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viernes, 19 de julio de 2013
LAS MIL FORMAS DE VER A OSHO RAJNEESH
Además de las muchas capacidades creativas que el ser humano cobija en su interior, infelizmente también existe una práctica pobre, demasiado triste como para ser comentada. Algo la alimenta y diríamos que es la falta de amor. Y cuando falta el amor lo que ocupa ese espacio es probablemente el resentimiento.
Escribo estas líneas mientras se cierne la música cósmica de un excelente video en youtube (focus on learning). Se esparce el rocío mientras se tienden unas camisas naranjas en el alambre de los sueños desaparecidos. Cuelga la ropa mojada pero no es el agua lo que se evapora sino el mundo que se devuelve a una botella encerrada en el aire. Ayer leí unas líneas de Jesús Urzagasti en fragmentos del "Cuaderno quinto"; él escribe tantas cosas bellas. Dice: "De tanto querer ver una mariposa en las horas menos apropiadas, finalmente logré imaginar una. De modo que ahora la reconozco cada vez que la imagino".
Existe una belleza recóndita en esa frase, es el testimonio de una manera completamente distinta de mirar lo que acontece. No es un vuelteo infructuoso, hay un giro ahí que nos lleva a pasear y nos devuelve al silencio. Es la seña de una relación amorosa entre un mundo interior expandido y el mundo que lo rodea con sus nuevos colores. Compatibilidad de vibraciones. La Paz y el Chaco. El poeta hecho maestro.
También me regocijo en la compañía de otro maestro que no se interesó en escribir poesía, pero en cambio desmenuzó todo lo que estuvo a su alcance de la religiones. Lo descubrí el 2002, o él me destapó de la cama mientras deambulaba soñoliento en una tarde crepuscular en la ciudad de Oruro. Habiendo nacido en la India, él encontró el lugar ideal para ser influido por muchas corrientes, y tener cercanía respecto de las destilaciones chinas y japonesas, así como las ancestrales de su país. Muchos lo llaman Osho, otros lo conocieron como Rajneesh, que recién hoy me enteré significa "luna". ¡Cómo no alegrarme!, pues el eligió que se lo llame así desde su niñez, una especie de apodo. Desconozco las razones. Se dice que su nombre oficial, el que le dieron sus padres, fue Chandra Mohan Jain. Llegó a este mundo por medio de una familia jainista, religión hindú que se caracteriza por su alto grado de ascetismo y los sacrificios que le obligan a pasar al cuerpo. Michel Onfray, como buen hedonista que proclama ser, tendría mucho que decir en contra del jainismo, no sé si ya lo ha hecho en su "Tratado de Ateología".
Pero volvamos a aquello de los nombres. Recuerdo que fue leyendo el libro "Los misterios de la vida", cuando me enteré de que Osho era el nombre que él había elegido para sí mismo en cierto periodo de su vida. Osho tiene que ver con una consciencia oceánica, es lo que recuerdo. La vocal O es además de un gran valor a la hora de practicar mantras, siendo Osho una especie de mantra comprimido en sí, desde el punto de vista del sonido y las teclas que toca al ser pronunciado. Osho, o Rajneesh, como quieran, siempre pareció darle importancia a la cualidad del nombre, la palabra. Es que existe una energía contenida en cada uno. Vilma Tapia lo dice de manera excepcional en un ensayo a propósito de la obra de Jesús Urzagasti: "En los nombres hay gestos finamente representados. En el nombre las manos son percibidas, y el matiz de la piel, y el carácter. El recorrido experiencial de cada personaje se hace audible y visible en la imaginación, a través de su nombre". (Ver Jesús Urzagasti, un nombre)
Osho escribió su propia novela, en realidad quizás se haya tratado de una serie de cuentos. Y creó sus personajes, que se sumaron a los muchos personajes que él era. Pero muchos, incluso de los que lo conocieron en vida, se tomaron demasiado en serio la trama. Por otra parte, su caudal era demasiado vasto, un manantial de aguas traviesas que amenazaba con desbordarte si te ponías en contacto. Lo más gracioso era escuchar que lo llamen contradictorio. Le reclamaban que no se apegue como todos a una identidad, a un pensamiento, a una convicción. Creían que si había dicho esto ya no podía decir lo otro después. Pero él decía que la mente abierta contiene todas las contradicciones, no hay ningún problema. La mente coherente padece algunas insensateces. Osho jugaba, jugaba mucho, estoy seguro de que la mayor parte del tiempo no lo podían seguir. Osho era una flecha que se despide al amanecer rumbo al otro lado de los montes blancos, mientras la mayoría de los que se conforman reman a bote en el atardecer. Él ya se había fugado hacia otros parajes después de que la luminosidad de un momento se hubiera producido en una de sus charlas, pero muchos todavía estaban concentrados en interpretar las palabras. Otros quedaban sedados, como si una anestesia divina los hubiera tocado. Otros simplemente no tenían nada que ver con ello, lo cual estaba bien también.
