El título puede parecer pretencioso, porque en realidad hay un montón de preguntas que no he sabido responder adecuadamente en el transcurso de mis días. Pero hay una que recuerdo en esta mañana con especial interés, porque se trata de una pregunta con la que me voy a encontrar de seguro en los espacios que comienzo a transitar.
Fue el día de mi defensa de tesis en la aula maestra de la carrera de filosofía de la Umsa. Lo que proponía en mi tema era el fomento a la lectura no-filosófica de la filosofía. Por supuesto que el sólo título despertaba ya resistencias en más de uno, no sólo profesores, también estudiantes, a veces los estudiantes son el doble de estáticos que sus profesores en una visión que éste les ha inculcado. Lo entendí mejor aquel día. Me hubiera gustado hacerme entender mejor, confieso que como orador todavía dejo que desear, así que no puedo culpar si se comprendió por otra parte lo que ofrecía con tintes de una contribución.
La cuestión central es revitalizar la práctica de la filosofía como disciplina creativa en el contexto de mi país, Bolivia, según un modelo de trabajo que puede llevarse también al exterior. En realidad recuperaba aquello que Gilles Deleuze llamó la comprensión no-filosófica de la filosofía; es una lectura a la que no le falta nada agregaba. Se produce por captación de afectos y perceptos. El problema es que esto me llevaba a desviarme en la explicación de esos dos nuevos conceptos. Pero una tesis en filosofía tiene la tontería de exigirte que te enmarques en el desarrollo de un solo concepto y de un autor en una tesis. Los que dirigen la carrera de filosofía dicen que es por facilitar el trabajo, una cuestión de metodología, por hacerlo más práctico y menos pretencioso, pero en realidad lo que hacen es complicarte la vida, porque los conceptos en filosofía no existen aislados, no se fabrican sin remitir a otros componentes de concepto, tal el caso del concepto ¨interpelación¨ en Altusser: implica estudiar el concepto de ¨sujeto¨, ¨yo¨, pero además, del concepto central en su propuesta que es el de ¨ideología¨, el cual desemboca en los ¨aparatos ideológicos de estado¨. De modo que se trata de una maraña, una serie de interconexiones sostienen la pertinencia y solidez de los conceptos. Entonces plantear el formato tesis de grado en una disciplina como la filosofía me parece que es un error.
Pero volvamos a la pregunta que me formuló un estudiante. Me dijo que le resultaba muy difícil entender esta comprensión no filosófica de la filosofía. Yo sabía que era un alumno de Rodolfo Santiváñez, uno de mis jurados que en ese semestre les hacía leer a Plotino a sus alumnos de filosofía medieval. Asistí a esas clases, a las que pude, porque siempre he disfrutado de las clases que da este excelente catedrático, por su sistematicidad al leer un texto. Deseaba recordar y ver si me estaba perdiendo algo en mi método de trabajo. Resulta que Plotino es un jodido, nos vimos embarcados en clases de ontología de algo vuelo, y que habían remitido a algunas lecturas aledañas. En realidad estaban estudiando el ente y la esencia en Santo Tomás de Aquino, pero el docente los había llevado en una regresión de filiaciones hasta Plotino. Interesante y didáctica elección. Entonces este estudiante cuyo nombre no recuerdo me dijo: ¿cómo podríamos leer a Plotino de manera no-filosófica? ¿Es posible? ¿O puedes darnos un ejemplo?
La pregunta era muy buena, me permitía desarrollar lo que no había entrado en mi disertación. Había cierto apuro en el coordinador de los jurados para que la cosa acabe más o menos rápido, así que me apresuraban. Lo que respondí fue más o menos otra pregunta: ¿Acaso una persona que no tiene estudios en música no puede escuchar y disfrutar de Bach o de Debussy? Me cuidé de no cerrar una puerta, aunque tenía tentación de decirlo, no quise decir que a Plotino era imposible leerlo de manera no-filosófica. Habría que ver, nunca lo he intentado, porque no cruzó con mi intereses, pero podría hacerlo en algún punto, hay que verlo. Habiendo pasado el tiempo quisiera acotar sobre el tema porque de otro modo sería como acomodarse en una mediocridad, las mejores preguntas son esas que nos desafían a seguir actualizando nuestro pensamiento, las que nos impiden que lo descubierto se convierta en una creencia.
Lo primero es que pocos entienden incluso ahora que decir lectura no-filosófica no es aquella que no tiene nada que ver con la filosofía. En realidad tiene mucho que ver, y suele ser muy fructífero. La mirada de un no-filósofo es la de aquel que hace sus trabajo desde fuera, viene de otra parte con sus propias preguntas y demandas, y se interna en un texto de filosofía, pero no para prolongar las filiaciones al interior de esa disciplina ni escribir notas a pie de página en los textos clásicos de la filosofía. Lo que hace el no-filósofo es ponerse en órbita con una corriente de aire que trae de por sí la filosofía, y conjugarla con la que él mismo trae, se trata de una dinámica de pensamiento, de varias, de un esfuerzo metódico, en el que se plantean ideas de manera singular. Al no-filósofo le interesa ante todo usar el libro de filosofía, no se acerca para comentarlo, su urgencia viene dada por una necesidad de hallar salidas, y a veces las logra conectándose con la obra de un filósofo. ¿Han leído los hermanos Wachowski a Platón, Descartes y a Laclau para dar vida a Matrix? ¿Ha leído Christopher Nolan a Zizek Slavoj antes de presentar el cierre de la trilogía de Batman? ¿Tienen los cineastas necesidad de una interferencia filosófica en su trabajo en algún punto? Ellos saben bien para qué, cuándo, según qué rendimiento creativo buscado. No pretenden llamarse filósofos por ello, ni que se los considere especialistas en tal o cual filósofo por haber experimentado ese encuentro.
Ahora lo primordial es que se encuentran con la filosofía a partir de un trabajo previo que ellos hacen por su cuenta en su propia área. No es una cuestión de azar o de moda. Son los mismos problemas con los que se trabajan los que plantean la necesidad de exploraciones, y muchas veces en tu propio campo no puedes encontrar un nuevo enfoque, está todo clausurado ahí, entonces tanto frotar la pared acabas siendo despedido hacia un afuera donde te encuentras con un concepto en filosofía, un sonido musical, una escenografía curiosa en teatro, un tipo de trazo en pintura, son donaciones que se recogen, que extraídas y llevadas a tu campo detonan todo, iluminan la cuestión de otra manera.
Entonces, no me fuerzo a leer a Plotino si no tengo necesidad de hacerlo en función de mi trabajo actual. El trabajo que uno hace tiene una dirección un poco voluntaria, planificada, pero otra gran porción está regida por gravitaciones que pertenecen al peso específico del mismo trabajo y de tu intensidad como ser humano. No tienes control sobre ellas. No me he podido encontrar con Hegel, por ejemplo, hay filósofos que escribían según un formato de tratado que son mucho más uraños, no facilitan el encuentro, hay algunos que parecen haber escrito pensando en la reproducción de un club cerrado al interior de la filosofía, como en cierta medida lo hacen grupos de psicoanalistas entre ellos con su jerga y sus normas y sus cuotas. En filosofía todo es más abierto, aunque exista una tendencia de muchos profesores académicos en todas partes a creer que ellos son los únicos dueños de la buena lectura, de la lectura legítima de un filósofo, dados los métodos y las reglas que ellos siguen, aunque no les sirva de mucho para dar vida a lo suyo.
Es una pregunta que venía pululando hoy, es inacabada, no sé si la respondí, pero me ha servido para seguir planteando el problema y cortar la maleza alrededor.