos momentos de tiempo con Ali. Y saberla saliendo y probando y haciendo tests para ver quiénes serían sus finalistas, besándose con más de uno, afianzando vínculos emocionales por aquí y por allá, no existe una alternativa más certera que mantenerse fiel a la conexión que se siente con ella. Cada uno hará fuerzas porque su conexión con la soltera sea más fuerte que la que tiene con los otros. Conexión en el sentido de vínculo invisible, lazo.  

Lo cierto es que después del episodio de Frank, a Ali le quedaban dos hombres que habían mostrado interés genuino por ella: Chris y Roberto. El primero es un hombre de buena base, proveniente de un hogar unido, reducido por la muerte  más o menos reciente de su madre, y fortalecido en la relación que cuida con su padre. Creo que ambos entienden que deben saber enamorarse con cierta gradualidad, con toda la que les sea posible, si pueden controlar algo, porque tirarse de cabeza desde un principio por esta bella mujer que sale con uno y con otro y comparte cierta intimidad con cada uno evaluando todo de acuerdo a su conveniencia, puede a la postre ser una invitación a la locura del que se desmorona sin remedio. Algo de eso le ocurre a uno de los muchachos, que se hace un tatuaje en el antebrazo y afila la frase de que será el protector del corazón de Ali. Como es de esperar, lo despachan en el primer helicóptero, y es que esa actitud demasiado cursi, quizá descontextualizada para nuestro tiempo, de tirarse de brazos abiertos sobre una mujer ofreciendo el cielo y las estrellas es lo que lo coloca en desventaja, es un "downer", todo lo contrario de un afrodisíaco que te excita. Ali se lo saca de encima, hay que decirlo, aunque afirma que es por pensar también en él, en su salud emocional. Fair enough

De todos modos, el hecho de que las parejas que se enamoran en el show terminen fracasando en el mediano y corto plazo, no es suficiente para descalificar el valor que puede tener el show. Con el capítulo a parte del "luchador", personaje resistido entre los competidores, se hizo explícito el nivel más frívolo que se puede encontrar entre las intenciones de algunos de los participantes: la idea de este personaje habría sido usar su participación en la serie para inaugurar una carrera en la televisión, en vistas de potenciar su carrera como luchador profesional; se había propuesto llegar hasta los últimos tres puestos, y luego irse para volver a los brazos de su novia, habiéndose hecho conocer con un público y dentro de ese mundillo. Al final el que resultó haciendo esa jugada fue Frank, no de una manera tan explícita, pero fue egoísta de su parte ocupar una plaza que habría sido mejor ocupada por otro participante más comprometido cuando no tenía certezas en su interior. 


Me siento tentado a creer que la franquicia no está diseñada realmente para promover el matrimonio, pues se trata en esencia de un juego televisado de citas, rumbo a la combinación más acertada. La serie debería ser vista como un buen punto de partida, de conexiones, donde es posible que se encienda una llama. La promesa del amor para siempre que se carga a la trama es un artificio para captar ciertas audiencias que al parecer no son nada minoritarias. Es fácil decir que no se cree en el amor o que ya el romanticismo está fuera de moda, y de todos modos seguirlo buscando secretamente en las películas, los libros y en series como ésta. Mientras que para el televidente un poco más criterioso existe una especie de juego de aprendizaje sobre las relaciones, aunque éstas se desarrollen en una ambiente artificial y manipulado. La serie nos pone en una bandeja una variedad de personalidades, maneras de reaccionar a situaciones a adversas, maneras de perder el control de mantenerlo, de lidiar con los celos, de ser empático, de saber ver las cosas desde varios puntos de vista... Seguramente varios de ellos se van del show con un aprendizaje valioso, pues el simulacro acelera algunas partículas, les muestra en qué puede estar fallando su juego, o cuál es la confianza en sí mismos. Por ejemplo, Jake Pavelka, el soltero anterior a Ali, es acusado por Vienna después de su ruptura por ser displicente y no intentar mantener la relación. Para Jake posiblemente no exista necesidad de agitarse demasiado por forzar algo que se revela como incompatible con las formas de Vienna. Pero ella actúa de modo completamente emocional e impulsivo. En el fondo, mientras muchos televidentes se lamentan de que la serie no logre realmente consolidar parejas estables, los protagonistas se pasean tranquilos por la vida, pues han ganado una experiencia más fabulosa, viajaron por distintos rincones del mundo con tal motivo, y también se expusieron a la vista de miles de mujeres y hombres que antes no habrían tomado atención en ellos por no saber ni siquiera de su existencia. Entonces, se trata de una especie de plataforma de lanzamiento, no en un fin en sí mismo, quizás eso sea esta franquicia de solteros y solteras.  