Decíamos que existen prácticas tristes, similares a un chapaleo en el piano, un chapaleo que podría provocar un mal sueño a Brams. Christopher Calder publicó en la web un artículo bastante poco elegante titulado "Osho, Bhagwan Rajneesh, and the Lost Truth". Realmente me provocó pena constatar que también se puede utilizar la escritura en maneras tan tristes. La escritura es un reflejo, una voz que habla demás sin que el portador de la palabra haya tenido la intención de decir aquello. No es necesario ser cortés necesariamente cuando se escribe, pero la humildad debe ser una presencia infaltable. El ganso no quiere ni busca reflejarse en el agua, y sin embargo ahí aparece su imagen cristalina. Lo mismo pasa con el ganso que circula en nuestra escritura.
Bueno pues, hay veces en que habla mucho más fuerte el resentimiento antes que la idea que se desea comunicar utilizando correctamente una sucesión de palabras. En los textos existen muchas ondas de vibración, quizá se podría decir ondas de longitud de onda. No es sólo con la prosa con lo que uno se relaciona cuando lee a aquellos que ama, o en otra forma de amor, admira. La relación es de comunión entre las riquezas del mundo interno que cada uno lleva, es un saludo a guiños y en silencio. Qué otra cosa quiere decir Namasté. No tengo idea pues apenas he ido a una decena de clases de Yoga en toda mi vida, y sin embargo presiento que algo de muy respetuoso en la antorcha que se sostiene cuando uno escribe. No escribe uno simplemente porque tiene la hoja el lapicero y el tiempo. Escribe un nosotros que nos puebla y que además existe en conexión atemporal. No nos abandonan nuestras lecturas a la hora de escribir, al contrario, nos señalan caminos, nos plantean trampas, nos previenen de los calabozos y nos construyen puentes para pasar en confianza. Muy poco de lo que existe en libros de Osho lo escribió él, en realidad la mayoría son desgrabaciones de sus charlas a los sanyasins. Hace unos días que retomé su libro de niñez, "Vislumbres de una infancia dorada"; la palabra tiene su propia cualidad, pero lo que verdaderamente comunica se encuentra en el interín, en los silencios que encierra, esa especie de ondeos que nos bambolean hacia un sueño consciente. El mencionado articulista dice que, según Devaget, discípulo de Osho, "Vislumbres de una infancia dorada" son memorias que Osho dictó habiendo inhalado grandes cantidad de oxígeno. Esperan así restarle algún mérito o veracidad a lo que se dice en ese libro. Un espíritu libre no tiene necesidad de buscar autoridades en los libros, deja que la paz de sus remansos se conmueva y alborote por otro tipo de cosas, existen las ideas interesantes, las cuestiones provocadoras, nuevas pautas para investigar, siempre señaladores, pero no verdades, y el libro de la infancia de Osho te transmite ciertamente muchos de esos elementos. Paz, un deseo indomable de rebelarse, ojos cristalinos para percibir las flaquezas y complejidades de los seres humanos. El libro es una ola oceánica, va muy lejos, te arrastra, pareces haberte ido, y luego vuelves, golpea con la roca, salpicas el agua, tú todavía estas ahí en la orilla, no fuiste a ninguna parte, pero sientes el mareo y las sensaciones propias de aquellos que viven en altamar.
