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martes, 16 de julio de 2013

A LA ESPERA DE ANDERSON SILVA



¿Qué le pasó a Anderson Silva en su primera derrota en el UFC hace unos días? Se trata de una pregunta que parece no tener respuesta clara. La mayoría de las reacciones han tenido que ver con una crítica a la soberbia de Silva. Pero bajar las manos no es un defecto para peleadores como él; el golpe con el que Weirdman lo cazó no fue nada sorprendente, un gancho común que tranquilamente podría haber esquivado la araña Silva. El problema es que eligió esquiva pasiva con los pies plantados sobre el suelo sin intentar una contra. Muchos decíamos que Silva llevaba elementos del Jeet Kune Do de Bruce Lee al UFC, pero en esta ocasión lo olvidó. Me parece que estaba intentando medir a Weirdman, observar sus movimientos, sus combinaciones y velocidad. Puede verse en la repetición que cuando Weirdman lo ataca toma un riesgo, queda más expuesto a las contras de Silva, y su ejecución de los golpes no es perfecta. Tal parece que Weirdman conectó un gancho de izquierda pequeño que incomodó a Silva, en ese momento hizo su payasada y por hacerlo recibió otro, luego falló la derecha y finalmente vino un gancho más de izquierda que fue el que lo tiró. Es decir, fueron tres ganchos en la misma área de la quijada los que sacaron a la araña Silva de la pelea. Es casi como si hubiera estado pidiendo para ser knockeado, o quería comprobar la dureza de su quijada. 

El mérito de Weirdman, el gran mérito, estuvo en la actitud que tuvo de ir hacia adelante como si estuviera peleando contra cualquier otro peleador. No mostró ningún rasgo de temor ni de molestia por las provocaciones de Silva. Él mismo dijo después de la pelea que tenía esperado que Silva hiciera eso para ganarle mentalmente. Antes de la definición, el americano todavía intentó una patada alta circular a la cabeza, que Silva esquivó tirando la columna para atrás. Peligro. 




Mientras Silva se conformaba con atacar las piernas de Weirdman sin consistencia, el americano avanzaba y parecía tramar algo. Silva lo tenía controlado usando su pie adelantado en forma de patada lateral y chequeando con la mano adelantada el jab de Weirdman. Pero el acabose llegó en unos segundos, fue a partir de que Silva cambió de guardia. Peleaba como aburrido. Ahí fue donde recibió el primer gancho zurdo al mentón. Aguantó. Se puso a hacer payasada. Ahí estuvo la diferencia porque Weirdman no tomó precauciones de retroceso en ese momento, sino que fue hacia adelante y conectó un gancho más que entró solido. Después el tercer gancho entró justo cuando Anderson iba hacia la mano izquierda de Weirdman. Difícilmente una quijada iba a soportar esa seguidilla con los guantes de MMA. 

El juego de provocaciones de Silva rayó en el descuido, no toda la pelea, solo en ese momento de cambio de guardia. Ahí no siguió una mínima pauta de lo que es el control de la distancia. Cuando Silva se puso a hacer su monería ya había sido tocado por un golpe directo, de modo que Weirdman se encontraba en el espacio donde podía llegar con potencia. No entendemos cómo Silva continuó su payasada en esa distancia, cuando lo propio era salir de ahí con juego de pies o bien cerrar la distancia, o al menos subir la guardia inmediatamente y usar la pierna adelantada o el jab para recuperar distancia. Anderson Silva tiene in sinfin de recursos para hacerle mucho daño a Weirdman. Por alguna razón creyó que debía sacar de su juego al americano en orden de poder ganarle. ¿Acaso lo consideró muy peligroso en cuanto a sus habilidades de contraataque? Quizás sí, y en parte ahí puede estar el mérito de Weirdman, que gozó de la preferencia de muchos peleadores profesionales a la hora de ver las apuestas, y eso generó un clima de peligro pocas veces visto en la carrera de Silva.



Otra respuesta que se me ocurre es que Silva cayó en el error de creerse demasiado la comedia del UFC. Tiene 38 años y se conoció previo a esta pelea que había firmado un contrato para 10 peleas más. Todos esperaban la pelea con Jon Jones, pero era un misterio. En todo caso, Anderson Silva, que casi siempre sorprendía por su compostura y su relajación, perdió todas esas características que lo hacían descollar como verdadero artista marcial. La noche donde entregó su invicto de manera tonta lució simplemente como un competidor más, un hombre hambriento por la victoria, poco cuidadoso del respeto que se debe tener hacia las antiguas fuerzas de los dioses de la guerra. Aquel día Anderson lució desconectado, en todo el sentido de la palabra. Vestía su clásico short amarillo con negro, pero él no era él, sólo su dibujo, un cuerpo sin alma, poca motivación de estar ahí dentro. Incluso la maniobra que hace para esquivar el último golpe, tirándose atrás exageradamente, es muy rara, no pertenece a su estilo. 

Está confirmada la revancha para diciembre de este año. Se impone la necesidad de que Anderson despache a ese peleador, que por lo demás luce como un verdadero campeón, de modo que no queden dudas sobre su nivel y su actualidad. Anderson es dueño del mejor jab de la historia de la MMA, probablemente también tenga el mejor juego de clinch, sus codos son tan peligrosos como los de Jon Jones, y en cuanto a patadas tiene el arsenal más variado, desde el Muay Thai hasta patadas de fantasía del Kung Fu. Tiene todo para darle una pelea de infierno a Weirdman, sin asumir de entrada que es superior, sino trabajando la pelea, haciéndole daño, haciendo que Weirdman tenga que lidiar con algo que nunca antes ha visto en una sesión de sparring. Eso es por lo que los fans pagamos para ver esta pelea. Lo demás, aquella derrota, fue un robo, la araña no estuvo ahí. 

En todo caso, si ha de retirarse, como se especula, esperemos que su retiro no siga los derroteros de un boxeador que él y nosotros admiramos ampliamente: Roy Jones Jr.

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