viernes, 22 de noviembre de 2013

TRAS LAS HUELLAS DE UN FRONTERIZO SINGULAR



Estilo
Jesús Urzagasti nació un 15 de octubre de 1941 en el Chaco tarijeño, y felizmente no falleció un 14 de agosto de 1977, como auguraba El Otro en su novela En el país del silencio. Jesús se fue a morar a las tierras de antaño recién en abril de este año. En el transcurso de ese tiempo vivido nos dejó legada su límpida filosofía de vida, nada de pirotecnia ni teorías, más bien una escritura que revela la calidad de sus tendones curtidos por los azotes de la adversidad y bendecidos por la compañía de las fuerzas amigas.

Friedrich Nietzsche nació en el mismo día y mes que el chaqueño. Es un dato que no tiene mayor relevancia salvo para aquellos que se toman en serio la significación de los números. Conozco poco de ello pero también pienso para mis adentros que no hay razón para negarle entrada a la morada del asombro. Sé muy bien que Jesús leyó a Nietzsche y que también apreció con justa distancia la calidad del filósofo alemán, pero creo que Así habló Zarathustra le pareció un poco pasado de melancólico. Entre Nietzsche y Urzagasti es muy difícil establecer alguna comparación, tampoco es deseable; la única que me animo a hacer por no pasar de tibio es que en ambos rebosa una irrenunciable voluntad de afirmar lo vital, venga por donde venga y en la forma que lo haga.

Alguna vez Nietzsche escribió unas líneas sobre el estilo que me endulzaron la vista y el tacto, por ejemplo cuando dice que la riqueza de la vida se traduce por la riqueza de los gestos, y que hay que aprender por ello a considerar todo como un gesto, desde la puntuación, la cesura de las frases hasta las respiraciones. Escribir es un gesto como el de tantos otros seres anónimos que ponen su grano de arena sin esperar ni un aplauso. Jesús Urzagasti también puntea algunas ideas sobre el estilo: Tirinea, ese elogiado relato experimental, es un manual de estilo de cabo a rabo; luego, En el país del silencio contiene un par de páginas dedicadas a la misma cuestión. Y luego todas las páginas donde lo revela sin tener la intención.

¨Aunque los tratados digan lo contrario, no hay escritor de sangre o de buena estirpe que no escriba como habla; es decir, escribe en la página sólo aquello que ha de leer sin trabas ni fatigas, sin respiración opresiva ni tartamudeos¨. (En el país del silencio, p. 209).

La cosa es práctica: se escribe como se respira y se respira a cabalidad como se anda por el mundo. Pero a mi corto entender siento que Jesús nos ha dejado una serie de enseñanzas todavía más urgentes. Nos puso a la vista por ejemplo las desdichas del boliviano que reniega de su procedencia, o que simplemente está perdido por la confusión que provoca la existencia de varias naciones en un solo país. Existe también mucho boliviano que pierde las cuentas por endiosar a los que vienen del extranjero. ¡Sufrirás muchacho de la vida para ser profeta en tu propia tierra!

Asumir lo propio
Para Jesús esta inseguridad es en gran medida una cuestión del lenguaje. En toda su obra existe una atención al tema de la coexistencia de los idiomas nativos en el país. La gran pregunta le sobrevive: ¿cómo asumir nuestro mestizaje sin traicionar otros idiomas nuestros como el guaraní, el quechua, el aymara...? Él encontró su respuesta, decía que lo mejor era interceder, por ejemplo, para que entre ellos existieran relaciones amistosas, robos y capturas fraternales antes que intromisiones inconscientes. Sirwiñaku. Y es así que en su prosa los idiomas nativos y el castellano se están ahí nomás, transitando con soltura cada uno por su lado sin estorbarse ni incomodarse cuando tienen ocasión de darse la mano.

