filosofía-arte contemporáneo, cine-rock-contracultura-jiujitsu-fútbol-prácticasdelectura-política-jeetkunedo-libros, UFC, artes marciales.

sábado, 4 de mayo de 2013

GILLES DELEUZE: DE LA VENTANA AL PARQUE DE JESÚS URZAGASTI



Gilles Deleuze (1925-1995)
¿Qué es hacer filosofía? ¿Cuándo un libro o dispositivo produce filosofía? ¿Cuál es la unidad de trabajo del filósofo? Con soltura y bello estilo, Gilles Deleuze (1925-1995) respondió a lo largo de sus casi treinta libros a estas preguntas. Emparentado con la llamada “generación dorada francesa” –en la que también se suele citar a Michel Foucault, Jacques Lacan, Louis Althusser, Roland Barthes y Claude Levi Strauss– éste filósofo dedicó su vida a la confección de un pensamiento que le devolviera un poco de aire fresco a la filosofía, que en aquellos años 50 del siglo pasado estaba enclaustrada en el clima rígido y acartonado de la Soborne. Deleuze recuerda en diversos pasajes de sus entrevistas que ya no podía soportar a Hegel y las triadas, ni a Descartes y los dualismos, los cuales eran el alimento “oficial” en los corredores universitarios. Identificó a la historia de la filosofía como “formidable aparato represor al interior de la filosofía”, pues a nadie se le permitía pensar más allá de lo que ya había sido pensado, ni hablar con voz propia, sólo rumiar la vieja sopa recalentada, Husserl y la fenomenología, Heidegger y el Ser, Hegel y la dialéctica…

El poeta chaqueño Jesús Urzagasti (1941-2013)
Evidentemente, toda disciplina hereda siempre las represiones de su tradición. No se puede ser tan ingenuo como para hacer de la idílica libertad el ideal máximo, mientras hay algo más difícil de lograr: más desafiante es saber ser artista en cualquiera que sea el campo que nos desempeñemos. Ésta la definición de artista de Bergson: aquel que convierte las imposibilidades en medios; transforma los obstáculos en peldaños; aprende a seguir las reglas para trascenderlas. La creación es la única resistencia posible. Consciente de ello, Deleuze introdujo procedimientos creativos al interior de la filosofía, formando una ontología que combinaba elementos de la metafísica tradicional con otros de corrientes minoritarias (inmanencia de Duns de Scotto, duración de Bergson, modos y atributos de Spinoza…). A fuerza de ser creativo, Deleuze supo salir de la filosofía haciendo filosofía. No necesitó, como otros filósofos,  escribir novelas, obras de teatro, o componer canciones. Su proyecto de vida siempre consistió en abrirle ventanas a la filosofía, “una palabra, una musiquilla, una historia, una línea, llaves en el viento para que mi mente huya, y proporcionar a mis cerrados pensamientos una corriente de aire fresco…”[1].

Lecturas
Leer a Deleuze es lo más parecido a darle con el palo a una piñata llena de juguetes y colorido, pero que trae consigo también algunos monstruos y ecos de profundidades inquietantes. Él logra que la filosofía se codee más afablemente con la literatura, la farmacología, la lingüística, el teatro, el cine… Con él la lectura es más que nunca un juego de guiños y de postas, nos presenta a un autor que nos lleva a otro y a otro: Henry Miller, Virginia Wolf, Artaud, Kafka, Becquett, Godard, Melville, D.H. Lawrence… Sin embargo, no se trata de mezclar por mezclar. Tiene razón Tomás Abraham cuando hace notar que ésta filosofía no es la invitación a un “carnaval de confites”, no es un asunto lúdico, Deleuze construye un pensamiento riguroso, que impone concentración, dedicación, lectura atenta. Pensar no es entretenimiento. El filósofo no es aquel que está en búsqueda de la verdad. La verdad, para Deleuze, sólo tenía sentido en el tiempo y sobre el tiempo, y sólo si su búsqueda “es la aventura propia de lo involuntario”. Decía que el pensamiento no es nada sin algo que fuerce a pensar, sin algo que lo violente. “Mucho más importante que el pensamiento es lo que da a pensar. Mucho más importante que el filósofo, el poeta”, escribe en Proust y los signos. Quizá lo diga porque al filósofo le ha costado mucho más que al poeta darse cuenta de que él no es el punto de partida del pensamiento, ni siquiera su condición excluyente.

