¿Quién diablos sabe dónde irán a parar las palabras que uno confecciona inocentemente en un blog? No sé si lo que digo aquí será la plataforma para el libro por venir, si será trasladado a un artículo para revista, o si se quedara en el anonimato algo diferente de este blog. Hay veces en que la vida nos obliga a madurar con un ritmo acelerado que no había hecho presa de nosotros antes. Son circunstancias excepcionales, es decir, propias de cada individuo, plenamente reales. No sé por qué escribo esto, no le hagan caso, en realidad lo que me trajo acá es el tema de las tecnologías de comunicación.
Sucede en ocasiones que una observación que apareció en su momento con el destello de la inteligencia, caduca desde el momento en que comienza a ser usada a diestra y siniestra como crítica cliché. Así por ejemplo, desde diversas tribunas se ha cuestionado a las tecnologías de comunicación señalando que en lugar de acercarnos lo que hacen es distanciarnos más. Esa observación tuvo su peculariedad, pero peca de soberbia, de corta visión. Las distancias han sido siempre el tema de fondo en cuanto a las relaciones humanas ("el amor es el arte de las distancias", "la diplomacia también"), y parece que ahora se ha desplazado como temática cuando se explora en la existencia del internet y de los nuevos modos de conectarse con la web, los cuales reconfiguran las formas de establecer vínculos entre seres humanos. Me viene a la mente ahora una frase que leí en el poemario de Camila Toribio: "Las distancias son macabras historias de amor".
Quisiéramos decir que los problemas de lejanía entre las personas vienen de mucho antes que aparecieran los aparatos inalámbricos, celulares inteligentes y conexiones wi fi banda ancha. Acerquémonos a la película Her, de Spike Jonze, que dice sentirse atrapado en las historias de amor como la atmósfera creativa ideal de su trabajo.
¿Cómo titular una lectura crítica de este ingenioso y al mismo tiempo repetitivo film? Acabo de ver un documental admirable sobre la ideología de Slavoj Zizek, su voz todavía retumba en mis dedos, de modo que trataré de deshacerme de su formato un poco más cuadrado de elocución, lo haré acercándome al gran poeta uruguayo Mario Benedetti. Creo que este poema suyo, perteneciente al libro El amor, las mujeres y la vida, sirve de excelente prefacio a la película Her:
Rostro de vos
Por: Mario Benedetti.
Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.
Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.
Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.
Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.
Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.
Porque, en el fondo, de lo que nos habla la historia es de un personaje algo aislado, todavía roto, incompleto, que está demasiado lleno del rostro de su ex-mujer. Al estar tan lleno de ella, al tener ese rostro incorporado en su imaginario, no resulta tan difícil después que se termine enamorando de un S.O. Lo que hace es ponerle algo de sustancia a ese rostro que lo acecha. En las relaciones a distancia actuales, se enamora con una identidad digital, te relacionas con el perfil de facebook de la imagen-persona amada, utilizas el skype para interactuar en vivo, utilizas el Whatsup, y otros portales, pero tienes necesidad de rostro, de saber cómo es, cómo luce, cuáles son sus señas, aunque esta imagen sea algo mentirosa, aunque siempre se te muestre de 3/4 para arriba, y el día que veas a la persona "en persona", sea posible que te sorprendas con que tiene unos 25 kilos más de los que aparentaba en sus fotos, o que es mucho mayor. Pero Theodore no tiene necesidad de pedirle un rostro a Samantha, él ya tiene su rostro con él, aunque de una manera camuflada, él no querrá aceptar una realidad así. No sabemos qué mujer imagina Theodore cuando habla con Samantha, no es un chat normal, es como una conversación telefónica constante. Es la nueva versión de la clásica película romántica Antes del amanecer. Nosotros imaginamos a esa voz relacionada al sensual cuerpto de Scarlett Johanson, tiene perfecto sentido que se enamore de ella, pero el personaje de Phoenix no puede pensar lo mismo. Entonces ¿en quién piensa? ¿Cómo completa su fantasía cuando hacen el amor? Es cierto que Theodore y Samantha establecen una conexión, ambos en función de su crecimiento compartido, de sobrellevar juntos sus situaciones particulares. Ella quiere crecer, quiere aprender de