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sábado, 29 de diciembre de 2012

EL CONCEPTO JEET KUNE DO





Por: Jorge Luna Ortuño 

-         Now, what is this thing you do?
ºIn Cantonese, Jeet Kune Do: the way of the intercepting fist.
-         Intercepting fist ah…?
º Or foot. Come on, touch me, anyway you can.
You see. To reach me, you must move to me, your attack gives me an opportunity to intercept you. In this case, I use my longest weapon, my side kick, against your nearest target, your knee-cap. This could be comparable to your left jab in boxing, although is much more damaging
-         I see, and speeking of boxing…
º Ohh, now I intercept your emotional tenseness. You see, from your thought to your fist, how much time was lost?[1]

 En 1971 Bruce participó en la serie “Longstreet”, oportunidad que aprovechó para difundir su visión acerca de las artes marciales[2], y presentar un nuevo concepto: Jeet Kune Do, que en cantones significa: el camino del puño interceptor. Se trata de un nuevo concepto, interceptar, que en el vocabulario de la lengua española puede entenderse básicamente de tres maneras: 1) Apoderarse de una cosa antes de que llegue a su destino. 2) Detener una cosa en su camino. 3) Obstruir una vía de comunicación. 

Apoderarse de una cosa antes de que llegue a su destino. Apoderarse del movimiento y de la intención que el oponente ha dado inicio. Captar esa energía, dejarse afectar por ella a partir de un grado alto de sensibilidad del cuerpo sin órganos. Ver sin los ojos, sentir sin la piel. Captar el inicio de ese movimiento, y encauzarlo dándole un fin. El agresor inicia un movimiento por el que él mismo acaba siendo alcanzado. Uno se limita a ser una receptividad pura, una conciencia impersonal a-subjetiva. 

Detener una cosa en su camino. En este punto el concepto de interceptar expresa una concepción más activa de la pelea. En las artes clásicas, como en el Karate, se efectúan bloqueos pasivos y en un segundo momento se encadena un golpe o un atemi. En el caso del Aikido, la idea es no oponer resistencia, sino absorber una energía en mal uso para devolverla a su flujo natural de circulación; pero esta es en  cierta forma una manera pasiva de ver el combate porque el aikidoka tiene que esperar el ataque. Como en una película, o en una puesta de teatro, cada actor puede irse moviendo y desarrollando su personaje solo en la medida que la línea del otro actor le permite expresar sus propias líneas como respuestas o reacciones. Sucede lo mismo con el practicante de Aikido: tiene que esperar, no toma la iniciativa porque nunca es el agresor. Aquí esta la diferencia implícita en el concepto de interceptar. En JKD uno puede tomar la iniciativa sin ser el agresor, es lo que Bruce llamaba la defensa agresiva, esto es interceptar. Las posturas, los movimientos, y las contras se encargan de detener la progresión del movimiento ganando en la línea que arremete, de esta forma, la mejor defensa no requiere de esperar un ataque, sino de mantener al adversario defensivo en su interior.

Obstruir una vía de comunicación. En una pelea también se pueden trazar cartografías, o planos; entre los peleadores se puede trazar líneas rectas, curvas, diagonales, circulares, etc., son las líneas posibles entre ellos. Para interceptar hay que montarse en estas líneas, obstruirlas, y la principal obstrucción se realiza en la distancia más corta a recorrer entre dos puntos: la línea recta. A partir del Wing Chun, el concepto que Bruce Lee toma es el de “la línea del centro” (li sien dar), una línea que se puede trazar desde la nariz hacia el tabique del adversario. La primera cuestión es predominar en esta línea, anticipar cualquier posible intento de ocuparla, ser el primero.  Es el camino que sigue el puño que intercepta, lo mismo que la patada lateral, o el jab de dedos, hay que recorrerla.

Bruce continua: “to reach me, you must move to me. That gives me an opportunity to intercept you”[3].

