Un muchacho de 14 años muere en el stadium Jesús Bermúdez al ser impactado por un proyectil
Descansa el alma de Kevin Douglas Beltrán Espada |
Consternación, tragedia, desgracia, son sólo algunas de las palabras que nos rondan la cabeza después de lo ocurrido el pasado miércoles 20 de febrero, en el estadium Jesús Bermúdez, por el partido de Copa Libertadores de América. Jugaban San José y Corinthians. La noche era medianamente fría, estábamos apostados en el sector de preferencia, más cerca a la curva sur, donde La Temible daba una colorida cátedra de cómo se debe alentar a un equipo. En el minuto 5 Corinthians había inaugurado el marcador, hubo silencio,un silencio más fuerte que la celebración de la hinchada visitante. Instantes después, con la bola ya en juego otra vez, los brasileños todavía festejaban el gol, fue cuando se vio un destello breve, seguido de un ruido extraño en el otro sector de preferencia, el que colinda con la curva norte. Se oyeron silbidos, muchos se pararon para ver qué pasaba, pero en definitiva desde nuestra posición no se veía nada claro. Continuamos viendo el partido. Sin tener una radio, no nos habíamos enterado de la fatalidad que se había producido; lo raro es que tampoco se armó un revuelo ni se vió después nada que llamara poderosamente la atención.
Fue después de
finalizado el partido que nos enteramos: el adolescente Kevin Beltrán, un
inocente muchacho de catorce años, hincha de San José, había sido alcanzado por
un artefacto de plástico que salió lanzado de la barra del Corinthians. La
policía informó que el objeto, de forma cilíndrica y de 2,5 cm de diámetro y 20
de largo, quedó incrustado en el ojo derecho de la víctima, provocándole un
trauma severo con pérdida de parte de la masa encefálica. Hinchas que se
encontraban cerca de la víctima contaron que en aquel momento pidieron ayuda
pero no había nadie de la policía cerca, y tuvieron que llamar a periodistas de
los medios de comunicación para que éstos pidieran el auxilio. También cuentan
que cuando se lo llevaron estaba con vida.
Las autoridades se
han pronunciado de distinta manera. El gobernador de Oruro Santos Tito ha
llamado a la reflexión, y pidió que se tome cartas sobre el asunto. Pero ¿qué
responsabilidad tendrá en todo esto la oficina de Seguridad Ciudadana de la
misma gobernación, que está dirigida por un sargento, el sargento Luis Fernando
Ajata? ¿Acaso no es éste ahora un tema de seguridad ciudadana? El coronel de la
policía local, en declaraciones prestadas a "La hora de Oruro",
intentó restarle responsabilidad a la policía diciendo que por cuestiones de
derechos humanos, les privan que revisen ciertas partes del cuerpo cuando hacen
el control en los puntos de acceso al stadium. (Ya volveremos a esto). La
dirigencia de San José se mostró compungida, declaró al fallecido como
"mártir de San José", y recalcó que abogaría por la severa sanción a
los responsables. ¿Acaso no lo son tambíen ellos en tanto que institución
responsable de la organización del espectáculo? Lo más triste se debió haber
vivido en el colegio de Kevin Beltrán en Cochabamba, donde la directora Violeta
Pinto, en medio de la desolación generalizada de sus compañeros, hizo conocer que
se declaraba duelo institucional sin suspensión de actividades.
