Problemas del fútbol boliviano:
Algunos de los que ya se han citado millones de veces en diversos medios y en distintas oportunidades, generalmente después de grandes fracasos de la selección y de clubes nacionales en torneos internacionales.
- La existencia de dos entidades autónomas, la Liga del Fútbol Profesional Boliviano y la Federación de Fútbol Boliviano (FFB).
- Deficiente trabajo en divisiones inferiores.
- Calendario mal planificado en cuanto a amistosos internacionales, pésima elección de rivales.
- Etc.
Deberíamos agregar otros, sin intención de contar una triste historia, simplemente como un reconocimiento de campo, para efectuar después una propuesta.
Entonces, nos acordaremos por ejemplo del comportamiento oportunista de los medios de comunicación nacionales, de la gran mayoría de ellos. Construyen una previa para cada partido casi como si trabajaran para la selección nacional de fútbol; normalmente en esos casos el periodista escribe vestido de polera verde, se deja llevar por el entusiasmo, la pasión por el fútbol, que mezcla con insuflos de patriotismo, queriendo tocar el sentimiento de la gente, de los miles de lectores. Son los diarios de siempre, La Razón, Página Siete, Prensa, por lo menos en La Paz. Una gran portada, un póster, títulos de aliento, llamados al público para llenar el estadium, etcétera. En las radios los periodistas se mueven como los camaleones con las circunstancias, se aventuran a adelantar analisis esperanzadores, "la selección puede ganar...". "Habrá que aprovechar esto o aquello", "que Martins juegue de punta y que lo acompañen", "que el juego por las bandas"... y continuan sus parlamentos como si estuvieran analizando una situación normal. Como si Bolivia realmente estuviera compitiendo por llegar al Mundial. Es sólo después, cuando llega el resultado negativo, a veces humillante (como la goleda que propinó Colombia 5-0 al combinado nacional), que aparecen los análisis serios, las críticas ácidas, las especulaciones... "Azkargorta ya no es el mismo", "es nuestra triste realidad, el bajo nivel de nuestro fútbol", "que la preparación no fue adecuada", "que se necesita renovación en el plantel"...
De aquí una primera tesis: los dirigentes de la FBF decidieron desde hace tiempo que Bolivia no tiene chances de llegar al Mundial. La prueba: la paupérrima preparación de la selección en los partidos amistosos fechas FIFA; mientras los rivales de la zona juegan amistosos en Europa con selecciones exigentes a nivel mundial, Bolivia juega con Jamaica o Aití en Santa Cruz, por no decir que pichanguean con Pellotihue F.C., simplemente para pasar la fecha. Si no vamos a clasificar ¿para qué vamos a invertir?, dirán los dirigentes.
Es claro que la gestión de Quinteros, el DT anterior, fue un fracaso, nos perjudicó de llegar bien preparados a la Elimiatoria, años para nada, y a quién le interesa. Cuando él vio que esto no daba más, alistó sus maletas, las conversaciones que había estado sosteniendo con dirigentes del Emelec de Ecuador prosperaron, y ahora vive su vida allá, alejado de nuesta realidad, algún día sin embargo quedrá volver para dirigir a algún equipo de Santa Cruz, muy probablemente. Pero el asunto es que se juega con la esperanza, la idea de "todavía se puede". Después del empate con Argentina en La Paz, algún periódico se animó a rezar en su titular: "Argentina deja a Bolivia sin marguen de error". Esto nos parece que es, querer prolongar el misterio ahí donde ya todos sabemos cómo acaba la película.