Cuando la distancia es amplia, el contrario que ataca necesita de algún tipo de preparación[4], y los patrones de entrenamiento de la mayoría de los sistemas enseñan a preparar el ataque con golpes cortos y precavidos, como el jab, o la patada frontal. Son ataques simples que, de manera cauta, buscan abrir una entrada, y crear una abertura para iniciar un ataque. Esta es una primera consideración que un buen luchador debe hacer cuando quiere interceptar a su oponente: tiene que atacarlo en el momento en que está preparando su ataque. Para esto debe utilizar ataques de primera línea, por ejemplo, lanzar una patada lateral a la espinilla para interceptar un jab. La idea es que el arma más larga se lanza hacia el blanco[5] más cercano. Se opone un golpe de poder (que es bastante destructivo y que puede llegar con mucha potencia), contra un golpe de tanteo que sirve para iniciar un ataque o abrirle paso al verdadero golpe destructivo. Es por eso que el practicante de JKD funciona a otra velocidad, trata siempre de estar un paso adelante, por eso, en su no-estilo es capaz de concebir el inicio de un ataque con un golpe de poder, por ejemplo, de abrir una combinación con un gancho-horizontal (crochet) con la mano adelantada en lugar de un jab. Esta es una cuestión completamente heterodoxa que no se encontrará en los manuales de boxeo. Pocos ejemplos tan claros como aquella forma de golpear de Roy Jones en sus mejores años.  [6]  

 Hay que interceptar el movimiento, no el golpe. Hay que encontrarse con el movimiento del oponente, casi como cuando uno se encuentra con un tono musical, con un color, con una idea.

 Interceptar es anticiparse al oponente física, mental y emocionalmente. Requiere de unas cualidades extraordinarias. Requiere de gran velocidad de percepción, de un estado de alerta altamente desarrollado, de una capacidad de anticipación extraordinaria, de una sensibilidad o capacidad de ser afectado instantánea y de una velocidad de reacción sumamente corta.

  Adaptarse[7] al oponente quiere decir, entrar en una zona de vecindad[8] en la que ya no se puedan distinguir los movimientos como pertenecientes a un individuo, desaparecen los posesivos “tuyos”, “míos”. Uno se sincroniza perfectamente al oponente, es como entrar en una atmósfera controlada en la que ambos se difuminan y solo quedan conexiones de energía, ondas o frecuencias; se genera una sintonía común entre ambos, y una vez captada solo queda moverse en ella[9]. Suena muy artístico, pero es realmente así, es similar a la danza. Hay que dejar que el cuerpo se mueva según el ritmo y la cadencia que encuentre en su relación con el oponente.

 El JKD es un arte de expresión total, una forma de moverse según una lógica de sensaciones. De los gritos desesperados de la organización, se pasa a los cantos de la vitalidad no-orgánica. Se establece un ritmo, se escucha la música del cuerpo y se mueve según esas oscilaciones y compases. Bruce quiere graficar esto en sus películas, la velocidad de sus golpes esta conectada con los sonidos que emite. Hay un devenir que se esta expresando en él a cada momento. En “El retorno del Dragón”, en la épica pelea contra Chuck Norris en el coliseo romano, podemos ver a un gato que acompaña la escena de combate, y que en cierta forma es un protagonista. Primero, su grito da inicio a la pelea, y Tang Lung arremete con una serie de patadas laterales. Al principio el campeón de Kárate está ganando la pelea, de modo que Tang Lung se ve forzado a hacer algo diferente. Comienza a fluir y a dotarse de fuerzas animales que lo recorren, en cierta forma el gato expresa todo eso. Entonces comienza a bailotear, y desplazarse en círculo esquivando ágilmente y con gran estilo las patadas del karateka. Es una escena que se muestra en otro tiempo, nos recuerda al juego e pies de Muhammad Alí, y representa el punto “bisagra” en la pelea.

