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viernes, 13 de enero de 2012

La familia Gracie, Bruce Lee, y la revolución en las artes marciales

Jorge Luna Ortuño
 He estado viendo algunos videos sobre los Gracies y su paso por los primeros campeonatos de artes marciales mixtas, competiciones bastante más rudimentarias y con menos reglas que las que se celebran actualmente con tanta pompa, abarrotadas de estrellas de cine en sus palcos. Me refiero más concretamente al UFC de 1993-94, y al Open Vale Tudo Japan 94 y 95, donde triunfaron Royce y Rickson Gracie respectivamente. Siempre recuerdo esas palabras de Rickson, publicadas en la Revista Cinturón Negro, donde decía que la familia Gracie había logrado hacer en los 90 lo mismo que Bruce Lee había hecho en los 60: revolucionar el mundo de las artes marciales. Ruptura de un paradigma. Bruce Lee había revelado la ineficacia de un montón de cosas que los estilos clásicos mantenían en sus métodos de entrenamiento. "Son florituras, desesperación organizada", decía Bruce Lee. En los campeonatos de Long Beach, principalmente, Bruce presentó a la comunidad americana de artes marciales su visión, el germen de sus nuevos conceptos, que después se vendrían a llamar Jeet Kune Do. Los Gracie por su parte se encargaron de establecer un par de afirmaciones fuertes en la escena: Primero que no sirve de nada ser un campeón de deportes de combate para pelear en la calle, porque la mayoría de las peleas en la calle terminan en el suelo, y si no sabes desenvolverte en esa faceta en realidad no estás muy bien parado. Reclamaron la atención hacia la pelea en el suelo, en la que ellos eran verdaderos especialistas, a la cabeza de Helio Gracie, el padre de la mayoría de ellos, con una tradición de 65 años peleando en este tipo de torneos, desafíos sin límites de tiempo ni protecciones donde se confrontaba la efectividad de los estilos. Los Gracie salieron victoriosos de prácticamente la mayoría de esos desafíos, es cierto que Helio Gracie perdió con una llave de brazo con el campeón japonéz Kimura, pero basta con enterarse de los todos los pormenores de aquella pelea para darse cuenta de que esa no era completamente una derrota. En todo caso, el criterio que definía la búsqueda de Bruce Lee, tanto como de los Gracies, era la efectividad. ¿Qué funciona y qué no, en una pelea callejera? ¿Qué funciona para mí, con mis características, mi complexión física y mis habilidades?







En sus peleas en Japón, Rickson Gracie demostró ser efectivamente el mejor peleador de los Gracies, el mejor entrenado, el más fuerte, quizás con la mejor preparación para pelear en el clinch, buen uso de la mano adelantada, y definitivamente magistral en el suelo. Royce también tenía unas postura parecida puesto en combate. Mano derecha adelante, la pierta adelantada usada para medir la distancia, distraer la guardia del rival, atacar la rodilla del oponente, y también para encubrir un intento de cierre de la distancia. Hacían caso de los postulados de Bruce Lee, en cierto sentido, que decía que la mano y la pierna adelantada debían hacer el 90% del trabajo. La diferencia es que para ellos la única manera de finalizar el combate era en el suelo. En el primer Open Vale Tudo Rickson Gracie no tuvo inconvenientes, pasó por encima de sus tres oponentes, a su turno, en una misma noche: estranguló al estudiante más destacado del japonéz Kimura, aquel que derrotara a Helio Gracie, y barrió con los otros dos en base a un duro y básico ground and pound. Fue en el siguiente torneo, en la primera pelea con Yamamoto, campeón japonez de jiu jitsu de los pesos pesados, en el que tuvo algunos incovenientes. El riesgo de ser estrangulado con una guillotina, pero también quedaba la vista la imposibilidad del Gracie Jiu Jitsu de finalizar una lucha cuando el oponente no podía ser llevado al suelo; en esto caso era porque Yamamoto pasó casi toda la pelea agarrado con un brazo de la cuerda superior del ring. Ya volveremos a esto. Fue sin embargo una cuestión de tiempo, de aplicación de todas esas virtudes, contraculturales en este tiempo, que las artes marciales ayudan a desarrollar para la vida: paciencia..., paciencia, concentración prolongada, estado de alerta, sensibilidad, velocidad para saber aprovechar el momento en el que el oponente comete un error... Y Rickson lo finalizó. Despierta admiración Rickson cuando uno visiona sus peleas, aunque no sean siempre las más entretenidas, siempre tan calmo, con esa "determinación de hierro", como si la misma naturaleza no pudiera concebir otro final que el de él victorioso con la mano alzada; es bien cierto que a ese nivel ya no era cuestión de perder o ganar, sino de terminar el combate con honor, llevarlo hasta su final. No extraña que los mismos japoneses lo hayan considerado un verdadero samurai de nuestra época. Lo que sí dejó en tela de juicio su capacidad para pelear sobre sus dos pies; como él diría, su juego en stand-up tiene demasiados vacíos, es demasiado abierto, y ante un buen striker estaría en serios problemas. Lo mismo se aplica para todos los Gracies, bien que esto quedó en evidencia con el paso de los años hasta llegar al siglo XXI. Royce hizo una excelente pelea contra Keith Hackney, un muy buen golpeador, y esa fue quizás su mejor presentación de pie.


En lo que los Gracies se equivocaron fue en liberar a las artes marciales de una tara que la delimitaba en ciertos patrones de visión, pero sólo para devolverla después a los barrancos de una vieja discusión, una discusión que Bruce Lee se había encargado de derribar como un falso problema. Estábamos todos muy influenciados hasta aquel tiempo por las fantasías que el cine de artes marciales, que nos impulsaba a todos a creer en los puños y en las patadas como en una especie de dogma. No sólo Chuck Norris, el mismo Bruce Lee, y las espectaculares patadas de Van Damme, o el aikido de cine de Steven Seagal se quedaban para otro día. Había ahora que saber defenderse en el suelo. Incluso Seagal empezó a agregar en su coreografía algunos elementos de Gracie Jiu Jitsu en esa época, como se puede ver en su película Alerta Máxima II. Pero en lo que se equivocaron los Gracie fue en devolverlo todo a una miserable discusión de cuál es el mejor estilo, qué es lo definitivo, lo último, lo imparable, y ese tipo de chorradas. Del plano de la inmanencia que había logrado alcanzar, casi rozando los dedos con los conceptos del Jeet Kune Do de Bruce Lee, lo dejaban resbalar todo de vuelta a la cochina trascendencia. Transaban con la trascendencia. Y todo perdió su sorpresa, su impersonalidad, su caracter indiscernible. Otra vez la pregunta  ¿quién? remitía a una persona o a un estilo y ya no a una fuerza. De ahí que los Gracie se hicieron previsibles, demasiado unidimensionales, y Sakuraba se encargó de mostrárselo al mundo: fuera del suelo los Gracie eran casi peces fuera del agua. Una vez que los strikers aprendieron a defender los take downs y las proyecciones, el juego comenzó a cambiar de nuevo, el barco se inclinaba de vuelta hacia el Sur.