todo, quiere experimentar todo lo posible. Su voz es la de una persona que está en la etapa de juventud, de descubrimiento, de intrepidez. Theodore se complace en serle de ayuda, de alguna manera intercambian un poco los papeles, él le posibilita transformar su experiencia pasiva. Zizek Slavoj escribió hace ya varios años un ensayo titulado "El sujeto interpasivo", que es capital para leer este film de Spike Jonze. No sólo ese, también sus comentarios sobre el sexo virtual, donde recuerda a Lacan diciendo que el sexo siempre ha sido virtual, incluso antes de la existencia del internet, y esa es una buena crítica. Los amantes siempre fantasean con un tercero o una tercera a tiempo que están frotando sus cuerpos con el de su compañero (a) físicamente presente en el lugar. Mientras tiene sexo con su S.O., Theodore fantasea con alguien, tal vez con la mujer de la cita fallida, "hay algo sensual en esa mujer", le comenta a Samantha. Pero todos están algo desesperados, algo neuróticos, algo desilusionados con la realidad, cada uno lleva su propia agenda, así por ejemplo, esa mujer no quiere ni siquiera abrirse para dar unos besos si no recibe la certeza de que la llamará, y que quede dicho que están iniciando una relación con proyecciones serias de continuidad. Él se ve paralizado, titubea al responder con excesivo cuidado, en una muestra propia de su inseguridad, de su carácter algo suave. No se atreve a recordarle que se están conociendo, que es inapropiado pedirle algo en ese momento tan embrionario, como lo sería igualmente si él le reclamara algo a ella. Pero la mujer siempre se siente con mayor derecho de efectuar su violencia simbólica contra el hombre, por alguna razón siempre se siente en desventaja, está más vulnerable, o quién sabe qué diablos, así que reclama implícitamente con su queja formal que el hombre debe además entenderla. No hablo de todas las mujeres, hablo del 99% de las mujeres que yo he conocido. Sí, diablos, es una inducción, pero que no parece tan alejada, por las experiencias de las que me han hecho partícipes muchísimos amigos y amigas a su turno.
En el fondo, entonces, o en la superficie, como deseen verlo (de todos modos no podemos cuantificar esa profundidad), lo que la película Her explora es la naturaleza de nuestras formas de relacionarnos, y de poner nombres a esas relaciones. Cada relación tiene el peso específico inherente a la manera en que ambos han sabido lidiar con su soledad en sus propias vidas, antes de conocerse o de reconciliarse. Pero lo más importante a decir sería: "Reconcíliate con tu soledad", es el primer paso para que surja en el jardín de tu casa un verdadero amor. Lo verdadero estaría en el hecho de que no surge de la necesidad, del apego, o si se trata de necesidad ya no es el caso de una debilidad, de una pequeñez de tu ser, sino de una vitalidad, pues hay necesidad en todo aquello que es vital.
Theodore el protagonista, es un escritor de tarjetas de inspiración, que acaba de separarse, y no sabe convivir con su soledad. Her, o Ella en español, es una película de guión novedoso (nominada al Oscar también en este ítem), con aptitud filosófica, de modo que hacer una lectura no-filosófica de su trama se nos antoja interesante. Joaquin Phoenix interpreta con maestría al protagonista, Theodore, el alcahuete de las tarjetas de cumpleaños. Él siente por los otros, él experimenta las emociones por los otros, las plasma en una tarjeta, y se acomodan al molde de las experiencias deseables de la mayoría de los seres humanos. Naturalmente, siendo así tiene un negocio entre manos, por ello vive bien, no tiene problemas económicos, es un escritor burgués, de modo que sus preocupaciones se limitan a ser cuestiones del tipo sentimental, volver a su pasado, revisitarlo para atormentarse. Así avanza la trama, hasta que este hombre de letras se ve arrastrado en un devenir de alegría cuando un nuevo sistema operativo S.O., algo así como un sistema inteligente autónomo, entra en su vida, y lo saca de su depresión estática poco a poco. De alguna manera descabellada se enamoran, Theodore y la S.O., algo que sólo se nos hace creíble porque la voz de la S.O. es interpretada por Scarlett Johansson. Las gentes que hacen teatro pueden suscribir este pensamiento: la voz es ante todo corporal, la voz produce cuerpo. En ese caso, estamos familiarizados con la voz sensual, atrevida y de emociones fuertes que nos transmite esta bella actriz.