Leer a Jesús Urzagasti, poeta de los poetas, me permitió comprender mejor esta cuestión, que trata desde Tirinea (1969), su primera novela. Por algo más que el gusto por los heterónimos y el discurso indirecto, los estudiosos sugirieron que el pensamiento de Deleuze era la versión filosófica de la poesía de Fernando Pessoa, o viceversa, sin embargo, presentimos que la obra narrativa y poética de Jesús Urzagasti lo convierte en amigo mucho más cercano (ya volveremos a ello).

En Mil Mesetas, Deleuze y Guattari escriben: “Escribir quizás sea sacar a la luz ese agenciamiento del inconsciente, seleccionar las voces susurrantes, convocar las tribus y los idiomas secretos de los que extraigo lo que llamo Yo. Yo es una consigna. […] Mi discurso directo sigue siendo el discurso indirecto libre que me atraviesa de parte a parte y que viene de otros mundos o de otros planetas” (p. 89). Y en Qué es la filosofía complementaron: “¿Quién es Yo? Siempre es una tercera persona” (p. 66), haciendo resonar el eco de Rimbaud (Yo soy Otro)[2]. Ni el pensamiento ni la escritura dependen de un Yo, ni de un núcleo centrado. Deleuze definió a la filosofía como creadora de conceptos, rescata así la especificidad de su labor. En rigor, tres son las tareas que le confiere a la filosofía: 1) Trazar un plano, 2) Inventar un personaje, 3) Crear un concepto.  Cuando dice, según la cita, que hay que “seleccionar las voces susurrantes, convocar las tribus y los idiomas secretos del interior”, apunta a la confección de una filosofía novelada, sin sujeto, pues introduce a los personajes en la filosofía. Deleuze los llama personajes conceptuales, son los que describen el plano de inmanencia del autor, ponen en juego los problemas que trabaja, inspiran la creación de conceptos originales. Ej: El tribunal de la razón en la Crítica de Kant erige al Juez como personaje conceptual, es el mismo papel que juega Sócrates para Platón, el Idiota para Nicolás de Cusa, Zarathustra para Nietzsche, Don Juan para Kierkiegaard, o Proletario y Burgués para Marx. “El personaje conceptual no es el representante del filósofo, es incluso su contrario: el filósofo no es más que el envoltorio de su personaje conceptual principal y de todos los demás, que son sus intercesores, los sujetos verdaderos de su filosofía. Los personajes conceptuales son los heterónimos del filósofo, y el nombre del filósofo, el mero seudónimo de sus personajes”. (p. 65). Así es como se puede entender que el filósofo siempre escriba en tercera persona.

La búsqueda de salidas para Deleuze era también una cuestión de salud. Nuestro filósofo padecía una tuberculosis grave, que en más de una ocasión lo mandó al hospital. Deleuze aprendió con su enfermedad que la salud diagrama la radiografía mental de un pensamiento. En 1968, poco después de terminar Diferencia y repetición, fue atendido de emergencia, y poco faltó para que ese ataque cerrara su vida. Tomás Abraham sugiere que la posterior creación del esquizoanálisis, en colaboración con Félix Guattari, fue un intento por hacer del pensamiento una cuestión de salidas para sus ametrallados pulmones: “Podría decirse que el interés de un pensamiento filosófico es el modo en que trabaja y transforma sus defectos, sus debilidades, sus llagas y vergüenzas, y sus límites. […] El mismo Deleuze es un excelso trabajador de sus defectos y carencias, de su falta de aire, de su tuberculosis mal curada, de su tos asfixiante, es un pensador de ventanas, de líneas de fuga, de esquizoanálisis, de paseos, gritos y espejos rotos, de aire, y más ventilación, de afueras”[3].