Hace poco leí una entrevista en la que Jon Jones, el poderoso y multifacético campeón de los pesos semicompletos del UFC, decía que uno de sus ídolos es Bruce Lee, y que su enseñanza "el mejor camino es tener el no-camino", era una de las guías que procuraba tener en mente siempre. Esto me dejó gratamente sorprendido. "El mejor estilo es el no-estilo". Pensamiento oriental, taoísmo, budismo zen. Jones comprendió que un elemento importante para cualquier guerrero recae en su capacidad para hacerse indiscernible, devenir-imperceptible, a nivel del estilo, no decir este mejor que aquel, porque de repente las fronteras entre los estilos se borran, y esto es realmente artes marciales mixtas. Tomar esto de aquí, y esto otro de allá, pero no para formar un benjunje de técnicas, sino siempre en base a unos conceptos. Eso sí, se pelea por honor, con honor, esto es algo que no se cambia ni se deja de lado, sin importar el estilo que se practique, respetando la larga tradición de las artes marciales. A lo que llegamos con esta nueva mentalidad de hacerse indiscernibles es a la comprensión de por qué Jon Jones sea un campeón extraordinario, tan devastador, quizás el más sorprendente en la historia del deporte, quizá un poco por arriba en esa categoría sobre la araña Anderson Silva.


En la actualidad Anderson Silva, un golpeador tecniquísimo, de excelente juego de pies, uso del directo adelantado, con dominio de jiu jitsu brasilero, es el rey en la categoría de los medianos. Jon Jones hace lo propio en semicompletos, haciendo uso no sólo de sus excelentes derribos de lucha, sino también de los conceptos del jeet kune do: patadas laterales a la pierna adelantada del rival, uso del directo de derecha, patada de chequeo a la espinilla con la pierna retrasada..., cambio de niveles... Lyoto Mashida es todavía una fuerza en este mundo de combate, aunque no esté en posesión de ningún cinturón, pues hace gala de su guardia natural, un completo juego de contraataque y un excelente juego de pies. José Aldo en pesos más ligeros es sorprendente, quizá el que tiene la técnica más depurada de golpeo, de una versatilidad impresionante, explosivo, cortante como una navaja. Y cómo olvidar a Junior Dos Santos, campeón de los pesos pesados, fuerte, ágil, de un boxeo debastador para MMA, uppercutt y excelente jab, además de juego de pies.


El mundo de las artes marciales ha girado, la atención a la pelea de pie ha vuelto, pero nadie deja hoy de entrenar su rutina de pelea en el piso. En resumen, nuestra era quizá sea testigo de la construcción de los peleadores más completos en la historia de la humanidad. De vuelta a Roma y las viejas peleas a muerte, o lo más cerca posible a ello.


Esto continuará.
Gracie Jiu Jitsu in the UFC

LOS PRÓXIMOS TRES DÍAS de la imaginación en fuga

Jorge Luna Ortuño

 “Nuestros señores, los Inquisidores de Estado, tienen la obligación de hacer todo lo posible para mantener en prisión al culpable. El culpable, que no ha prometido ser prisionero, debe hacer todo lo que esté en sus manos para alcanzar la libertad. El derecho del inquisidor tiene como fundamento la justicia; el del prisionero las leyes de la naturaleza. Del mismo modo que no necesitaron de su consentimiento para encerrarlo, el prisionero tampoco puede tener necesidad del suyo para salvarse”.
Giacomo Casanova, Mi fuga de la Prisión de Los Plomos


 Manual de escape: ¿Qué se requiere para escapar de una prisión? Primero saber que todas las prisiones del mundo tienen una llave; sólo debes encontrarla. ¿Y cómo se hace? Observando mucho, sobre todo las cosas que rompen con la rutina diaria. Los guardias se vuelven cómodos haciendo lo mismo cada día, por eso es que comenten errores cuando algo diferente pasa. Cuando lo ves, tienes que estar preparado. Debes tener todo el plan en su lugar, incluso antes de saber cómo vas a salir de la cárcel. Escapar es lo fácil; lo difícil es saber seguir en libertad. Debes saber dónde vas a ir y cómo vas a llegar ahí. Debes saber cómo es que los policías piensan capturarte, dónde y cuando. Con estas palabras, un hombre de presencia inquietante que ha podido escapar de la prisión varias veces y ha escrito un libro sobre ese aprendizaje, le pasa información a John Brennan (Russell Crowe) para que éste planee la fuga de su esposa Lara (Katherine Banks), que ha sido encarcelada de por vida.








 Dirigida por Paul Haggis, Los próximos tres días (2010) es mucho más que una película acerca de un héroe improvisado de acción. Es un drama-suspense de aventura. Hace gala de un excelente rítmo de edición y de un gran reparto. Remake del largometraje Pour elle (2008), y aquí es mejor evitar las comparaciones, la versión de Haggis no fue un éxito de taquilla en EEUU –quizá algo saludable– y varios críticos norteamericanos le dedicaron algunas líneas eruditas de reprobación. Para nosotros, Los próximos tres días es más que una grata sorpresa, es una revaloración de la fuga como movimiento creador de vida. Es parte de un linaje minoritario que componen films como Un grito de libertad (1987), Sueños de fuga (1994), Atrápame si puedes (2002), Hacia rutas salvajes (2004), La escafandra y la mariposa (2007), y otras pocas.


Haggis lector de Gilles Deleuze
Paul Haggis es un director aclamado en Hollywood, dueño de dos Oscar por Crash (2004), y además guionista de películas como Million Dollar Baby (2004). La industria del cine lo asimila, lo que no quita el hecho de que su trabajo revele una interesante veta contracultural, y algo más. En el libro que Slavoj Zizek dedica a formalizar sus divergencias con Gilles Deleuze (1925-1995) comienza con esta línea: “La medida del verdadero amor a un filósofo se reconoce cuando uno ve las huellas de sus conceptos en cualquier parte de la propia experiencia cotidiana”. Esto podría explicar lo que nos pasa al ver este film, ¿o no está demasiado a la vista?: Los próximos tres días es la obra de un lector consagrado de Deleuze. Zizek suele decir que Robert Altman, por su film Vidas cruzadas (1993), es el cineasta contemporáneo que más se presta a una “interpretación deleuziana”. Pero después de Crash, y ahora con ésta entrega, Paul Haggis nos resulta mucho más estimulante en este sentido. Él devuelve al tablero un montón de problemáticas que agitan el pensamiento del filósofo francés: 1) el devenir-imperceptible que atraviesa John, sorprendiendo a todo el aparato de la policía: nadie esperaba que un profesor de inglés, alguién lo suficientemente integrado al sistema, pudiera concebir ese plan; 2) una película de prisión ya no según la visión de las sociedades disciplinarias, sino de las sociedades de control: el reclusorio juega un papel muy secundario, nada de la vida de Lara Brennon se nos muestra, pues lo que interesa es mostrar a la ciudad, Pittsburg, como la prisión, el dispositivo de control; 3) la fuga ya no como se la piensa ordinariamente (una evasión cobarde, una negación inmoral de algo), sino como un movimiento activo que busca afirmar otro modo de vida.