El gato se pone a jugar con una pequeña piedra, mientras Tang Lung comienza a jugar con su oponente, está cogido en un devenir-gato, es afectado por su agilidad, y su percepción.  Se dota de una fuerza animal para ponerse en control del combate. En ese momento comienza a atacar utilizando fintas y un ritmo roto, Bruce quiere mostrar una expresión total y honesta de un verdadero luchador. Su personaje se mueve libremente, sin ataduras, parece que estuviera flotando, en completo dominio de la distancia, avanza y retrocede, entra y sale, y grita como un gato, y luego como un pájaro, pues está cogido en un devenir-animal.

Casi al terminar la pelea ejecuta una tremenda combinación de golpes de puño al cuerpo que termina con un empujón para darse espacio, y encadenarla con una violenta patada circular a la cara, casi como un chicotazo. En toda esa secuencia Tang Lung va coordinando la velocidad de sus golpes con el sonido y la intensidad de sus gritos. Sus gritos son una especie de soplos, soplos de vida y funcionan como un cronómetro de velocidad variable.

Estas variaciones no se pueden percibir a partir de los estilos clásicos, porque estos funcionan como cronómetros a velocidad uniforme. Los estilos clásicos enseñan a pelear mediante katas, formas, rutinas, con lo que se limitan a expresar en términos antiguos algo que esta vivo. ¿Qué pasa cuando la Sinfónica de Paris toca la 9º Sinfonía de Beethoven? ¿Expresa algo vivo en términos antiguos? John Cage[10] ha explorado en estos temas, por ejemplo, para describir el rol del director de orquesta, Cage emplea el término: cronómetro a velocidad variable, reprochándole al director clásico de orquesta serlo a una velocidad uniforme. A velocidad uniforme se sigue un tiempo lineal, en el que se sigue una sucesión de notas. Es por esto que los practicantes de  Karate se ven tan rígidos, y parecen robots, o seres mecanizados: bloqueo-puño-patada-bloqueo.

Muhammad Alí se burlaba de  George Foreman por la monotonía en el ritmo de sus ataques, le parecía un peleador completamente previsible, por lo que decía que no tenía que preocuparse por la potencia de sus golpes. Haces pasar la derecha y ya sabes exactamente a que velocidad viene la izquierda, puedes pararte a esperarla y esquivarla justo antes de que llegue. Así se mofaba Alí, y esto se pudo comprobar plenamente cuando le propinó su primera derrota a Foreman en aquella legendaria pelea en Zaire, Kinchasa (1974) 


En un combate, un mismo movimiento de la obra puede ser interpretado a velocidades completamente diferentes. Como dice José María Fraguas, el director de Cinturón Negro: “el JKD y la idea de Lee se pueden asemejar con los músicos de Jazz, aún teniendo un esquema para representar su canción, pueden incluir notas y hacer “solos” que liberan esa pieza de los límites clásicos”[11] Los movimientos son en sí mismos planos sobre los que se producen fugas, y emancipaciones por todos lados. Todo buen peleador tiene su propio ritmo[12], y pelea según él, pero también sabe generar fugas en su interior. Esto es lo que Bruce denominaba el ritmo roto.

Movimiento-música-territorio, las tres cosas van juntas.

El JKD tiene mucho que ver con la música, habría que dedicarle un capítulo. Bruce también efectúa cartografías: “observa la concentración de tu contrario como si fuese un gráfico, y ataca en las depresiones, en sus momentos de irresolución”[13]


De hecho, Bruce Lee relacionaba mucho su entrenamiento con la música[14]. 

Una vez más unas líneas de Longstreet: Listen to the music. Related with that. There are two movements but they are kind of one movement. Son palabras de Bruce Lee. Asimismo, el ejercicio que se aconseja en el libro rojo del Método de Combate de Bruce Lee para ejercitar el estado de alerta: al menor movimiento del otro emitir una exhalación, un gesto, o un sonido, para aumentar la velocidad de ejecución. El artista marcial, a parte de unos reflejos entrenados, debe también tener oído, al igual que un escritor.

La  sensibilidad la entendemos aquí un poco en términos de Kant. Se percibe lo que el cuerpo de antemano tiene la capacidad de percibir.