Es también desde ese afuera que se encuentran nuevas claves para leer a Deleuze. Él decía que no son filósofos los funcionarios que se conforman con comentar y repetir lo que los grandes filósofos han escrito en otros tiempos. Invitaba a que se considere el tiempo de la filosofía más que la historia de la filosofía. Postuló el tiempo de la filosofía como un grandioso tiempo de coexistencia, que no obedece a las leyes de sucesión ordinaria; los filósofos del pasado serían como estrellas muertas en el firmamento cuya luz está más viva que nunca. De ahí que leer a un filósofo es relacionarse con algo vivo, y la lectura no puede ser condicionada por criterios de clasificación repetitivos, debe renovarse. Así, Deleuze confeccionó su filosofía según una operación similar a la que pone en marcha Jesús Urzagasti en De la ventana al parque, donde el narrador hace las veces de intermediario entre sus amigos muertos que no estuvieron destinados a no conocerse en vida, por la disparidad de sus mundos. Deleuze nos dice que los filósofos, aun muertos, resplandecen como puntos luminosos, y nuestra lectura tiene la tarea de conectarlos. Urzagasti escribe: “En lugar de llorar, los muertos cantan; no el canto alegre y bullanguero de los que irresponsablemente transitan por las calles del mundo. Se trata de un canto sumamente responsable, hecho de sombras luminosas y sin una pizca de alcohol, por lo tanto sin melancolía”. (p. 12).  

 De modo que Deleuze canta con aquellos que, desde la tumba, hacen sentir el estruendo de su vitalidad inmanente. Algunos de ellos ni siquiera cruzaron un saludo en vida, como es el caso de Spinoza y Nietzsche, o de Bergson y Hume, y sin embargo en la filosofía deleuziana se convierten en amigos, son sus personajes conceptuales. Deleuze se multiplica, reivindica en todo momento la despersonalización del pensamiento. Toda la capacidad de instaurar un plano, inventar personajes y crear conceptos, ha tenido la intención de contestar una pregunta central en su proyecto: ¿Cómo devenir-imperceptible? Sueña con hacerse imperceptible. Quizá estas palabras de Henry Miller en Trópicos de capricornio lo expresen cabalmente: “El ojo, liberado del Yo, ya no revela ni elimina nada, se desplaza a lo largo de la línea del horizonte, viajero ignorante y eterno… He quebrado el muro que crea el nacimiento y el trazado de mi viaje es curvo y cerrado, sin ruptura… Mi cuerpo entero debe devenir un rayo perpetuo de luz cada vez más intenso… Aprieto mis oídos y mis labios. Antes que vuelva a ser hombre, probablemente existiré como parque…”. (Citado por Deleuze en Diálogos). Existir como parque antes que volver a ser hombre…, los orientales podrían entenderlo como una experiencia de iluminación, Buda bajo el árbol…

Epílogo
Habiéndose retirado de la docencia en 1987, y aquejado por su tuberculosis agravada, un sábado de 1995 se supo que Deleuze había saltado al vacío desde la ventana de su apartamento de la Avenida Niel, en el distrito XVII de la capital francesa. A los pocos días fue enterrado en la pequeña aldea del Limusín (región situada en el centro de Francia), una zona en la que le gustaba pasar habitualmente sus vacaciones. Las exequias se realizaron dentro de la más estricta intimidad. Siempre afirmativo, alegre, experimentador, padeció un exceso de vida, tuvo una vida demasiado grande para su debilitado cuerpo. Él mismo había dicho respecto de la salud frágil de Spinoza y Nietzsche: “los organismos mueren, pero no la vida. No hay obra que no deje a la vida una salida, que no señale un camino entre los adoquines. Todo cuanto he escrito –al menos así lo espero– ha sido vitalista”. (Conversaciones, p. 99).

No se hicieron esperar las voces sarcásticas, que encontraron en el suicidio de Deleuze una contradicción respecto de toda su obra vitalista. Era hilarante, un filósofo que reivindica la vida y termina suicidándose, ¿de qué sirve leerlo? Así me lo dijo una vez Alison Speeding, y se me quedó grabado. Me parecía una visión muy triste. Años después, las lecturas me guiaron en silencio hacia la respuesta. Deleuze ya había escrito éstas palabras premonitorias:

“El rostro y el cuerpo de los filósofos albergan a esos personajes que les confieren a menudo un aspecto extraño, sobre todo en la mirada, como si otra persona viera a través de sus ojos. Las anécdotas vitales cuentan la relación de un personaje conceptual con los animales, las plantas o las piedras, relación según la cual el propio filósofo se convierte en algo inesperado, y adquiere una amplitud trágica y cómica que no tendría por sí solo. Nosotros los filósofos, gracias a nuestros personajes, nos convertimos siempre en otra cosa, y renacemos parque público o jardín zoológico” (QEF, p. 75).