¿Cómo titular una lectura crítica de este ingenioso y al mismo tiempo repetitivo film? Acabo de ver un documental admirable sobre la ideología de Slavoj Zizek, su voz todavía retumba en mis dedos, de modo que trataré de deshacerme de su formato un poco más cuadrado de elocución, lo haré acercándome al gran poeta uruguayo Mario Benedetti. Creo que este poema suyo, perteneciente al libro El amor, las mujeres y la vida, sirve de excelente prefacio a la película Her:
Rostro de vos
Por: Mario Benedetti.
Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.
Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.
Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.
Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.
Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.
Porque, en el fondo, de lo que nos habla la historia es de un personaje algo aislado, todavía roto, incompleto, que está demasiado lleno del rostro de su ex-mujer. Al estar tan lleno de ella, al tener ese rostro incorporado en su imaginario, no resulta tan difícil después que se termine enamorando de un S.O. Lo que hace es ponerle algo de sustancia a ese rostro que lo acecha. En las relaciones a distancia actuales, se enamora con una identidad digital, te relacionas con el perfil de facebook de la imagen-persona amada, utilizas el skype para interactuar en vivo, utilizas el Whatsup, y otros portales, pero tienes necesidad de rostro, de saber cómo es, cómo luce, cuáles son sus señas, aunque esta imagen sea algo mentirosa, aunque siempre se te muestre de 3/4 para arriba, y el día que veas a la persona "en persona", sea posible que te sorprendas con que tiene unos 25 kilos más de los que aparentaba en sus fotos, o que es mucho mayor. Pero Theodore no tiene necesidad de pedirle un rostro a Samantha, él ya tiene su rostro con él, aunque de una manera camuflada, él no querrá aceptar una realidad así. No sabemos qué mujer imagina Theodore cuando habla con Samantha, no es un chat normal, es como una conversación telefónica constante. Es la nueva versión de la clásica película romántica Antes del amanecer. Nosotros imaginamos a esa voz relacionada al sensual cuerpto de Scarlett Johanson, tiene perfecto sentido que se enamore de ella, pero el personaje de Phoenix no puede pensar lo mismo. Entonces ¿en quién piensa? ¿Cómo completa su fantasía cuando hacen el amor? Es cierto que Theodore y Samantha establecen una conexión, ambos en función de su crecimiento compartido, de sobrellevar juntos sus situaciones particulares. Ella quiere crecer, quiere aprender de todo, quiere experimentar todo lo posible. Su voz es la de una persona que está en la etapa de juventud, de descubrimiento, de intrepidez. Theodore se complace en serle de ayuda, de alguna manera intercambian un poco los papeles, él le posibilita transformar su experiencia pasiva. Zizek Slavoj escribió hace ya varios años un ensayo titulado "El sujeto interpasivo", que es capital para leer este film de Spike Jonze. No sólo ese, también sus comentarios sobre el sexo virtual, donde recuerda a Lacan diciendo que el sexo siempre ha sido virtual, incluso antes de la existencia del internet, y esa es una buena crítica. Los amantes siempre fantasean con un tercero o una tercera a tiempo que están frotando sus cuerpos con el de su compañero (a) físicamente presente en el lugar. Mientras tiene sexo con su S.O., Theodore fantasea con alguien, tal vez con la mujer de la cita fallida, "hay algo sensual en esa mujer", le comenta a Samantha. Pero todos están algo desesperados, algo neuróticos, algo desilusionados con la realidad, cada uno lleva su propia agenda, así por ejemplo, esa mujer no quiere ni siquiera abrirse para dar unos besos si no recibe la certeza de que la llamará, y que quede dicho que están iniciando una relación con proyecciones serias de continuidad. Él se ve paralizado, titubea al responder con excesivo cuidado, en una muestra propia de su inseguridad, de su carácter algo suave. No se atreve a recordarle que se están conociendo, que es inapropiado pedirle algo en ese momento tan embrionario, como lo sería igualmente si él le reclamara algo a ella. Pero la mujer siempre se siente con mayor derecho de efectuar su violencia simbólica contra el hombre, por alguna razón siempre se siente en desventaja, está más vulnerable, o quién sabe qué diablos, así que reclama implícitamente con su queja formal que el hombre debe además entenderla. No hablo de todas las mujeres, hablo del 99% de las mujeres que yo he conocido. Sí, diablos, es una inducción, pero que no parece tan alejada, por las experiencias de las que me han hecho partícipes muchísimos amigos y amigas a su turno.