Anticipar el movimiento del oponente. “de la mente al brazo pasa mucho tiempo” hay que saber interceptar el movimiento del oponente dentro ese tiempo. En “Operación Dragón” nos muestra esta aplicación. Se encuentra frente a frente con Bob Wall. Ambos mirándose a los ojos, es como si el tiempo se congelara. Se entra en una zona de vecindad con el oponente. Bruce no le da tiempo ni de pestañar, a la menor variación pasa de estar en reposo a moverse con destellante velocidad, de cero a mil por hora. Bob intenta iniciar su ataque y una milésima de segundo después todo lo que siente es el estallido de un puño en su cara. Eso es interceptar física y mentalmente.   

Ahora, no hay que tomarlo literalmente, puedes usar el puño, el pie, o cualquier otra parte de tu cuerpo que te resulte útil para interceptar. Lo importante es que Bruce esta expresando un movimiento en el nombre mismo del concepto[15]. No importa el practicante, el estilo, y no importa mucho que sea un puño, un codo, o un dedo. Lo que interesa es expresar el movimiento: “El devenir interceptor del puño”, o del pie. Lo importante no es el puño, sino lo que deviene: interceptor; y esto sucede en un movimiento que queda captado en el concepto. Por eso Bruce utiliza la expresión, el camino, porque se trata de captar en un concepto el movimiento, algo que sucede “entre” las cosas, y no en las cosas. Y detrás de este concepto se construye una maravillosa forma de pensar, que le puede servir a cualquier artista marcial, y en general, a cualquier ser humano que lo capte.

Interceptar es un ataque y una defensa a la vez. No es puramente duro, ni es puramente suave.

Por otro lado, un artista marcial debe entrenarse para ser capaz de lanzar golpes que no puedan ser interceptados. El golpe ininterceptable o que no puede ser interceptado

 Lanzar un golpe vertical no se trata solamente de interceptar un golpe con la idea de evitar un golpe. No es la negación, una oposición, un rechazo del ataque, o una manera de evitar ser golpeado. Se trata de golpear cuando realmente se tiene que golpear. Sucede como una afirmación positiva, y no como una negación o reacción. Esto significa que en el momento que lo lanzas estas realmente expresándote honestamente a ti mismo. Bruce Lee se preguntaba: ¿Como puedo aprender en el proceso a utilizar mi cuerpo de modo que me pueda entender a mi mismo?

¿Pero que es uno mismo? Ahí continúa la secuencia que es el concepto de JKD.



[1] Este diálogo corresponde a un capítulo de la serie Longstreet, en la que el personaje de Bruce Lee está explicando en qué consiste su arte.
[2] Bruce consideraba al cine y la televisión como medios para educar a la gente en lo que son las artes marciales.
[3]“Para tocarme tienes que moverte hacia mí. Eso me da una oportunidad para que te intercepte”.

