Un
comentario a partir de la película estrenada el 2009 en salas bolivianas.
Escríbeme- Postales a Copacabana
es una película que conecta varias cosas: el mundo tangible con el mundo
espiritual, la realidad con la fantasía, las creencias importadas con las
nuestras, Jesús y el Ekeko, la esperanza y la desilusión, el deseo y la fuga,
etc. Ambientada en la población de
Copacabana, esta coproducción boliviano-germana toma por personaje principal al
Lago Titicaca. En más de una oportunidad el director Thomas Kröntaler –que
también dirigió El día que murió el
silencio–, había comentado que una de las prioridades de la película era
sacarle el mayor provecho a la magia del Titicaca, razón por la que usó el
formato 35mm. En el mismo sentido Carla Ortiz, una de las protagonistas, afirmaba
el día del estreno que el principal aporte de esta película es el de
inmortalizar estos lugares de Bolivia, mostrándole al mundo su majestuosidad y
belleza.
Podría pensarse que
por ser bastante ligera en su concepción, con una historia sencilla, y con algunos
descuidos en la narración, esta película es solo un pretexto para explotar estos
afrodisíacos paisajes. Otros dicen que en realidad la película busca poner en
el tapete el tema de la soledad y el abandono que sufren las mujeres cuando no
tienen un hombre en la casa.
Después de verla,
de escuchar y leer las críticas, nos da la sensación de que la cosa va por otro
lado. Peor por los que se enfocan demasiado en la soledad como tema central. El
director ambienta esta historia en el Titicaca para generar un escenario, bello
y opresivo a la vez, en el cual pueda sentirse la abrumadora carga de la
soledad, pero enfocándose más en la urgencia extrema de encontrar una salida.
La historia es trágica y triste a primera vista: Alfonsina, una linda muchacha
de catorce años, vive en el pueblo de Copacabana con su mamá y su abuela; su
padre y su abuelo están muertos; las tres se acompañan en su soledad. Pero la intención
no es quedarse en la tristeza, pues la soledad de estas tres mujeres, atadas a
su pueblo, es solamente la preparación para algo que está por suceder. Todos
son pretextos para mostrar en algún momento el estallido de una fuga mágica.
Cada una de las protagonistas contribuye con su propio drama para lograr esta
atmósfera de preparación. Alfonsina representa la necesidad de salir, de
viajar, de conocer el mundo, y de poder hacer lo mismo que hacen esos gringos
que llegan y se van con el compromiso de mandarle una postal. Rosita, su madre,
es una mujer viuda, joven y atractiva, que vive con un impulso incontenible por
rehacer su vida y encontrar otra vez el amor. La abuela de Alfonsina, Elena, también
ha quedado viuda, pero ella todavía vive con la presencia que ha quedado
impregnada en la casa de su amado Aloi, y se consuela viéndolo otra vez en los
viajes que hace al pasado con su memoria.
Ellas creen que Aloi
se sumergió un día en el lago de Baviera, en Alemania, con el deseo de
encontrar algo diferente, y cruzó sus aguas por debajo hasta emerger del otro
lado del mundo, en el Titicaca. La historia se apoya aquí en el realismo mágico
de la literatura. Pero no es pura fantasía, pues no hay nada más real que el
poder del deseo, y esto es lo que nos quiere decir entre líneas esta historia. El
deseo de salir, de conocer otros mundos, de encontrar el amor por otros rumbos,
es un deseo universal. Ahí, del otro lado, muy cerca o a miles de kilómetros, existe
alguien que vive con la misma predisposición de fugarse, alguien que quizás nos
espera, o espera cruzarse en nuestro camino para compartir la fuga. Esa
predisposición que se torna en deseo es algo poderoso. Así como los sonidos que
emitimos no se pierden nunca y perviven en el aire, también los deseos se
conservan como bloques de energía imperceptibles. El deseo llama, atrae, y otorga
existencia, pues termina dándole una forma a aquello que en un principio era algo
incorporal. Después de haber deseado algo hay que estar atentos a lo que se
manifiesta. El intenso deseo de Alfonsina atrae a su vida a Daniel, un joven
estudiante de ornitología que llega de Munich, un aventurero tan inquieto como
ella que le parece el vivo retrato de su abuelo. Este encuentro es uno de los
ejes de la historia.
En resumen, lo que
vemos primero es el montaje de un escenario de encierro en un lugar
esplendoroso: no siempre es suficiente la belleza del lugar, no importa si es
Bolivia o Alemania, el ser humano suele vivir anhelando algo diferente a lo que
tiene. Luego, una atmósfera de soledad, pero solo como pretexto para producir la
urgencia vital de la fuga. Finalmente, lo que nos muestra esta película es que cuando
se desea con todas las fuerzas, la vida misma sabe encontrar sus salidas.
Jorge Luna Ortuño
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