Vestigios de la pobreza:
Una crítica a la misión y el trabajo de Osho
La visión parcializada de gente de Oregon en la web
Libro de una mujer que estuvo en la comuna
La subida y caída de un místico
Before he was Osho
miércoles, 17 de julio de 2013
BRASIL VENCE A ESPAÑA Y SELLA SU TRAMPOLÍN
Maracaná remodelado, repleto, domingo por la tarde, panorama colorido. Himno cantado apasionadamente. Brasil frente a España. Durante todo el torneo de la Copa Confederaciones se habló de la final deseada para todos: Brasil vs. España. Lo deseaban tanto los hinchas de cada selección como los organizadores y la FIFA. A pesar de que Uruguay e Italia jugaron sendos partidos de semifinales para evitar la consumación de ese deseo, al final se dio nomas.
El director de la revista As de España decía que la diferencia estaba en que Brasil abandonó sus raíces de juego bonito para asumir un juego más a la europea. Mientras que España hizo lo opuesto, dejó de lado la idea de juego de furia, para tomar el relevo del juego bonito. Entonces, el mérito de España habría sido perseverar en el cuidado de la forma de jugar, mantener la belleza como un camino posible a la eficacia.
Los comentaristas en los medios y los titulares en la prensa anunciaban el choque de manera peculiar. Casi todos decían que era un partido entre la mejor selección de la historia contra la mejor selección de la actualidad. El palmarés de Brasil, y el sitial de España en el ranking junto a sus títulos consecutivos, avalan esta afirmación. Pero lo que los brasileños no aceptaban era que se diga que España les había robado el rayo. Es decir, que sea la nueva selección que maraville por su juego y sea la más ganadora.
De entrada Brasil demostró que tenía todo el hambre de ganar esa batalla, que era casi una batalla de estilos. Brasil creció durante la competición, se formó y se descubrió partido a partido. España venía de mantenerse dentro de un proceso iniciado con Luis Aragonés, y de exitosa transición con el gran técnico Vicente Del Bosque. Las probabilidades de superar a España eran pocas. Meterle un gol, aventajarla, incluso ganar el partido por un gol, todo eso era posible, pero realmente superarla, desarticularla, eso era poco probable. Scolari fue muy listo en su planteamiento. Sabía que debía compensar con otros elementos lo que tenía para perder ante los españoles, ese su mayor entendimiento, su juego de conjunto afianzado, la táctica ya testeada y mejorada. Scolari no había tenido el mismo tiempo para hacer crecer a ese grupo joven de futbolistas brasileños. Pero tenía sus armas, sabía que podía hacerle un partido muy incómodo a España.
Entonces el partido contra España fue ideal para explicar por qué había elegido a los 11 titulares que había elegido. Fue muy objetivo. Decía que le encantaba el juego de Fernandinho, pero cuando llegó Luis Gustavo del Bayer de Munich, no había cómo no valorar su oficio para el puesto. A Paulinho lo tenía ya de seguro y acertó. De hecho Paulinho se pinta como una nueva generación de volante perfecto: robusto, potente, fuerte, hábil con el balón, juego aéreo, presencia en el área rival, mucho despliegue y marcación. Es una versión mejorada de lo que hacen volantes como Xavi. Luego la decisión más polémica tenía que ver con la elección de Hulk como medio por la derecha. Todos pedíamos a Lucas, pero Felipao pensaba en una funcionalidad para el equipo, y no los calibraba individualmente. Para éste equipo, en el modo de juego que quiere para Brasil, Hulk es más conveniente, de eso se trata. Costó entenderlo, dado que Hulk cometía erros que hacían que nos saquemos los pelos en algunas jugadas. Pero fue subiendo de nivel, y ahora es casi unanimidad. Se respeta su titularidad. Es casi un Mauro Silva que puede amagar, correr en velocidad, chutar con fuerza con la pierna izquierda y meter goles. Se trata de un 5 disfrazado de 7. Felipao vio que tenía ahí un arma muy interesante, que le rendía tanto para defender y retornar, primera cosa, y luego para generar juego adelante. La prioridad de Felipao estuvo en armar una disciplina táctica bien organizada, que diese protección y sensación de control en el partido. Luego mandó a que se presione arriba, y además aceptó que se juegue con muchas faltas como recurso defensivo.
