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Por: Jorge Luna Ortuño
Luis Diego Fernández
(Buenos Aires, 1976) es un prolífico y joven valor de la escena cultural y editorial
argentina. Titulado en filosofía en la UBA, se reivindica antes como ensayista.
Ha publicado los libros Furia y clase (2009), Hedonismo libertario (2013) y Los
nuevos rebeldes (2013). Su blog LOUNGE en el internet es su mejor carta de
presentación. Su proyecto filosófico sigue con pasión la línea de otro contemporáneo, Michel Onfray, que reivindica un hedonismo como trabajo sobre sí mismo. Nueva
Crónica y buen gobierno propuso una
conversación en líneas generales que se hizo más concreta por la claridad de
sus posiciones. La entrevista aparecerá prontamente en la versión impresa de la revista quincenal.
¿Qué es para ti, en
última instancia, el acto de leer?
Leer es quizá la actividad más constante que hago desde la
infancia. Se puede leer de muchas maneras, de todos modos en mi caso la lectura
casi siempre está asociada al acto de estudiar. Más que leer, estudio, y no es
lo mismo. Uno cuando estudia, relee, se pelea con el autor, marca el libro, lo
subraya, disiente, se sorprende, se enoja, toma notas y apuntes. En definitiva,
se trata de asimilar conocimiento o conceptos nuevos. Incluso cuando leo
ficción (cada vez menos) también lo hago estudiando la mecánica del argumento,
los personajes como ideas, etc. Leer para mí es acto de placer intelectual pero
sobre todo es un trabajo.
¿Te has propuesto a ti
mismo la práctica de la filosofía como una creación de conceptos o como una
esquematización de tradiciones?
Quizá sea un poco forzado ponerlo en ese sentido de opción
excluyente. Antes que filósofo soy escritor, ensayista. Mi pasión y trabajo es
la escritura, sucede que escribo ensayos donde la filosofía es la pata central
por mi formación y es el corazón de mi visión de mundo y mi acercamiento a
diferentes objetos. Hablar de creación de conceptos como decía Deleuze me
parece un poco pedante y megalómano. Considero que recién estoy comenzando,
tengo 38 años y para un escritor es nada. No fundé ningún concepto e incluso
tampoco sé exactamente a qué se refiere Deleuze cuando dice eso de Descartes o
Nietzsche. Uno puede tener ideas, algo más modesto, y ver como esas ideas
encarnan algo nuevo pero siempre en diálogo con otras filosofías.
Respecto de
“esquematizar tradiciones”, sí, podría decir que me interesan los linajes y las
genealogías entre autores. En ese sentido, sí, me gusta realizar conexiones o
cánones de tradiciones de pensamiento o estética que me interpelan; en mi caso
puntual son dos: el hedonismo y la tradición libertaria. En esas esferas me
gusta aglutinar familias de parentesco.
Eso también opera como un orden para poder pensar mejor, dar clases,
exponer, ser claro. Creo que me acerco más a eso. Mi “creación” en todo caso
está más en mi escritura, en como digo las cosas o en las interrelaciones que
genero con temas más excéntricos como los vinos, el dandismo, la pornografía o
el rock, que para mí son efectos colaterales del linaje hedonista y libertario.
Tomás Abraham suele
decir que no se estudia filosofía para ser “mejor persona”, y da el ejemplo de
varios filósofos como Shopenhauer, Kierkiegaard, Nietzsche, Heidegger, etc., en
el sentido de que no eran excelentes personas. Por otra parte, existe desde los
griegos un trabajo dedicado a la construcción de uno mismo que debía repercutir
en un ser más desarrollado, más comprensivo... ¿Cómo conciliar ambas
posiciones, a fin de evitar que la filosofía se reduzca a una terapia para
vivir mejor, tema tan en boga de la actualidad?
Coincido con Tomás: no necesariamente la filosofía forja
mejores personas. Esos ejemplos son claros. Creo que el malentendido está en
leer cuestiones como “arte de vivir” o “gobierno de sí” como si fueran
recetarios o manuales. Eso no existe y la filosofía nunca se lo propuso. La
filosofía es interpelación desde Sócrates. Lo que sí existe muy claramente es la
cuestión de la ascesis filosófica en escuelas como los estoicos, los epicúreos
o los cínicos. Eso es lo que a mí me interesa y que rescata el último Michel
Foucault.