En fin, un encuentro afortunado entre un cineasta y un filósofo.







Un guiño a Don Quijote

El film es también un saludo al libro de libros, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que Cervantes escribió encerrado en una prisión de Sevilla. John pregunta en su clase mientras su espíritu se encuentra en alguna otra parte:
¿De qué trata El Quijote? ¿Podría ser acerca de cómo el pensamiento racional te destruye el alma? ¿O del triunfo de la irracionalidad y del poder que está en ella? […] ¿Y qué si elegimos existir en una realidad puramente fabricada por nosotros? ¿Eso nos convierte en dementes? Y si es así, ¿no es eso mejor que una vida de desesperanza?
Al igual que Cervantes, John tiene la necesidad vital de contarse una historia en la que su esposa se salva. Emprende una temeraria aventura humana situada en la imaginación que desborda a la realidad. Como dice Arístides Vargas de Malayerba, en relación a su gran obra de teatro “La razón blindada”: “la imaginación es el lugar al que la realidad más extrema no puede llegar, lugar donde el dolor más extremo puede ser mitigado por el acto de imaginar otra realidad. Don Quijote confunde molinos con gigantes, mujeres grises con doncellas, cárceles con paraísos, y se exilia en la sinrazón, ese extraño desorden que no hace mal a nadie pero que ayuda profundamente a vivir”. Sin embargo, John no confunde las cosas, a pesar de que lo recriminen por vivir en una “realidad fantasiosa”. En realidad él es el más realista de todos. Su imaginación gestiona un plan estratégico, toda una cartografía. Deja de ser un hombre cínico-sarcástico para convertirse en un quínico-pragmático. Siguiendo la herencia de Diogenes de Sínope, ya no tiene necesidad de creer en el mundo en el que viven los otros. Y no se limita a burlarse de la credulidad de sus semejantes, da un paso más: crea otro mundo en el cual prefiere vivir, un mundo en el que existe una esperanza para su familia. Toda una aventura que nos llama a redefinir el concepto de utopía, y que, en la era de la vigilancia y las sociedades de control, nos recuerda que la imaginación jugará un papel decisivo en la creación de nuevas formas de resistencia.




Buenos Aires de Feria del Libro

Jorge Luna Ortuño

Un relato cargado de experiencias y sensaciones, con motivo de una visita a la más grande Feria del Libro de habla hispana. Algo más parecido a la crónica de una inmersión.

 Ingreso
Dos de la tarde, mayo del 2011, remoloneo en medio de uno de esos adormecedores domingos paceños. Es una tarde nublada, tranquila, perfecta para el ocio, de modo que me siento a continuar mi lectura de un maravilloso libro que me tiene cautivado: El tiempo de los asesinos, de Henry Miller. Nadando entre sus páginas me siento en casa, pero sin darme cuenta, una serie de sensaciones relacionadas a lo leído se amontonan, de repente me siento viajar, un par de líneas me transportan inauditamente a mi habitación en el Gran Hotel España, muy cerca del Obelisco, en pleno centro de Buenos Aires. Estoy en el espacio en el que me había encerrado el pasado Viernes Santo para disfrutar de mis nuevas adquisiciones y leer todo lo que me diera la gana. Sentado en un sillón antiguo siento nuevamente el calor de esa bella ciudad en la que éste librito fue mi acompañante. Hileras de avenidas coloridas y llenas de cafés, de librerías, de buses enormes y de hombres y mujeres desparramados caminando por todos lados saltan a mi memoria. Franqueo el umbral de esa puerta, al otro lado la 37° Feria del Libro de Buenos Aires me espera, justo en el año en que la ciudad ha sido nombrada por la UNESCO como Capital Mundial del Libro, un motivo más de orgullo para los porteños.
  
 Pabellón azul
La primera porción que recorro de Buenos Aires me la presenta como una ciudad agitada y acogedora, salpicada de un sinnúmero de estímulos auditivos y visuales, y digo esto por los enormes letreros luminosos, las lujosas vitrinas y galerías, los coches de último modelo, los toldos que adornan los restaurants…, pero principalmente por las bellísimas mujeres de todas las edades que recorren sus calles. Camino por Palermo Viejo y estoy encantado, eso es una invasión de bocados, es como si cayeran del cielo, como si se hubiera desencadenado un desfile improvisado de coquetas porteñas y otras que aparentan ser turistas. Dato adicional: Según el Censo Nacional de Población y Viviendas realizado el 2010, en Buenos Aires hay 100 mujeres por cada 86 hombres[1]. Un gran aliciente, quizás. Por el estado de mi bolsillo, los primeros días eso no será nada más que una degustación.

