Conor McGregor es una fiesta, un caleidoscopio, un Joker, y también un motivo de estudio sobre las artes marciales, la mercadotecnia, la industria de los deportes de combate, la estrategia militar, la manipulación psicológica o las leyes de la atracción y el pensamiento positivo de la new age. Los especialistas de estas áreas y otras más se divierten produciendo videos en la plataforma youtube con una serie de análisis sobre las conductas y la filosofía del peleador irlandés. A estas alturas llamarlo peleador, o artista marcial, se antoja un desacierto reductivo, por confirnarlo en una categoría a la que sobrepasa, hasta convertirse en un ícono de la autoconfianza, de la mentalidad macho alfa, un fenómeno social por sí solo. Su presencia también resalta el carácter de parafernalia y de circo, cuna de divas, que ha adquirido el negocio de los deportes de combate en los últimos tiempos, especialmente el UFC, con ganancias millonarias por pagos de evento.
La última aparición pública de Conor McGregor sucedió en la conferencia de prensa del 20 de septiembre para el esperado UFC 229, en el que peleará por el título con Khabib Nurmagomedov, el implacable luchador ruso, invicto en 26 peleas de MMA, que no ha perdido nunca ni un round, y se ha consolidado como dueño del cinturón en las 155 libras. Conor McGregor vuelve encabronado por haber sido despojado de sus dos títulos consecutivamente debido a la inactividad en el octágono desde fines del 2016.
La imagen del irlandés en esa épica y siniestra conferencia de prensa fue la de un Joker, no cualquier Jóker, más bien algo similar al que interpretó Heath Ledger en El Caballero de la Noche, aunque menos genial. El Jóker no está atado a una sola identidad, representa el caos, la ceguera de un caos que él controla perfectamente, y en su presencia se siente un inminente peligro que no se sabe bien por dónde puede reventar. También nos ha recordado a la versión más descarriada de Tony Montana, el Caracortada interpretado por Al Pacino, mezclado con algunos elementos de carisma psicodélico propios de Jim Morrison, el icónico solista de la banda The Doors. En suma, teatralidad, el montaje de un personaje y la lucha por dominar en el establecimiento de una línea narrativa.
Hasta entonces, la pregunta era cómo asumiría su papel Conor McGregor una vez que evitó salir a la luz y pronunciarse sobre su retorno desde hace tanto tiempo. Lo que hizo fue hacerse cargo de todo lo que se podía decir sobre él y el incidente con el bus. Pero lo más notorio fue la incomodidad de Conor en la conferencia de prensa, al menos por realizarse sin los fans, a puertas cerradas sólo para la prensa. Conor ha dejado claro desde su pelea con Nate Diaz su malestar por el tiempo que consume la promoción de sus peleas mientras la mayor parte del dinero se lo llevan los propietarios del UFC. Se ha revelado en desacuerdo fuertemente. A los peleadores sólo les pagan por entrar al octógono, por ello es que Conor creó "McGregor Promotions", además de la productora "The Mac Life", en la que comparte sus contenidos más primiciales y "reveladores", según sus propios términos. Desde que controla estos medios y se preserva de hacer muy escasa su presencia en los medios tradicionales, Conor ha podido también controlar la producción de la película llamada realidad, al punto de hacernos creer por unos momentos eternos que tenía realmente una chance de vencer en el cuadrilátero al invicto Floyd Mayweather. Pero no era así, nada de lo que anunció se cumplió y pocos le reclamaron que se hiciera cargo de sus ambiciosas afirmaciones. El tiempo pasó y ahora ha vuelto directo al escenario más esperado posible.
Frente a Khabib, Conor venía retrasado en la construcción de la línea de historia. Durante el último año Khabib utilizó fuertemente el internet para interpelar a Conor, burlarse, desafiar y hacerlo ver como un rey en decadencia, que no defiende su título y que comete el ridículo de creerse un gángster, pero que le tiene miedo y no se atreve a citarlo para una pelea sin cámaras ni atención de media ni amigos alrededor. El escenario es improbable, Khabib tardó un poco más en digerirlo. Mientras, Conor McGregor estuvo trabajando en el ataque a los puntos de apoyo de Khabib. Uno de esos puntos fue el financiamiento que recibía el gimnasio de Khabib de parte de un empresario ruso, al que según Conor, se puso detrás de las rejas por cargos de extorsión en su propio país. "Ahora ya no tienes el dinero", le decía McGregor al ruso mofándose, y continuaba, "y yo soy el último clavo que se pondrá en tu ataúd". Conor mostró que quiere llevar el nivel de la confrontación a una atmósfera de aire insoportable, sin ningún sentido de honor, que ahogue a Khabib, quien sólo ha sido parte de la pelea estelar en una ocasión antes. Conor tira todo el peso que puede en los hombros de Khabib, desea hacerlo sentir acorralado, incómodo, amenazado, seriamente, y sobre todo deshonrado. Conor afirma cada cosa que dice como si realmente lo creyera. "Traidor, rata, soplón, falso", le gritaba en la conferencia en diversas oportunidades. Pero Khabib entiende la naturaleza del mal, las formas que tiene de encarnarse, y se limita a seguir los preceptos de su religión musulmana.