Pero la cuestión de la inseguridad o falta de identidad no pasa sólo por ahí. Como todo chaqueño de cepa, Jesús también sabía decir Yo con confianza y sin ventilar nada de arrogancia. Templado como estaba en la vía de los peligros, no desconocía la probabilidad de dar un mal paso en algún momento, no sabía en qué forma, pero tenía por seguro que no iba a recular en caso de hacerlo.

Pienso que un curso intensivo de lectura de las novelas de Jesús le vendría de pelos a todos aquellos que manejan los hilos del fútbol nacional. Nuestro fútbol nos muestra de manera amplificada la herida ocasionada por la falta de autoestima y de confianza en lo propio. Porque cuando uno se pregunta ¿a qué juega nuestra selección?, lo que sigue es el silencio que emana la presencia de un mudo. No hay estilo, ni mística, menos un lugar común. En raras ocasiones la verde juega con rabia, con un poco de asco, esto suele pasar después de que furibundos hinchas y periodistas han desahogado sus frustraciones y les han calentado las orejas a jugadores y cuerpo técnico, y de repente aparecen goleando en La Paz. Pero ni siquiera es la rabia la seña que puede reflejar la magia de nuestros paisajes ni el talante de la gente de nuestro pueblo. Los charrúas hablan de su garra, los brasileños de su juego bonito, los paraguayos de su juego aéreo… pero ¿nosotros?

Bolivia, país mediterráneo, poblado de seres majestuosos que soportan la arbitrariedad sin rendirse ante las amenazas del que afana lo ajeno, más preocupado por ser rico que por reivindicar lo originario. La selección boliviana debería jugar como escriben nuestros grandes escritores, aquellos que han presentido el ritmo oculto de nuestra tierra, los que han logrado hacer respirar en su escritura esas pulsaciones doloridas todavía actuales que escuchar su encanto.

Jesús Urzagasti tuvo este asunto de la pertenencia bastante claro, incluso desde muy joven, aunque él diga que barajó esas certezas con algo de retraso. Por eso se observa el fenómeno de que desde su ¨Alabanza Nro 2 al Gran Chaco¨, escrita con menos de veinte años, hasta su último poemario El árbol de la tribu (2012), su voz es siempre la de un caminante maduro de presencia certera.

El centro oculto
Podemos ahondar un poco más en estas cavilaciones gracias a un par de artículos compartidos en ¨Nueva Crónica y buen gobierno¨ por Norma Klhan y Guillermo Delgado, donde Jesús habla de varias cosas. Refiriéndose al carácter fronterizo de su procedencia, habla de las fuerzas centrípetas y fuerzas centrífugas a las que responde todo ser humano, no es un concepto teórico, es algo que vivenció en carne propia y fue marca referencial en su vida. Habiendo nacido en el Gran Chaco, ahí en la frontera con la Argentina, se consideraba fronterizo. La fuerza centrífuga lo animó a irse a Salta, pero luego fue más intensa la fuerza centrípeta que lo ligaba con el ¨centro secreto de Bolivia¨, y que terminó devolviéndolo a La Paz. 

¨Ese centro secreto lo tenemos todos los seres humanos incorporado a nuestro organismo y toda mi vida lo único que hice o lo fundamental fue buscar ese centro secreto. Vaya a saber si lo hallé, pero yo he intuido ese centro secreto que a muchos les causa desasosiego y es motivo de extravío para muchas gentes de Bolivia. Pueden ser muy inteligentes, pueden ser muy avispados, pueden ser muy afortunados, pero ese centro no rinde sus misterios secretos, valga la redundancia, sino al que va con otro talante, con la suficiente humildad para reconocer la grandeza de una tierra como la boliviana¨[1](Jesús Urzagasti por él mismo (II): la obra)