Pero volvamos a lo que nos convoca: la Feria del Libro. Se realiza en el predio de La Rural, un enorme campo ferial, situado casi frente al zoológico, al cual se puede acceder por las tres avenidas que lo rodean. El lema es: “Una ciudad abierta al mundo de los libros”. El gran antecedente es la presencia del sector editorial argentino en la última Feria del Libro de Frankfurt, gracias a un programa estatal de apoyo a la traducción al alemán de las publicaciones locales. A un par de días de su inicio, algunas personas de la zona, con las que converso ocasionalmente, me hacen dar cuenta de algo curioso: muchos de los lugareños no le tiran ni la mínima pelota a ésta Feria, su inicio les es indiferente. (Arriesgaremos una explicación más adelante). Y uno se imagina que hablar de la Feria debería consistir en hablar de libros, pero no es ese el primer tema de conversación que despierta. En los periódicos, en algunos subtes, cafés y pizzerías, uno de los temas de conversación es la polémica que se ha generado en torno a Mario Vargas Llosa, el flamante Premio Nobel de Literatura. Los intelectuales kirchneristas no lo quieren, han logrado que no sea él quien encabece la inauguración. Incluso el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, propuso vetar su participación. Sin embargo, pasada la tempestad, finalmente se establece que dará una conferencia durante la inauguración en la sala “Jorge Luis Borges”. En el periódico Clarín, emparentado con la oposición, las palabras del autor de novelas como La ciudad y los perrosConversación en la Catedral y otras, se convierten en primerísima noticia: “No quiero dar la impresión de que vengo a criticar a la Presidenta. Sería falso, inelegante. Pero sí hablo con mucha libertad, cuando corresponde, sobre lo que ocurre aquí, porque es mi derecho”; “al director de la biblioteca, lo menos que se le puede pedir es que debería respetar el principio de la diversidad”… La Feria del Libro, como cualquier dispositivo, es un diagrama de fuerzas y tensiones que la sostienen, y en un año marcado claramente por las Elecciones Presidenciales, una de esas líneas de tensión, quizá la más obvia, se nos ha revelado. Recapitulemos: Vargas Llosa se había manifestado anteriormente contrario a las políticas implementadas por la Presidenta Cristina Kirchner, lo que le valió esas réplicas junto a las de algunos aludidos y sectores progresistas.[2] “Cuidado con opinar desde afuera sobre países soberanos como la Argentina” –le había respondido idiotamente una de las voces oficialistas. Se llegó a temer que sectores de la juventud kirchnerista sabotearan el acto de inauguración. Aunque se prometía quilombo, al final todo se desenvolvió con tranquilidad, afortunadamente. Cabe apuntar que fue la propia Presidenta Cristina quién defendió a Vargas Llosa, pidiendo que la presentación del Nobel se desarrolle con normalidad. Y es que era una tontería politizar un evento en el que el invitado principal es la literatura, aunque la intromisión de la política sea ya una constante de las últimas ferias en Buenos Aires. En mi criterio, la mejor respuesta contra ésta estupidez la dio el filósofo español Fernando Savater, y fue dentro de un encuentro con periodistas en el patio de una escuela del conurbano en Villa Ballester: “Yo conozco la Feria del Libro, conozco a Vargas Llosa, pero no conozco a ninguno de los que intervienen en la polémica… por algo será –afirmaba con ironía–. Son las ganas de buscarse publicidad de personas que no tienen una categoría intelectual para conseguirla por otros medios”.[3] Lo cierto es que el último premio Nobel de la Literatura, algo parco pero no carente de fino sentido del humor, suele hacer gala de una gran maestría para provocar admiración y rechazo casi simultáneos por donde pasa. Cuando una periodista de Clarín le consultó qué pensaba de los que dicen que es taaan buen escritor pero con ideas taaan feas, apresuró una respuesta con las orejas coloradas, quizás de rabia: “Estoy cansado de escucharlo”.

Pabellón amarillo
El predio de La Rural, donde se desarrolla esta Feria, es tan grande que uno puede perderse fácilmente los primeros días, pese a lo bien señalizados que están los largos y alfombrados pasillos. En detalle, son 47500 metros cuadrados de superficie, 1500 expositores, 11 salas de actos y 42 países presentes en ésta que es, para muchos, la Feria del Libro más grande del mundo de habla hispana. Además, cuenta con una sobria sala de prensa donde están dispuestas cuatro computadoras para periodistas del extranjero, junto a una sala de conferencias. “La gran novedad de esta edición –nos cuenta Carlos Pasos, funcionario de la Fundación El Libro– es que ofrecerá al público un espacio de lectura digital”. Y en efecto, se aprecia en uno de los stands (Moviestar) una pantalla gigante en la que se emula la experiencia de lectura de un libro electrónico en un I-phone, donde, entre otros gustitos, uno puede recorrer las páginas con tan solo acariciar con un dedo la pantalla. Entre los cursos de las Jornadas Profesionales, algunos temas de siempre, “los derechos de autor en la era del libro digital”, “libertad de expresión”, etc., pero hay uno que disfruto en especial: “El lenguaje de la ciudad”.

La Feria del Libro es una buena metáfora de Buenos Aires: es enorme, variopinta, atractiva, demandante, agotadora, organizada y caótica a la vez… Al comienzo quieres devorártela, pero al final de la jornada descubres invariablemente que es ella la que te ha devora-do. Hay que desnudarla, pero lo más antes posible, antes de que ella te desnude a ti. Los precios son muy altos en Capital, los alojamientos, los taxis, la ropa, pero sobre todo la comida y la bebida. Los libros no se quedan atrás. Es cierto que la mayoría de las editoriales nos reconocen un jugoso descuento del 40% a los editores del extranjero, pero eso no quita que la mayoría de los libros deseados nos provoquen un estremecimiento en la garganta cuando nos informan de su precio. Para darles una idea, la edición completa, en dos tomos, de las Memorias de Giacomo Casanova llegaba a costar el equivalente a Bs. 1500… Lo bueno es que en la extraordinaria librería El Ateneo, uno puede ojearlo sentado cómodamente tomando un café sin que nadie lo moleste. De todos modos, en este pabellón se encuentran algunas ofertas: 3 libros por 15 pesos (argentinos), 2 por 10, etc.

Esto nos lleva a hablar del otro tema contiguo: el por qué a mucha gente de la Capital no le interesa visitar la Feria, por más grande y pomposa que sea. Podría decirse que es porque en realidad está enfocada primordialmente para los visitantes del interior (mucha gente de Tucumán, de Rosario, de Santa Cruz de la Patagonia) y del extranjero. La doctora en filosofía Esther Díaz, a quien tuve el gusto de conocer en mi estadía, me hizo dar cuenta de algo que comprobé luego: Buenos Aires es ya en sí misma una gran feria del libro, los 365 días al año. Por eso cualquier hombre o mujer que disfruta de las letras se siente inmediatamente en su casa cuando la visita. Es verdaderamente una capital del libro, como Vargas Llosa hacía notar en su discurso en la feria, que en ese ítem nada tiene que envidiarle a París ni a Barcelona. No sólo por las innumerables librerías, antiguas y modernas, por su tradición de grandes escritores, también por los cientos de cafés literarios en Palermo, San Telmo, Corrientes, etcétera, donde las últimas novedades ya están apostadas en sus estantes, y al mismo precio que se ofertan en la Feria. Desde luego, en lugar de hacer un viaje de cuarenta minutos, o más, hasta Palermo, cualquiera prefiere buscar el libro requerido en una de estas flamantes librerías, donde además tiene la posibilidad, en algunos casos, de sentarse a hojear los libros sin que ningún vendedorsito de pacotilla apresure la lectura, es decir, la compra. Además, en avenidas como la Rivadavia y la Santa Fe se pueden encontrar pequeñas ferias llenas de casetas donde se venden miles de libros usados y donde, curiosamente, hasta se puede pagar con tarjeta. Lo único que hay que hacer es meterse en el bulto y buscar con ojo felino.