Además de las
herramientas que un blog ofrece para publicitar el propio trabajo, ¿cuáles son
para ti sus puntos positivos y negativos en cuanto a los hábitos de escritura
que promueve?
Yo ya hace años que no escribo más para mi blog. Lo hice al
comienzo (2005, 2006) pero ya publico en editoriales independientes o grupos
multinacionales, y en medios de Argentina, España o América Latina. Mi blog
ahora funciona tipo website: allí cuelgo todo los textos que publico en medios
y lo uso para comunicar mis actividades docentes y culturales. No sé si hay
hábitos negativos o positivos, para mi es exactamente igual publicar en un
blog, escribir un artículo para un diario de gran tirada o un libro. Es la
misma lógica y mecánica.
¿Cuál es para ti la
imagen de una vacación ideal?
Me gustan las ciudades, soy urbano, soy porteño. Cuando puedo
suelo viajar a Estados Unidos, me gusta la costa oeste (San Francisco y Los
Angeles) y New York (luego de Buenos Aires es la ciudad que más conozco). Lo
ideal para mi es caminar por ciudades, que haya librerías, cafés, cines, movida
nocturna. Me gusta nutrirme de lo nuevo.
¿Eres hincha de algún
equipo de fútbol? ¿Cuál?
De ninguno, no me interesa el fútbol.
¿Cuáles son los tres
libros de filosofía que te llevarías contigo si tuvieras que recluirte un año
en una isla?
Radiografía de la Pampa de Ezequiel Martínez Estrada, Historia de la sexualidad de Michel
Foucault y Política del rebelde de
Michel Onfray.
En Bolivia depender de
la propia gestión para tener laburo es difícil, suele ser muy inestable. ¿Existen
en Argentina algún tipo de estímulos para el trabajo de los free lance? Esto en referencia a tu postura
respecto del trabajo y el grado de libertad que se deriva de ese tipo de relación laboral.
Acá en Argentina también es muy complejo poder depender
económicamente del trabajo autogestivo y freelance y más todavía en la esfera
cultural o editorial. Creo que cada caso es un mundo, particularmente yo
trabajé diez años en relación de dependencia (en la industria editorial) y
siempre busqué mayor libertad para poder dedicarme a dar clases, y escribir, que
es lo que siempre quise. Hace cuatro años vivo de manera completamente
independiente a través de varias actividades: mis clases en mi Escuela de
Filosofía, seminarios en otras instituciones, periodismo cultural, mis libros y
actividades editoriales. Se puede hacer pero requiere de mucha disciplina y
fuerza de voluntad así como de capacidad emprendedora e inventiva. Yo no tengo
ni solicité nunca ningún subsidio ni beca estatal ni privada. Ni sé cómo se
hace. No soy ejemplo de nada ni digo que sea bueno o malo, sólo que en mi caso
particular me sale así y me gusta vivir así. Más allá que mi visión de mundo es
libertaria y trato de ser consecuente entre mis acciones y mi discurso, uno
siempre está en contacto con lo institucional estatal o privado, yo realizo
trabajos puntuales pero sin formar parte de esas estructuras. Es un modo de
vida que no implica hacer cualquier cosa, sino todo lo opuesto, tener muy claro
hacia donde se va. La inestabilidad laboral está presente como también lo está
en otros trabajos como la actuación, el teatro, las actividades artísticas en
general, pero también si uno trabaja en una empresa está el riesgo permanente
de ser despedido. Salvo se tenga herencia familiar (no es mi caso) y se rechace
ser un funcionario público (tampoco me interesa ese condicionamiento
ideológico) es la única forma que encuentro para generar mis ingresos: ser un
trabajador autónomo.
La última. ¿Placer o
deseo? ¿Por qué?
No sé puede elegir. El deseo es el motor, es el creador de la
realidad. El placer es una consecuencia, es un acto concreto. Los dos son
vectores centrales de mi vida y estimo que de la vida sana de cualquier persona
que busque la felicidad en este mundo.