[4] Bruce Lee, “El Tao del Jeet Kune Do”. Pág. 65
[5] Muchos suelen pensar que el blanco más adelantado del oponente es su mano adelantada, pero no hay que confundir. Bruce consideraba sus blancos como los puntos más débiles y vulnerables del cuerpo humano: los ojos, la rodilla, la espinilla, el plexo solar, etc. 
[6] Un experto en este tema en el mundo del boxeo es Roy Jones Jr. Este peleador de Pensacola Florida  rara vez utiliza el jab para abrir un ataque, y en su lugar lanza golpes de poder directamente. Precisamente el gancho con la mano adelantada es su especialidad. Esto requiere claro un gran sentido de la distancia, excelente timing, y mucha velocidad en la ejecución de la técnica. Para los que quieran verlo recomendamos que revisen su pelea de 1994 por el título de los supermedianos contra James Toney
[7] Adaptarse, por ejemplo: adaptar la velocidad de ejecución de una finta a la velocidad de reacción del contrario
[8] Entrar en una zona de vecindad quiere decir que se produce un devenir entre ambos, que ingresan en una zona en la que ya no cabe diferenciarlos. Se produce algo que no tiene identidad, y es innombrable. Como el sonido que se produce al chocar dos espadas.
[9] Es como si tuvieran las manos y los pies pegajosos. De ahí que parte del entrenamiento sea el Chi-sao (manos pegajosas), que consiste en aprender a desarrollar una sensibilidad de los movimientos del otro, y adaptarse a ella.
[10] John Cage es conocido por haber efectuado una singular diagramatización para la música electro-acústica, en la que en lugar de tener un sucesión de notas, medible en un tiempo lineal o diacrónico, se tiene una especie de movimiento que produce un trazo, lo que permite producir tiempos de ejecución diferentes, tiempos de apertura, tiempos no limitativos, etc.
[11] José María Fraguas. Revista Cinturón Negro. Año V. nº57. “Bruce Lee, estilos y formas”
[12] Las artes marciales han estado acompañadas de la música siempre. Ahí podemos ver a los capoeritas que se mueven al ritmo de la batucada, respondiendo a un código que solo ellos entienden, graduando la velocidad sus movimientos con la velocidad de la música, como torbellinos delirantes movidos por el sonido del campanario. La gente brasileña lleva la música en la sangre con un intensidad singular, y no es casualidad que Brasil produzca a muchos de los mejores peleadores en todas las disciplinas. Y otro ejemplo es el de los peleadores negros, Muhammad Alí con su famoso grito de guerra “flota como una mariposa, pica como una abeja”, o los superveloces Roy Jones Jr, y Floyd Mayweather, ligados en su estilo a la cadencia pegajosa del rap, etc.
[13] Bruce Lee. “El Tao del Jeet Kune Do” p. 65
[14] Bruce es uno de los pioneros de los ejercicios aeróbicos tan conocidos en estos tiempos: cardio-box, aero-boxing, tae-bo, etc. El ya practicaba relacionando los ejercicios cardiovasculares adaptándolos a ciertos rítmos musicales.
[15] Sucede igual que cuando Deleuze recuerda al personaje principal del cuento de Kafka (Gregorio Samsa) en Metamorfosis. Él no dirá: “el hombre que deviene cucaracha”, porque lo que le interesa expresar es el movimiento, lo que recorre, lo que esta aconteciendo. Entonces dirá: “el devenir cucaracha del hombre”. Es el verbo lo que interesa, y el niño, que aparecía como sujeto de la oración, aparece como predicado cuando se habla en términos de devenir, esto expresa el movimiento, lo que esta ocurriendo.

El amor como plano inmanente


Osho tiene la palabra. Texto extraído del libro "El Tao de los tres tesoros".

El maestro Osho


 Pregunta:
Has hablado de la armonía de los opuestos. Yo siento que el odio
mata al amor, y que la ira mata a la compasión; los extremos luchan
en mi interior. ¿Cómo puedo encontrar la armonía?