Baños
Esta gran Feria que aglutina a las más importantes editoriales de Argentina, y a varias otras del extranjero, se constituye, sólo hasta cierto punto, en un incentivo a la lectura, y menos aún en un dispositivo de lectura de la ciudad. Por su funcionamiento, es más apropiado llamarla la Feria de las editoriales, dado que ellas son las que le dan vida y sentido al usarla como estrategia de presentación y aceleración de ventas y convenios. En cierta forma, el lector queda reducido a jugar un  rol secundario, y esto es algo sutil y difícil de explicar. La Feria del Libro, también en Buenos Aires, no deja de tener ese aire de plaza de comidas, de Megacine, es decir, de un complejo donde se mete de todo para multiplicar la oferta y acrecentar las posibilidades de venta por asociación, aunque con la salvedad de que en ésta Feria, eso sí, se encuentre una variedad de primera calidad, ni duda cabe.

Pabellón verde
Me sorprende Buenos Aires en cada nueva caminata, “aquí todo es aventura –dice Morgane Amalia, una divertida turista francesa–, acá se siente que todo es posiblees una ciudad surrealista”. El porteño es algo petulante, le gusta hablar fuerte, vocalizar muy bien las palabras, terminar las oraciones con un “¿viste?”, y cosas así, y como los hay amables también los hay prepotentes. Lo importante es no amilanarse con nadie. Por eso mismo, recuerdo lo que me escribió mi amigo Jesús al despedirme: “Hallándote entre el gauchaje, conviene que recuerdes la sabia sentencia de Martín Fierro: “Yo no me aparto de la huella, aunque vengan degollando”. Aquí a los timoratos se los comen como a un bizcocho. Comentar que uno es boliviano no es precisamente una gran referencia, lo que sigue es la sensación de que algo se ha diluido en la conversación. Una señora me confiesa: “¿Los bolivianos?, y, y, son laburantes ¿no?, por el centro no se los suele ver, ellos están en las partes más de afuera, Linniers…” Algo me irrita de esa apreciación, no sé, pero hay que usarlo como empuje hacia adelante. No hay tiempo de reflexionar mucho, Buenos Aires es como un animal, su locura te salta como un mono en contraruta, te mantiene alerta, con apetito, estimulado, ya sea para escribir, para pensar, para conectar...




Me llama la atención la gran cantidad de gente que circula por las calles con audífonos en los oídos, a toda hora, muchas personas se ven como desenchufadas, escuchando música, o quién sabe qué, tal vez nada, pero parecen desconectados del entorno, o quizás conectados, pero a otra cosa, al mundo al que la música les transporta, o del que no deja que salgan, especie de ritornelo. Vivimos en un mundo en el que las distancias se acortan, pero en el que también es más palpable la sensación de desconexión. No se lo puede negar, ésta, como tantas otras, es una ciudad polarizada: por un lado está llena de barrios donde predomina el confort del Primer Mundo, y por el otro de extensas zonas donde campea la pobreza. No hemos visto nada parecido a las favelas pero de todos modos existe mucha desigualdad, y hay gente, mucha gente que necesita des-conectarse de su realidad, quizá por eso mismo persista siempre la necesidad de la lectura, del libro, en tanto herramienta de conexión con otros mundos posibles más alentadores, avivadores de la imaginación, que luego se usará en favor propio en una realidad concreta. ¿Qué nos diría Cervantes, que concibió el libro de los libros –El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha– mientras estaba encerrado en una prisión? Un libro nos permite respirar otros aires, concebir la ficción, le agrega fantasía a nuestras vidas. Si la Feria del Libro se debe elogiar es principalmente por ser una enorme estantería discontinua en la que están acomodadas en fila las más increíbles fantasías, mundos posibles que nunca veremos si no es a través de tal o cual libro que nos busca afanoso y nos espera.







Salida
En el teatro se estrena con mucho éxito la obra “Un tranvía llamado deseo”. En la televisión el Papa Benedicto responde en vivo a los twiters en plena Semana Santa, aunque, como buen sacerdote, en realidad no responde nada, solo alarga el misterio. La gran sensación, sin embargo, es “Gran Hermano”, el reality show que se pasa por Telefé y que ya llega a su fin. Ricardo Darín está en cartelera con su nueva película, Cuentos Chinos, la sucesora de Carancho y El secreto de sus ojos. Pero la que más parece atraer es de un cineasta tailandés: El hombre que recordaba sus vidas pasadas. Todavía está fresco el recuerdo del paso de U2 360° tour por aquí. A media semana Pete Sampras y André Agassi llegan para jugar partidos de demostración en la zona de Tigres. La ciudad vive con atención los cuatro choques entre Barcelona y Real Madrid; Messi despierta pasión y provoca lágrimas cuando los azulgranas pierden La Copa del Rey; existe también sin embargo otro sentimiento encontrado, que se sintetiza en la portada de una revista que leo en un kiosko: “¿Por qué nos cuesta tanto a los argentinos identificarnos con Messi?”. Un taxista me dice alzando el tono: “lo que pasa es que ese pibe no siente la camiseta albiceleste, sólo la del Barcelona”. Supongo que hay de todo. Llega el día de mi retorno. A la Feria le queda una semana más de duración, pero ya la recorrí de cabo a rabo. El libro de Jorge Edwards, La Torre de Montaigne, es el que se me queda impreso en la cabeza. La nostalgia me invade ya en el aeropuerto de Ezeiza; Buenos Aires es una ciudad a la que hay que volver para desmenuzarla. Ahora toca digerirla de a poco. Me doy cuenta de que es preciso salir de la inmersión. Necesito también desconectarme. Termino este artículo y estoy en La Paz otra vez, ya es de noche. Desde este momento la hoja es tuya.











[1] Dato extraído del Diario Z de Buenos Aires, “Ciudad bipolar”. Número 70.
[2] “Cristina Fernández es un desastre total. Argentina está conociendo la peor forma de peronismo: populismo y anarquía. Temo que sea un país incurable”, le había dicho Vargas Llosa un tiempo atrás al diario italiano Corriente della Sera.
[3] En el periódico La Nación del miércoles 20 de abril.

jueves, 12 de enero de 2012

Sobre Gilles Deleuze


Tomado de:
http://phylosophyforlife.blogspot.com/2011/12/obituario-gilles-deleuze-1995.html


THE MATRIX, IDEOLOGÍA y ¿TIPNIS RECARGADO?