La defensa no tenía mayores problemas, defensa de categoría, defensa europea. El tema era un poco quién sería el 9. Felipao sabía lo que quería. Fred era su 9 y Fred lo fue hasta el final. No falló. La figura del equipo circula entre Oscar y Neymar. Mediáticamente mucho más Neymar, sobre todo algo notorio ante el cansancio que trajo sobre sí Oscar en esta convocatoria. Pero es bueno saber que además tienen a un Lucas, un Bernard, un Leandro Damiao y un Jo. Y encima todavía está Kaká, que por despliegue físico, tiene más chances en este Brasil que las que tiene Ronaldinho.
La final
Metámonos de lleno en la final. Muchas veces se ha dicho que la actitud define el otro segmento de la torta en ese espacio donde la preparación y el talento ya no tienen jurisdicción, o al menos chapucean sin consistencia si no van acompañas por la adecuada fuerza psicológica. Fue ese el elemento que en la final decantó todo a favor de Brasil, al punto de que los dirigidos por Del Bosque aludieran también a una cierta mala fortuna en el partido: "no nos salió nada y a ellos les salió todo". Y es que Brasil tenía mucho más que ganar que España. A los españoles se les escuchaba decir en sus declaraciones algo así como que sería bonito cerrar un ciclo de títulos conseguidos en el Mundial y las Eurocopas frente a Brasil y en su casa, en una de las cunas del fútbol, quizá la catedral o la meca de este deporte, el mismo Maracaná. Había un peso histórico de por medio muy grande, no es lo mismo enfrentar a la campeonísima Alemania en una estadium de Sudárica que chocar contra Brasil en el mismo Maracaná. No decimos que los jugadores de la roja lucieran intimidados, pero tenían algo de perplejos ante todo ese clima generado, esa grandiosidad, el peso invisible de la historia... A muchos se les había olvidado, nos referimos a la crítica, que España es una selección relativamente nueva en estas lides de la élite del fútbol mundial. Hasta el 2010 no había ganado ni un mundial, mientras que Brasil ganó su primera Copa del Mundo en 1958. Brasil tiene 5 estrellas en la polera oficial, España sólo lleva una, la más reciente. En términos de historia, de lo que cada equipo representa para el Fútbol, el ente Fútbol, Brasil es muy superior. Estoy seguro que Felipe Scolari apeló a este recurso de alusión a la historia para motivar a sus jugadores: Brasil es el equipo más grande de la historia, jugamos una final en nuestra casa, frente a nuestra gente, estamos a un año de organizar un Mundial en nuestro país, y vienen ahora los españoles que recién se están asentando en este lugar que nosotros tantos años conocimos, ¿y pretenden que van a ganarnos? Hay que tener coraje para dejar abierta esa posibilidad frente a un brasileño. Felipao debió haber pedido cierta rabia al salir al campo de juego, cierto coraje por el simple hecho de que el mundo considere que Brasil iba a dejar que le quiten la copa confederaciones en s propio terreno.
Y así salió la verdeamarelha como una aplanadora. La estrategia, pases largos, que salten las líneas ràpido, como en el primer gol, pelotazo desde la defensa, David Luiz a la punta allá arriba, donde Hulk la mató con el pecho y se acomodó para emplear su aguijón. Los jugadores del medio de España recién estaban llegando de vuelta hacia su área para efectuar coberturas cuando Hulk sacó rápido un centro perfecto al área, donde Neymar y Fred estaban 1-1 con sus defensores. Las chances de que algo saliera de esa bola eran muy grandes, y así fue, con un Fred muy hambriento y atento para embocar la primera bola en las redes estando todavía caído en el pasto. Primer grito de gol y delirio en las tribunas, era un aliciente grande para creer que sería un partido emocionante, y que Brasil tenía reales chances de llevarse la victoria.
Después Brasil siguió desarrollando la estrategia planteada por la comisión técnica, un periodista español de El País ha escrito con acierto que se trataba de un modo de juego similar al más bestia de los equipos de Mourinho, cuando arrasaba a los peores equipos del Barcelona. Y así, Brasil esperaba agrupado en medio del campo, pero como si fuera una emboscada, porque apenas la recuperaban cabalgaban en los trancos de Paulinho, Luis Gustavo y el mismo Hulk hacia el área rival, creando una sensación de peligro constante. En cierto momento, muy rápido, los españoles ya tenían claro que debían ser cautelosos, lo cual les obligaba a tener la bola la mayor parte del tiempo con más intención de retención que de creación en vistas de progresar posiciones en la cancha.