Pero hemos aprendido lecciones importantes. Cuando Bolivia le sacó un empate a la Argentina en el Monumental, apenas iniciada la Eliminatoria, todos estábamos contentos. Por lo menos en algunos pasajes el equipo mostró personalidad, y es que le viene bien a Bolivia jugar de visitante cuando va a hacer el papel heroico de jugar contra la adversidad y los pronósticos que la despachan como perdedora de entrada. Aquella vez Quinteros hizo jugar al equipo más adelantado, queriendo interrumpir los circuitos de armación de los argentinos, ocupando espacios de gestación de jugadas, emboscando a Messi, y frustrando en general a los entonces dirigidos por el inexperto Sergio Batista. Aquella vez Messi no apareció, aunque generaron peligros, hubo un par de palos, pero todos jugaron trancados, funcionó la presión alta, eso de no meterese en el área chica a defender el resultado. Desde luego que este tipo de juego exige mayor esfuerzo físico, también más sentido de jugar compacto. Pero tuvo réditos, incluso la selección pudo abrir el marcador, pues estando más en bloque, Martins no aparecía tan solitario adelante, y así convirtió el primero. Entonces a los naturales atributos de nuestro equipo, que son la garra, el compañerismo en situaciones como ésta, y alguna picardía aislada, se le sumaron un mayor orden táctico, juego en bloque, esto es con las líneas más juntas entre sí, incluso utilizando como arma el fuera de juego.
Y decimos que son lecciones porque realmente representan avances que hay que aplicar hoy. The Strongest jugó así contra San Pablo y Atlético Mineiro y se ganó el respeto de los brasileños en la actual Copa Libertadores. El problema es que este tipo de juego, dado el escazo volumen ofensivo que tienden a generar los nuestros, es que requiere de un jugador bien enchufado en el partido, de la parte delantera, que no falle las pocas opciones de gol que se generen (un tipo Saucedo, el ariete de San José). The Strongest tenía a Escóbar, pero el paraguayó demostró que su alta confianza y efectividad es para la Liga, y se escurre de algún modo en competencias de la jerarquía de la Libertadores.
¿Qué hacer?
Todo este análisis no puede estar separado de una realidad que en cierta medida es favorable: el amplio apoyo que el actual gobierno está dispuesto a darle al fútbol. Sentimos que el Presidente adora el fútbol, quiere hacer algo, pero no sabe exactamente qué. Entonces se aboca a mejorar la falta de infraestructura. Leí en El Deber hace unos días un artículo donde hablaban de la historia de Chumacero, el jugador de los aurinegros. Él contaba que por su casa no habían canchas, pero adoraba el fútbol, de modo que aprendió a jugar en tierra, superficies con piedras, de esas en las que una caída representa heridas horribles en las rodillas, lo decimos por experiencia. Su camino es un ejemplo de superación, es cierto, para muchos jóvenes. El presidente Morales quisiera que no hubieran tantos casos de gente contando que que no había una cancha por su casa, de modo que se construyen polideportivos y complejos por todas partes. ¿Cuántos campos deportivos se han inaugurado en territorio nacional? No tengo el dato, agradeceré que alguien me lo pase. Sabemos, eso sí, que en Orinoca, una población de 163 habitantes (dato Censo 2001) se inauguró el estadio "Dionisio Morales", que tiene césped natural y graderías para 5000 habitantes.
La pregunta es ¿qué hacemos con la nueva infraestructura? ¿Cómo se puede aprovechar esta voluntad del actual Presidente? Se trataría de una coyuntura ideal, por lo citado, también porque Xavier Azkargorta dirige actualmente la selección, y debería aprovecharse su presencia para hilar cabos, entre aquello que nos llevó a la gloria en el pasado (93-94-97), y lo que se debe implementar para llegar al nivel más alto en unos años. Miguel Angel Rimba explicaba en unas declaraciones para Séptimo Día (suplemento de El Deber, 23-10-2012), que el objetivo del presidente es "la unificación del país a través del fútbol". Es algo positivo, y pensamos que en lugar de que exista esa manía de saltar con críticas ácidas sobre lo que hace o dice el presidente, deberíamos también estar preparados para apreciar lo saludable, lo rescatable, aquello que podría ser susceptible de una prolongación, los cables que podrían llevarse más allá, o la sustancia con la que se puede trabajar en conjunto para legar algo al país. Esto no significa "convertirse" en masista, ni mucho menos "ser" del MAS; nosfalta comprender un tercer tipo de relación, que no es de alianza ni de imitación, es más bien de agenciamiento, tener algo que ver con determinado grupo o individuo en determinado espacio y circunstancia". Sinergizar, lograr una tercera opción. Todo lo contrario de las conflictivas dualidades.
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