Por: Jorge Luna Ortuño




Han pasado ocho años desde que saliera la última entrega de The Matrix, pero el impacto visual que generó en su momento la trilogía de los hermanos Wachowski, y sobre todo la fascinación intelectual que despertó en varios grupos de estudiosos –estimulando a la publicación de libros de análisis y un sinfín de artículos–, no ha perdido su poder de atracción, en cuanto nos permite recorrer las distintas etapas de la pugna política contemporánea, con fuertes resonancias en la coyuntura boliviana. The Matrix está llena de elementos que nos permiten leer la gran “película-realidad” en la que vivimos inmersos, incluso en este mismo momento.

¿Qué es la Matrix? Es un mundo simulado que tiene efectos en lo real (si mueres en la Matrix tu cuerpo muere fuera de ella). Es una especie de tejido ideológico que determina el mundo simbólico en el que vivimos. Matrix=Ideología. Su función es delimitar todo aquello que aceptamos colectivamente como “la realidad”: lograr que existan ciertos consensos de significación de “lo real” para la vida en convivencia dentro de una sociedad –toda una serie de códigos articulados.

 Recordemos una escena de la primera parte en la que Morfeus tortura a Neo con sus explicaciones: “La Matrix está en todos lados. Está alrededor de nosotros, incluso ahora en este cuarto. La puedes ver cuando prendes tu TV, cuando ves por la ventana, la puedes sentir cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es el mundo que han puesto frente a tus ojos para ocultarte la verdad: que eres un esclavo. Esclavo de una prisión que no puedes oler, ni tocar, ni mirar. Es la prisión de tu mente”. 

De aquí se desprende la consigna de la resistencia: libera a tu mente de las ficciones que te han hecho aceptar, desconéctate, y luego tu cuerpo podrá infringir libremente las leyes físicas de la realidad. El mensaje de Matrix es que todos aquellos que puedan desconectarse de esa realidad fabricada podrán manipular sus leyes, pues al descubrir su carácter virtual, verán que es tan solo una invención cuyas reglas se pueden poner en suspenso y reescribirse. Y si lo relacionamos con el instrumentalismo ideológico reinante en Bolivia: ¿no es precisamente esta la manera de operar del MAS frente a la democracia: un juego que, por ser virtual, se puede modificar a voluntad poniendo en suspenso algunas de sus reglas? (Volveremos luego a ello).


Superestructura. Siguiendo las palabras de Morfeus, se entiende que la verdadera liberación es alcanzable a nivel de las ideas, las cuales delimitarán después las condiciones materiales de nuestra existencia. Es inevitable aquí hacer referencia al fantástico ensayo de Slavoj Zizek, “Ideology Reloaded”, en el que relaciona a Matrix con la vieja dupla marxista infraestructura/superestructura. A partir de su lectura de Matrix Recargado, Zizek apunta la falsedad de esa idea que siempre han querido vendernos los expertos en economía, esa que dice que la economía es el sitio real y objetivo que define nuestras vidas, y que el terreno de la política-ideología no es más que un teatro especulativo de sombras y retórica. “Aún cuando la lucha tiene lugar en la “realidad real” (a las afueras de Zion), la batalla clave hay que ganarla en la Matrix, razón por la cual los rebeldes humanos deben re-ingresar al universo digital”. Se revierte así el orden de determinación de la dupla marxista: el resultado de la batalla en la superestructura, el universo simbólico montado por una ideología, definirá la configuración de la infraestructura, la base de lo material.

Esto lo ha entendido perfectamente el MAS en la formulación de su proyecto de gobierno. La batalla clave la juegan todos los días en el nivel de lo político-ideológico. En este sentido, la “nacionalización” que propone es principalmente a nivel simbólico-discursivo. Y la revolución que promueven no es tanto a nivel de estructuras materiales, sino mentales: es “democrática-cultural”. La cultura es efectivamente el terreno de construcción de los habitus que define Bourdieu, de “lo deseable”, de las formas en que percibimos lo real. La cultura, volcada hacia el fortalecimiento de la tradición indígena y folclórica, es nuestra realidad virtual. De ahí que, después del deterioro de la relación del Presidente con grandes sectores de la pluralidad indígena que provocó la intervención de la policía a la marcha en defensa del TIPNIS, una de las primeras preocupaciones del MAS fue la de transmitir en directo por Televisión Boliviana un llamativo ritual, en pleno Palacio de Gobierno, en el que un yatiri bendecía tanto a Evo Morales como al proceso de cambio, y reafirmaba simbólicamente el respaldo de los pueblos indígenas a su gobierno.
 Film-realidad. Parafraseando al genial escritor William Burroughs, la realidad es un film impuesto por un poder en control de la sala de proyección. Propone como única salida para desvelar la realidad impuesta el asalto del cuarto gris, donde la película es fabricada, la propagandización del carácter ficticio de la realidad, e invertir los mensajes. Todo esto al nivel de la palabra. Ejercicio de contra-ideología. El problema de la resistencia en Bolivia es que, como los ideólogos y encargados del marketing político del gobierno son expertos en esto, el desafío se duplica: consiste en diseñar una estrategia de contra a la contra-ideología. O, quizás, llevar la ideología a su grado cero, a lo que Morfeus llama el “desierto de lo real”, donde estemos desprovistos de las significaciones recién impuestas. 