En el fondo, entonces, o en la superficie, como deseen verlo (de todos modos no podemos cuantificar esa profundidad), lo que la película Her explora es la naturaleza de nuestras formas de relacionarnos, y de poner nombres a esas relaciones. Cada relación tiene el peso específico inherente a la manera en que ambos han sabido lidiar con su soledad en sus propias vidas, antes de conocerse o de reconciliarse. Pero lo más importante a decir sería: "Reconcíliate con tu soledad", es el primer paso para que surja en el jardín de tu casa un verdadero amor. Lo verdadero estaría en el hecho de que no surge de la necesidad, del apego, o si se trata de necesidad ya no es el caso de una debilidad, de una pequeñez de tu ser, sino de una vitalidad, pues hay necesidad en todo aquello que es vital.
II
Theodore el protagonista, es un escritor de tarjetas de inspiración, que acaba de separarse, y no sabe convivir con su soledad. Her, o Ella en español, es una película de guión novedoso (nominada al Oscar también en este ítem), con aptitud filosófica, de modo que hacer una lectura no-filosófica de su trama se nos antoja interesante. Joaquin Phoenix interpreta con maestría al protagonista, Theodore, el alcahuete de las tarjetas de cumpleaños. Él siente por los otros, él experimenta las emociones por los otros, las plasma en una tarjeta, y se acomodan al molde de las experiencias deseables de la mayoría de los seres humanos. Naturalmente, siendo así tiene un negocio entre manos, por ello vive bien, no tiene problemas económicos, es un escritor burgués, de modo que sus preocupaciones se limitan a ser cuestiones del tipo sentimental, volver a su pasado, revisitarlo para atormentarse. Así avanza la trama, hasta que este hombre de letras se ve arrastrado en un devenir de alegría cuando un nuevo sistema operativo S.O., algo así como un sistema inteligente autónomo, entra en su vida, y lo saca de su depresión estática poco a poco. De alguna manera descabellada se enamoran, Theodore y la S.O., algo que sólo se nos hace creíble porque la voz de la S.O. es interpretada por Scarlett Johansson. Las gentes que hacen teatro pueden suscribir este pensamiento: la voz es ante todo corporal, la voz produce cuerpo. En ese caso, estamos familiarizados con la voz sensual, atrevida y de emociones fuertes que nos transmite esta bella actriz.