Recuerdo que en la final del Mundial de Sudáfrica del 2010, Holanda había jugado de una manera algo similar, de hecho había planteado una estrategía de neutralización muy interesante. Si Robben no hubiera desperdiciado aquel mano a mano frente a Casillas, seguramente estábamos hablando de otra historia hoy. Pero ganó España, merced también a su mayor aguante, a su mejor banca y su convicción asentada en la paciencia. Pero notamos que Holanda no tenía las armas del juego brasileño, es decir, no tenían la misma técnica para discutir la posesión de bola y al mismo tiempo, saber cuidarla y tratarla con técnica del más alto nivel. En el ítem del cuidado del balón, España ha superado a prácticamente todas las selecciones contra las que ha jugado. Pero contra Brasil no podía pretender aquello, eso era una verdadera ofensa. Y tenían por ello razón los pentacampeones en jugar con furia. Combinaron la furia a momentos de lucidez y de juego con toques, pero la estructura soporte de ello fue el juego aguerrido, de presión, de choque, muy físico, como diciendo algo sin decirlo, cuestión de actitud. Brasil jugaba un partido eléctrico, tenía la obligación de ganarlo por hacer respetar su localía, y sobre todo porque era el trampolín emocional rumbo al próximo Mundial, era el día en que debían oficializarse el matrimonio entre la torcida y esta hace poco desacreditada selección. Felipao sabía que se jugaba todo ello, y en cada gol los jugadores fueron a renovar ese lazo con la hinchada, conmemorando las tres estocadas con su gente que bailaba en delirio colectivo.
Pocos nos esperábamos un resultado tan abultado, también porque la selección española es una gran competidora, y difícil es aplacarle el espíritu en un espíritu a sus jugadores de tanto kilometraje. Pero es cierto que varias de sus piezas claves estaban algo quemadas después de la temporada de Liga y Champions. España jugó un día después su llave de semifinal, tuvo un día menos de descanso, pero eso no es mucha novedad, normalmente eso le pasa a uno de los finalistas en torneos internacionales. En realidad los españoles no llegaron con la misma motivación con la que fueron a jugar la última Eurocopa, un poco porque no sabían de lo que les esperaba, fue todo bien nuevo, y en mente sólo habían venido a jugar la final contra el anfitrión. No fue un torneo en sí, nunca calentaron propiamente durante el torneo, siendo poco exigidos. Se toparon con Italia ya ya estaban algo fríos, sólo pasaron por los penales después de una agonía prolongada. Para el día de la final parecía que ya habían gastado sus tanques de reserva. Podían haber llevado el partido a base de su oficio y talla de campeones, muy bien merecida, pero Brasil sorprendió con una energía que desbordaba la importancia que ellos le habían atribuido al torneo. No pasará lo mismo en la copa del mundo, donde los españoles sabrán muy bien qué se están jugando cada partido. Y así como en el boxeo existe muchas veces un mal oponente, estilísticamente hablando, para el más pintado de los campeones así también creemos que Brasil, un Brasil enérgico y contundente, no es un buen rival por estilo para España, es el peor rival para el cual no está preparada del todo. No es una casualidad que desde el 2008 hasta la final de la confederaciones, en su paso tan laureado por competiciones internacionales, los dirigidos no hayan enfrentado nunca a Brasil. Sólo cuando lo hicieron probaron el sabor de una bebida muy diferente, y entendieron quizás que no son los dueños del rayo, y que tendrán que exigirse al máximo si desean pasar por encima de esta selección brasileña que lleva la marca de los equipos de río grande del sur que dirigió Felipao Scolari.
