“Una buena
manera de leer, hoy en día, sería tratar un libro de la misma manera que se
escucha un disco, que se ve una película o un programa de televisión, de la
misma manera que se acoge una canción: cualquier tratamiento del libro que
reclame para él un respeto, una atención especial, corresponde a otra época, y
condena definitivamente al libro. Las cuestiones de comprensión o de dificultad
no existen. Los conceptos son exactamente como los sonidos, los colores o las
imágenes: intensidades que nos convienen o no, que pasan o no pasan”.
Gilles Deleuze, Diálogos, p.8.
En
su libro Los próximos 30 años Editorial
Alienta 2010, el español Álvaro González-Alorda confecciona una serie de capítulos breves
en los que comparte ideas, historias inspiradoras, reflexiones, y hasta algunas
recomendaciones que sus mentores y personas cercanas le han inculcado. El
objetivo: darles a los profesionales de su generación -aquellos alrededor de
los 30 años- algunas herramientas para que
tomen medidas en caso de que el diseño de su puesto de trabajo no esté a la
altura de su cualificación profesional, de modo que tengan la posibilidad de ser
protagonistas de los cambios que acontecerán en los próximos 30 años.
A primera vista uno podría sospechar que es un libro más que viene a engrosar la extensa cantidad de los ya existentes en materia de superación personal y autoayuda, siendo este un género recalentado que respira entusiasmo, escritura floja y pensamiento light, y en el que rara vez se encuentran innovaciones. Pero después de una rápida hojeada Los próximos 30 años sorprende gratamente porque es otro tipo de espécimen, es un martillo, es una palanca, es un libro muy influenciado por el uso de las redes sociales y la noción de “postear”, que bien podría ser la recopilación de una serie de entradas del blog del autor. Al inicio, en “Instrucciones de uso”, se adelanta: “la narrativa no es completamente lineal, ya que la argumentación se entiende mejor si se complementa con los enlaces a vídeos, documentos y referencias online que aparecen identificados con números a lo largo del libro” (p. 13). Trata así de aprovechar las ventajas del formato multimedia; cada capítulo termina invitando a escuchar una canción.
El autor
Álvaro
González-Alorda es un profesional con marca que ha diseñado su actividad
laboral con la misma versatilidad que un sastre podría maquinarse un traje a la
medida. Cumple labores académicas de enseñanza, pero además realiza
consultorías en innovación y transformación de empresas; en conjunto, su trabajo
le exige mantenerse en movimiento, capacitarse continuamente, y viajar por
diversos países de Europa y América durante el año. (Véase su perfil en www.alvarogonzalesalorda.com).
Lo que su libro nos muestra entrelíneas es que González-Alorda es un
comunicador que sabe transmitir información de manera breve, amena e
interesante. Es grato observar que no se desvive siempre por citar a las
fuentes autorizadas, “legítimas”, sino por iniciar una idea, o ilustrarla al
final, compartiendo las enseñanzas que ha recogido de otras personas alrededor
del mundo, gentes sencillas que no ostentan ninguna pretensión académica; por
ejemplo cuando recoge la sabiduría del marinero Imanol en el cap. “La banqueta
de tres patas”, o con una anécdota de su visita a su tío-abuelo Luis Recio en
el cap. “Cambiar el mundo”, o finalmente cuando recoge en el cap. 27 la
experiencia de los 16 supervivientes de la tragedia aérea de Los Andes
(retratada en el film Viven), para
enfatizar el valor de las conversaciones que sostenemos con las personas más
preciadas en nuestras vidas, las cuales suelen ser el punto de definición de
una ruta que tomaremos en un trecho de nuestro paso por la Tierra.
Conexiones
El
libro es de interés porque es un dispositivo de aceleración de transferencias
informativas. Informa, pero no es seco, también motiva. Informa, pero también
cuestiona algunos modelos de plan de trabajo actuales y les plantea variantes.
Diferencia entre los profesionales high-end
y low-end. Lee la actualidad como un
tiempo de transición, y define una generación puente (los nacidos en los 80),
que será la encargada de liderar los cambios que se requerirán en el tiempo por
venir. No va en el estilo de los libros de Kiyosaki, que cuestiona la decisión
de los que viven atados a un empleo y pierden así la posibilidad de ser
independientes financieramente a temprana edad; en cambio González-Alorda problematiza
cuestiones como la elaboración de un perfil profesional con marca y el uso que
se hace del internet para adquirir visibilidad en el mercado; la flexibilidad,
el equilibro de relaciones y la posibilidad de movimiento que nos permite
nuestro trabajo, y el estar seguros de que nuestro talento no está siendo
desaprovechado en el diseño actual que otros nos han delimitado.
No
deja de chocar que cite a medio mundo con nombre y apellido y en negrita como
si fuera un libro-facebook o google+. No obstante en lo que más me ha interesado
éste libro de Álvaro ha sido en su enfoque: indica al lector cómo puede
potenciarse profesionalmente para ser más valioso en el mercado laboral, pero no
deja de ver la figura grande de la vida, considerando al trabajo sólo como una
porción dentro del enorme desafío que constituye hacer una vida, o una forma de vivir, aludiendo a aquellas áreas en
las que el dinero ya no sirve como criterio de valoración. Mucha gente entiende
la flexibilidad laboral como la capacidad para hacer un poco de todo; así por
ejemplo, en el mundo del arte boliviano es posible encontrarse con gente que es
galerista, productora de residencias, curadora, y de paso gestora cultural,
todo a la vez; pero sin una articulación correcta lo terminan haciendo porque
ninguna de las actividades por sí sola les permite sostenerse, haciendo que sea
imposible establecer un sistema de arte en el que se puede interactuar con
actores profesionales de alto nivel. Hace falta recuperar un poco de la especificidad de cada uno en su oficio. Y este es un consejo de Álvaro en el
final: “encuentra a un maestro que te ayude a diseñar tu trayectoria, y especialízate
como profesional” (p.155). En nuestras palabras diríamos: “diseña los esbozos de tu
proyecto vital, identifica dentro de ello cuáles son los trabajos que te
permitirán realizarlo, y desarrolla las especializaciones que una profesión
acorde requiera”. Esto completamente otra cosa que vivir para conseguir un empleo y trabajar por un salario. Se trata de que el trabajo sea un medio diverso de desarrollo de una vida. Así se puede, por ejemplo, desempeñar funciones de editor, de
gestor de acciones culturales y de periodista, pero como distintos vértices que
nos permiten desarrollar un mismo diagrama de trabajo, el que no contraría
nuestro proyecto de vida.
En
el inicio el autor asegura que su libro está “orientado hacia un lector
universal, tanto de Sevilla como de Buenos Aires, de Toronto o de Milán”. Bueno
pues, no entramos en ese circuito pero es desde Bolivia que mandamos unos ecos,
saludando las ideas compartidas. Estos ecos no serían posibles si no fuera porque mi amigo y hermano Stefano Calabi me pasó el libro hace unos meses como sabiendo que algo encontraría ahí. Ahora es hora de reenviar el mensaje en la botella un poco más pa allá, en busca del próximo lector.
Por: Jorge Luna Ortuño.
Por: Jorge Luna Ortuño.
Direcciones relacionadas de interés:
www.losproximos30.com
http://gelicogye.worldpress.com/page/6/
Interesante, "Los Próximos 30 Años" es un nuevo tipo de lectura que despierta el interés en cada párrafo, una invitación para pensar y revisar tu trayectoria de vida e incorporar sabias enseñanzas y luces que encaminen su proceso. Felicitaciones por mostrarnos a otro maestro.
ResponderEliminarMiriam Ortuño de Luna