Pero como hemos dicho, Theodore no ve a Scarlett, él ve a su esposa, la imagen congelada y fantasmal de su esposa, una tarjeta postal de su esposa, momentos atascados en su memoria, que olvidan que ella ya no es ella. Las personas cambian, pero la memoria nos hace guardar una especie de paquetes sensible de emoción acerca de ellas. La inadecuación de la verdadera presencia de esas personas respecto de nuestros paquetes, de cómo las recordamos, nos provoca desconcierto, sufrimiento, desilusión. Es acerca de esta formación de imágenes que la película se ocupa, y no es tanto, como se podría creer, una película sobre las nuevas tecnologías de comunicación. Su mismo director ha dicho que ese simplemente es el artilugio creativo, el trasfondo ideal para contar una historia, es la puesta del escenario, y en esa escenografía es posible tocar temas, apretar botones que hacen saltar cuestiones incómodas en las relaciones. Por ejemplo, el amor y la distancia no parecen ser una dupla compatible, la tendencia a distanciarse suele ser seña de lo opuesto al amor, que podría llamarse odio, desinterés, resentimiento... Entonces, cuando las personas se ven confrontadas con una situación que les obliga a vivir su amor a distancia se producen circunstancias peculiares que permiten comprender otras facetas del amor. Eso es lo que explora Jonze en gran parte en este film. Lo más duro de una relación a distancia es llegar al punto en que se puede unificar una vida, una forma de vivir juntos, día a día, en persona. Para ello uno de los dos tiene que abandonar algo de lo que ha logrado en su tierra, uno de los dos tiene que efectuar un traslado, una transición radical, para que su mundo se altere y sea recibido por el mundo del otro, que en el caso es el que menos posibilidades tiene de moverse, ya sea por temas laborales, o familiares, etcétera.
Una relación a distancia, cuando se pone seria, exige decisiones más radicales, exige cierto cariño por el cambio, haber perdido el temor a la inestabilidad, estar dispuesto a arriesgar casi todo. Hay que hacerlo antes de que la ansiedad comience a distorsionar las cosas y todo se encarrile hacia la cornisa; una relación a distancia es una situación de presión constante, no se sabe bien a partir de qué determinado punto, cuando una especie de fuente se rompe, algo que contenía la comodidad de no convivir en todo, y entonces las preguntas urgentes empiezan a saltar por la cabeza. No lo demanda necesariamente la otra persona en la relación, lo demanda sobre todo la situación que establece la relación misma. Las coordenadas propias de esa relación amorosa. Hay que trazar un mapa, qué peligros se oponen, cuáles son los lugares de paso, y dónde están los montes y los cruces de ríos, etcétera. Ayer veía un capítulo en MGM de The Bachellor, no se ni siquiera los nombres, pero eran ya los capítulos finales, cuando el solterón viaja con las tres últimas damas que han clasificado, y debe decidir cuáles serán las dos privilegiadas que irán con él a conocer a su familia. Por la brevedad del tiempo, todo debe reconocerse a través de indicios, el soltero es una especie de detective, pone a prueba los materiales, si se doblan o si resisten, si son maleables, y qué puede pasar en adelante, qué muestra el más mínimo gesto de la otra persona; no hay mucho tiempo, debe hacer su lectura de señales con eficiencia, requiere de una capacidad lectora asombrosa, estar atento a cada mínimo detalle, todo lo cual pone al soltero tremendamente nervioso en bastantes pasajes, con los nervios a punto de romperse, porque su gran miedo es que podría estar dejando de ver algo, podría estar cometiendo un error al dejar ir a una chica y preferir que otra se quede. Esto desde luego alimenta el morbo de la gente, es bueno ver de vez en cuando cómo se desfigura su protagonista, cómo pierde la compostura, como se amarga alguna de las participantes. La serie nos confronta con el miedo de la libertad, del terror de tomar decisiones que definen trozos enormes de tu vida. Y entonces está el capítulo del que les hablo: él sale en una cita con la rubia que parece intrigarle más, con la que siente mejores sensaciones. Y comienza a ver qué puede haber entre ellos, en sus comentarios para la audiencia dice que ni un solo momento en todos sus encuentros han podido unificar sus sueños para una vida futura en pareja, siempre han hablado de lo que cada uno quiere individualmente. Así que tiene cierta prisa, aprovecha una especie de picnic para interrogarla, le cuestiona cuánto está dispuesta a dar. Juega el papel del que hace de interesante: Si yo te elijo a ti, qué querrías hacer, cuánto tiempo le dedicarías a tu trabajo y cuánto tiempo