En los últimos
meses se han jugado un par de torneos de tenis sobre los que hubiera querido
escribir antes. Me refiero al Roland Garros y al Wimbledon. Escribo estas
líneas mientras Federer y Nadal juegan un partido reñido para acceder a
semifinales en el abierto de Cincinati. Federer había ganado el primer set 7-5,
venían parejos en el segundo hasta el 4-4, y un quiebre decisivo de Nadal hizo
toda la diferencia. Ahora en el tercer set Nadal parece fortalecido en el
partido que veía cuesta arriba, y la confianza para el suizo se ha puesto en
veremos.
Hay algo muy
cabrón en el tenis, que no existe en otros deportes, y es la presión que se
debe soportar ante el riesgo del quiebre. No sólo el saque, defender el saque,
quebrar el saque, es lo que constituye la cuestión interesante del tenis. Toda
su base parece estar en el quiebre. Si hay algo que distingue claramente al
tenis de otros deportes más populares como el fútbol o el basquet es que no se
trata de un deporte colectivo; pero las cosas no son tan obvias, sucede que
además en el tenis no existe manera de enfriar el juego. Si te quiebran el
saque debes reagrupar fuerzas solo y esperar tu momento. Además, no existe
posibilidad de dominio de balón, ni de enfriar el juego, es decir, no puede
haber un estilo tenístico de juego como el de la campeona mundial España. No
existe posesión de bola, sólo golpes, la pelota va y viene, sin parar. ¡Es
tremendamente desafiante! De modo que un jugador experto de tenis juega con un
sentido más parecido al de un boxeador o practicante de bjj que al de un
futbolista: se juega para que el rival se rinda mentalmente antes. Para
quebrarlo. La victoria en los puntos suele llegar después. Se trata de un
trabajo de desgaste y de autorenovación continuos. Por ello los grandes campeones
de la actualidad como Nadal parecen jugar un otro partido en su cabeza; pueden
quebrarles un saque, pero vuelven del descanso e inmediatamente revierten la
situación, justo cuando desde afuera pensábamos que el otro adquiría control
del partido. Con tipos como Nadal parece que dijeran: "puedes haberme
quebrado este servicio, pero estás muy lejos de quebrarme mentalmente".
El jugador de
tenis no tiene con quién más descargarse que consigo mismo. Debe asumir sus
errores, por más inexplicables que los encuentre en un momento crucial. El
proceso de asimilación y corrección internas ocurren en fragmentos de tiempo
que se pasan como efímeros segundos. Así las cosas, debe tratar de evitar las
señas de descontrol o contrariedad cuando afronta momentos difíciles en el
partido. Federer en la era moderna del tenis es la viva imagen del jugador frío
y de rostro imperturbable en la cancha, hasta que el partido se ha
decidido.
Algo que hace
muy admirable el juego de dos grandes como Nadal y Djokovic es su capacidad defensiva.
Nadal se hizo intratable durante largo tiempo por el enorme espacio de cancha
que puede cubrir con sus largos y frenéticos desplazamientos; llega a las bolas
más difíciles y lo hace bien, muchas veces para atacar de contra con un tiro
paralelo que parecía imposible. El caso de Djokovic es distinto, porque da la
sensación de que arriesga menos cuando defiende, pero se debe a su gran
inteligencia táctica. Los principios del Gracie Jiu Jitsu llevados al tenis se
expresan maravillosamente en el juego del número uno del ránking mundial; nos
referimos al "survival mindset", "eficiencia", "jugar
para gastar menos energía y que el adversario se canse antes"... Los
golpes de contención ante saques veloces y agresivos, Djokovic los domina mejor
que nadie, también sabe desplazarse y patinar con elegante flexibilidad tanto
en superficies de ladrillo como de césped o cemento. Llega a bolas exigidas con
elasticidad, muchas veces se limita a seguir poniendo la pelota en juego, una y
otra vez, hasta que el adversario cometa errores por ansiedad. No da aperturas
sino que espera a que el otro cometa la equivocación. Así, su oponente cae en
la trampa y toma riesgos, lanzando una bola más larga con la intención de
franquear esa defensa, pero ve con hastío que acaba de lanzarla afuera otra
vez. Djoko te fuerza a que te equivoques si quieres ganarle el punto, o de lo
contrario, que juegues con precisión quirúrjica. Muchas veces en esos casos ha
provocado increíbles errores no forzados ante todo tipo de jugadores del circuito.
