¿Qué es un Centro Cultural?
Por: Jorge Luna Ortuño
Es una pregunta inicial que nos sobrevuela casi constantemente, nos la planteamos con moderada inquietud, a veces de modo todavía abstracto, indirecto, casi artificial. Sin embargo, en el camino debemos avanzar en base a una respuesta provisional, con una idea que se está construyendo, que no nos detiene sino que nos orienta y anima.
Borges por Piglia. Cursos para la televisión argentina
Dentro de ese proceso, las lecturas cruzadas pueden ser muy valiosas, leer en otra parte, sobre otros temas, nos puede activar nuevos pensamientos en torno al asunto que nos ocupaba en nuestro campo. En una conferencia para la televisión argentina que dio Ricardo Piglia, contaba que Borges, su admirado maestro, nunca tuvo el hábito de ser paternalista con sus interlocutores, que trataba a todos como si tuvieran el mismo nivel de lecturas, como asumiendo que sabían de lo que él hablaba, con tal soltura que ellos mismos se sentían bien, no se cohibían, o no del todo. Borges no necesitaba hacer una contextualización informativa sobre un autor inglés para luego contar algo interesante sobre él. Y esta es una gran lección para un Centro Cultural, porque muchas veces en la divulgación cultural se derrocha espacio contextualizando a los grandes invitados y se pierde la posibilidad de entrar a fondo con los temas que sus obras trabajan. Ricardo Piglia concluía: "Si el problema de la cultura fuera la información, si el problema fuera quién está informado, entonces sería facilísimo. Pero el problema es quién está atento a algo para lo cual está interesado".
Esto es valioso en referencia a nuestra pregunta inicial, porque un Centro Cultural, en su calidad de intermediador y de generador, debe plantearse como una de sus misiones centrales la de generar la atención en torno a aquello que se ofrece como "cultura" o como "arte". Parafrasendo al curador Justo Pastor Mellado, la atención crítica no es algo que se deba esperar ni exigir, es algo que se construye. La atención que le brinda una comunidad a los temas culturales o a las propuestas artísticas de los centros culturales depende de la forma en que se gestiona el interés de su aprovechamiento. Pero en más de una ocasión me ha parecido sentir que las ofertas en cultura y artes son como llaves en el viento.
Llaves en el viento para que mi menta huya, dijo una vez de sus canciones Bob Dylan. De nada sirven las llaves de unas cerraduras cuyas puertas se conocen. Poco valen si no sabes qué te abren.Y a veces una exposición de arte visual, un nuevo libro que se presenta, una obra de teatro que se estrena, o una instalación, presentan nuevas percepciones, ideas fuertes o sensaciones únicas, pero que nadie sabe para qué tipo de problemas específicos responde. Es una cuestión de armar las conexiones. En función de qué acople o con qué tipo de ensamble se puede leer la obra de tal o cual manera, para captar su pertinencia, su relevancia, su interés. Una obra de arte invita a plantearse otro tipo de problemas, pero también puede movilizar otro tipo de pensamientos, otras maneras de pensar que, quizá, sean las que abran el camino a soluciones concretas de la vida ordinaria y práctica. Maneras de pensar, maneras de sentir y maneras de percibir. Son tres maneras, o modos, que se transmiten a través del arte.
Entonces, si el problema de la cultura fuera saber quién está informado no pasaría nada. Por ello la cuestión de difundir mucho la cultura no es suficiente. Tiene que haber alguien viniendo de otra parte en busca de algo para que exista efectivamente un encuentro con el arte. Entonces, deberíamos preguntarnos, ¿cuáles son las búsquedas contemporáneas?, ¿qué le motiva a pensar y sentir de otro modo a las nuevas generaciones? Por un lado, habría que trabajar sobre estas búsquedas, pero al mismo tiempo, trabajar para incidir, modificar, sobre el tipo de búsquedas que interesan hoy, a los públicos jóvenes, a los públicos que un Centro de Cultura espera interpelar. Esto es, no basta con conformarse llevando el arte hacia los Pokemones, ni hacer de la lectura una cuestión de promocionar los nuevos 50 sombras de Grey porque sean los títulos que están en el tope de las listas de consumo.
Un Centro Cultural emite en dos frecuencias: por un lado tiene que informar, hacer conocer su propuesta de actividades para el mes, y los datos precisos, para que la ciudadanía pueda asistir. Pero la otra frecuencia es de transmisión, es lo que comparte a otro nivel, la resonancia, los problemas que invita a plantear, la manera en que dialoga con el entorno a partir de lo que propone con sus actividades. ¿Se trata acaso del nivel del contenido?
Para hablar de la transmisión hay que hacer un breve rodeo: En un Centro Cultural se trabaja paulatinamente una urdimbre de significados a través de las distintas actividades y estudios que se promueven, porque, siguiendo a Justo Pastor Mellado otra vez, "es necesario crear una ficción interna para poder tener una política exterior". Se trabaja entonces en el montaje de una ficción -entendida como Borges la plantea - que se alimenta desde las distintas disciplinas que se exponen en ese espacio.
A nivel de transmisión, lo que un Centro Cultural busca es promover nuevas asociaciones, nuevas alianzas, encuentros con otras instituciones, con artistas, colectivos, prensa local, públicos del vecindario o de la zona de manera básica. La transmisión alude a lo que se emite, tal como se emite en una frecuencia de ondas Herz, una onda de vibración que otros, trabajando en sus campos, pueden captar, y pueden engancharse a ella, en función de las afinidades temáticas o de otro tipo. Lo ideal es que un Centro Cultural transmita la sensación de que se están haciendo cosas interesantes en sus instalaciones, que se está tratando temas con relevancia, que se está invitando a la gente que tienes cosas que decir, que se está armando plataformas donde lo que se dice puede tener algún poder real de impacto o inscriptividad en la sociedad. Este tipo de encuentro es por conexión, yo me conecto con lo que el otro dice porque me interesa, porque admiro algo en ello, o tiene algo que me llama. El encuentro es la conexión, el clic que hace que entre dos surja algo tercero, una verdadera comunicación, un acto creativo.