le dedicarías a mí. ¿En qué momento estás de tu vida? Ha notado que se trata de una mujer muy ensimismada en sus estudios y su superación personal en el área profesional. Es una mujer que lleva su propia agenda, con cierta autonomía emocional. Es por todo ello una mujer desafiante, difícil de manejar. Hablan de dónde podrían vivir, si ella estaría dispuesta a renunciar a ciertas cosas y dejarse llevar un poco, si podría entrar en su estilo de vida, el de él. No lo dice con todas las palabras, lo dice de manera encubierta, con esa asquerosa consideración de los que encubren sus palabras, sus intenciones de manipulación. Ella no es ninguna tonta, le dice que está muy enfocada en su carrera, que le ha costado mucho todo su sacrificio, que ha dejado de salir y de divertirse en muchas ocasiones por lograr sus objetivos personales, y al decirlo no se esfuerza en dorar la píldora, al contrario, lo dice de manera algo fría y egoísta, como afirmándose a sí misma, no desea darle la mínima esperanza de que algo ahí cambie, se porta de una manera auténtica. Si el otro proponía una pulseada, ella se ha puesto tan firme que lo ha descolocado. No le deja nada para continuar la conversación, él queda algo balbuciente, la escena es cómica, es bastante incómoda, ella atina a sonreír y quitarle la vista de encima, comienza a tomar los alimentos y saborearlos, incluso hace un comentario sobre lo rica que está la comida, mientras él no puede creerlo, continúa algo desenchufado, no halla pie, no sabe por donde continuar, ha buscado respuestas y las ha hallado, pero esperaba que ella se portara un poco más hipócrita y necesitada, que le dijera algunas cosas bonitas que alimentaran mejor su ego, su importancia, pues, ¡por favor!, él es el protagonista de la serie, él es el héroe, ahora casi está en ridículo, cómo puede haberlo dejado a su suerte ahí, colgando de la nada, como si le hubiera mandado una estocada que dice "no sé, tu ve, esto es así, será así". Dice sentirse frustrado, siente que "no está comunicando correctamente", suena como un directivo de marketing, quieren comunicar el mensaje, está frustrado consigo mismo, se lamenta. Y ella, después que se produce el quiebre en la conversación, ya no ayuda mucho, le da una especie de patada cuando le hace notar que lo ve como que está buscando respuestas para llegar a una situación en que todo sea como él quiere, que tienen una bonita química, hay una chispa que para ella es importante tener fe en ello, pero a él lo ve solo demasiado enfocado en encontrar una esposa. Le dice algo así como "esto tiene que ir creciendo... no sigamos los tiempos del show". Y esto es totalmente cierto. El soltero se defiende, en realidad "sólo buscaba una situación perfecta para dos personas" "sea lo que fuere esta situación perfecta" quiere arreglar. En ese punto ella ya parece rendida, agotada, lo que llaman conexión se apagó, "estamos fuera del juego" dirá más tarde mostrándose también desconcertada. Él está congelado, no sabe qué decir, comienza a divagar, lo que sale de su boca no aclara nada, termina diciendo "no sé, lo que quería era... no sé, y debo dejar de decir que no sé... mm...". El soltero se muestra inexperto, comenta que nunca en su vida estuvo cerca a casarse ni comprometerse, entendemos esa especie de lejanía y seriedad que proyecta. En ese punto ella es fría, no se inmuta, aunque está plenamente consciente de lo que quería escuchar el otro, no le da ni una mano, tampoco aumenta nada para confundirlo, simplemente se queda ahí como si no estuviera ahí. Se dan un abrazo, todo es medio forzado, él saca la tarjeta que le queda como último recurso, es una propuesta, ella la lee, está escrita por el presentador del programa; se los invita a pasar una noche íntima en la suite de lujo, "si decidieran.." dice, con algo de tacto. Ella responde algo así como "no hay duda en mi mente...". Se toma como un sí. En ese punto ambos se consuelan, al menos quedará la posibilidad de quedarse con el goce físico, y es que si ya han llegado hasta ahí... Pero los espectadores no sabemos qué pasará en la intimidad. Ambos parecen estar haciendo internamente unos cálculos de costo-beneficio, y tal vez sea cierto que todos lo hacen, aunque pocos estén dispuestos a emparejar abiertamente la idea de que una relación amorosa con una transacción comercial... La cara de él todavía luce medio desacomodada, ella perdió todo brillo en su expresión, se mandan sonrisas de circunstancia, la batalla queda pendiente, en lo que viene deberán decidir algunas cosas, ¡si alcanza el tiempo! Él es de esos tipos que gusta de hablar, pero sobre todo, le encanta que digan lo que sus oídos quieren escuchar. Ella no es así.
