Jesús Urzagasti usaba las palabras para nombrar lo visible y lo invisible, también lo que ha no ha sido nombrado de una vez por todas, o lo que ha dejado de ser nombrado como corresponde por descuido o falta de humildad. Jesús decía que el trabajo del escritor es revelar, hacer que emerjan imágenes bellas del mundo, todavía escondidas o no alabadas en su plenitud. A continuación reunimos algunas de sus frases sobre un tema particular: el centro del país y el carácter fronterizo de su ser.
"El único tipo en el mundo que quiere ser universal es el boliviano. A la universalidad se llega por otros caminos, casi sin saberlo. La fidelidad a la tierra natal es uno de esos caminos".Entrevista de Ricardo Bajo, septiembre 2006, después de la publicación de Un hazme reír en aprietos
"El hecho de haber nacido en la apartada frontera me ha permitido calibrar con rara intensidad el centro de mi país. De ese modo surgió en mi la necesidad de apostar por lo local, al margen del costumbrismo, estratagema urdida por la metrópoli para devaluar lo que no entra en sus moldes o estorba".
Prefacio a El árbol de la tribu (2011)
Cabe preguntarse ¿qué es un mundo? ¿No será aquello que comienza como alimento de orden personal y termina por generar una suerte de código colectivo? Claro que este código deberá someterse a pruebas mortales en el diario comercio con seres anónimos pero de carne y hueso; lo que sobrevive a tamaña ordalía es un mundo personal, compartido con lealtad, poniendo cada uno lo suyo, al margen del comportamiento del zángano
En el país del silencio, p. 174.
Pegado al lomo de la tierra, procuro no disentir con mis estridencias, puesto que mi sueño dorado es convertirme en piedra
En el país del silencio, p. 179
Salí, estudié y me quedé con algo de guaraní. Sin embargo, ahí me dí cuenta, no con la precisión con que ahora puedo decirlo, que el fronterizo puede responder a fuerzas centrífugas y a fuerzas centrípetas. El primer intento de una fuerza centrífuga fue irme a la Argentina; sin embargo, después respondí a un centro, en este caso el centro secreto de mi país. Ese centro secreto lo tenemos todos los seres humanos incorporado a nuestro organismo y toda mi vida lo único que hice o lo fundamental fue buscar ese centro secreto. Vaya a saber si lo hallé, pero yo he intuido ese centro secreto que a muchos les causa desasosiego y es motivo de extravío para muchas gentes de Bolivia. Pueden ser muy inteligentes, pueden ser muy avispados, pueden ser muy afortunados, pero ese centro no rinde sus misterios secretos, valga la redundancia, sino al que va con otro talante, con la suficiente humildad para reconocer la grandeza de una tierra como la boliviana.
Texto publicado por Norma Klahn y Guillermo Delgado: ¨Jesús Urzagasti por él mismo (I)¨
Hay una zona del lenguaje -o del corazón humano- que tiende hacia arriba en pos de una visión esplendorosa. Sin embargo, por imperativo de orden sensual, ese globo celeste conserva la plomada que lo une al centro de la tierra. Aquí no cabe preocupaciones morales, sino la obligación de mantener el verdadero equilibrio entre los dos extremos. Incluso el más desorientado de los hombres, encarna esa posibilidad.
En el país del silencio, p. 213.
El hombre anónimo, que no es malcriado ni vulgar, respeta a fondo sus propias convenciones, pero no es ningún idiota para sacralizarlas. Al caminar las pone en movimiento, las echa a rodar para perseguirlas como un cazador. Quizás por eso hay fraternidad en sus expresiones, incluso cuando son tajantes y crueles. Su lenguaje nunca es directo, porque no es esclavo de normas establecidas sin su consentimiento.
En el país del silencio, p. 211
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