Mientras la mayoría vive en las tinieblas de la espera, confiando en que el día de la cita con la muerte sea lo más tarde posible, los seres que han aprendido a mirarla de frente, a fuerza de su vitalidad desbordante, saben bien cuándo se deben bajar los telones y dejar que la música dirija. (Se cuenta de un maestro Zen que habiendo comprendido que sería su último día de vida, se levantó del lecho de enfermo y caminó por sí solo hasta un lugar donde cavó su zanja para lanzarse en ella). Entonces recordé: Existir como parque antes que volver a ser hombre… A esto se refería Deleuze, devenir-imperceptible, abrir la última ventana… Mi corazón saltaba de gozo. En la manera superficial de observar los sucesos siempre se creerá que Deleuze se quitó la vida, pero sólo los poetas saben que su salto fue un acto de absoluta sobriedad. Aquel sábado supo que se terminaba el gran libro de su vida, y entonces tuvo un gesto que Jesús Urzagasti ha sabido retratar al concluir su tercera novela, De la ventana al parque, con estas líneas: “Está bien, mejor no puede estar –dije al encerrarme en mi habitación muchísimos días con mis amigos muertos. Pero ha llegado la hora de abrir todas las ventanas para echarlos a andar por las calles de la ciudad de La Paz. Ahora que brincaron hacia el gran parque latinoamericano, en lugar de cerrar las ventanas, salto yo mismo –con mis sesenta páginas bajo el brazo…”.  (pp. 123-124). Es la sensación dichosa del haber cumplido, llegar a la cima y entregar triunfante el “yo”, un torrente de gratitud lo desborda, ha sido maravilloso, ¿qué más podía pedir?, a Gilles Deleuze sólo le restaba saltar de la ventana al parque, acompañado de sus personajes conceptuales. ¡El gran sueño se ha cumplido!


* Este artículo fue publicado en el Número 120 de la Revista boliviana NUEVA CRÓNICA Y BUEN GOBIERNO. Visiten: www.nuevacronica.com donde se encuentran todos los números disponibles en pdf.



[1] Bob Dylan, Escritos y dibujos, pp. 222-225.
[2] También como parte de este mismo linaje, Urzagasti escribe en Tirinea: “Yo soy el templo de mi voz, pero mi voz apenas es mía y viene precedida por la voz de tantos que han muerto sin haber nacido”. (Primera edición, p. 120).
[3] Tomás Abraham, “Batallas éticas”, pp. 8-9. 

viernes, 3 de mayo de 2013

ABOUT GRACIE COMBATIVES





A great set of dvd's. I don't speak a very fluent english, cause I don't practice to much, living here in Bolivia, but today we're gonna try to flow. So, this is a great material, built by Rener and his brother Ryron Gracie. The two of them show the path to self defense, training the reflexes to be able to respond to an umpredictable situation. They actually say that this program "Gracie Combatives", will give the practicionners the level of certificate blue belts. The thing is that they want to diminish the time of training, make quicker the learning process, acording to the actual expectations of life, and keep it efficient of course. Amaizing!



Filosofía: ¿Cómo piensa un experto en Gracie jiu jitsu? Ryron tiene algunos puntos importantes que remarcar en este video, titulado "El malentendido universal", donde trata de cambiar la perspectiva con la que se juzga un combate de jiu jitsu. Dice que cuando llegas a una posición, lo primero que debes hacer no es intentar progresar en la posición; por ejemplo, cuando caes en la guardia de tu compañero, no intentes de inmediato comenzar a pasarla; lo que Ryron dice es que necesitas mantenerte a la espera de que él intente "rasparte" o finalizarte, y es entonces cuando empezarás a observar dónde deja abiertas oportunidades para que lo pases. Es decir, él habla de que primero es vital situarse en un punto en el que el otro no puede finalizarte, y solo después, estando bien seguro, estable, consciente de lo que pasa, empezar a buscar tus propios movimientos de ataque. En cambio, si el oponente espera y tú comienzas inmediatamente a tratar de pasar la guardia, estará a la espera de que cometas un error, o dejes algo, y correrás mayores riesgos de ser finalizado o perder la posición. 

