Vivir
la vida en varias líneas, esto es algo que no muchos logran en el transcurso de
sus existencias. Una oficinista que llena papeles de trámite le preguntó en una
ocasión al periodista argentino Rodolfo Walsh a qué se dedicaba. Walsh respondió:
“escritor, periodista, militante político, todo eso a la vez”. La oficinista
necesitaba sólo una cosa que lo defina por su actividad, sólo había una línea
pensada para esa respuesta. Se cuenta que Walsh soñó con vivir tres vidas
paralelas: una dedicada a la política, otra a la escritura, y otra a los
afectos. Algunos lo entienden como un intento por tener tres vidas. ¿Una
especie de esquizofrenia? Así les pasa a los descodificados. Nosotros diríamos
mejor que se trataba de vivir la vida en tres líneas o más. Las líneas están
enmarañadas, son inmanentes entre sí, movimientos en una provocan efectos en la
otra. Lo interesante no está en constatar que Walsh las haya vivido
simultáneamente, sino en darse cuenta de que cada línea está siempre implicada
dentro la otra. Periodismo, novela o crónica, y militancia política, todas eran
aristas de un mismo diagrama de trabajo, el diagrama-Walsh, y se ordenaban a
partir de la actividad de la escritura. Si aprendemos a pensar así ya no es
necesario preguntarse cuál va primero, ni priorizar la figura del escritor en
desmedro de la del militante político, o de resaltar su faceta política y poner
en segundo plano su actividad artística. Tal como en el caso de Marcelo
Quiroga, no existe realmente una división entre la faceta política y la
literaria. Marcelo quiso servirse de la literatura para construir su máquina de
guerra, lo logró a medias y su obra quedó mucho menos desarrollada (de su
segunda novela Otra vez marzo sólo
alcanzó a redactar uno de los tres capítulos que tenía pensados); fue Walsh sin
embargo, entre los dos, el que realmente pudo poner en funcionamiento esta
máquina literaria dentro de la política contra las injusticias de la dictadura
en Argentina. En su obra, cuando el lenguaje golpea con la contundencia de un
martillo, esas líneas de vida resaltan como algo imposible de concebirse por
separado, a no ser que sea para realizar ciertas puntualizaciones.
Rodolfo
Walsh y Marcelo Quiroga tenían proyectos vitales. Habían consagrado su vida a
un compromiso que iba más allá del trabajo circunstancial que estaban
desempeñando, más allá de la necesidad de generar ingresos para sustentar sus
vidas. Uno logra mantenerse, pero no es para eso para lo que se vive. Consigues
el alimento para cada día con lo que ganas, pero lo que importa es: qué haces
cada día con ese alimento que ingieres. ¿Qué haces con lo que comes? ¿Qué es lo
que puede tu cuerpo después de haberse compuesto con tal o cual alimento? Zorba
dice que algunos lo transforman en trabajo, otros en risa y buen humor, otros
incluso lo transforman en Dios, y los más no pasan de convertirlo en
excremento. ¡Qué desperdicio cuando un día te toca comer un gran banquete de
carnes, salsas y vinos, pero luego no produces nada diferente a lo de todos los
días!
No hay comentarios:
Publicar un comentario