Cercanías a la rotonda del stadium, horas 19:30 |
En situaciones
como éstas la mente humana reacciona queriendo saber quiénes son los
responsables. Es obvio que todos los efectivos de la Policía de Oruro que
participaron del control de acceso en las zonas aledañas al stadium deberían
recibir una severa reprimenda y una sanción ejemplar, junto con todos sus
superiores. Cuentan los que fueron a hacer las colas desde las 5 de la tarde
que el control era implacable, revisión estricta de las bolsas y cacheo casi
como se hace en los aeropuertos; baste decir que a uno de mis familiares le
obligaron a convertir su botella de 2 litros de mineragua en dos bolsas con
bombillas, pues explicaron que las botellas no estaban permitidas. Sin
embargo, no sabemos en qué momento exacto se dejó de lado esta correcta
rigurosidad. Cuando llegué a la rotonda del stadium eran las 19:35 (el partido era a las 21:00), se veían
largas colas, todo estaba acordonado. Los efectivos policiales improvisádamente
se ponían recién en esos momentos a pedir que se hiciera una fila de hombres y
otra de mujeres, a efectos del cacheo. Pero la fila avanzaba asombrosamente
rápido. Cuando llegó mi turno ni siquiera revisaron mi bolsa negra, donde tenía
una botella de agua y un paraguas en punta, ni me chequearon los bolsillos, fue
con un vistazo que me dieron el paso. Ésta complacencia se dio con todos los
que me antecedieron igual. En aquel momento fue un alivio que la cola no fuera
tediosa, pero ahora mismo todos hubiéramos preferido tardarnos una media hora más
con tal de evitar lo que sucedió.
Hay muchas maneras
de valorar lo ocurrido, pero una sola certeza, y es que no se puede recuperar la vida de ese
muchachito que ayer a éstas horas era un perfecto extraño para todos nosotros, y hoy su
tragedia a tocado nuestras vidas. Oí el resto de la noticia esta mañana y de
repente el fútbol me pareció feo, o al menos amenazante. Kevin vino de Cochamba para gritar un gol santo y debe volver hoy en un ataud. Se tiñió de llanto la
Copa, pero también el stadium orureño, ¿a quién le interesa ahora sin San José
clasifica o si Corinthians sale campeón de nuevo? Hace falta mucha indiferencia
y desverguenza para seguir hablando de fútbol por estos lados, y así será durante un tiempo.
Es cierto que en
este tipo de espectáculos de masas los responsables siempre serán los
organizadores, junto a la policía, y se puede reclamar por la inexistencia de
la asistencia médica de emergencia. La versión oficial dice que la muerte de Kevin
Beltrán fue casi inmediata, pero los que esuvieron cerca lo vieron respirar
todavía. ¿Cuánto tiempo les tomó trasladarlo hasta el Hospital Obrero,
que no está precisamente cerca?
Pero luego también
surgen otro tipo de preguntas: ¿en qué mundo vivimos que se debe controlar hasta lo impensable? Recordemos aquel fatídico 20 de
julio del año pasado, en un cine de Denver Colorado, donde un joven transtornado
disparó a mansalva a los espectadores que estaban viendo el estreno de Batman
Rises, matando a 14 personas e hiriendo a otras 50. Son ese tipo de hechos que
uno no dice "deberían haber controlado que no metan ametralladoras al
cine". ¡No! Lo que uno piensa es: ¿a dónde hemos llegado?, ¿qué integridad
le resta a este mundo al que llegan nuestros hijos?
Al fondo, en Preferencia, se ubicaba la barra de Corinthians |
Doce individuos
brasileños se encuentran detenidos en oficinas de la Fuerza de Lucha Especial
Contra el Crimen (FELCC) y ya a éstas horas prestaron sus declaraciones.
Ricardo Tabes, periodista brasileño de la Red O-Globo, dijo que éste hecho sólo
se puede haber producido por accidente, que alguién haya manipulado
erróneamente la luz de vengala. Quisiéramos creer que fue así. Pero llama la
atención que se hayan encontrado después otros 9 de esos artefactos en las
mochilas de los detenidos, y además que, dadas las características del
artefacto, alguien pueda creer que es correcto utilizarlo en un espacio público
en medio de 30 mil personas.
Este terrible suceso arroja un eco inesquivable: es éste un mundo hóstil para la inocencia. En medio de la indiferencia y las charlas de sobremesa, sólo resta decir que hoy es un día en el que cuesta un
poco más sonreír.
Cerca al poste de iluminación se apostaba la hinchada del Corinthians |
Otra vista donde se puede ver cómo hacían flamear su bandera, lo hicieron inmediatamente después de lanzar el proyectil para camuflarse |
Texto e imágenes: Jorge Luna Ortuño
ENLACES RELACIONADOS:
Este mismo artículo en LA PATRIA, matutino de Oruro
http://www.lapatriaenlinea.com/?t=perseverar-despues-de-la-tragedia-de-kevin-beltran¬a=136221