La construcción de un film realidad, de una imagen que lo beneficie, es propia de cualquier organización en funciones de poder. Lo que llama la atención es la dedicación casi íntegra que este gobierno le ha dedicado a esta tarea en desmedro de las transformaciones efectivas en lo real. La cuestión de las manipulaciones de algunas imágenes en “La masacre de Pando” ya nos dejó ver algo. Poco a poco fuimos reconociendo al MAS como un ente lector de los postulados del filósofo argentino posmarxista Ernesto Laclau, a quien también invitaron a sus ciclos “Pensando el mundo desde Bolivia”. Veamos algo de lo que propone Laclau: Los hechos en sí, lo que se llama el mundo de la objetividad, es mudo, y no lo podemos conocer sin inscribirlo en un sistema de representación, es decir, en un discurso que lo signifique. Se conoce lo existente por sus efectos, por lo que provoca. El ser de las cosas es algo que se nos da discursivamente (en el campo de lo lingüístico y lo extra-lingüístico). Un hecho en sí no puede tener significado por fuera del discurso que lo visibiliza. Un ejemplo de este poder para darle nombre a los acontecimientos es aquella multitudinaria marcha del 2009 que realizaron los movimientos sociales que conforman la CONALCAM, que nos recuerda a la que se hace ahora por el TIPNIS, pero en reversa. Mientras para la oposición se trataba de una movilización ilegitima que cercaría al Congreso atentando contra de la democracia, el oficialismo se encargó de significarla como una marcha pacífica y espontánea que reflejaba el deseo legítimo del pueblo indígena en consecuencia con su papel histórico.
Evo/Neo. Por ahora estamos en la Matrix, y nada se logra significar fuera de ella. Volviendo a la película, una escena curiosa se produce en el final de la segunda parte cuando Neo, con el solo acto de levantar su mano, logra detener a los gigantes calamares mecánicos que estaban por atacarlos. ¿Cómo pudo hacerlo si en ese momento no estaba dentro de la Matrix? Esto nos daría a entender que, en última instancia, todo lo que existe está dentro de la Matrix. Pretender que existe otra realidad pura, vacía, auténtica, sería la verdadera ilusión. En otras palabras, no existe un plano de lo real, solamente una multiplicidad de planos de ficciones. En ese instante Neo, el Elegido, descubrió que sus poderes no estaban limitados a un plano específico, realmente podía hacer lo que le diera la gana. Y cualquier caudillo que hace ese descubrimiento es peligroso. En nuestro contexto ese papel lo juega el presidente Evo, el ser capaz de desconectarse de la realidad-virtual, manipularla y suspender sus reglas a su antojo. La clave es entender que la realidad es una invención cuyas reglas pueden reescribirse. Para Evo y su gobierno, la virtualización de la realidad viene dada por una deslegitimación del orden de las cosas que trabaja en una doble dimensión: objetiva y subjetiva. Descarta al Estado colonial republicano, sus instituciones, el sistema político, el sistema de partidos, sus representantes, sus mecanismos y sus operadores. Todo con el objetivo posterior de crear a través de la nueva CPE otras estructuras objetivas indígenas que les permitan delimitar nuestra experiencia de lo cotidiano.

Duda. Morfeus encabeza el grupo de rebeldes. Se sabe que fue apareciendo en la vida de cada uno de sus soldados, cuando eran esclavos, y les dijo uno a uno algo así: “Elige entre la pastilla azul y la pastilla roja. La roja te llevará a la liberación. Lo único que te ofrezco es la verdad”. Pero la duda está instalada desde el principio en la saga: ¿es Morfeus realmente un líder capaz de  llevarlos a la liberación, o es un fanático que alucina con la revolución en base a una idea distorsionada de la realidad? Es el mismo doble filo con el que se juega en las políticas caudillistas de Latinoamérica de la actualidad: que las creencias de los líderes libertadores se conviertan, a mediano plazo, en las nuevas ideologías apremiantes de las que tendremos que liberarnos.


En el film se manifiesta el desencanto y la duda a través del personaje de Cypher. Dentro de la nave de los rebeldes, Cypher representa a la porción minoritaria que no se identifica con el proyecto político de Morfeus. Se lo suele ver como “el Judas” de la historia, pero es algo más. Cypher juega el papel del cínico-conservador de nuestros tiempos, aquel que dice “¡gocemos de la falla porque esto no tiene solución!” Según el discurso que los otros rebeldes en la nave han aceptado plenamente, la liberación proviene de desconectarse de la Matrix, por tanto, ya son libres. 


Pero Cypher no se traga la idea. Cree que Morfeus es un loco manipulador. “¿Llaman a esta vida ser libre? Todo lo que hago es lo que él (Morfeus) me dice que haga. Estoy cansado de vivir en este hoyo, de tener frío, de comer todos los días el mismo maldito atole, estoy cansado de pelear… Y estoy cansado de ese imbécil que nos engañó. Si nos hubiera dicho la verdad le hubiéramos hecho meterse esa pastilla roja por el trasero”. Luego, traiciona al movimiento e introduce la posición cínica: venderá información al enemigo a cambio de que éste lo reintegre dentro de la Matrix, donde deberá ser un hombre rico y exitoso. El mensaje: es mejor vivir la ilusión, ¡disfrutemos del capitalismo! El desenlace del film ya lo conocemos. Pero en nuestra película el final sigue abierto, la misma sensación que experimentó Cypher se ha instalado fuertemente en nuestro país a causa del conflicto referente al TIPNIS: ¿Era esto lo que habíamos imaginado al tomarnos la pastilla roja el 2005? 

Nota.- Este artículo se publicó en el periódico boliviano La Razón, Suplemento Tendencias, en octubre del 2011.

AVATAR, Spinoza y la hereje inmanencia



Por: Jorge Luna Ortuño



      El film más exitoso del 2010 fue Avatar, aunque se haya llevado muy pocos de los Oscars para los que estaba nominado, a nivel de ganancias incluso dos años después le siguen reportando enormes regalías al bolsillo de su director James Cameron. Él lo ha dicho, la segunda parte está en camino, se la espera para verano de este año. Dejando de lado la expectativa y las especulaciones que genera la secuela en el horizonte, nosotros quisiéramos recuperar la actualidad de este film desde otro lado, retomando la polémica que provocó en su momento, con repercusiones que no dejan de afectarnos, críticas de diversos sectores, pero sobre todo de la Iglesia Católica, que se sintió contradecida y hasta ofendidad por la película de James Cameron. Todo ello se diluyó con el tiempo, pero todavía llaman la atención las ácidas críticas de rechazo que el Vaticano hizo escuchar, casi un repudio unánime, por lo menos a nivel oficial. L'Osservatore Romano y Radio Vaticana criticaron el film por “acariciar doctrinas modernas que promueven el culto a la naturaleza como sustituto de la religión”; sus reseñas consideraron superficial y peligroso el mensaje ecológico que difunde: “Avatar está inundado de un espiritualismo vinculado al culto a la naturaleza''; “le guiña un ojo a las seudo-doctrinas que convierten la ecología en la religión del milenio''; “postula a la naturaleza ya no como una creación a defender, sino como una divinidad que adorar'', etc. Claro, es que no se trata de "sólo una película", sino de la difusión de una visión de la relación con la naturaleza que se propaga exponencialmente gracias al cine. 


Hay que leer a Avatar como una muy buena aproximación a la idea spinoziana de la naturaleza y el encuentro entre culturas para entender esta animosa crítica de la iglesia. Los duros ataques que esta misma iglesia le propinó a Baruch Spinoza (1632-1677) a causa de su filosofía liberadora, una filosofía de la inmanencia que no dejaba ni un resquicio para la entrada de la trascendencia, nos resuenan hoy con fuerza cuando encontramos estas "nuevas" quejas de la Iglesia en pleno siglo XXI.