La clave, en el jiu jitsu avanzado, es atacar cuando el oponente no está a la espera de nuestro ataque. No debes intentar hacer cosas que el otro espera; cuando él está en la guardia, lo primero que hace es asegurarse de que no puedas pasarle la guardia, de modo que se cerrará con todas sus fuerzas, y atacará tus movimientos. Ryron promueve una mentalidad defensiva, espera, dice. No hagas nada, manténte en un lugar seguro, postura baja, codos bien pegados al cuerpo, manos en los bíceps o la cintura del otro... Y entonces será él quien deba ponerse activo e intentar usar su guardia ofensivamente. Ahora, es mucho más probable que puedas encontrar aperturas cuando está moviéndose e intentando progresar que cuando está a la espera de tus movidas. 

Todo esto que dice Ryron proviene de una destilación ya muy avanzada del jiu jitsu que les enseñó a él y sus hermanos su padre, el maestro Rorion Gracie. Keep it playfull, suelen decir tanto Ryron como su hermano Rener; ambos son unos maestros, y cada vez que los escucho percibo las cualidades de una mente que analiza minuciosamente, de manera científica, las posibilidades y las variaciones de cada posición. Ryron insiste en que el brazilian jiu jitsu es, en esencia, un arte de sobrevivencia. Te permite tener una chance segura de salir bien parado contra alguien más fuerte, más grande, que goza de mayores probabilidades, en los papeles, de vencerte. Entonces, Ryron dice que no pelea a vencer a su oponente lo antes posible, sino que lo vencerá logrando cansarse más lentamente que su oponente. 

Rener puntualiza que los principios del jiu jitsu son la mentalidad de sobrevivencia; la economización de la energía, el uso eficiente; y los movimientos naturales del cuerpo. En este video comenta el concepto de switch: rener gracie y otro enfoque. Rener habla con intensidad, la visión de la Academia Gracie es la de priorizar la defensa personal. Debes poder enfrentarte a un browler en la calle. También es bueno que sepas jiu jitsu deportivo, pero lo primero que debes aprender es el enfoque de defensa personal del jiu jitsu; ellos piensan que lo que se aprende primero es más difícil de olvidarse. Invierte primero en tu formación para lidiar con situaciones imprevistas en la calle, dice Rener. "Nuestra meta no es crear estudiantes dedicados. Nuestra meta es crear Helio Gracie: cientistas del jiu jitsu. Personas que teniendo entendimiento de los principios corporales, y los ejercicios correctos, puedan hacer su propio jiu jitsu. Ryron lo pone de esta manera: sólo te estamos enseñando 50%. Nosotros te enseñamos lo mejor, pero el filtro eres tú, y eres tú el responsable de que funcione para ti perfectamente, de tu progreso. Nosotros te daremos ideas de como estimular la revolución del jiu jitsu, y tú vas a hacer la revolución con nuestra ayuda. Hay toda una sección en la Universidad Gracie dedicada a la filosofía; la filosofía es como la gasolina para el automóvil. Tienes que tener alguien jalando la revolución hacia adelante. Y ellos son los estudiantes". 


Esto es clave, porque se trata de un principio fundacional en la filosofía Gracie. Debes estar consciente de cuáles son tus puntos de apoyo en cada posición, en medio del movimiento, y de cuáles son los puntos de apoyo de tu adversario. Un ataque se planea poniendo la propia fuerza de palanca de tu cuerpo en dirección hacia el lado en el que el adversario ya no puede apoyarse. Por ello siempre se habla de tratar de romper su posición, sacarlo de su balance, y entonces enfocar tu fuerza hacia ahí. 



En la serie de dvd's elaborada por Rener Gracie y su hermano Ryron, se observa una asombrosa capacidad para desmenuzar los detalles que intervienen en la eficiencia de una técnica. He visto algo de los seminarios de Rickson Gracie, también videos de Stephan Kesting, en los que aprendí mucho, pero esto va mucho más allá. Tanto Rener como Ryron se comprometen a brindar lo mejor de su capacidad de análisis en cada técnica.



