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martes, 9 de junio de 2015

Recuerdos de Charles Bukowski II

¿Por qué cuesta tanto escribir sobre Bukowski? No sé si les pasa a muchos, a mí me cuesta un horror, admiro a los articulistas y ensayistas que le han dedicado tantas páginas. A mí me cuesta, escribirlo es de repente una tentación de repetirlo, se lo cita y se devora la página, ¿qué más puedes llegar a decir? Para mi estilo es complicado trabajar con Bukowski como plano de un ensayo. Lo que quieres decir a partir de él o con él en algún punto termina siendo aspirado por sus poderosas y cortantes líneas. 

Leerlo es una experiencia adictiva, no digo nada nuevo aquí, muchos lo han expresado antes que yo. Cuando llegué a Bukowski había leído a Rimbaud y a Henry Miller, me desesperaba por continuar encontrando ese tipo de escritores desesperados que son cataclísmicos, que se rebelan contra la cosa convencional de la sociedad, que tienen una prosa suculenta y que además te arrancan carcajadas con facilidad, no porque sean graciosos, sino principalmente porque tienen tanta razón que casi son asquerosos en sus pocos pelos en la lengua. Bukowski era mejor que todos, al menos en ese momento. Todavía conocería después a los beatniks, Kerouac y Burroughs, creo que fue inmediatamente después cuando conocí a Deleuze. Con el filósofo francés se cerró un ciclo y llegó una manera de leer filosofía a tiempo de leerlos a ellos y hacer algo con ellos. Deleuze fue un atento lector de la literatura norteamericana, aunque nunca le escuché hablar de Bukowski, creo que se lo perdió, tal vez era demasiado underground, o Francia no lo difundía como lo hacía con los otros citados. 

Bukowski es un universal, es como citar a Nietzsche, es una elección segura para muchos en sus muros de facebook, colocar una frasecilla de Nietzsche por ahí le viene bien a cualquiera, lo hace ver rebelde, complejo, travieso. Buko leyó a Nietzsche, por supuesto que lo impresionó, no tanto como a otros, pienso en Kazantzakis y cómo relata la admiración de su encuentro con un libro de Nietzsche en una biblioteca. Bukowski tomó como referencia muy fuerte a John Fante. Claridad, ir al punto, ser tan real como un bollo de manteca, la belleza se encuentra en otras cosas en una prosa. 

Siempre que leo a Bukowski recuerdo que no hace falta complicarse mucho. Como dijo Julio Barriga de Robertito Echazú, él no escribía, más bien borraba. O eso le parecería a un escritor como yo, acostumbrado a ciertas verborragias eruditas en los libros de filosofía. Buko confesó después de sus horas leyendo a Kant y Hegel que le desesperaba el cuanto les costaba dar vueltas para poder decir algo interesante. Bukowski siempre tenía algo de prisa, como si se resbalara una materia prima, no puedes andarle dando muchas vueltas, se suele perder en ese modo. 

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