No es un secreto que la Iglesia Católica se desenvuelve en el entorno social de una manera tibia, neutral al punto de no decir nada, de no intervenir sino de aprobar, invocando siempre las mismas palabras rimbonbantes, "justicia", "dios", "amor", "democracia", etc., sin provocar mayor efecto en una configuración social. Queda también a la vista el hecho de que sólo sabe salirse de ese formato de acción cuando ve que sus intereses y sus posibilidades de control corren peligro, como por ejemplo cuando el gobierno quiso instruir que sus instituciones educativas paguen impuestos. Por lo demás la Iglesia no se compromete con nada ajeno, y en cuanto al cuidado de la naturaleza su posición no es diferente. En el pasado el papa Benedicto XVI se ha referido varias veces a la necesidad de proteger el medio ambiente, pero advirtiendo sobre “los peligros del neo-paganismo que intenta convertir la naturaleza en una nueva divinidad''. Y en un mensaje por el Día Mundial de la Paz, el Pontífice reiteró sus advertencias contra cualquier noción que equipare a un ser humano con otros seres vivos: “esas ideas abren el camino a un nuevo panteísmo matizado de neo-paganismo, que vería la fuente de salvación del hombre en la sola naturaleza''. En esas intervenciones, una vez más, lo único que le interesaba a la Iglesia era recalcar su papel de intermediadora legítima y legitimadora, dado que no tendría ésta ningún sentido si cada uno de nosotros pudiera dialogar con Dios en relación directa con la naturaleza, siendo que Dios y la naturaleza serían una misma unidad. Bueno esta es la idea que Avatar recupera y la hace parte de su trama, una posición frente a la naturaleza como divinidad que se discute en las plataformas de lucha ecológica. 

Una filosofía inmanente
En primera instancia, Avatar se presenta como un campo de prolongación de la vieja batalla que ha librado la Iglesia contra las doctrinas panteístas. Y nos hemos referido a  Baruch Spinoza porque ha sido usual en la época moderna considerar su filosofía como el más eminente y radical modelo de panteísmo. El pecado de Spinoza fue identificar a Dios con la naturaleza en un tiempo en que los libros tenían olor a claustro evangélico. En su prodigioso libro Etica especifica el conocimiento de la naturaleza, como el objetivo más alto que se puede alcanzar; no con un conocimiento de contemplación o especulación, sino que esté al nivel de poder captar la mayor cantidad de cosas, asimilar las leyes que rigen las relaciones, saber aquello que conviene y no conviene al propio cuerpo. Conocer la naturaleza equivale a volver al cuerpo susceptible de ser afectado del máximo número de maneras posibles, lo cual pone al dueño de este conocimiento en posición de establecer solamente relaciones convenientes. Esto es lo que aprende el marine Jake Sully (provisto de su cuerpo avatar), cuando se introduce en la visión de la comunidad indígena de los Nav’is. En su primer encuentro con Neytiri, hija del líder, ella le recrimina por caminar por su territorio haciendo ruido, sin saber qué hacer, "torpe como un niño". Sin conocer su vínculo con la naturaleza, Jake se reconocía como algo externo a ella, luciendo como un perfecto extranjero. Neytiri le enseña que Eywa, la naturaleza, es una sola unidad que se manifiesta en todo lo que les rodea. La idea es entonces experimentar aquello que Spinoza ha afirmado: Dios y el mundo son una sola cosa: Dios es la naturaleza activa, y el mundo es la naturaleza producida. 


 De ahí que el mayor de los conocimientos que puede alcanzar el hombre, el que le permite alcanzar la libertad y la felicidad, es aquel que lo identifica con la naturaleza en tanto que se comprende finalmente como parte del todo. Y es esta idea de unidad la que se vive en el mundo de los nav’is. A medida que avanza la trama comienzan a desencadenarse devenires-animales, conjugaciones, relaciones intensivas, intercambios de fuerzas. Jake dice en su bitácora: “Neytiri siempre habla de la energía que fluye en los animales espirituales. Ella dice que hay una energía que fluye a través de todos los seres, que es solamente prestada y que tendremos que devolverla algún día”. El todo se revela así como una gigante red de energía, un verdadero rizoma, en palabras de Deleuze-Guattari. Esa especie de aves gigantescas que vuelan a grandes alturas, denominadas Ikrans, se convierten en prolongaciones del cuerpo-avatar de Jake cuando los monta. Cada uno de los guerreros puede cabalgar el que le corresponde y dirigirlo sin decir ni una palabra; Jake aprende también que todos pueden conectarse con Otraya Morki, el árbol de las almas, y escuchar las voces de los antepasados. Es prácticamente un árbol sagrado al que se dirigen con sus oraciones.

 Sin ir muy lejos, el mismo cuerpo-avatar de Jake Sully es una prolongación de su cuerpo humano, a saber, de su sistema nervioso. Pero Jake llega a tener mucho más que ver con esa comunidad indígena; no se trata de la conexión que uno tiene en un video-juego hiperrealista con su cuerpo avatar. Mientras las detestables fuerzas armadas y el grupo de científicos definen la comunidad de los Omaticayas como lo Otro –“altamente hostiles y peligrosos”, “monos azules que le rezan a las plantas”–, Sully atraviesa una experiencia mucho más intensa que la de un investigador que se camufla para tomar muestras. Al principio imita sus maneras, aprende a hablar y moverse como ellos, pero luego es arrastrado hacia un devenir con ellos. Es una visión contemporánea de las novelas de Kafka, el mono que imita la hombre, pero n por imitarlo, sino por encontrar una salida. Y al igual que Gregorio Samsa, que tuvo que metamorfosearse en un insecto para escapar a la opresión de su familia y de la burocracia, Jake encuentra su única salida en un devenir-nav’i con el que se fuga del sinsentido de su vida, del vacío en el que ha caído su mundo, donde es un inválido, pero además donde siente el peso de la nada, la cultura del vacío, de las cervezas light, de las armas de destrucción masiva, y también de los escepticismos exacerbados.

Ni siquiera es necesario discutirlo, convenimos en que la historia de esta película deja hilos sueltos, ciertos vacíos, pero entre todas las críticas que cabría hacerle, la más llena de resentimiento, de percepciones arcaicas y de neblina ideológica es la que hace la Iglesia Católica. 



Nos sentimos tentados de decirlo. La estrechez santificada de la Iglesia puede todavía conformar a muchos hombres a los que tiene sumidos en el más largo sueño. No es un drama. Después de todo quizás el asunto de la singularidad de la vida consista en elegir qué tipo de sueño se ajusta más para cada uno, cuál permite acoplarse mejor a una visión ordinaria del mundo. Pero es sólo cuestión de tiempo, no hay nada que ofrecer a cambio, a cada uno le corresponderá su momento de rasgar la tela y abrir los ojos, aunque sean los ojos del espíritu. Parafraseando a Jake Sully al terminar la película: “Sooner or later, you always have to wake up”.


Nota.- Este artículo, sin algunas de las modificaciones aquí introducidas, fue publicada en el periódico boliviano Cambio en junio del 2010.