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viernes, 19 de julio de 2013

LAS MIL FORMAS DE VER A OSHO RAJNEESH




Además de las muchas capacidades creativas que el ser humano cobija en su interior, infelizmente también existe una práctica pobre, demasiado triste como para ser comentada. Algo la alimenta y diríamos que es la falta de amor. Y cuando falta el amor lo que ocupa ese espacio es probablemente el resentimiento. 

Escribo estas líneas mientras se cierne la música cósmica de un excelente video en youtube (focus on learning). Se esparce el rocío mientras se tienden unas camisas naranjas en el alambre de los sueños desaparecidos. Cuelga la ropa mojada pero no es el agua lo que se evapora sino el mundo que se devuelve a una botella encerrada en el aire. Ayer leí unas líneas de Jesús Urzagasti en fragmentos del "Cuaderno quinto"; él escribe tantas cosas bellas. Dice: "De tanto querer ver una mariposa en las horas menos apropiadas, finalmente logré imaginar una. De modo que ahora la reconozco cada vez que la imagino". 
Existe una belleza recóndita en esa frase, es el testimonio de una manera completamente distinta de mirar lo que acontece. No es un vuelteo infructuoso, hay un giro ahí que nos lleva a pasear y nos devuelve al silencio. Es la seña de una relación amorosa entre un mundo interior expandido y el mundo que lo rodea con sus nuevos colores. Compatibilidad de vibraciones. La Paz y el Chaco. El poeta hecho maestro. 

También me regocijo en la compañía de otro maestro que no se interesó en escribir poesía, pero en cambio desmenuzó todo lo que estuvo a su alcance de la religiones. Lo descubrí el 2002, o él me destapó de la cama mientras deambulaba soñoliento en una tarde crepuscular en la ciudad de Oruro. Habiendo nacido en la India, él encontró el lugar ideal para ser influido por muchas corrientes, y tener cercanía respecto de las destilaciones chinas y japonesas, así como las ancestrales de su país. Muchos lo llaman Osho, otros lo conocieron como Rajneesh, que recién hoy me enteré significa "luna". ¡Cómo no alegrarme!, pues el eligió que se lo llame así desde su niñez, una especie de apodo. Desconozco las razones. Se dice que su nombre oficial, el que le dieron sus padres, fue Chandra Mohan Jain. Llegó a este mundo por medio de una familia jainista, religión hindú que se caracteriza por su alto grado de ascetismo y los sacrificios que le obligan a pasar al cuerpo. Michel Onfray, como buen hedonista que proclama ser, tendría mucho que decir en contra del jainismo, no sé si ya lo ha hecho en su "Tratado de Ateología". 

Pero volvamos a aquello de los nombres. Recuerdo que fue leyendo el libro "Los misterios de la vida", cuando me enteré de que Osho era el nombre que él había elegido para sí mismo en cierto periodo de su vida. Osho tiene que ver con una consciencia oceánica, es lo que recuerdo. La vocal O es además de un gran valor a la hora de practicar mantras, siendo Osho una especie de mantra comprimido en sí, desde el punto de vista del sonido y las teclas que toca al ser pronunciado. Osho, o Rajneesh, como quieran, siempre pareció darle importancia a la cualidad del nombre, la palabra. Es que existe una energía contenida en cada uno. Vilma Tapia lo dice de manera excepcional en un ensayo a propósito de la obra de Jesús Urzagasti: "En los nombres hay gestos finamente representados. En el nombre las manos son percibidas, y el matiz de la piel, y el carácter. El recorrido experiencial de cada personaje se hace audible y visible en la imaginación, a través de su nombre". (Ver Jesús Urzagasti, un nombre)

Osho escribió su propia novela, en realidad quizás se haya tratado de una serie de cuentos. Y creó sus personajes, que se sumaron a los muchos personajes que él era. Pero muchos, incluso de los que lo conocieron en vida, se tomaron demasiado en serio la trama. Por otra parte, su caudal era demasiado vasto, un manantial de aguas traviesas que amenazaba con desbordarte si te ponías en contacto. Lo más gracioso era escuchar que lo llamen contradictorio. Le reclamaban que no se apegue como todos a una identidad, a un pensamiento, a una convicción. Creían que si había dicho esto ya no podía decir lo otro después. Pero él decía que la mente abierta contiene todas las contradicciones, no hay ningún problema. La mente coherente padece algunas insensateces. Osho jugaba, jugaba mucho, estoy seguro de que la mayor parte del tiempo no lo podían seguir. Osho era una flecha que se despide al amanecer rumbo al otro lado de los montes blancos, mientras la mayoría de los que se conforman reman a bote en el atardecer. Él ya se había fugado hacia otros parajes después de que la luminosidad de un momento se hubiera producido en una de sus charlas, pero muchos todavía estaban concentrados en interpretar las palabras. Otros quedaban sedados, como si una anestesia divina los hubiera tocado. Otros simplemente no tenían nada que ver con ello, lo cual estaba bien también. 

