Connor McGregor mostró destellos de mucha calidad en sus dos peleas en las 170 libras con Nate Diaz. Calidad en términos de precisión en sus golpes, velocidad al ejecutar el directo de izquierda, excelente timing para contratacar por encima del jab de Díaz; y en cuanto a la segunda pelea, hay que tomar nota de su manejo combinado del jab, la izquierda cruzada y las patadas circulares bajas, algo que no solía hacer en su carrera. También se mostró eficiente en sus defensas de derribo, y en general confirmó su excelente sentido de la distancia y del ritmo a la hora de atacar. Connor es, sin duda, un peleador mucho más estético, elegante y preciosista que Nate Díaz (no recibe tanto golpes por su modo de esquivar y luce mucho más fino en sus movimientos y balance). Pero pese a estos chispazos de brillantez, es justo decir que éste Connor de 168 libras no es tan divertido como el que pelea en las 145 libras, peso gallo. Basta con revisar los highlights de su historial de peleas en el UFC, donde se observan otros elementos como el manejo de la distancia, pero además mucha más movilidad, entrando y saliendo, generando ángulos, con patadas circulares en salto, patadas en giro, patadas rectas al plexus celular..., y por supuesto, la infame mano cruzada de izquierda, que en la otra categoría definió casi todas sus peleas.
Tuvo que aparecer un peleador con las características del asombroso Nate Díaz para que Connor McGregor traspase una suerte de umbral. Con Nate Diaz al frente, Connor se tuvo que poner un poco al corriente de lo que todo el resto estaba haciendo, desde la manera de planificar los campamentos de entrenamiento hasta la forma de pelearle a un zurdo alto y de mucho alcance como Nate Diaz. En el proceso de sus dos encuentros con el estadounidense, Connor acabó resignando elementos como la movilidad, el uso de la patada en giro con la pierna trasera, y las patadas pisotón y lateral a la pierna adelantada. En orden de lograr un predominio táctico, Connor se jugó por el low kick, que ejecutó repetidamente y con bastante intensidad. Era algo que extrañamos todos en la primera pelea, y que siempre juega un factor condicionante contra los hermanos Díaz. En la conferencia de prensa después de la pelea, el irlandés elogio la manera en que Díaz lidió con esas patadas, enfatizó en que ya no se trata de la vieja manera de padecer ese castigo, sino que supo chequear las patadas, tanto así que Connor se tuvo que ir a casa con el pie izquierdo lastimado, presumiblemente roto, según ha informdo ESPN en las últimas horas de este domingo 21 de agosto.
El mejor análisis que pude escuchar antes de esta pelea fue del coach Firas Sahabi de TriStar Gym, quien además de especialista en artes marciales mixtas es licenciado en filosofía. Firas habló de la mentalidad de bullying que tienen tanto Connor como Nate, o que suelen demostrar en sus antesalas para cada pelea. A Díaz, el irlandés nunca pudo desmoralizarlo ni fastidiarlo lo suficientemente con sus asaltos verbales; le tiró todo pero Nate siempre volvía con alguna respuesta ingeniosa y punzante que en realidad enfurecía más a McGregor. Tiene razón Firas Sahabi cuando hace notar que la estrategia del que hace bullying tiene el rasgo de ser descuidada. El abusador lo es en tanto que subestima a su víctima, la menosprecia, descarta el poder de reacción del otro, lo disminuye, no se preocupa por su poder. Así actuó McGregor en su primer encuentro en marzo de este año, hasta el último momento, intentó poner a Nate en un lugar incómodo, hostil, amenazado. (Recuerden que en el centro del octógono, mientras el árbitro Herbert Deen les indicaba las instrucciones, Connor seguía cuestionando "qué vas a hacer, vengo con las dos guardias... qué vas a hacer?"). Hasta el último momento, para darse mayor confianza, Connor necesitaba lograr alguna ventaja psicológica para granjearse una extra-seguridad, para asegurarse un lugar que emocionalmente lo hiciera sentirse superior. Pero Nate nunca se lo concedió, desde el principio lo frustró siempre, y no se iba a desarmar si veía a Connor encarándolo con guardia cambiada, es decir ortodoxa, porque Nate, cuando entra a pelear, entra a "matar o ser muerto", el resto son detalles internos de la batalla misma.