La conocida frase que suele empeñarse para desanimar a un idealista, ¨hay que mantenerse con los pies en la tierra¨, no termina de alcanzar las alturas del enfoque de Jesús, porque él era otro tipo de soñador. Lo que el escurridizo chaqueño había descubierto era la necesidad de avanzar prescindiendo de las ataduras que lo jalaban hacia mundos ajenos al suyo, pero preservando simultáneamente la conexión vital que lo ligaba a su lugar, no sólo físico, emocional, afectivo. Lo importante era mantenerse orientado. Pues él también tocó a las puertas del desconcierto que provoca el desamparo extremo, que narra en buena parte de En el país del silencio, y aunque no arrugó caminó un buen trecho sin acertar en el clavo hasta que esa luz le fue revelada.   
¿Pero qué hacer para mantenerse en relación con ese centro? Ante todo, ¡no transar! Esa la máxima de Jesús. Luego, respira.

En ocasión de una cena en casa de Jesús y Sulma
Cuando te sientas perdido retorna a lo más básico de la vida: la respiración –decía un maestro de artes marciales–. Sin respiración no hay vida. La exhalación del aire nos permite soportar el peso del mundo. Pero también nos conecta, nos permite alinear lo que estaba desenfocado. Sin haber usado la palabra conexión, Jesús nos enseñó que hay que hacer todo aquello que preserve la conexión que organiza saludablemente el organismo.

Tal vez no sea una verdad para todos, y está muy bien. Quienes difieran de este enfoque, allá ellos, siguen su camino y tienen nuestros respetos y las más atentas consideraciones, como diría Jursafú.





Texto e imágenes: Jorge Luna Ortuño


[1] ¨Jesús Urzagasti por él mismo (II): la obra. 

domingo, 17 de noviembre de 2013

AL LÍMITE libro memoria



El martes 19 de noviembre del presente año se presentará en el Espacio Simón I. Patiño de La Paz, el libro memoria de un encuentro multidisciplinario que se realizó con el título de ¨Al límite: escenarios, escrituras e imágenes¨. Este encuentro, que se llevó a cabo en marzo del año 2011, fue organizado por Espacio Simón I. Patiño, que dirige Michela Pentimalli, junto a la Carrera de Literatura de la UMSA, ambas instituciones inquietas en la escena cultural paceña. 

Habiendo pasado un par de años desde aquel encuentro, que reunió a estudiosos de distintas disciplinas, tanto nacionales como extranjeros, puede decirse que las temáticas tratadas maceraron lo suficiente, y hallan ahora en el formato de un libro-memoria la forma de prolongarse y enriquecer un archivo para otras generaciones de estudiosos. El libro fue editado por Omar Rocha, catedrático en la mencionada carrera de literatura, afecto también al estudio de la filosofía.   

El evento aquella vez estuvo muy bien organizado. Recuerdo que ya en octubre del 2010 Michella me enviaba la invitación para participar del encuentro, que a la postre resultó una experiencia muy valiosa para el desarrollo de mi propio trabajo. Este era el concepto que nos proponían aquel momento los organizadores:

AL LÍMITE: ESCENARIOS, ESCRITURAS E IMÁGENES

El concepto de límite nos remite a varios ámbitos: una línea divisoria, un fin, un término, un extremo espacial, físico o imaginario, una posibilidad de transgresión, de renegar del confín. Matemáticamente, lo que interesa es acercarse tanto como se pueda a ese límite, no se trata de traspasarlo sino de bordearlo y de conseguir “escribirlo”. Si nos deslizamos del concepto de bordear el borde, entramos en el terreno de la topología, con sus superficies que rompen toda lógica y razón. En fin, estamos frente a múltiples posibilidades alrededor de las que se mueven los conocimientos, los saberes y las artes, muchos de ellos de margen, de orilla. Traspasar un límite ‹o, para cierta nomenclatura filosófica, abrir el afuera‹ implica un forzamiento de las reglas de juego, obliga a volcar la mirada a expresiones contemporáneas, a impulsos renovadores que necesariamente entran en tensión, a momentos hasta la fractura, con las tradiciones. Al mismo tiempo, estamos ante la posibilidad de establecer diálogo entre discursos, éticas, estéticas y praxis que trabajan desde una herencia occidental o con una firme intención de relativizarla y cuestionar su lugar preponderante. Vivimos tiempos nuevos, pensamos en los límites posibles desde escenarios, escrituras e imágenes diversas.

