El devenir-filosofía del arte
Se trata de una primera experiencia que, al ser novedosa, afronta también los desafíos de toda iniciativa que camina sus primeros pasos. Desde un comienzo nos planteamos la tarea de abrir la filosofía, al contrario de lo que hace la academia, que consiste en cerrar, cerrar, especializar y producir esa suerte de relaciones incestuosas que no salen de las mismas cuatro paredes. En las reuniones con los más amigos, con Ramiro Majluf y Jaira Rivera, luego con Fernando Iturralde, y ya después con Joseph Oblitas, siempre surgía la necesidad de rasgar la tela, y convencernos de que no habíamos estudiado solamente para entrar en la carrera de ítems como profesores escolares de filosofía.
La idea siempre fue trazar líneas diagonales desde la filosofía hacia su afuera, y en mi caso este trabajo ha estado más dirigido hacia el campo del arte y la cultura. Producir relaciones de amistad entre la filosofía y el arte, es decir, afinidad, simpatía, convergencia creadora. Amar=Crear un plano compartido. Hacer filosofía=crear un plano. Escribir=trazar un plano. Todos los verbos en la vida implican la confección de un plano. Nosotros queríamos construir un plano con la filosofía para escaparnos a los espacios predeterminados que en La Paz ya nos condicionaban, o bien a meternos en la carrera por ser ayudantes, profesores y luego docentes, o bien al desempleo. O bien a trabajar como secretarias de biblioteca.
En nuestro plano siempre hay espacio para los cantos y para los gritos, incluso ahora que nos vemos menos por la distancia, pero no porque nos juntemos solo con los que nos dan la razón, sino más bien porque nuestras complicidades son lo suficientemente lejanas. La mayoría de las veces nos encontramos con una idea, un video o un libro, y le pasamos el dato inmediatamente al otro. Facebook lo ha hecho muy fácil en ésta época. Cada uno se encuentra primero con una idea, antes que con una persona. No necesitamos que nos pase lo mismo que le pasó, por ejemplo, a Fernando Diez de Medina, que terminó admirando a un Franz Tamayo idealizado, que era el que había dibujado su pluma, y terminó sufriendo al hombre, que resultó ser una frustración cuando lo miró más de cerca. (Léase Franz Tamayo Hechicero del Ande). En otras ocasiones nos encontramos con gentes que trabajan en otros campos, y más bien parecen venir de muy lejos, y la sintonía no siempre se presenta de entrada. Luego cuando sucede es algo mágico. Fanny, la esposa de Deleuze, tiene una bella expresión: como si fueran dos linternas que se encuentran a contrapelo en la noche de una carretera... Ella lo dice mejor, creo que la cito mal. Pero eso sí, lo que nos une a todos es el deseo de hacer algo. Que algo pase, o que algo salte en medio de la noche, cuando menos se espera. Por un lado hacer, pero por el otro saber abandonarse, estar a la espera de los devenires que no habremos espantado. Jaira en Uyuni, Fernando en los colegios, o Ramiro con el suspenso del tigre que acecha por su presa desde las tierras bajas.
En toda la historia de la filosofía no ha habido ningun gran filósofo que no haya tenido que construir su plano sin tener que ir al mismo tiempo contra una imagen del pensamiento preestablecida. Cuando Pascal filosofa sobre la existencia de Dios tiene que dar un giro que hace que su problema sea completamente otro, no pregunta ya si Dios existe, sino saber cuál es el modo de existencia más conveniente: el de aquel que apuesta por Dios o de aquel que no cree en su existencia. Esa era una nueva forma de pensar, que se salía, que rompía, que no entraba en la vieja discusión precedente. Escapaba a la imagen.
Pasa casi en todo, los espacios ya están predeterrminados, la universidad lo está, el libro lo está, la hoja en blanco que le espera al escritor no está nunca en blanco, pues una serie de líneas ya se le han prefijado, "está lleno de clichés" dirá un pintor al asomar su lienzo nuevo. Bueno, mi amigo Justo Pastor Mellado lo diría así: hay que desorganizar para organizar algo nuevo. Nosotros quisiéramos hacer todo lo posible por derribar esa vieja imagen de la filosofía, al menos en nuestro medio, aquella que la pinta como una disciplina inservible, poco aplicable, y obsoleta para el mercado laboral de nuestro tiempo, en el que se impone la velocidad y el pensamiento rápido, además de la escritura en formatos pequeños y desechables: Twitter, e-mail, text message, facebook, ya ni siquiera la velocidad que producía el telegrama, muchas veces ya solamente la transferencialidad de la nada.
