Selena Quintanilla (Lake Jackson, Texas 16 de abril de 1971 – † Corpus Christi , Texas, 31 de marzo de 1995) fue una talentosa cantante de música tex-mex, cumbia, ranchera y pop. Recuerdo que cuando salí de colegio su tema “Amor prohibido” estaba de moda, pero nunca le di bola verdaderamente sino hasta que una tarde me encontré con la película que hicieron sobre ella, la que protagoniza a gran altura Jennifer Lopez. El film es del año 1997, está dirigido por Gregory Nava y es una producción de su padre Abraham Quintanilla. Deja la sensación de ser bastante fiel a la realidad, por lo menos a esa gran porción que su padre y su familia estuvieron interesados en hacer conocer. Es una película simpática, a lo menos, que tiene el mérito de inmortalizar a una mujer notable que de otro modo, quizás, hubiera pasado desapercibida para muchos de los que no atendimos sus canciones.
Hoy vemos a Shakira, la cantante latinoamericana más exitosa, más representativa en el mundo, y daría la sensación de que fue ella quien tomó la posta. Pero viendo la película de Selena en el cable hace un par de horas, me quedé con la idea de que fue Jenifer Lopez la que tomó esa posta. La manera en que despegó después de la película fue increíble. Su interpretación fue magistral, se notaba empapada en su rol, en la sonrisa, en el estado-de-ánimo-Selena, en los pasos de baile. Su mérito, o uno de ellos, fue no dejar que ese papel la marcara, la encasillara, fue capaz de crear una distancia y crear algo propio, singularizar su nombre y su estilo.
La gran JLO, sin duda es una mujer para admirar, no tanto por sus canciones o películas pero por su impulso, su osadía, sus logros en un país que no le era completamente familiar.Pero no quisiera despegarme de Selena todavía. Antes de ponerme a escribir esta nota fui a dar un paseo por la web para ver qué se decía sobre Selena. La mayoría son intrigas e indagaciones sobre los motivos de su muerte. Dicen por ejemplo que Selena habría muerto porque su padre no aceptó que se le hiciera una transfusión de sangre, debido a que ellos profesan la religión de Los testigos de Jehová. Otras versiones dicen que Abraham habría decidido sacar de la figura a Yolanda, la mujer que disparó a Selena, debido a que había tenido un amorío oculto con ella, y la situación se había hecho insostenible. Desde luego, en la película nunca nos habrían dado el más mínimo indicio de una cosa así. Me parece bastante sobrio el final, la manera en que decidieron filmarlo. Un tema de Selena de fondo, ya no hay diálogos, no son necesarios, todo pasamos a suponerlo, la película se va terminando con algunas imágenes que nos muestran el dolor de su familia al enterarse de su deceso, un escenario vacío en un gigante estadium, ella ya no está para poblar ese espacio, lo que vemos es una velada en honor a ella, un centenar de niñas y jovencitas vestidas como réplicas sostienen una vela y un retrato suyo donde aparece sonriente. Es conmovedor el final, estoy seguro que les remueve algo hasta aquellos críticos que tienen la sensibilidad de un ladrillo.
La fantástica actuación de JLO nos hace pensar en algunas cuestiones referidas a la escritura. Escribir, por ejemplo sobre Van Gogh, escribir como si fuera tu doble, un circuito eléctrico pasa entre ambos, y se conjuga en alguna frecuencia. El libro de Artaud es ya una referencia central. Genialidad compartida, la misma asfixia frente a la sociedad que los ´suicidó´. Ejercicio de sensibilidades. Quisiera siempre estar lo suficientemente bien acomodado para que la luz entre en el ángulo que le corresponde. Ser una especie de médium, un transporte por el que aquel del que uno escribe puede volver a hablar. Escribir sobre Henry Miller, y que cuando alguien lo lea pueda decir, “sí, ahí está Henry Miller”. Parece lograrlo Benicio del Toro cuando encarna el papel del Ché Guevara en el largometraje de Soderbergh. Lo mismo pasa en el film de “Selena”, es lo que admiro de esta encarnación de JLO, de este vaciamiento que hizo de sí misma para dar paso a la frecuencia Selena, claro que sin dejar de aportar con algunos toques de su propio carisma. Cuando ves la película sientes que has visto a Selena. No soy ni fui un fan, presiento. Me enteré de que en aquellos tiempos hubo varias quejas de los residentes de Corpus Cristi y otros segmentos de los admiradores de Selena cuando se enteraron de que la protagonista sería JLO, porque querían a alguien más mexicana, y que después de ver su interpretación le dieron la razón al director por su elección. Supongo que esa es una buena referencia.
Es interesante también observar cómo pudo lograr Selena lo que gobernantes y otros tantos hombres no lograron antes de ella: que la gente de México y la de EEUU la adoraran de la misma manera. Ella fue una especie de bisagra. Su vida se construyó en la frontera entre esos dos países, y pasó la mayor parte de ella dentro de la casa rodante de la banda, conducida por su padre, que llevaba de gira a “Selena y los dinos” por la zona continuamente. Captó la atención de dos idiosincrasias muy diferentes. Estaba lista para dar el salto más grande cuando repentinamente le arrancaron la vida. Era ella algo similar al puente que une Istambul con Alemania, era el puente, la cifra de una afinidad musical. Después de ella la cumbia mexicana y la tecnocumbia se popularizaron. Su hermano creó la banda Cumbia Kings, y lleva todavía encendida la antorcha de los Quintanilla. Hoy Selena tendría 40 años, no supimos mucho de ella, tampoco lo sabemos ahora, pero se siente bien recordarla, y saludarla ahí donde quiera que se encuentre.
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