La selección de fútbol de Brasil empató hoy 2-2 con su par de Inglaterra, en el encuentro de reapertura del mítico estadio Maracaná de Río de Janeiro. El partido sirvió también para inaugurar el camino de la selección pentacampeona del mundo hacia la Copa Confederaciones, que es la antesala del Mundial. En los portales brasileños se marcó el curioso paralelo entre la fase de construcción y retoque que viven tanto el Maracaná como la misma selección, que a un año de la Copa que los tendrá como anfitriones, todavía no tiene definido un esquema táctico ni un estilo de juego. De todos modos, Felipao Scolari, el técnico carismático de la verdeamarelha, se dirige con personalidad, no deja que lo presionen y da muestras de saber lo que está haciendo y hacia dónde quiere llegar. Así, la selección brasileña se apresta para disputar la Copa Confederaciones, con la preocupación de contar con jugadores algo cansados, como Óscar o Dani Alvez, que fueron muy utilizados por sus equipos en la recién concluida temporada europea.
Mismo así, el gran destaque de Brasil en la partida de esta tarde, durante el tiempo que jugó, fue Oscar. Lucas entró en su lugar el segundo tiempo, según decían comentaristas de la Rede O Glob, para no quemarlo por su cansancio acumulado. El momento que salió, el equipo perdió algo de dirección e impulso. Lucas es un jugador necesario, que entró bien, pero es más vertiginoso, no siempre juega en favor de la jugada, prefiere el arranque veloz antes que la jugada elaborada. Necesita de alguien que lo accione.
Con los cambios propios de la experimentación que hacía Scolari, quedó en cancha un equipo que se desordenó, que perdió su sentido de organización, una vez que Luis Gustavo, el de Bayer de Munich, fue reemplazado por Hernanes de la Lazio. No eran tanto fallas personales, sino un desafinamiento en el conjunto por mover las piezas. Marcelo hizo notar la diferencia con su ingreso, mismo sin estar en su mejor nivel aun, dio para ver que Brasil gana mucho con su presencia por la lateral izquierda. Digamos que por las laterales, donde Maicon es el único ausente de peso en esta convocatoria, el equipo brasileño está bien servido, y no tendrá mucho problema. En el medio, el trabajo de relevamiento y apoyo de los medias es prometedor, puede mejorar con un poco más de tiempo entrenando juntos. Paulinho se revela como motor y jugador versátil, Hernanes le da empuje al equipo, y Fernando que entró para poner un tapón en el medio nos hace recuerdo a Mauro Silva del 94 en cuanto al estilo y posición.
Ronaldo, el fenómeno, se estrenó como comentarista invitado de la Rede O Globo en la transmisión del partido. Una vez que Inglaterra se puso adelante en el marcador dijo algo interesante, y es que Scolari gusta mucho del 3-5-2, y que teniendo 3 grandes zagueros como David Luis, Thiago Silva y Dante, bien podría utilizar esa formación para dar más libertad a los del medio campo. En 2002, dirigidos por el mismo Scolari, ese dibujo táctico dio resultado, con Lucio, Roque Junior y Edimilson como líbero. Sin embargo, incluso jugando con 3 zagueros y un medio de marcación que era Gilberto Silva, Scolari requirió de un mediocampista de recuperación en el medio, que entró en el juego contra Bélgica y no volvió a salir. Dada la cobertura que se requiere por los laterales, y la protección de la zaga, a veces el 3-5-2 termina siendo más defensivo. Exige una eficiencia muy grande de los pocos que juegan a atacar.
¿Qué habrán pensado los españoles de la selección brasilera después de ver este partido? Todavía Brasil no asusta. Alcanzó a empatar con un golazo de Paulinho y al menos no perdió en casa, pese al resultado, dejó la sensación de que existe material con el cual trabajar. La mano de Scolari se notó principalmente en el primer tiempo, que el equipo jugó con intensidad y creó varias jugadas, casi sin dejar que llegue Inglaterra a inquietarlos más que en un tiro de Walcott. Adelante Neymar y Oscar comandaron las jugadas más peligrosas, Dani Alves se proyectó sin contar con un aliado por ese lado. Felipe Luis pareció algo inexperto para estas lides en la lateral izquierda. La zaga tranquila, comandada por Thiago Silva. El jugador más bajo, no sólo hoy, sino casi en todas las partidas de la selección, fue Hulk. No se entiende por qué tanto Mano Menezes como Scolari se empeñan en convocarlo. Su plaza hubiera sido ocupada mil veces mejor por Ronaldinho o Kaká.
El proyecto de Scolari se basa en la renovación del equipo. Quiere gente de sangre joven que pueda compensar la falta de jerarquía en algunos puestos con la intensidad de juego y la intimidad entre los compañeros. Quiere que se corra mucho en todos los sectores y se marque a presión. No se imagina un Ronaldinho cómodo en ese marco, tal vez por ello haya preferido no convocarlo.