Del arte hacia la filosofía
¿Y cómo le podría servir toda esta cháchara a un artista? Un artista se aproxima siempre a la filosofía, aunque sea por su cuenta y en silencio, y aunque él mismo muy poco pueda racionalizar de todo ello. ¿Cómo puede hacer uso de la filosofía un cineasta para su película? El cineasta bolivano Marcos Loayza decía en su ponencia que la relación se da a partir de la escala de valores, de las decisiones que el cineasta toma en lo que muestra y lo que corta. ¿Un problema de ser y de valor? En otro caso, cuando vi la película Zona Sur de Juan Carlos Valdivia sentí que se había aproximado en algo. Él mismo cuenta (en un documento que nos obsequió en la premier a todos los de la prensa) que estando en un barco de viaje a Europa estuvo tumbado por días leyendo la trilogía Esferas de Peter Sloterdijk, el genial filósofo alemán. Claro, es muy posible decir que ¡no entendió nada!, pero al mismo tiempo podríamos decir que su lectura fue no-filosófica, que es, como diría Deleuze, una lectura a la que no le falta nada. De modo que el director boliviano se apropió de la idea de las esferas vitales en la construcción estética de su film, cargado de largas tomas circulares, y en eso Joaquín Sanchez lo secundó muy bien. Ese fue un atisbo...
¿Y en cuanto a la pintura? ¿Y la música? No estamos seguros de qué puede aportarle la filosofía (hoy) a la pintura. Tito Kuramoto, el destacado pintor cruceño-japonéz, me ha contado algo sobre su manera de trabajar: él dice: ¿cómo hace un pintor para crear un efecto de mayor profundidad en un cuadro? Comienza a retirar los elementos claros de adelante y pinta los oscuros en el fondo, va creando contraste para tirar la mirada del observador hacia atrás. En el teatro se puede hacer lo mismo jugando con las telas y los colores oscuros. Estos son trucos de un artista. El filósofo también puede crear estos efectos de profundidad de campo. con su escritura. La cuestión es qué es lo que tiene necesidad de omitir cuando escribe sobre otro filósofo. Badiou critica a Deleuze que su Spinoza siempre le resultó un monstruo irreconocible. Pero él no entiende aquella mirada que descarta el interés de escribir un libro que redondeee en general tooodo Spinoza, o tooodo Hegel. Se puede producir un efecto concentrando conservando la energía para hacerla explotar en un par de cuestiones. Es que para Deleuze no se trataba de reproducir un semblante fotográfico, sino de volver a producir un efecto, el-efecto-Spinoza, lo cual ni siquiera consistía en limitarse a repetir lo que dijo. Esta es la misma pugna del pintor, incluso cuando pinta la naturaleza. Kuramoto dice que un gran cuadro sobre la naturaleza siempre será superior a una fotografía a colores de veinte megapixeles del mismo paisaje. "Porque la pintura trae en sí los trucos que la cámara nunca podrá realizar". Esta diferencia es también válida entre el filósofo y el monografista licenciado en filosofía. (Jesús Urzagasti le hace decir a uno de sus personajes en Un verano con Marina San Gabriel que el filósofo es un fotógrafo sin cámara).
Y en cuanto a la música, Cergio Prudencio y la OEIN es una prueba pero también la cifra de una frustración. Él escribe en algún lado estas líneas: “Los compositores nos parecemos, sobre todo los compositores "cultos" o "académicos". Somos un poco niños: frágiles, inocentes o ingenuos (no sé), ensimismados; también sensibles y vulnerables. Por eso encontrarnos interesante descubrirnos –por ejemplo– estableciendo afinidades y complicidades, o lo contrario: desafinaciones y complicaciones. Unos con otros, somos espejos o precipicios. Es como una fiesta de cumpleaños con piñata”. Esto que dice está muy bien, pasa también entre filósofos. Él es un hombre fuerte, pensador serio, una referencia, sin duda, pero me desencantó conocer que su idea de la filosofía era tan cuadrada, casi considerándola una anti-poesía. Cuando leyó su ponencia en éste encuentro, en el que fue uno de los invitados, Tomás Abraham, que estaba presente, no pudo aguantarse, le refutó: la filosofía no es pura racionalidad, no todo está tan controlado, también existe en ella un mono saltarín, viene con locura, con juego, imaginación, de otro modo no rompería nada. Pero era un cruce amistoso, la diferencia surgida no cambiaba nada en el mundo de esos dos grandes en sus campos. ¿Y acaso toda la experimentación que ha desencadenado la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos que dirige Cergio no se apoya en una filosofía de la diferencia y de la pluralidad? Al parecer no, no ha necesitado de la filosofía. La música se pensó a sí misma, lo cual es perfectamente posible. El trabajo de aprovecharnos de ella nos corresponde a nosotros: hacer, como filósofos, una lectura no musical de su música. Por otra parte, nos alegra como se dio todo esto, puesto que la experiencia pedagógica descolonizadora que lleva adelante el proyecto de la OEIN es ya por sí solo un modelo de trabajo que merece seguirse, que nos confirma lo que ansiábamos saber: existe gente remando en la misma dirección ahí afuera. Nosotros tenemos necesidad de aliados, ellos, quizás, no.