Gracie combatives 1

Rener Gracie haciendo sparring con las manos atadas

Ryron on twitter

Rener on twitter

jueves, 2 de mayo de 2013

DIVINO MANDATO


Por: Jorge Luna Ortuño

Cuando terminas de escribir tu libro, pintar tu cuadro o visitar a aquella persona que te llamaba en las noches llenas de silencio, entonces el universo se termina de equilibrar maravillosamente en algún punto lejano. Esto no es para que nadie se crea poseedor de una falsa importancia, o sirva de pretexto para la egolatría, al contrario, es una simple verdad que quiere decir que has cumplido con tu tarea encomendada. La existencia espera siempre que hagas lo que debes hacer. Es posible a veces que te lo recuerde cuando el paisaje de un atardecer se ilumina de manera distinta, o son tus ojos los que lo iluminan junto al zumbido del micro que acaba de pasar  en la sombra de tus recuerdos. 



martes, 30 de abril de 2013

A JESÚS URZAGASTI


Por: Jorge Luna Ortuño

No volveremos nunca de ese país
 al que todavía no hemos ido.
Nos quedaremos allí
 como rehenes nocturnos del verano 
y sólo al alba reconoceremos
 la belleza de sus habitantes
 con la mirada del amor”.

Jesús Urzagasti, “Correspondencias”.

