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jueves, 23 de enero de 2014

MARIO VARGAS LLOSA DE PASEO POR SANTA CRUZ DE LA SIERRA




El escritor peruano volvió a visitar Bolivia, esta vez llegó a Santa Cruz, donde planea quedarse alrededor de una semana, y gran parte de su agenda está reservada para una visita a la zona de la Chiquitanía. Su llegada fue organizada por la Fundación Nueva Democracia y representó un golpe de aire fresco. 

A sus 78 años Mario Vargas Llosa todavía sopla, y en gran forma. El peruano, que llegó este miércoles 22 de enero a Santa Cruz, es autor de un puñado de clásicos de la literatura latinoamericana. El héroe indiscreto (2013), su última novela le hace honor a un desafortunado paisano cuya historia, oída a medias, lo sorprendió mucho, y la encarna en el personaje de Felicito Yanqué; se trata de una lucha desigual entre un hombre honesto que para cuidar lo que le corresponde decide enfrentarse a los abusos de un poder mucho más grande. Acorde con su línea de pensamiento, la historia le permite a Vargas Llosa navegar a gusto reafirmando valores tradicionales como el trabajo, coraje, honestidad y altruismo en cierta medida.  

No sabemos bien cómo hace Vargas Llosa para elegir las historias que desea narrar, particularmente a estas alturas de su caminata como escritor. Nos sentimos tentados a creer que los escritores que ya han sido reconocidos son un poco como los buenos actores de cine, que escogen con más cuidado los personajes que quieren interpretar y prefieren un guión que se sostenga antes que un excelente presupuesto. 

En su visita a Santa Cruz, el autor de La ciudad y los perros dio muestras de su clase como ciudadano de mundo. En el coloquio llevado a cabo en AECID la noche del 23 de enero, se reunió con actores del mundo cultural y ahí se explayó comentando algunos de los temas ya recurrentes de su repertorio. No cabe duda de que Vargas Llosa habla con el cuidado de los mejores cultores de la palabra, es como si él mismo se editara mentalmente y lanzara las frases con elegancia, agregando la coma oportuna o los dos puntos a tiempo que revela sus ideas. 

Como es sabido, el año 2010 fue ganador del Premio Nobel de Literatura, lo cual terminó por sellar la valía de su presencia en el panorama de las letras y el mundo intelectual. El año 2011 fue invitado a abrir la Feria del Libro de Buenos Aires, pero debido a unas duras críticas que había hecho contra los Kirchner unos meses antes, provocó la resistencia de sectores afines al gobierno K. Tuve la oportunidad de estar presente en aquella inauguración, que se daría a las 18.30. El día de su conferencia se habían apostado un buen grupo de protestantes con carteles a la entrada al pabellón, dejando ver su descontento por la presencia del Nobel. Cristina Kirchner había dicho que se garantizaría el normal desenvolvimiento de su participación en la feria. Gritos y quejas de por medio, controlados muy de cerca por la policía local, al final no fueron más que parte del colorido y la tensión propia del evento. Después de una larga fila entre periodistas acreditados pudimos finalmente acceder al pabellón donde tendría lugar el acto. El escenario se había adornado con una tela púrpura llamativa.



No lo había leído antes más que en alguna columna en el periódico, no me parecía particularmente interesante. Al entrar nos entregaron una transcripción de su Discurso cuando recibió el Premio Nobel, un texto escrito de manera amena donde relata un poco su experiencia en Cochabamba cuando sólo era un niño. Aquel día su participación me resultó mejor de lo que podía esperar, además ayudó el formato que le dieron los organizadores, pues después de un discurso que dio Vargas Llosa, pasó al escenario un entrevistador para conversar de diversos temas con el público como testigo. Era como estar viendo una entrevista en la TV, sólo que en el mismo set. Oírlo expresarse era como una especie de terapia en grupo para los que nos consideramos escritores, aunque sea en embrión. Me interesó particularmente los detalles sobre su disciplina de trabajo. No extraña ver que es un escritor muy prolijo y que con el avance de los años parece haber perfeccionado la comprensión de su organismo y de su máquina creadora. Cuenta que se levanta temprano, a eso de las 5.00 am, porque no necesita dormir mucho, una señal de vigor y juventud. Comenzar a trabajar a esa hora para conectarse con el maravilloso silencio de la madrugada, que nos embriaga con su frescura e inocencia, es realmente una experiencia placentera. Otro elemento importante para nuestro escritor son sus caminatas, que realiza religiosamente durante una hora a partir de las 7, y acompañado de su esposa. En una entrevista que pasaron en noviembre del 2013 en CNN agregó un dato más, decía que sin importar en qué país se hallen alojados, o de paso, siempre tienen la disciplina de salir para hacer esa caminata de una hora, ejercicio especial que lo mantiene fresco y le sirve para meditar en el trabajo que va a hacer ese día. 


¿Cuántas veces no se nos habrá planteado esa dificultad a los que practicamos la escritura, la composición, o que en última instancia vivimos a la caza de ideas creativas? ¿Es mejor trabajar en el día o en la noche, cuando ya la casa reposa y el bullicio en el barrio se ha extinguido en buena manera? Charles Bukowski decía que es mejor la segunda opción porque "la magia surge en la noche". Otros dicen lo contrario. Vargas Llosa, escritor a tiempo completo, divide su trabajo en dos fases: creación y edición. El primero lo hace en la mañana, que considera la mejor hora porque tiene la mente más despejada; su posición es la más lógica, puesto que al ser la más larga la digestión del almuerzo, en la tarde el cuerpo y la mente tardan más en llegar a su punto de precisión y mejor rendimiento. Así que en las tardes Vargas Llosa aprovecha para trabajar en las bibliotecas, porque le gusta sentirse rodeado de libros en esos espacios fantásticos; también comentó en su aparición en aquella feria del libro que otras tardes sale a trabajar a los cafés, con la intención de evitar el aislamiento y sentirse en contacto con la ciudad; así que se mete de lleno en las labores de corrección, rearmado, edición y otras operaciones que requieren más del oficio que de la creatividad. 



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