Osho: Estás completamente equivocado. Si el odio matase al amor, y la ira matase a la compasión, entonces no habría ninguna posibilidad ‑no habría ninguna posibilidad de que existiese el amor o de que existiese la compasión. Entonces estarías atra­pado, entonces no podrías salir de ello. Has vivido con odio durante millones de vidas ‑esto habría matado ya a la compasión. Pero mira... el amor sigue ahí. El odio viene y va pero el amor sobrevive; la ira viene y va pero la compasión sobrevive, el odio no ha podido matar al amor; la noche no ha podido matar al día; la oscuridad no ha sido capaz de asesinar a la luz. No, to­davía sobreviven.
Así que lo primero que hay que comprender es que no los han matado. Esto es una cosa. 'Y la segunda sólo será posible más adelante, cuando ames realmente. Tú no has amado real­mente, ese es el problema, no el odio ‑el odio no es el problema. Tú no has amado realmente. La oscuridad no es el problema ‑no tienes luz. Si hubiese luz, la oscuridad desaparecería. No has amado. Fantaseas, imaginas, sueñas, pero no has amado. Ama. Pero no estoy diciendo que con sólo amar el odio desapa­recerá inmediatamente. No. El odio luchará, el odio peleará. Todo el mundo quiere sobrevivir. Cuanto más ames, más fuerte vendrá el odio. Pero te sorprenderá descubrir que el odio viene y va, pero no mata al amor; por el contrario, hace que el amor sea más fuerte, porque el amor también puede absorber al odio. Si amas a una persona, en algunos momentos puede que la odies, pero eso no destruye el amor; por el contrario, le aporta riqueza.
¿Qué es el odio en realidad? Es la tendencia a alejarse. ¿Qué es el amor? Es la tendencia a acercarse. El odio es la tendencia a separarse, la tendencia al divorcio; el amor es la tendencia al matrimonio, a estar cerca, a acercarse más, a hacerse uno. El odio es volverse dos, independientes; el amor es volverse uno, interdependientes. Siempre que odias, te alejas de tu amante,  de tu amado, pero en la vida ordinaria es necesario alejarse para re­gresar de nuevo. Es como cuando comes ‑tienes hambre y co­mes. El hambre se va porque has comido. Cuando amas a una persona es como la comida. El amor es comida ‑muy sutil, es­piritual, pero comida. Nutre. Cuando amas a una persona, el hambre se calma y te sientes saciado, entonces comienza de pronto el movimiento para alejarte y te separas. Pero entonces te sentirás hambriento de nuevo y querrías estar más cerca, aproximarte más, amar, caer el uno en el otro. Comes, y duran­te cuatro, cinco, seis horas te olvidas de la comida; no te quedas sentado en la cocina, no te quedas sentado en el comedor. Te vas, y seis horas después, de pronto comienza a regresar el hambre.
El amor tiene dos caras. El hambre y la saciedad. Tú con­fundes el hambre con el odio. Una vez que comprendes que no hay odio sino una situación para crear el hambre, entonces el odio se vuelve parte del amor y entonces enriquece al amor; entonces la ira se vuelve parte de la compasión y enriquece a la compasión. Una compasión sin posibilidad de ira será impo­tente, no tendrá energía ‑una compasión con posibilidad de ira, tiene fortaleza, vigor. Un amor sin posibilidad de odio, se vol­verá rancio, entonces el matrimonio parecerá una prisión, no puedes alejarte, pero un amor con odio tiene libertad ‑nunca se vuelve rancio.
Según mi matemática de la vida, los divorcios suceden por­que cada día los vais posponiendo. Entonces el divorcio va acu­mulándose y llega un día en el que el matrimonio ha sido mata­do  totalmente por él. Si me comprendes, te sugeriría que no es­peres divorciarte, vuélvete a casar cada día. Debería ser un ritmo, como el día y la noche, el hambre y la saciedad, el verano el invierno, la vida y la muerte. Debería ser así. Por la mañana amas. Por la tarde odias. Cuando amas, amas realmente, amas cuando odias, odias realmente; y de pronto encuen­tras su belleza. La belleza está en la totalidad. Un odio es bello, tan bello como el amor total; una ira total es bella, tan bella co­mo la compasión total. La belleza está en la totalidad.