Comencé a leerlo una mañana soleada del 2009 en un rincón de Sopocachi (La Paz). Tirinea (1969), su primera novela, se me apareció entonces como un juego de columpios en el parque, eran idas y venidas, me hacía respirar la humedad de la tierra y luego me arrojaba hacia arriba, donde sentía que las puntas de mis pies casi tocaban el cielo. Tomé los vasos de agua que me correspondían y semanas después lo conocí en persona. ¿Cuántas veces se tiene la dicha de conversar con el autor de los libros admirados? Aquella vez tuve ese privilegio, que se multiplicó por cinco, pues comenzó también una amistad única con su adorable familia. Curioso que su morada se encontrara a sólo tres cuadras de la mía, y que en tantos años de trajinar por esos rumbos ni siquiera lo haya sospechado.
Escribo tratando de ignorar el hecho lamentable, pero se cuela en la hoja el muy pillo. ¿Quién iba a saber que el 2013 sería el año? Jesús Urzagasti también tomó los vasos de agua que necesitaba, y cubierto de su sombrero chaqueño, el pasado sábado 27 de abril inició el gran viaje a los campos donde los vivos no tienen cabida. Me tinka que no dubitó ni un segundo ante tal invitación.
Ahora otros paisajes más fulgurosos y transparentes le esperan a nuestro amigo. Siendo fieles a su inconmovible confianza en los designios de la vida, debe asumirse que todo sucedió como correspondía. Se fue en el momento que tenía que irse. Como el mismo escribía en Tirinea: “de todo puede uno librarse, hasta de escribir lo que estoy escribiendo, pero ¡guarda con alargar el camino que nos separa la muerte!” (pp. 53-54).
Por supuesto que todos aquellos que lo queríamos y disfrutábamos de su compañía llena de risas y una asombrosa sabiduría, derramaremos lágrimas saladas en la visita de los recuerdos, y quizás hasta roguemos  a los dioses ocultos que nos devuelvan al menos un día para tomarnos una botella de vino con nuestro amigo, el poeta que hacía danzar los rincones de una memoria lejana y recóndita de Bolivia. 
En nuestra manera humana, demasiado humana, de observar los sucesos, calificaremos todavía durante un tiempo el día de su partida como nefasto, dada la reciente impresión. Sin embargo, nos reconfortará siempre saber que vivió la vida que quería vivir, y se fue con una sonrisa de esas que únicamente conquistan aquellos que se conducen con incorruptible autenticidad hasta el último soplo.
Sabemos que Jesús Urzagasti nació en la provincia Gran Chaco en 1941, y fue hijo de Alberto Urzagasti y María Aguilera. Al mismo tiempo, presentimos que tuvo más de un nacimiento, y que un día afortunado un rayo azul lo puso en contacto con fuerzas añejas que lo colocaron en un plano en el que aprendió a habitar con imperturbable serenidad. Desde ese momento supo que seres como él están destinados a vivir en poblada soledad, donde tejen su morada llena de gratitudes a la tierra. Encantado, siguió la vía que frecuentan los poetas, y fue ese el medio que eligió para acercarse a las puertas invisibles sin nombre. La muerte no le despoja de nada, al contrario, él vuelve con todo al país del silencio y sin haber abierto el pico. Recuérdese que él mismo había escrito El último domingo de un caminante, tal vez porque sabía que estaba escrito el día en que se  devolvería su cuerpo a la tierra prodigiosa.
Conversar con él era siempre una cuestión de sintonía. No le gustaba lo forzado, menos aun lo rebuscado. Las palabras debían ser directas, como peces que se ahogan en los baldes marinos y es menester lanzarlos pronto de vuelta a los océanos. ¡Cómo habrá sido de fulgurante su voz que la noticia de su partida caló hasta en los pechos de los seres más ajenos a su mundo!
Una de las cosas que más me gustaba era oírlo leer uno de sus poemas, en especial algunos que publicó en su libro Frondas nocturnas (2009); recuerdo su voz profunda, serena, su forma musical de leer, acompasando la respiración con un ritmo que sin duda extraía del mismo texto. Un consuelo, principalmente para los que no lo escucharon, es que existen en la web videos en los que aparece leyendo algunos poemas inéditos. (En el canal “urzacreatives” en Youtube).
Para todos los que saben amar el mundo cuando leen un libro, siempre existirá la posibilidad del reencuentro con Jesús Urzagasti. La muerte nos priva de su presencia física, pero no de estar con él. ¿Qué otra cosa es leer a nuestros maestros si no es conectar de manera inalámbrica la afinidad de nuestros espíritus, más allá del tiempo y las distancias? Por ello sabemos que el muchacho picarón de Palmar no se fue, ni siquiera se lo ha perdido. Simplemente inicia un tiempo en el que habrá que comunicarse de diferente manera con las bellas imágenes que atesora del mundo. Desde que apareciera su tercera novela De la ventana al parque, sabemos que sus aventuras en el más allá no nos estarán vedadas, solamente hará falta mirar con amor y escribir el libro.
Hasta la llegada de éste sábado definitorio, Jesús Urzagasti siempre se ocupó de sus asuntos y trató de no molestar a nadie. Gozaba del calor de su familia que alegró un gran tramo de su vida, y de las visitas ocasionales de sus amigos, que aderezaban los trabajos en los que se había internado. Pero todavía demasiado adormecidos en la rememoración infinita y erudita del difunto Jaime Sáenz, los literatos y las instituciones locales poco se ocuparon de Jesús Urzagasti en La Paz, peor aún en el resto del país, algo que pasa casi en todos lados, pues el ser humano parece admirar con más afán a los héroes que se han ido o se encuentran lejos, y olvidarse de los que tiene en casa alumbrando todavía con su existencia clandestina y silenciosa. No le hacía falta reconocimiento, pero sí hubiera sido justa mayor gratitud. Sin embargo, la calidad de su obra lo llevó con todo derecho a tener el privilegio de pasearse el año pasado en gira literaria por siete ciudades italianas en compañía de su amada esposa Sulma; en la ocasión presentó su libro El árbol de la tribu (2012), gracias a los esfuerzos de la editorial Sinopia de Venecia, a cargo de Claudio Cinti, otro ser humano formidable. Jesús lo aceptó con alegría, el poeta lo agradecía pero no lo necesitaba, era lo que era, un halago, un gesto, un homenaje, el más importante que se le haya hecho en vida, y tuvo que ser fuera de nuestro país.
“Algún día estaré frente a lo desconocido, tendré en mis manos lo que mi memoria se empeña en ocultar; ese día perderé para siempre el nombre con el que me identifica el mundo, el famoso nombre que tiene la virtud de separarme de lo que soy. Sé muy bien que soy un animal perdido en la noche y por lo tanto un nombre más, un sonido más. Cuando suceda lo que espero seré el mundo y no estaré lejos de nada”. (p. 83)
Cuando escribió estas líneas en Tirinea, Jesús tenía 25 años, toda la sobriedad y madurez del poeta ya estaban ahí, de modo que dedicó el resto de su vida a escribir un solo gran libro. Habiendo vivido en plenitud, finalmente sucedió lo que esperaba, pasó un camión en la tranquilidad de la noche y él se hizo poema, ahora canta la tierra mientras su árbol más querido se transforma en una lluvia. 


"Dichosas palabras" de Jesús Urzagasti

Encuentro con Urzagasti en el Instituto Ital-latino americano

Palabras sobre su despedida