VIDEO: Brutal fight Conor McGregor vs Nate Diaz II - `Pelea completa
Connor McGregor ha estado haciendo desde su entrada al UFC un montón de declaraciones sobre las artes marciales que llamaron la atención sobre su sapiencia y conocimiento del arte de la guerra. Su enigmática frase posterior a la victoria sobre José Aldo (timming beats speed, precision beats power), lo colocó definitivamente en el lugar de alguien que veía cosas que la mayoría no podía ver, como si fuera una suerte de extraño gurú que sabía teorizar a la vez que poner en práctica. Sin embargo, cuando peleó con Nate Díaz la primera vez pareció contradecir muchas de sus frases de marca. Robin Black, en el programa de Fighting Network "Five Rounds", preguntó varias veces: ¿por qué Connor insistió tanto en ganar a Nate usando fuerza sobre precisión y velocidad sobre timing?. Era una pregunta justa. Un elemento más entre varios otros que hicieron que se cayera una gran parte del velo místico que rodeaba a Connor, porque muchas de sus palabras ya no se sostenían desde aquel desenlace. ("Estoy invicto en intercambios de golpes", "yo siempre presiono y voy hacia adelante", "estoy acostumbrado a enfrentar a luchadores en pánico que no aguantan mi presión").
Y lo cierto es que Nate Diaz le ha cambiado la vida, el modo de entrenarse y el estilo de pelea. El mismo Nate lo hizo notar en la conferencia de prensa posterior al UFC 202: "Él (Connor) no hizo otra cosa que lo que yo le marqué que debía hacer: consiguió otros sparrings de jerarquía para su boxeo, y ese su entrenador de jiu jitsu que ahora tiene..., antes no tenía realmente un equipo de talla...". La cita es inexacta, pero Nate marcaba con estas palabras una realidad muy clara. Ahora Connor no puede decir nada acerca de cómo el resto no está en su nivel, ni desacreditar el peso decisivo que tiene la diferencia de pesos, ni asegurar que todos se derrumban inevitablemente ante su mano izquierda, ni afirmar que no le interesan los rivales y que sólo se prepara para patrones corporales de movimiento. Para pelear con Nate la revancha, el campamento de Connor fue muy específico, había tareas que cumplir respecto a ciertas áreas de su plan de pelea, consiguió sparrings que emularan las características físicas de Nate, e implementó mucha mayor rigurosidad en su entrenamiento de jiu jitsu, incluyendo en su equipo a Dylan, un cinta negra que, si no me equivoco, salió de la prestigiosa Academia de Marcelo García. Además de todos estos ajustes técnicos, Connor tuvo que resignar ciertos elementos de su personaje, el misticMac, porque ya no podía simplemente afirmar que lo que se necesita es "desear algo con muchas fuerzas y atreverse a decirlo en voz alta". No se trata ya simplemente de que los deseos se materialicen porque el universo se confabula con los deseos de un hombre en particular. La ideología empresarial norteamericana, que tan bien encarnaba él y difundía, ya no se bastaba. Debía atenderse a detalles específicos del combate, de la preparación, de la forma de guardarse y de evitar el derroche de energía interna. Si Connor no se preparaba para pelear contra una montaña que podía resistir cinco rounds contra él ahí adentro, y además que esté presionando para acabar con él hasta el último segundo, entonces no tenía chances de lograr su obsesivo deseo de obtener esa victoria.
Luego de ver el desenlace de la revancha, cabe preguntarse si esta vez Connor fue realmente económico y eficaz con el uso de su energía. Esa era la razón que Connor encontraba para explicar su sonada derrota la primera vez. No cabe duda de que Connor lució mucho más en control y paciente en el primer round, pero al final sucedió algo muy parecido, se cansó, y casi a la misma altura de la pelea -mitad del segundo round- el irlandés mostró claramente señales de debilitamiento, y Nate comenzó a presionarlo. Fue el momento en que la pelea comenzó a difuminarse en un horizonte de difícil lectura. No obstante ello, a efectos de conteo de la tarjeta de los jueces, creo que la mayoría estuvo de acuerdo en darle ese round a McGregor, por los dos knock-downs, pero además por el dominio en general de la mayor parte del round. Entonces, si Connor ya no golpeaba para knockear a su oponente, si se estaba guardando y ya no falló tantos puñetazos al aire, entonces ¿por qué se cansó de todos modos a la misma altura?
