Con singular alborozo y abrumados por palabras emotivas que se aglutinan al unísono, recordamos aquí al legendario “Cantinflas”, personaje creado y encarnado por Mario Moreno Reyes (1911-1993). Mario cumple este mes de agosto del 2011, el 100 aniversario de su nacimiento. Los que vimos sus pelis y nos caímos de la silla sacudidos por repentinos ataques de risa, somos los que festejamos hoy. Mario se fue, pero Cantinflas sigue; como el mismo Mario escribió en su epitafio: “parece que se ha ido, pero no se ha ido”.
Aquel hombrecito de apenas 1,63 m. y 64 kg., de los ojos picarescos, las cejas danzantes, y los bigotitos que parecían tener vida propia es considerado hasta nuestros días el comediante más grande de Iberoamérica; vestido con una gabardina, que en realidad era un trapo deshilachado, y sus pantalones caídos que le colgaban a la altura de las caderas, estaba armado para ser una máquina de producir risas. Casi siempre representaba al pobre diablo que sobrevive a fuerza de ingenio y alguna malicia; sus flacuchos personajes solían estar dotados de una ingenua buena voluntad para ayudar a todos. -Pobre, pero eso sí, muy limpio – decía a su invitada a cenar mientras pasaba el cuchillo por debajo de la axila para darle una limpiadita. Pobre, pero nada humilde, al menos no con la autoridad. Su lenguaje disparatado era su mejor arma para humillar a las fuerzas burocráticas y represoras, a veces sin que éstas se dieran cuenta.
Cantinflas nos enseñó algo que parece haberse olvidado en nuestro tiempo: que para afirmar la propia individualidad, no es necesario negar la del otro, del que es diferente. Se adelantó a John Lenon y su canción Let it be. Es que la suya era una afirmación pura, criolla, y alegre, incluso, y sobre todo, en medio de la pobreza. Mario decía de Cantinflas: “no es enemigo de nadie, pero se pasa la vida tratando de estar de parte nuestra. Encarna el aspecto simpático del pobre de todo el mundo”. Muchos se quejan de la pobreza, critican a los gobiernos y hacen campañas, pero pocos han podido darles una voz a los pobres como lo ha hecho Cantinflas; pocos han sabido internarse en la pobreza para extraer de ella su lado cómico y liberador, abriéndonos un sendero de optimismo y de esperanza, aunque sea mínimo. Su magia era saber extraer hasta de las peores adversidades algo que le serviría para seguir adelante; se cuenta que una noche en la que actuaba en una carpa un bromista le gritó: -¡En la cantina tú inflas!-, la frase no era precisamente un halago, pero Mario le vio el lado cómico y aglutinándola sacó el famoso nombre que incluso aparece en el Diccionario de la Real Academia Española.
En “Su excelencia” (1966) -película que él mismo escribió-, queda inmortalizado su discurso en la ONU.
“Con humildad de albañiles no agremiados, debemos luchar por derribar la barda que nos divide: la barda de la incomprensión, de la mutua desconfianza, y del odio. Pero no la barda de las ideas, eso nunca. El día que pensemos y actuemos igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en autómatas. Yo estoy convencido de que todas las ideas son respetables, aunque no esté de acuerdo con algunas. Las ideas diferentes no impiden que todos nosotros seamos muy buenos amigos.”
Y esto es lo que se debe recordar en un tiempo en el que las ideas de unos se intentan imponer a los otros a toda costa. (¿Fue diferente en algun tiempo?). Todavía no nos hemos deshecho lo suficiente del culto a la negación. Todavía impera la crítica reactiva, bloqueadora, que se olvida de crear al mismo tiempo su propia problemática. Cantinflas habla de una barda en alusión al Muro de Berlín; es curioso que, pese a que son más de 20 años desde que se derribo ese muro, la alusión es completamente pertinente en nuestro tiempo. (Las divisiones entre oriente y occidente, sea en el país que sea, no se han acabado, sino que parecen estar en su auge). En el filme se encuentra una división alusiva entre dos regímenes: los verdes y los colorados. “Los que quieran ser rojos que lo sean, pero que no quieran teñir a los otros” --les grita en la convención. Pero no es porque esté alineado con los verdes, y tampoco con los rojos, sino todo lo contrario. En el film Cantinflas elige la opción más honesta: elige no votar por ninguno. Cantinflas estaba en contra de ellos, pero porque estaba a favor de los vínculos que nos hacen vivir en paz entre nosotros. Más aún, no estaba en contra de sus ideas, sino de sus procedimientos, pues decía que la libertad para pensar diferente debe ser la base de partida. “Insisto que hablo de procedimientos y no de ideas ni de doctrinas. Para mí todas las ideas son respetables, aunque sean “ideítas” o “ideotas.”