Metámonos de lleno en la final. Muchas veces se ha dicho que la actitud define el otro segmento de la torta en ese espacio donde la preparación y el talento ya no tienen jurisdicción, o al menos chapucean sin consistencia si no van acompañas por la adecuada fuerza psicológica. Fue ese el elemento que en la final decantó todo a favor de Brasil, al punto de que los dirigidos por Del Bosque aludieran también a una cierta mala fortuna en el partido: "no nos salió nada y a ellos les salió todo". Y es que Brasil tenía mucho más que ganar que España. A los españoles se les escuchaba decir en sus declaraciones algo así como que sería bonito cerrar un ciclo de títulos conseguidos en el Mundial y las Eurocopas frente a Brasil y en su casa, en una de las cunas del fútbol, quizá la catedral o la meca de este deporte, el mismo Maracaná. Había un peso histórico de por medio muy grande, no es lo mismo enfrentar a la campeonísima Alemania en una estadium de Sudárica que chocar contra Brasil en el mismo Maracaná. No decimos que los jugadores de la roja lucieran intimidados, pero tenían algo de perplejos ante todo ese clima generado, esa grandiosidad, el peso invisible de la historia... A muchos se les había olvidado, nos referimos a la crítica, que España es una selección relativamente nueva en estas lides de la élite del fútbol mundial. Hasta el 2010 no había ganado ni un mundial, mientras que Brasil ganó su primera Copa del Mundo en 1958. Brasil tiene 5 estrellas en la polera oficial, España sólo lleva una, la más reciente. En términos de historia, de lo que cada equipo representa para el Fútbol, el ente Fútbol, Brasil es muy superior. Estoy seguro que Felipe Scolari apeló a este recurso de alusión a la historia para motivar a sus jugadores: Brasil es el equipo más grande de la historia, jugamos una final en nuestra casa, frente a nuestra gente, estamos a un año de organizar un Mundial en nuestro país, y vienen ahora los españoles que recién se están asentando en este lugar que nosotros tantos años conocimos, ¿y pretenden que van a ganarnos? Hay que tener coraje para dejar abierta esa posibilidad frente a un brasileño. Felipao debió haber pedido cierta rabia al salir al campo de juego, cierto coraje por el simple hecho de que el mundo considere que Brasil iba a dejar que le quiten la copa confederaciones en s propio terreno.
Y así salió la verdeamarelha como una aplanadora. La estrategia, pases largos, que salten las líneas ràpido, como en el primer gol, pelotazo desde la defensa, David Luiz a la punta allá arriba, donde Hulk la mató con el pecho y se acomodó para emplear su aguijón. Los jugadores del medio de España recién estaban llegando de vuelta hacia su área para efectuar coberturas cuando Hulk sacó rápido un centro perfecto al área, donde Neymar y Fred estaban 1-1 con sus defensores. Las chances de que algo saliera de esa bola eran muy grandes, y así fue, con un Fred muy hambriento y atento para embocar la primera bola en las redes estando todavía caído en el pasto. Primer grito de gol y delirio en las tribunas, era un aliciente grande para creer que sería un partido emocionante, y que Brasil tenía reales chances de llevarse la victoria.
Después Brasil siguió desarrollando la estrategia planteada por la comisión técnica, un periodista español de El País ha escrito con acierto que se trataba de un modo de juego similar al más bestia de los equipos de Mourinho, cuando arrasaba a los peores equipos del Barcelona. Y así, Brasil esperaba agrupado en medio del campo, pero como si fuera una emboscada, porque apenas la recuperaban cabalgaban en los trancos de Paulinho, Luis Gustavo y el mismo Hulk hacia el área rival, creando una sensación de peligro constante. En cierto momento, muy rápido, los españoles ya tenían claro que debían ser cautelosos, lo cual les obligaba a tener la bola la mayor parte del tiempo con más intención de retención que de creación en vistas de progresar posiciones en la cancha.
Recuerdo que en la final del Mundial de Sudáfrica del 2010, Holanda había jugado de una manera algo similar, de hecho había planteado una estrategía de neutralización muy interesante. Si Robben no hubiera desperdiciado aquel mano a mano frente a Casillas, seguramente estábamos hablando de otra historia hoy. Pero ganó España, merced también a su mayor aguante, a su mejor banca y su convicción asentada en la paciencia. Pero notamos que Holanda no tenía las armas del juego brasileño, es decir, no tenían la misma técnica para discutir la posesión de bola y al mismo tiempo, saber cuidarla y tratarla con técnica del más alto nivel. En el ítem del cuidado del balón, España ha superado a prácticamente todas las selecciones contra las que ha jugado. Pero contra Brasil no podía pretender aquello, eso era una verdadera ofensa. Y tenían por ello razón los pentacampeones en jugar con furia. Combinaron la furia a momentos de lucidez y de juego con toques, pero la estructura soporte de ello fue el juego aguerrido, de presión, de choque, muy físico, como diciendo algo sin decirlo, cuestión de actitud. Brasil jugaba un partido eléctrico, tenía la obligación de ganarlo por hacer respetar su localía, y sobre todo porque era el trampolín emocional rumbo al próximo Mundial, era el día en que debían oficializarse el matrimonio entre la torcida y esta hace poco desacreditada selección. Felipao sabía que se jugaba todo ello, y en cada gol los jugadores fueron a renovar ese lazo con la hinchada, conmemorando las tres estocadas con su gente que bailaba en delirio colectivo.