Y en cuanto a la música, Cergio Prudencio y la OEIN es una prueba pero también la cifra de una frustración. Él escribe en algún lado estas líneas: “Los compositores nos parecemos, sobre todo los compositores "cultos" o "académicos". Somos un poco niños: frágiles, inocentes o ingenuos (no sé), ensimismados; también sensibles y vulnerables. Por eso encontrarnos interesante descubrirnos –por ejemplo– estableciendo afinidades y complicidades, o lo contrario: desafinaciones y complicaciones. Unos con otros, somos espejos o precipicios. Es como una fiesta de cumpleaños con piñata”. Esto que dice está muy bien, pasa también entre filósofos. Él es un hombre fuerte, pensador serio, una referencia, sin duda, pero me desencantó conocer que su idea de la filosofía era tan cuadrada, casi considerándola una anti-poesía. Cuando leyó su ponencia en éste encuentro, en el que fue uno de los invitados, Tomás Abraham, que estaba presente, no pudo aguantarse, le refutó: la filosofía no es pura racionalidad, no todo está tan controlado, también existe en ella un mono saltarín, viene con locura, con juego, imaginación, de otro modo no rompería nada. Pero era un cruce amistoso, la diferencia surgida no cambiaba nada en el mundo de esos dos grandes en sus campos. ¿Y acaso toda la experimentación que ha desencadenado la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos que dirige Cergio no se apoya en una filosofía de la diferencia y de la pluralidad? Al parecer no, no ha necesitado de la filosofía. La música se pensó a sí misma, lo cual es perfectamente posible. El trabajo de aprovecharnos de ella nos corresponde a nosotros: hacer, como filósofos, una lectura no musical de su música. Por otra parte, nos alegra como se dio todo esto, puesto que la experiencia pedagógica descolonizadora que lleva adelante el proyecto de la OEIN es ya por sí solo un modelo de trabajo que merece seguirse, que nos confirma lo que ansiábamos saber: existe gente remando en la misma dirección ahí afuera. Nosotros tenemos necesidad de aliados, ellos, quizás, no.