La última pregunta nos invita dudar de la resistencia física real que Connor puede desarrollar en esa categoría, que no es su categoría natural de pelea. No lució fresco ni multidiverso como suele lucir, la mayor parte del combate se basó en una estrategia sencilla con los golpes básicos que menos riesgo de contragolpe le podían representar. Entre los comentaristas de ESPN, escuché una especulación acerca de si el estilo de pelea de Connor tiene un potencial de durabilidad, o si tiene elementos de velocidad, de intensidad, de extensión de sus brazos, que hace que no sea un estilo ideal para cinco rounds. Si vemos el estilo de Nate, por más de que sea un guerrero que se banca todos los castigos y pelea hasta el final, hay que decir que no es un gran estilo para preservarse y defenderse la cara ni la pierna delantera. Pero en cuanto a Connor, tal vez habría que reclamarle su dependencia de los puños, porque, contra un rival más pesado y más alto, sus puños se desgastan sin conmover decisivamente, entonces tal vez los codos y las rodillas deberían jugar un papel mucho más protagónico.
Varias lecciones están aprendidas a partir de estas dos peleas. Debes respetar el poder de golpeo del hombre que tiene más peso, y considerar que podrá absorber los tuyos mucho mejor que los más livianos. La masa corporal es un factor que efectivamente determina claves importantes. A Nate no fue capaz de dejarlo mareado ni realmente en apuros, aunque lo tiró tres veces, siempre lució muy entero y consciente desde el suelo, invitando a la pelea de sumisiones y posiciones. La otra cuestión es que no conviene entrar mucho en el juego del desgaste verbal en la preparación de una pelea por el simple hecho de que hay que venderla. Connor lo hacía con casi todos sus oponentes, esto de ponerse en un tono personal, de mucha animosidad. Con Nate esto se multiplicó a la estratósfera. No pudo evitar Connor salirse de una línea de impasibilidad y de control sobre sus acciones. Se mostró desmesurado e invertido emocionalmente en esta pelea. Ya no era sólo acerca de vencer a ese monstuo, sino además de no perder el tren dentro del UFC. Pese a todo, Connor se mostró mucho más inteligente en la segunda pelea, supo resistir a las tormentas, estableció su dominio en los primeros rounds. pero luego le atribuyó a la diferencia de peso que los últimos rounds tuvieran que ser mucho más parejos y reñidos.
Finalmente, debo agregar que, al igual que la mayoría de la comunidad de fans del UFC, disfruté mucho de ver esta pelea, pero con una salvedad: no fue realmente completa en téminos de MMA en sí, es decir, a momentos me pareció algo unidimensional, mucho boxeo, se extrañó los intercambios y búsquedas de predominio en la pelea cuerpo a cuerpo y en el suelo. Connor no quiso ir nunca al suelo, pero para ser una de las peleas màs gloriosas de la MMA tendría que tener más de esos elementos. No sólo por la falta de pelea de piso, sino también por la falta de variantes en la pelea de parados, y basta ver a un Jon Jones, o al emergente Yael Rodríguez, para ver cómo se pueden mixturar técnicas de patada, rodilla voladora y puños en una pelea de MMA. En est revancha, después de un cierto tiempo, ya más o menos todos sabíamos cuáles eran los patrones de ataque, perdió sorpresa, Nate con su 1-2 básico, y McGregor acechando con el low kick y la mano izquierda. Es una opinión que el amigo o amiga lectora puede muy bien contradecir. En todo caso, no hay manera justa ni adecuada de quitarle sus méritos a estos dos peleadores, que nos hicieron vibrar otra vez y en grande. Quién sabe ahora si la tercera pelea se tomará unos años en materializarse, hasta asegurarse que la espera de los años la haga crecer económicamente a estratos inimaginables para la MMA en este momento. ¿No sería inteligente emular un poco de la espera de 6 años que Mayweather construyó en torno a su pelea con Pacquiao?
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Análisis previo a la pelea de Firas Sahabi
FIN