Se anota lo que se ve, y lo que se ve es lo que se hace. No somos más que lo que hacemos, aunque tengamos las ideas más nobles en la cabeza. Cantinflas pide que no luchemos contra las ideas, sino contra los componentes de resentimiento y odio que sostienen esas ideas, y que se hacen visibles en sus procedimientos, o en sus puestas en práctica. Esto tiene tremenda resonancia en Bolivia, pues vivimos un momento histórico en el que el proceso de cambio parece estar impulsado sólo por el resentimiento, y es el mismo resentimiento del otro bando el que se le opone.
Un malabarista del lenguaje
Cantinflas jugaba con el lenguaje y lo forzaba hasta los extremos en que se tornaba a-significante y no-interpretativo. En “Un día con el diablo”, haciendo de repartidor de periódicos, es detenido por una confusión. Estando en la comisaría deja al abogado atónito por unos segundos diciéndole: - "Se está atentando contra la individualidad colectiva de un individuo y exijo que se llame a la redacción de mi periódico". Se cuenta también que en una pugna política en México en 1937, Vicente Lombardo le respondió a su rival político: "Si Morones ha decidido mostrar su poder dialectal, que discuta con Cantinflas". Habiendo sido aludido, Cantinflas dijo:
"Ah, pero déjenme dejar algo bien en claro, tengo momentos de lucidez y hablo muy claro. Y ahora hablaré con claridad... Amigos, hay momentos en mi vida que son realmente momentáneos y no es porque uno lo diga, pero hay que verlo...¿Qué vemos? lo que hay que ver... porque que coincidencia amigos, que suponiendo que en este caso -no digamos lo que podría ser- pero debemos pensar en ello y entender la psicología de vida para hacer una analogía de la síntesis de la humanidad, ¿correcto? Bien, ese es el punto".
Con Chaplin aprendimos a reírnos de los policías, pero con Cantinflas, hemos aprendido a reírnos de los políticos. El hablaba como ellos, multiplicaba su incoherencia y hacia explotar su retórica. ¿Cómo se podía discutir contra alguien que hablaba no por el pueblo, sino con el pueblo, produciendo enunciados carentes de significado?, ¿cómo podían interpretarse sus enunciados si su sentido no estaba en las palabras? Cantinflas era como un partido de oposición de un solo miembro.
Oscar Wilde dijo una vez: “La vida es algo demasiado importante para hablar seriamente de ella”[i]. Cantinflas les dice a todos los pueblos:
“¡Pueblo que me escucha! Aquí me tienen ante ustedes y yo los tengo a ustedes delante de mí, y esta es una verdad que nadie podrá discutir. Y ahora me pregunto: ¿y por qué estoy aquí si podría estar en otra parte? Estoy aquí porque no estoy en otra parte y porque ustedes me llamaron, y si el pueblo me llama, el pueblo sabrá porque lo hizo. Agradezco estos aplausos tan desnutridos a la par que merecidos, que me incitan a seguir discursiando. Y ustedes se preguntaran: este joven de tan tierna edad, tan guapo, de aspecto tan distinguido, de cara tan agradable, ¿será capaz de conducir esta nave a buen puerto?...”[ii]
¿Había ahí algún mensaje? Ninguno, creo, todas esas palabras tenían el objetivo de desarmar al adversario, al que espera demasiado de las palabras. Tiraba por el lado de la soltura y el humor, y esto no es poca cosa. Después de todo, si algún cambio se ha de operar en nuestra realidad, este no vendrá por creer en otro mundo mejor, sino por afirmar nuestro vínculo con este mundo: el amor, el deseo, la vida…y la risa.
“…porque vivimos en un mundo muy aventado que ya no cree en promesas demagógicas ni en el amorfo de un futuro que ni es bueno ni es malo, sino todo lo contrario. Atentamente, por un mundo mejor, pero mucho mejor que este Tercer Mundo, que mas bien es un mundo de tercera: tan marginado, tan explotado, y tan cacheteado”. (“El Ministro y yo”)
Excelente querido Jorge, es precisamente Ese humor Que todo lo toma en serio pero q a la vez no, el q noa hace falta y tu comparacion con los politicos Es de los mas real. Sigue adelante mi hermano q pocos comprenden la realidad y la vida como tu.
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