Una relación a distancia, cuando se pone seria, exige decisiones más radicales, exige cierto cariño por el cambio, haber perdido el temor a la inestabilidad, estar dispuesto a arriesgar casi todo. Hay que hacerlo antes de que la ansiedad comience a distorsionar las cosas y todo se encarrile hacia la cornisa; una relación a distancia es una situación de presión constante, no se sabe bien a partir de qué determinado punto, cuando una especie de fuente se rompe, algo que contenía la comodidad de no convivir en todo, y entonces las preguntas urgentes empiezan a saltar por la cabeza. No lo demanda necesariamente la otra persona en la relación, lo demanda sobre todo la situación que establece la relación misma. Las coordenadas propias de esa relación amorosa. Hay que trazar un mapa, qué peligros se oponen, cuáles son los lugares de paso, y dónde están los montes y los cruces de ríos, etcétera. Ayer veía un capítulo en MGM de The Bachellor, no se ni siquiera los nombres, pero eran ya los capítulos finales, cuando el solterón viaja con las tres últimas damas que han clasificado, y debe decidir cuáles serán las dos privilegiadas que irán con él a conocer a su familia. Por la brevedad del tiempo, todo debe reconocerse a través de indicios, el soltero es una especie de detective, pone a prueba los materiales, si se doblan o si resisten, si son maleables, y qué puede pasar en adelante, qué muestra el más mínimo gesto de la otra persona; no hay mucho tiempo, debe hacer su lectura de señales con eficiencia, requiere de una capacidad lectora asombrosa, estar atento a cada mínimo detalle, todo lo cual pone al soltero tremendamente nervioso en bastantes pasajes, con los nervios a punto de romperse, porque su gran miedo es que podría estar dejando de ver algo, podría estar cometiendo un error al dejar ir a una chica y preferir que otra se quede. Esto desde luego alimenta el morbo de la gente, es bueno ver de vez en cuando cómo se desfigura su protagonista, cómo pierde la compostura, como se amarga alguna de las participantes. La serie nos confronta con el miedo de la libertad, del terror de tomar decisiones que definen trozos enormes de tu vida. Y entonces está el capítulo del que les hablo: él sale en una cita con la rubia que parece intrigarle más, con la que siente mejores sensaciones. Y comienza a ver qué puede haber entre ellos, en sus comentarios para la audiencia dice que ni un solo momento en todos sus encuentros han podido unificar sus sueños para una vida futura en pareja, siempre han hablado de lo que cada uno quiere individualmente. Así que tiene cierta prisa, aprovecha una especie de picnic para interrogarla, le cuestiona cuánto está dispuesta a dar. Juega el papel del que hace de interesante: Si yo te elijo a ti, qué querrías hacer, cuánto tiempo le dedicarías a tu trabajo y cuánto tiempo le dedicarías a mí. ¿En qué momento estás de tu vida? Ha notado que se trata de una mujer muy ensimismada en sus estudios y su superación personal en el área profesional. Es una mujer que lleva su propia agenda, con cierta autonomía emocional. Es por todo ello una mujer desafiante, difícil de manejar. Hablan de dónde podrían vivir, si ella estaría dispuesta a renunciar a ciertas cosas y dejarse llevar un poco, si podría entrar en su estilo de vida, el de él. No lo dice con todas las palabras, lo dice de manera encubierta, con esa asquerosa consideración de los que encubren sus palabras, sus intenciones de manipulación. Ella no es ninguna tonta, le dice que está muy enfocada en su carrera, que le ha costado mucho todo su sacrificio, que ha dejado de salir y de divertirse en muchas ocasiones por lograr sus objetivos personales, y al decirlo no se esfuerza en dorar la píldora, al contrario, lo dice de manera algo