La ira sola se vuelve fea, el odio solo se vuelve feo ‑es sólo un valle sin colina, sin la cima. Pero con la cima, el valle se convierte en un bello paisaje ‑desde la cima el valle se vuelve precioso, desde el valle la cima se vuelve preciosa. Te mueves. El río de tu vida se mueve entre estas dos orillas. Y poco a poco, cuanto más vayas comprendiendo las matemáticas de la vida, dejarás de pensar que el odio está en contra del amor. Es complementario. Y de­jarás de pensar que la ira está en contra de la compasión. Es complementaria. Entonces no pensarás que el descanso está en contra del trabajo ‑es complementario- o que la noche está en contra del día ‑es complementaria. Forman un todo perfecto.
Como no has amado, tienes miedo del odio ‑tienes miedo porque tu amor no es lo suficientemente fuerte, y el odio podría destruirlo. No estás seguro de si realmente amas o no, por eso tienes miedo al odio y a la ira: sabes que podrían echar por tie­rra toda la casa porque no estás seguro de si la casa existe real­mente o si es sólo una imaginación, una casa imaginaria, Si es imaginación, el odio la destruirá; pero si es real, el odio la hará más fuerte. Después de la tormenta desciende el silencio. Des­pués del odio los amantes están frescos de nuevo para caer el uno en el otro ‑completamente frescos, como si de nuevo se es­tuviesen encontrando por primera vez. Se encuentran una y otra vez, por vez primera una y otra vez.
Los amantes siempre están encontrándose por primera vez. Si te encuentras por segunda vez, el amor ya se está volviendo viejo, rancio. Se está volviendo aburrido. Los amantes que se ena­moran siempre cada día, se mantienen frescos, jóvenes; miras a tu mujer y ni siquiera puedes reconocerla, nunca la has visto antes ‑es tan nueva. Miras a tu hombre y parece un extraño. Te enamoras de nuevo.
El odio no destruye el amor, sólo destruye su ranciedad. Es una limpieza. Si lo comprendes, le estarás agradecido; y si pue­des estarle agradecido, has comprendido. Ahora nada puede destruir tu amor; ahora estás realmente enraizado por primera vez: ahora puedes absorber la tormenta y fortalecerte con ella, enriquecerte con ella.
No mires a la vida como una dualidad. No mires a la vida como un conflicto. No lo es. Yo lo sé ‑no lo es. Yo lo he experi­mentado ‑no lo es. Es una totalidad, una pieza, y todas las co­sas encajan en ella. Sólo tienes que descubrir cómo dejar que encajen, cómo permitirles encajar. Permíteles que encajen unas en otras. Es una bella totalidad.
Y si me preguntas, si existiese la posibilidad de un mundo sin odio, yo no lo elegiría; sería un mundo absolutamente abu­rrido, estaría muerto. Puede que fuese dulce, pero sería dema­siado dulce ‑anhelarías la sal. Si fuese posible un mundo sin ira, yo no lo elegiría,  porque la compasión sola, sin ira, no tendría vida. El opuesto aporta la tensión, el opuesto aporta el temple. Cuando el hierro ordinario pasa a través del fuego se convierte en acero; sin fuego no puede convertirse en acero. Y cuanto más alta sea la temperatura, mejor será el temple, la fuerza del ace­ro. Si tu compasión puede pasar a través de la ira, entonces cuanto más alta sea la temperatura de tu ira, mejor será el temple y la fuerza de la compasión.
Buda es compasivo. Es un guerrero. Desciende de la raza Kshatr¡ya, es un samurai. Debe haber tenido una vida llena de ira ‑y luego, de pronto, la compasión. Mahavira proviene de un clan Kshatr¡ya. De hecho, esto parece absurdo, pero tiene una cierta coherencia: todos los grandes profetas antes de la no ­violencia provenían de una raza Kshatr¡ya, ningún Brahmín ha predicado la no‑violencia. Sólo sabemos de un Brahmín, que es conocido como uno de los avataras, Parusharam. El era el hom­bre más violento que el mundo jamás ha visto ‑¡un Brahmín! ¡el más violento! Los veinticuatro teerthankaras de los jainas son todos Kshatr¡yas. Buda es un Kshatrjya. Todos ellos hablan de la no‑violencia, de la compasión, pero han vivido la violencia, conocen lo que es la violencia, la han atravesado. Incluso si un Brahmín trata de ser no‑violento, su no‑violencia puede ser profunda. Sólo un Kshatr¡ya, un guerrero, que ha vivido a través del fuego, tiene una compasión sólida, o la posibilidad de ella.
Así que recuerda, si los extremos luchan dentro de tu cora­zón, no elijas. Permite que ambos estén allí. Sé una gran casa, ten suficiente espacio en tu interior, no digas: "Tendré sólo compasión, no ira; tendré sólo amor, no odio". Así te empobre­cerás. Ten mucho espacio y deja que ambos estén allí.
Y no hay necesidad de crear una lucha entre ellos, porque no hay lucha. La lucha viene de la mente, de las enseñanzas, la educación, el condicionamiento. El mundo entero sigue di­ciéndote: "Ama. No odies". ¿Pero cómo puedes amar sin odiar? dice Jesús: "Ama a tus enemigos", y yo os digo: "Odia a tus amantes también", entonces se convierten en un todo completo. De otra forma el dicho de Jesús está incompleto. Jesús dice: "Ama a tus enemigos". El dice: "Ámales también". Pero falta la otra parte. Yo os digo: Odia a tus amigos y odia a tus amantes también, y no tengas miedo. Entonces poco a poco verás que no hay diferencia entre el enemigo y el amigo; porque odias y amas al enemigo, y amas y odias al amigo. Será sólo cuestión de que la moneda esté con la cara hacia arriba o hacia abajo.
Cuando el amigo es el enemigo y el enemigo es el amigo, las distinciones simplemente desaparecen.
No crees una lucha en tu interior, permite que ambos estén allí, ambos serán necesarios ‑con los dos tendrás dos alas, y entonces podrás volar.