   Recuerdo que fueron tres o cuatro días donde mesas de distintas disciplinas invitaban a respirar la atmósfera de cierto tipo de problemas y formas de enfocar una cuestión. Desde literatura hasta psicoanálisis, pasando por las audiovisuales. Participé en la mesa de artes audiovisuales, que habría el encuentro, junto a Roberto Valcárcel que fue el moderador, Ramiro Garavito y un invitado de Costa Rica que no recuerdo cómo se llamaba. Fue positiva la participación de un público que no siempre le da atención a este tipo de eventos, a veces por los temas, otras veces por el frío, o simplemente porque no viven en Sopocachi y no se animan a subir la cuesta para llegar hasta ese punto de la avenida Ecuador. Sin embargo aquellos días el auditorio se llenó, y se notó además que había interés por conversar y rumiar lo que se estaba diciendo. Recuerdo la ponencia de Mauricio Souza que cerraba el encuentro y hablaba del psicoanálisis como caja de herramientas; los criterios vertidos, una crítica al MAS de por medio, crearon estímulos a favor pero también inconformidad de parte de un sector que lee el psicoanálisis en La Paz de una manera diferente. La disparidad de criterios quedó grabada en un artículo de respuesta que publicaron en Nueva Crónica y buen gobierno poco después, el cual también tenía un resorte político, ni duda cabe. En todo caso, se trataba de un tipo de discordancia que también era parte de los objetivos del encuentro, pues cuando se propone reunir exponentes de distintos campos de estudio, caben esperar lo mismo líneas de divergencia que espacios de convergencia; lo que cada uno elige es en qué zonas prefiere circular con mayor énfasis en favor de su propio trabajo. 

Como nota anecdótica, recuerdo que al terminar la presentación de temas en nuestro panel, uno de los jóvenes que estaba en la audiencia me preguntó que cómo hablaba yo de artes audiovisuales si no era exponente de ninguna obra de artes visuales y más bien me había formado en filosofía. Era una oportunidad de tocar un tema interesante, ligado a la misma idea del límite que proponían los organizadores, visto este como un tipo de frontera abstracta. Nos servía para concretizar el asunto de algún modo. Sin embargo se me adelantó mi amigo Roberto Valcárcel, que era el moderador, en dar una respuesta, que era casi una defensa que hacía por mí, y decía que es perfectamente correcto que un filósofo cavile sobre el arte audiovisual. No recuerdo las razones que exponía. Sin embargo a mí no me quedó mucho más que redondear un poco mi ponencia por evitar extendernos en ese tema que era periférico a todo lo que se había dicho en la mesa. No quedé conforme con la respuesta que ofrecí. Un mes después, conversando en un taxi con Tomás Abraham en mi visita a Buenos Aires, le comenté este suceso. Él fue claro en su rechazo a las visiones que reivindican la especialización y la clausura dentro de un campo de estudio. "Claro, como si sólo los políticos estarían habilitados para hablar de política, y sólo los militares pudieran hablar de milicia... es una idea equivocada", me decía Tomás. ¿Vos te imaginas qué pasaría si todos aceptáramos esa idea sumisamente?

Hay que ser lo suficientemente creativos para poder extraer de otras disciplinas los pedazos que pueden hacer funcionar nuestras propias maquinarias. Nuestra primera duda parte de cuestionar el hábito mismo de etiquetar a los estudiosos en tanto que filósofo, matemático, literato o psicoanalista, etcétera, y no dejar abierta la posibilidad de que todos ellos sean seres parados en bifurcaciones, entre el arte, la ciencia y la filosofía, como condición misma de su posibilidad de pensamiento. 

Vivimos un mundo asaltado por la hiper-textualidad, por las referencias múltiples en una misma página en el internet, por la mezcla de lenguajes visuales con el texto y el sonido. Pensar no es más simplemente ser coherente, ni desglosar con éxito nuevos silogismos. Pensar es conectar con el afuera, si cabe una manera de denominar esta nueva operación que emerge con creciente fuerza. El libro Memoria Límite seguramente aportará nuevas líneas de discusión y de encuentro. 


Links relacionados:

Agenda del Espacio Simón I Patiño

Libro Memoria