Pocos nos esperábamos un resultado tan abultado, también porque la selección española es una gran competidora, y difícil es aplacarle el espíritu en un espíritu a sus jugadores de tanto kilometraje. Pero es cierto que varias de sus piezas claves estaban algo quemadas después de la temporada de Liga y Champions. España jugó un día después su llave de semifinal, tuvo un día menos de descanso, pero eso no es mucha novedad, normalmente eso le pasa a uno de los finalistas en torneos internacionales. En realidad los españoles no llegaron con la misma motivación con la que fueron a jugar la última Eurocopa, un poco porque no sabían de lo que les esperaba, fue todo bien nuevo, y en mente sólo habían venido a jugar la final contra el anfitrión. No fue un torneo en sí, nunca calentaron propiamente durante el torneo, siendo poco exigidos. Se toparon con Italia ya ya estaban algo fríos, sólo pasaron por los penales después de una agonía prolongada. Para el día de la final parecía que ya habían gastado sus tanques de reserva. Podían haber llevado el partido a base de su oficio y talla de campeones, muy bien merecida, pero Brasil sorprendió con una energía que desbordaba la importancia que ellos le habían atribuido al torneo. No pasará lo mismo en la copa del mundo, donde los españoles sabrán muy bien qué se están jugando cada partido. Y así como en el boxeo existe muchas veces un mal oponente, estilísticamente hablando, para el más pintado de los campeones así también creemos que Brasil, un Brasil enérgico y contundente, no es un buen rival por estilo para España, es el peor rival para el cual no está preparada del todo. No es una casualidad que desde el 2008 hasta la final de la confederaciones, en su paso tan laureado por competiciones internacionales, los dirigidos no hayan enfrentado nunca a Brasil. Sólo cuando lo hicieron probaron el sabor de una bebida muy diferente, y entendieron quizás que no son los dueños del rayo, y que tendrán que exigirse al máximo si desean pasar por encima de esta selección brasileña que lleva la marca de los equipos de río grande del sur que dirigió Felipao Scolari.
martes, 16 de julio de 2013
A LA ESPERA DE ANDERSON SILVA
¿Qué le pasó a Anderson Silva en su primera derrota en el UFC hace unos días? Se trata de una pregunta que parece no tener respuesta clara. La mayoría de las reacciones han tenido que ver con una crítica a la soberbia de Silva. Pero bajar las manos no es un defecto para peleadores como él; el golpe con el que Weirdman lo cazó no fue nada sorprendente, un gancho común que tranquilamente podría haber esquivado la araña Silva. El problema es que eligió esquiva pasiva con los pies plantados sobre el suelo sin intentar una contra. Muchos decíamos que Silva llevaba elementos del Jeet Kune Do de Bruce Lee al UFC, pero en esta ocasión lo olvidó. Me parece que estaba intentando medir a Weirdman, observar sus movimientos, sus combinaciones y velocidad. Puede verse en la repetición que cuando Weirdman lo ataca toma un riesgo, queda más expuesto a las contras de Silva, y su ejecución de los golpes no es perfecta. Tal parece que Weirdman conectó un gancho de izquierda pequeño que incomodó a Silva, en ese momento hizo su payasada y por hacerlo recibió otro, luego falló la derecha y finalmente vino un gancho más de izquierda que fue el que lo tiró. Es decir, fueron tres ganchos en la misma área de la quijada los que sacaron a la araña Silva de la pelea. Es casi como si hubiera estado pidiendo para ser knockeado, o quería comprobar la dureza de su quijada.