RODOLFO WALSH EN UNAS LÍNEAS



Vivir la vida en varias líneas, esto es algo que no muchos logran en el transcurso de sus existencias. Una oficinista que llena papeles de trámite le preguntó en una ocasión al periodista argentino Rodolfo Walsh a qué se dedicaba. Walsh respondió: “escritor, periodista, militante político, todo eso a la vez”. La oficinista necesitaba sólo una cosa que lo defina por su actividad, sólo había una línea pensada para esa respuesta. Se cuenta que Walsh soñó con vivir tres vidas paralelas: una dedicada a la política, otra a la escritura, y otra a los afectos. Algunos lo entienden como un intento por tener tres vidas. ¿Una especie de esquizofrenia? Así les pasa a los descodificados. Nosotros diríamos mejor que se trataba de vivir la vida en tres líneas o más. Las líneas están enmarañadas, son inmanentes entre sí, movimientos en una provocan efectos en la otra. Lo interesante no está en constatar que Walsh las haya vivido simultáneamente, sino en darse cuenta de que cada línea está siempre implicada dentro la otra. Periodismo, novela o crónica, y militancia política, todas eran aristas de un mismo diagrama de trabajo, el diagrama-Walsh, y se ordenaban a partir de la actividad de la escritura. Si aprendemos a pensar así ya no es necesario preguntarse cuál va primero, ni priorizar la figura del escritor en desmedro de la del militante político, o de resaltar su faceta política y poner en segundo plano su actividad artística. Tal como en el caso de Marcelo Quiroga, no existe realmente una división entre la faceta política y la literaria. Marcelo quiso servirse de la literatura para construir su máquina de guerra, lo logró a medias y su obra quedó mucho menos desarrollada (de su segunda novela Otra vez marzo sólo alcanzó a redactar uno de los tres capítulos que tenía pensados); fue Walsh sin embargo, entre los dos, el que realmente pudo poner en funcionamiento esta máquina literaria dentro de la política contra las injusticias de la dictadura en Argentina. En su obra, cuando el lenguaje golpea con la contundencia de un martillo, esas líneas de vida resaltan como algo imposible de concebirse por separado, a no ser que sea para realizar ciertas puntualizaciones.

Rodolfo Walsh y Marcelo Quiroga tenían proyectos vitales. Habían consagrado su vida a un compromiso que iba más allá del trabajo circunstancial que estaban desempeñando, más allá de la necesidad de generar ingresos para sustentar sus vidas. Uno logra mantenerse, pero no es para eso para lo que se vive. Consigues el alimento para cada día con lo que ganas, pero lo que importa es: qué haces cada día con ese alimento que ingieres. ¿Qué haces con lo que comes? ¿Qué es lo que puede tu cuerpo después de haberse compuesto con tal o cual alimento? Zorba dice que algunos lo transforman en trabajo, otros en risa y buen humor, otros incluso lo transforman en Dios, y los más no pasan de convertirlo en excremento. ¡Qué desperdicio cuando un día te toca comer un gran banquete de carnes, salsas y vinos, pero luego no produces nada diferente a lo de todos los días!