fría y egoísta, como afirmándose a sí misma, no desea darle la mínima esperanza de que algo ahí cambie, se porta de una manera auténtica. Si el otro proponía una pulseada, ella se ha puesto tan firme que lo ha descolocado. No le deja nada para continuar la conversación, él queda algo balbuciente, la escena es cómica, es bastante incómoda, ella atina a sonreír y quitarle la vista de encima, comienza a tomar los alimentos y saborearlos, incluso hace un comentario sobre lo rica que está la comida, mientras él no puede creerlo, continúa algo desenchufado, no halla pie, no sabe por donde continuar, ha buscado respuestas y las ha hallado, pero esperaba que ella se portara un poco más hipócrita y necesitada, que le dijera algunas cosas bonitas que alimentaran mejor su ego, su importancia, pues, ¡por favor!, él es el protagonista de la serie, él es el héroe, ahora casi está en ridículo, cómo puede haberlo dejado a su suerte ahí, colgando de la nada, como si le hubiera mandado una estocada que dice "no sé, tu ve, esto es así, será así". Dice sentirse frustrado, siente que "no está comunicando correctamente", suena como un directivo de marketing, quieren comunicar el mensaje, está frustrado consigo mismo, se lamenta. Y ella, después que se produce el quiebre en la conversación, ya no ayuda mucho, le da una especie de patada cuando le hace notar que lo ve como que está buscando respuestas para llegar a una situación en que todo sea como él quiere, que tienen una bonita química, hay una chispa que para ella es importante tener fe en ello, pero a él lo ve solo demasiado enfocado en encontrar una esposa. Le dice algo así como "esto tiene que ir creciendo... no sigamos los tiempos del show". Y esto es totalmente cierto. El soltero se defiende, en realidad "sólo buscaba una situación perfecta para dos personas" "sea lo que fuere esta situación perfecta" quiere arreglar. En ese punto ella ya parece rendida, agotada, lo que llaman conexión se apagó, "estamos fuera del juego" dirá más tarde mostrándose también desconcertada. Él está congelado, no sabe qué decir, comienza a divagar, lo que sale de su boca no aclara nada, termina diciendo "no sé, lo que quería era... no sé, y debo dejar de decir que no sé... mm...". El soltero se muestra inexperto, comenta que nunca en su vida estuvo cerca a casarse ni comprometerse, entendemos esa especie de lejanía y seriedad que proyecta. En ese punto ella es fría, no se inmuta, aunque está plenamente consciente de lo que quería escuchar el otro, no le da ni una mano, tampoco aumenta nada para confundirlo, simplemente se queda ahí como si no estuviera ahí. Se dan un abrazo, todo es medio forzado, él saca la tarjeta que le queda como último recurso, es una propuesta, ella la lee, está escrita por el presentador del programa; se los invita a pasar una noche íntima en la suite de lujo, "si decidieran.." dice, con algo de tacto. Ella responde algo así como "no hay duda en mi mente...". Se toma como un sí. En ese punto ambos se consuelan, al menos quedará la posibilidad de quedarse con el goce físico, y es que si ya han llegado hasta ahí... Pero los espectadores no sabemos qué pasará en la intimidad. Ambos parecen estar haciendo internamente unos cálculos de costo-beneficio, y tal vez sea cierto que todos lo hacen, aunque pocos estén dispuestos a emparejar abiertamente la idea de que una relación amorosa con una transacción comercial... La cara de él todavía luce medio desacomodada, ella perdió todo brillo en su expresión, se mandan sonrisas de circunstancia, la batalla queda pendiente, en lo que viene deberán decidir algunas cosas, ¡si alcanza el tiempo! Él es de esos tipos que gusta de hablar, pero sobre todo, le encanta que digan lo que sus oídos quieren escuchar. Ella no es así.