Neymar promete poner todo de su parte, pero difícilmente será el puntal que guíe a Brasil rumbo a su sexto título. Sólo jugadores como Romário y Maradona pudieron guiar a sus equipos casi solos rumbo a un título de esa magnitud. Pero cuando lo hicieron eran jugadores ya maduros, de 28 y 26 años respectivamente. De Ronaldo se pedía lo mismo en Francia 98, y tenía en cuanto a calidad todo para conseguirlo. Incluso ya había jugado en tres clubes europeos, tres ligas europeas distintas a esas alturas, y tenía apenas 21 años. En cambio Neymar llegará a la copa jugando para el Barcelona, su primera incursión fuera de Brasil. Ya ganó algunos títulos importantes, pero su carrera todavía se está armando, y también su estilo. No adelanta cargarle el peso de figura descollante a un jovencito todavía inexperto en varias dimensiones. Estamos casi seguros de que Brasil necesitará de un caudillo dentro del campo de juego que lleve la antorcha de previas conquistas, es decir, la más reciente del 2002. Lucio difícilmente podrá serlo, sólo quedan Kaká (el más probable por edad y condiciones físicas), y Ronaldinho, el que todos quisiéramos que esté si se mantuviera al nivel competitivo requerido.
Finalmente, hablemos de los puestos que parecen estar llenados y de los que quedan pendientes. La falta más grande es de un centrodelantero que supere la confianza que se ha ganado el veterano Fred. Otrora jugador del Lyon, Fred fue suplente en la Copa de Alemania 2006, suplente de Ronaldo y Adriano. Es un jugador que hace goles, oportunista, bien ubicado, aguerrido, experimentado, no se le desconoce esos atributos. Pero su calidad técnica no es de esas que le llena los ojos al espectador. Participa poco del partido, no suma mucho a las jugadas colectivas, no tiene genialidad, se limita a ser pivote y pillar las bolas con olfalto oportunista. Para un 9 de la selección brasileña, se pide más protagonismo. No se puede volver a vestir esa camiseta de la selección de una manera tibia desde que Ronaldo la llenara de tanta gloria, incluso cuando uno tiene a Luis Fabiano cumpliendo su tarea en la más reciente versión mundialista. En ese sentido, también por proyección y edad, Leandro Damiao se pinta como la alternativa más inmediata; no se olvide que Leandro fue el goleador en las últimas Olimpiadas.
El otro puesto que todavía se debate es también de la ofensiva. Scolari prueba entre Hulk y Lucas. Nos inclinamos por Lucas, así como lo hacen gran parte de los torcedores brasileños, que coreaban su nombre ya en el primer tiempo en las graderías del Maracaná. Hulk es un jugador pesado, de poca inteligencia, previsible, demasiado zurdo, que acierta 1 de cada 4 jugadas que interviene. Lucas es impresionante, y el Paris Saint Germain ya se benefició de su calidad y frescura. Si Brasil jugara con Lucas, Oscar, Neymar y Leandro adelante, casi estaría repitiendo la alineación que no conquistó las Olimpiadas, aunque tuvo un buen desempeño general durante el campeonato. Hace falta un jugador de experiencia en ese cuarteto. Por ahora, Scolari ha decidido que ese sea Fred, el centro delantero. Pero tal vez llegue el momento en que saque a Fred e intente probar más bien en la armación, donde un Ronaldinho o un dinámico Kaká podrían sumarle otra fuerza al equipo. En todo caso, esta opción tendrá que esperar a la conclusión de la Copa Confederaciones. Mientras el tiempo corre y Brasil intenta hacer un curso acelerado de acumulación de experiencias. El próximo domingo enfrentan a Francia en Portoalegre, en un partido que debería ser una dulce revancha, aunque la importancia simbólica del juego no tenga el mismo peso que el de aquellas derrotas del 98 y el 2006.
Brasil no gana hace cuatro años a una selección campeona del mundo. Se decidió a jugar con las dos menos ganadoras de las europeas, Inglaterra y Francia. No importa el resultado por ahora, habrá que decírselo a Galvao Bueno que insiste tanto en ello. Se trata de una experimentación, Brasil debe aprender las variadas formas en que puede perder una partida con las selecciones de peso. Por ahora, inevitablemente se ve vulnerable, no se le calcula en superioridad de condiciones. En realidad siempre parece ser la menos favorita, por ello debe jugar con la inteligencia de un practicante de Gracie Jiu Jitsu, según los preceptos de la Gracie Academy. Es decir, primero jugar para no perder; jugar para hacer que el otro pierda antes que intentar ganarle. Y el otro pierde cuando se juega con inteligencia a desgastarlo asegurando bien las propias ventanillas. Boca Juniors juega con esta pericia sus partidos de ida y vuelta en la Copa Libertadores, al menos así lo hace el Boca de Bianchi. Juega primero a no perder, a que no le hagan un gol, deja que el rival se vaya sometiendo mentalmente en su prisa por tener el protagonismo. Boca juega libre, liberado, adaptándose a lo que tiene. Así, hizo un partido perfecto para casi eliminar a News Old Boys hace unos días, sólo perdió porque llego a los penales jugando con un hombre menos. Pero volviendo a la cuestión del jiu jitsu, la lección es no jugar de igual a igual, sino sabiéndose en inferioridad de condiciones. Eso requiere de mayor inteligencia, mayor control. No ataques cuando el otro espera que lo ataques, en realidad debes retraerte y lograr que se aperturen otras oportunidades cuando el rival está demasiado ocupado en atacar o preparar su ataque. Si Brasil juega como la no favorita tiene muchas más posibilidades de ganarse la Copa. A Brasil nunca le ha venido bien el favoritismo ni el elogio de la prensa internacional, siempre el juego en contra de prensa y torcedores