Al pasar el tiempo algunas cuestiones en el diario vivir se simplifican, o más bien lo que cambia es nuestra manera de percibirlas y afrontarlas. Sentado en el pasillo de un hospital a la espera de una noticia la vida tiende a verse en otra perspectiva. Cosas que no hiciste, conflictos que no evitaste, oportunidades en las que no fuiste lo suficientemente generoso o comprensivo... y si bien predomine el saldo negativo a la hora de balancear, también aparecen a fogonozasos aquellas ocasiones que se recuerdan con satisfacción. Sin embargo, cuando el tiempo hace un amague de apretarte, aunque sea de manera tímida y probable, de repente ciertas peleas o antagonismos pierden su peso específico. Una mente balanceada sabrá mirar en retrospectiva sin dejar que la azoten los recuerdos unidos a la sensación de miedo de perder algo. Como decía un gran amigo que ya partió, son esos momentos parado en la línea los que ponen a la vista la calidad de los tendones que te unen al mundo.
Hoy se conoció de la muerte de Seratti, el cantante argentino que había pasado cuatro años en coma, a la espera de una recuperación física que nunca llegó. Me pregunto cuántos mundos habrá visitado su consciencia en ese tiempo. Tal vez su cometido era el de mantenerse unido a la tierra en stand by mientras sus otros cuerpos recolectaban los datos que había venido a aprender a este mundo. Tengouna fiebre molesta y escribo con cierto malestar muscular, no soy el mismo de siempre, de modo que es posible que delire un poco o tal vez en tal situación aprete las teclas justas que exige esta noche reluciente en Santa Cruz.
La cuestión de no contar a estas alturas con un seguro médico me ha molestado en los recovecos de mi ser. ¿Qué haces tú hasta ahora y qué has logrado después de todo? Un día caminas casi galopando por el pleno centro, lleno de energía y confianza, y de repente el siguiente día algún tipo de virus o una enfermedad et pueden poner muy cerca de los seres vulnerables que recorren postas médicas sin un duro para que los atiendan. A estas alturas no es ese mi caso, pero no me siento tan lejos, el dinero que poseo es temporal, el trabajo que me procuré es algo raquítico en su remuneración, y sin embargo es un buen lugar para empezar algo. La educación universitaria es un gran negocio de proporciones escandalosas, sucede sin embargo que existen universidades donde los docentes no son llamados al banquete, la mayoría de ellos, sin contratos y dictando clases de paso por un semestre, no son otra cosa que peones en su juego. Es bonito reconocerse como un peón, tiene gracia una vez que aceptas que de una u otra manera no puedes ganarle al sistema. Lo que sí está en tus manos es lo que Henry Miller llama, el derecho a morirte de hambre. Tienes derecho a elegir el sufrimiento, la vida tosca y dura de la falta de condiciones básicas, con tal de asumir una libertad sin paralelos.
No es una libertad romántica, pues tiene los pies muy bien sujetos a la tierra. Precisamente porque ha pasado por lo más mundano ese hombre libre conoce qué es lo que debe sacrificar y en qué punto no está dispuesto a transar, vale decir que no permitirá que le coman resortes invaluables de su individualidad. Hablamos de aquello que lo hace estar en la tierra el día presente con más preguntas que certezas, jodido, sufrido a veces, atrapado en carcajadas imprevistas, pero al menos en eje, dentro de su naturaleza.
Se trata de una cierta inadaptación respecto de ciertas condiciones de reproducción que te manda tu sociedad. A mí me interesa salir en la forma de quedarme.No doblo el brazo, no doblo la rodilla pero conozco de la humildad. Entiendo que en ocasiones la prudencia es la manera en que los débiles disfrazan su miedo, y que tambíen en otras conviene mejor pensar una salida inteligente a partir de la prudencia que preserva la vida. Escucho a unos ancianos hablar en el parque, uno de ellos es medio sordo, la mujer se inclina y le grita sin exasperarse para contarle su dilema en la escuela de su hijo. El viejo reniega de sus amigos que le deben plata, "pagáme cojudo carajo le bua decir", le cuenta a la mujer de rasgos indígenas y talante tranquilo. La noche es agradable, las chicas pasan alrededor como copos de espuma, hay energía y gritos de niños en el parque, toda la vida se les antoja un juego, algo que me pasa también a mí aunque de manera diferente.
Me complace la capacidad del ser humano cuando sabe guiar sus actos y miradas de manera flexible. Veo videos de jiu jitsu brasilero y estudio su filosofía, hay ocasiones que una entrevista te arroja muchos elementos, como también eisten otras en que ver hace sparring a dos compañeros en el tatami es una experiencia muy esclarecedora. Cuando estás esforzándote mucho por lograr que las cosas salgan de una manera, o se quiebre el brazo de otro en cierto ángulo, inmediatamente debes hacerte consciente de que existe otra manera más sencilla de lograr lo mismo. Siempre existe una manera de aplicar mejor el arte de la suavidad. De lo que se trata es de restaurar un flujo de energía negativo que se perfila hacia ti, de modo que no actúas por deseo de lastimar al otro, sino más bien porque en tu mente lo más saludable para ambos será siempre mantener las cosas como deben ocurrir en su armonía no siempre inteligible. Hay un tipo de armonía al que sólo se accede con el corazón, quiero decir con las sensaciones cargadas de contenido emocional. Enfrentarte a un actor antagónico en tu vida puede a veces ser racionalmente lo más consistente, pero existe una interrupción o un corto circuito apenas se abordan las posibilidades con el cuerpo emocional involucrado.
Se habrá preguntado usted amigo o amiga lector@ para dónde va esto, o al menos de donde viene toda la cháchara. No habrá una respuesta. Es lo maravilloso de la escritura, tiene un componente grande de cosas que suceden, sin mayor intervención del yo racional que tiene tanta necesidad de sentirse con la razón. Escribir es algo que a veces sucede porque a uno le canta... Y existen otras en que se puede ser un testigo algo más ágil y atento de lo que está sucediendo en medio de la escritura. A mí me ha servido para afrontar la espera por un resultado médico. Esto es ficción, ya saben. Pero vaya que podría ser la realidad. Comienzo a tener hambre, Charles Bukowski me hubiera dicho que es una buena señal.