Finalmente, no podemos dejar de hablar de la amistad, que fue la primera condición en la antigua Grecia que posibilitó el surgimiento de la filosofía. Amigo es en filosofía incluso aquel con el que no coincidimos en nuestras posiciones, pero la amistad como base del pensamiento hace que la divergencia no nos exima de pensarlo, de leerlo, y de intentar dialogar con sus escritos. Tomás Abraham lo hace así cuando escribe sobre Richard Rorty y subtitula el libro "el amigo americano". El amigo es a veces el lejano. En otras ocasiones el amigo es alguien tan cercano que se ha hecho indiscernible, parte nuestra, un tono de nuestra propia risa; no es sólo por una admiración mutua, es también una sincronicidad involuntaria de afectos, de risas, y una coincidencia de fugas, la que hace que estos amigos siempre estén, desde su camino, tirando un coche que los lleva a ambos un poco más lejos, a un espacio un poco más conveniente para sus naturalezas. Es muy probable que yo no estaría aquí de no haber sido porque el estudio de la filosofía me juntó con mi cumpa, con Ramiro Majluf, filósofo chaqueño, ahora ejerciendo como funcionario en favor de la cultura en la pujante tierra de Villamontes. Le debo mucho más de lo que él a mí, porque con la filosofía trazamos el plano de la amistad, un plano que hizo posible que disfrutara tanto de su estudio. No podría relacionar la filosofía con repentinas carcajadas de nos ser por nuestra amistad. Cómo olvidar aquellas cálidas sesiones de lectura en las que entendíamos lo que podíamos y viajábamos en el tiempo, no como en El mundo de Sofía, sino a nuestro estilo más campechano, más casero, a punta de mateadas y coqueadas, con diccionario a la mano, codéandonos de noche o de día con las ideas de Demócrito y Epicuro, Hobbes y Rousseau, Horkheimmer y Adorno, Marx y Engels, ó ya después de Clastres y Deleuze, pero en el modo de contarnos lo que habíamos descubierto por nuestra cuenta. Él era y todavía es algo más flojo, yo escribía más, pero con el tiempo fui dándome cuenta que lo hacía para compensar la ventaja que él me llevaba. Él siempre era más rápido para comprender por qué aguas rumbeaba un filósofo. Antes éramos jóvenes y estábamos algo confundidos. Ahora somos un poco más viejos y seguimos confundidos, y lo bueno es que no hemos perdido la locura, esa locura que te protege de no acomodarte en la solemnidad, de romper la cuerda y dar un salto. Quería hablar de esto porque la amistad debería ser siempre el trasfondo buscado cuando se plantean relaciones creadoras entre las artes, cuando se gestiona una acción cultural o se cura una bienal.
La amistad es una misteriosa afinidad, una especie de emanación que otra persona capta, y el encuentro sucede, ambas pasan a crear y habitar un terreno de indiscernibilidad donde ya no interesan los juicios ni los reclamos, sólo la camaradería, uno empuja y el otro jala más lejos de lo que hubieran podido por sí solos. No es necesario teorizarlo demasiado puesto que todos tenemos una noción vivencial de la amistad. Así que sin un básico sentido de amistad, el pensamiento está condenado a ser abortado desde el inicio, puesto que nadie oye al otro, y cuando oye sólo piensa en refutar. ¿No se ve esto ya demasiado en los coloquios o en los congresos de filosofía que organiza la universidad?
De derecha a izquierda: Ramiro, Jaira Rivera, el que escribe, y Claudia |
La amistad es una misteriosa afinidad, una especie de emanación que otra persona capta, y el encuentro sucede, ambas pasan a crear y habitar un terreno de indiscernibilidad donde ya no interesan los juicios ni los reclamos, sólo la camaradería, uno empuja y el otro jala más lejos de lo que hubieran podido por sí solos. No es necesario teorizarlo demasiado puesto que todos tenemos una noción vivencial de la amistad. Así que sin un básico sentido de amistad, el pensamiento está condenado a ser abortado desde el inicio, puesto que nadie oye al otro, y cuando oye sólo piensa en refutar. ¿No se ve esto ya demasiado en los coloquios o en los congresos de filosofía que organiza la universidad?
Esto continuará
Jorge Luna Ortuño
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Hermano esto está sobregirado... es más que 360°... parece el diseño de una red cuyas líneas no hacen sino anudarse y salir disparadas hacia los lados unas veces, hacia abajo y en diagonal otras, cuando no sea que se disparan multiplicándose así mismas y viajando en todas las direcciones... me gusta saber que la amistad tiene ese líquido pegajoso que junta los sentidos... que aumenta los sentidos... que crea los sentidos... bueno sí cumpa, ya entiendo ese es el plano... empiezo a creer que deberé hacer el ejercicio de explicarme tus conceptos... y sí también, lo más cierto de la afirmación presente en tu guiño ¡soy un tipo completamente guaranizado!, bién por lo de Clastres, Deleuze, Tomás, y otros amigos comunes... quienes, puede que no se pregunten nunca, por ahí ya no puedan hacerlo sino a través nuestro, ¿quienes son esos amigos que nunca se conoceran sino en símbolos que se ven, se huelen y se descubren en el bosque? pero veo tu horizonte, hay un plano en el que nos encontramos. Bién por la filosofía... ahí estás vos con ese alto y elaborado lenguaje de la cotidianeidad... allá te habrás encontrado con Niccolo... vestido con las mejores ropas... no se debe entrar de otra manera a las cortes de los grandes hombres.
ResponderEliminarEstá aventura me encuentra otra vez lejos... pero a tu lado... como un copiloto de rally cuya única función es producir una distracción para que suceda el accidente...
SALUD!!!