El concepto de
error no forzado es casi único en tenis; es otra de sus marcas distintivas como
juego. En fútbol lo más cercano serían los pases errados, que muchas se
provocan por el juego de pressing que ejerce el equipo rival. Pero en tenis es
algo más porque el tiro no es un pase, es defensa y ofensa al mismo tiempo, o
tiene la potencia de serlo. Si bien los tiros ganadores suelen ser los que
marcan los destinos de un partido, no se puede dejar de atender a los números
en errores no forzados. Cuando Federer se coronó nuevamente campeón del
Wimbledon el pasado 2012, tuvo como característica notoria el bajo número de
errores no forzados que cometía por partido. Su excelencia y estabilidad
partieron de ahí. En sus derrotas previas, los Wimbledon pasados, esa no había
sido su marca, pero véase cómo hizo diferencia mejorar los números en ese ítem.
Por tanto, ante todo, es bueno asegurarse primero de no cometer muchos errores
propios, antes de preocuparse por tener aciertos impresionantes.
Roger enfrenta
en estos instantes un doble match point en contra. Demasiados errores no
forzados en el último set. Poca oposición ante el saque de Nadal. Las piernas
también más estáticas, y sus tiros ganadores más aislados. Lo único que lo
salva es el saque ganador. Federer acaba de empatar el juego 40-40. Está con
vida. Nadal lo mira extrañado, como reclamando que haya sido capaz de responder
esa bola y ponerla donde la puso. Federer es una institución dentro del tenis,
sentimos que ganando o perdiendo todo se mantiene más o menos igual, como si él
no necesitara realmente ganar más torneos, pero nos da placer verlo. Los
fanáticos que envían sus mensajes en twiter confirman ese sentimiento. Acaba de
ganar Nadal, habiendo jugado el punto de manera muy inteligente, arrinconando
cada vez más a Federer sobre su revéz, y luego cambiando el tiro hacia la otra
esquina. Necesitó llegar a un quinto match point para lograrlo. Los
comentaristas de ESPN se deshacen en elogios, para ambos por el partido que
brindaron, pero luego a Federer por el nivel que demostró en este partido,
bastante más alto respecto de sus últimas presentaciones. Nadal, por su parte,
continua su camino por un año que le ha traído muchas alegrías, más allá de la
sorpresa en Wimbledon. Buenas sensaciones para Federer, sin embargo sabe que ya
no le alcanza si no hace un juego perfecto.
Es un juego
fantástico el tenis. Yo no lo habría apreciado seguramente de no ser por la
atención y fanatismo que le tiene mi adorada mamita. La acompaño en la
televisión cuando estoy en casa, y sufrimos y nos emocionamos cuando Federer se
encuentra en uno de sus días inspirado. Gozamos cada segundo de su victoria en
el Wimbledon del 2012, además de su retorno al número 1 en el ránking. Fueron
unos meses soñados, quizá ya no se repitan, pues la tendencia es que Federer
vaya reservándose para los torneos más importantes, y retirándose en una
pausada y estratégica elección de sus momentos de alta competición. Quedan en
el panorama interesantísimos jugadores para observar. En mujeres Sharapova
siempre me llama la atención por su mentalidad de competidora de élite, también
la seguridad casi cruel de Serena Williams cuando despedaza a sus oponentes.
Estamos todos orgullosos del buena onda Del Potro, que sigue siendo una promesa
de número 1.
Se pasa la noche, es hora de apuntar lo
último. A veces en tenis, como en la vida, no se trata tanto de ganar sino de
hacer que el otro pierda. Que el otro desee tapear mentalmente antes de que
concluya el juego. En ese momento el resto sucede a velocidad crucero. Pero
lograrlo es arte de genios, se requiere de una fortaleza psicológica, mental y
física muy altas. Djokovic es, creo, quien mejor ha entendido ese principio del
tenis, y es por ello que o bien juega y gana todo, o al menos juega y llega a casi
todas las finales de todas las competiciones. Es el número 1 en el ránking. ¿Se
necesita decir algo más?
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