El mérito de Weirdman, el gran mérito, estuvo en la actitud que tuvo de ir hacia adelante como si estuviera peleando contra cualquier otro peleador. No mostró ningún rasgo de temor ni de molestia por las provocaciones de Silva. Él mismo dijo después de la pelea que tenía esperado que Silva hiciera eso para ganarle mentalmente. Antes de la definición, el americano todavía intentó una patada alta circular a la cabeza, que Silva esquivó tirando la columna para atrás. Peligro.
Mientras Silva se conformaba con atacar las piernas de Weirdman sin consistencia, el americano avanzaba y parecía tramar algo. Silva lo tenía controlado usando su pie adelantado en forma de patada lateral y chequeando con la mano adelantada el jab de Weirdman. Pero el acabose llegó en unos segundos, fue a partir de que Silva cambió de guardia. Peleaba como aburrido. Ahí fue donde recibió el primer gancho zurdo al mentón. Aguantó. Se puso a hacer payasada. Ahí estuvo la diferencia porque Weirdman no tomó precauciones de retroceso en ese momento, sino que fue hacia adelante y conectó un gancho más que entró solido. Después el tercer gancho entró justo cuando Anderson iba hacia la mano izquierda de Weirdman. Difícilmente una quijada iba a soportar esa seguidilla con los guantes de MMA.
El juego de provocaciones de Silva rayó en el descuido, no toda la pelea, solo en ese momento de cambio de guardia. Ahí no siguió una mínima pauta de lo que es el control de la distancia. Cuando Silva se puso a hacer su monería ya había sido tocado por un golpe directo, de modo que Weirdman se encontraba en el espacio donde podía llegar con potencia. No entendemos cómo Silva continuó su payasada en esa distancia, cuando lo propio era salir de ahí con juego de pies o bien cerrar la distancia, o al menos subir la guardia inmediatamente y usar la pierna adelantada o el jab para recuperar distancia. Anderson Silva tiene in sinfin de recursos para hacerle mucho daño a Weirdman. Por alguna razón creyó que debía sacar de su juego al americano en orden de poder ganarle. ¿Acaso lo consideró muy peligroso en cuanto a sus habilidades de contraataque? Quizás sí, y en parte ahí puede estar el mérito de Weirdman, que gozó de la preferencia de muchos peleadores profesionales a la hora de ver las apuestas, y eso generó un clima de peligro pocas veces visto en la carrera de Silva.
Otra respuesta que se me ocurre es que Silva cayó en el error de creerse demasiado la comedia del UFC. Tiene 38 años y se conoció previo a esta pelea que había firmado un contrato para 10 peleas más. Todos esperaban la pelea con Jon Jones, pero era un misterio. En todo caso, Anderson Silva, que casi siempre sorprendía por su compostura y su relajación, perdió todas esas características que lo hacían descollar como verdadero artista marcial. La noche donde entregó su invicto de manera tonta lució simplemente como un competidor más, un hombre hambriento por la victoria, poco cuidadoso del respeto que se debe tener hacia las antiguas fuerzas de los dioses de la guerra. Aquel día Anderson lució desconectado, en todo el sentido de la palabra. Vestía su clásico short amarillo con negro, pero él no era él, sólo su dibujo, un cuerpo sin alma, poca motivación de estar ahí dentro. Incluso la maniobra que hace para esquivar el último golpe, tirándose atrás exageradamente, es muy rara, no pertenece a su estilo.
Está confirmada la revancha para diciembre de este año. Se impone la necesidad de que Anderson despache a ese peleador, que por lo demás luce como un verdadero campeón, de modo que no queden dudas sobre su nivel y su actualidad. Anderson es dueño del mejor jab de la historia de la MMA, probablemente también tenga el mejor juego de clinch, sus codos son tan peligrosos como los de Jon Jones, y en cuanto a patadas tiene el arsenal más variado, desde el Muay Thai hasta patadas de fantasía del Kung Fu. Tiene todo para darle una pelea de infierno a Weirdman, sin asumir de entrada que es superior, sino trabajando la pelea, haciéndole daño, haciendo que Weirdman tenga que lidiar con algo que nunca antes ha visto en una sesión de sparring. Eso es por lo que los fans pagamos para ver esta pelea. Lo demás, aquella derrota, fue un robo, la araña no estuvo ahí.
En todo caso, si ha de retirarse, como se especula, esperemos que su retiro no siga los derroteros de un boxeador que él y nosotros admiramos ampliamente: Roy Jones Jr.
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