Decíamos que existen prácticas tristes, similares a un chapaleo en el piano, un chapaleo que podría provocar un mal sueño a Brams. Christopher Calder publicó en la web un artículo bastante poco elegante titulado "Osho, Bhagwan Rajneesh, and the Lost Truth". Realmente me provocó pena constatar que también se puede utilizar la escritura en maneras tan tristes. La escritura es un reflejo, una voz que habla demás sin que el portador de la palabra haya tenido la intención de decir aquello. No es necesario ser cortés necesariamente cuando se escribe, pero la humildad debe ser una presencia infaltable. El ganso no quiere ni busca reflejarse en el agua, y sin embargo ahí aparece su imagen cristalina. Lo mismo pasa con el ganso que circula en nuestra escritura

Bueno pues, hay veces en que habla mucho más fuerte el resentimiento antes que la idea que se desea comunicar utilizando correctamente una sucesión de palabras. En los textos existen muchas ondas de vibración, quizá se podría decir ondas de longitud de onda. No es sólo con la prosa con lo que uno se relaciona cuando lee a aquellos que ama, o en otra forma de amor, admira. La relación es de comunión entre las riquezas del mundo interno que cada uno lleva, es un saludo a guiños y en silencio. Qué otra cosa quiere decir Namasté. No tengo idea pues apenas he ido a una decena de clases de Yoga en toda mi vida, y sin embargo presiento que algo de muy respetuoso en la antorcha que se sostiene cuando uno escribe. No escribe uno simplemente porque tiene la hoja el lapicero y el tiempo. Escribe un nosotros que nos puebla y que además existe en conexión atemporal. No nos abandonan nuestras lecturas a la hora de escribir, al contrario, nos señalan caminos, nos plantean trampas, nos previenen de los calabozos y nos construyen puentes para pasar en confianza. Muy poco de lo que existe en libros de Osho lo escribió él, en realidad la mayoría son desgrabaciones de sus charlas a los sanyasins. Hace unos días que retomé su libro de niñez, "Vislumbres de una infancia dorada"; la palabra tiene su propia cualidad, pero lo que verdaderamente comunica se encuentra en el interín, en los silencios que encierra, esa especie de ondeos que nos bambolean hacia un sueño consciente. El mencionado articulista dice que, según Devaget, discípulo de Osho, "Vislumbres de una infancia dorada" son memorias que Osho dictó habiendo inhalado grandes cantidad de oxígeno. Esperan así restarle algún mérito o veracidad a lo que se dice en ese libro. Un espíritu libre no tiene necesidad de buscar autoridades en los libros, deja que la paz de sus remansos se conmueva y alborote por otro tipo de cosas, existen las ideas interesantes, las cuestiones provocadoras, nuevas pautas para investigar, siempre señaladores, pero no verdades, y el libro de la infancia de Osho te transmite ciertamente muchos de esos elementos. Paz, un deseo indomable de rebelarse, ojos cristalinos para percibir las flaquezas y complejidades de los seres humanos. El libro es una ola oceánica, va muy lejos, te arrastra, pareces haberte ido, y luego vuelves, golpea con la roca, salpicas el agua, tú todavía estas ahí en la orilla, no fuiste a ninguna parte, pero sientes el mareo y las sensaciones propias de aquellos que viven en altamar.  


Antelope residents celebrate the departure of the religious sect from their tiny Oregon town. The sect took over the city council and re-named the city Rajneesh. The Rajneeshees surrendered their control in late 1985 as their commune collapsed. 

Vestigios de la pobreza:

Una crítica a la misión y el trabajo de Osho

La visión parcializada de gente de Oregon en la web

Libro de una mujer que estuvo en la comuna

La subida y caída de un místico

Before he was Osho

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