El inglés de Khabib no goza de un rico vocabulario, pero puede ser contundente y preciso en sus observaciones; el ruso también domina el arte de cortar la ruta directo hacia el objetivo primario, atacar directo al oro, pero lo que lo diferencia de Conor McGregor es la paciencia, él tiene toda la paciencia del mundo, porque confía en que las cosas se desenrollan de manera inevitable hacia un final esperado una vez que se ha dado los pasos correctos. "Step by step". El irlandés en cambio se consume en ansiedad, vive de la velocidad y el movimiento. "The fight business: you go in, you get rich and you go out". No existe aquello de que McGregor ama este deporte. McGregor lo ve como un negocio, y considera muy importante que sea uno el que se retire del deporte, y no el deporte el que lo retire a uno. Es un cruel juego del dinero, en el que los peleadores ponen todo en la línea, sobre todo su salud y bienestar. Conor no tenía que volver, no logró el trato que deseaba con el UFC como socio, y no le hacía falta el dinero (es lo que asegura), pero ha vuelto, ¿por qué ha vuelto? Y volvió contra uno de los peores rivales, de los más peligrosos que se pueda crear. No cabe duda de que algo lo forzaba. Conor está encontrando la manera de aceptarlo y de convertirlo en algo beneficioso. Pero es un niño malcriado y caprochoso, Dana White lo trata con respeto, deferencia, casi con temor a alguna reacción de bravuconería. Le han concedido que su marca de whiskey sea uno de los patrocinadores de la pelea. Cada vez más lejos el UFC de representar algo positivo para la imagen global de las artes marciales.
Conor McGregor es muy provocativo para escuchar, te llena de energía cuando necesitas salir a trotar, cuando necesitas insuflarte de valor y de orgullo para lidiar con tus propias batallas y adversarios. Escuchándolo en sus viejas entrevistas descubro sus dos motivaciones declaradas: la pasión por el movimiento y por el dinero. "Movement and money". Movimiento corporal en todas sus formas, dominio de la mente sobre el movimiento y la expresión del cuerpo, está realmente fascinado por aquello. Esto se traduce en su estilo de pelea, variado, dinámico, cambiante, creativo, arronjado, estético, plástico. Sus entrenamientos en la playa, haciendo movimientos de lagarto, o esquivando golpes junto a Ido Portal, nos recuerdan un poco a las imágenes míticas de Rickson Gracie conectándose con el flujo multidimensional del mar. Al mismo tiempo, se descubre a sí mismo una y otra vez como una máquina para hacer dinero. Dana White lo idolatra por eso. Es perfecto para los movimientos grandes y osados que el UFC quiere hacer. No tienen otra mejor carta que él. Ronda Rousey era la única que podía hacer sombra, pero Conor le mandó una indirecta que consumió a Ronda el 2015 en la conferencia de prensa UFC go big: "veremos a fin de año quien tiene los números más grandes de la compañía". Ronda se fue directo después de ello hacia un trabajo que la exprimió en Australia con la atención mediática para ponerse en los hombros la responsabilidad de que se llenaran las taquillas. Ronda se hundió en el olvido después de ello. Conor aprendió lecciones de esa experiencia: cuando tu pierdes no pierde el UFC, sólo están contigo en caso de que ganes. La casa nunca pierde, la casa está con el que gane, casi siempre, salvo si se trata de campeones aburridos, que no representan los valores osados e hipermasculinos de la compañía, como era el caso del somnoliento Tyron Woodley. "El campeón debe hacer movimientos poderosos de pelea a pelea", declara Floyd Mayweather al recordar su carrera como campeón en cinco categorías de peso. McGregor ha estado haciendo eso, y aceptar la pelea con Khabib no hace nada más que mantenerlo en el centro de atención, por el riesgo que conlleva, tiene mucho más que perder.
Tememos algunos fans que se pueda dar una pelea accidentada, dura de ver, sangrienta, con lesiones o puntos de ruptura, pero sobretodo se teme por Conor, no tanto por Khabib. El ruso quiere cambiarle el rostro a McGregor. "By changing his face I can change his mentality too", declaró poco después de que se conociera que la pelea se realizaría. Si se trata de visualizar y de adelantar lo que ha de pasar, el ruso parece tenerlo más claro: I am gonna smash your boy. I am gonna make him humble. I am gonna ply with him after getting him tired. I am gonna talk to him and teach him respect". Es claro y conciso. Mientras que Conor ya no ha querido hacer las veces de Mistic Mac. Peleará lo que tome la pelea, pero cree que en el primer round puede acabarse noqueándolo. Sobre todo se concentró en hacerle saber al ruso que está listo para una larga noche, que no le teme en absoluto, que lo espera y está preparado.
No cabía duda de que se trataba de otro Conor McGregor. En estrategia militar cuentan que existe una gran diferencia cuando tu acechas a alguien y lo esperas pacientemente o lo persigues hasta acorralarlo, respecto de otra figura, que consiste en entrar en un territorio donde te esperan, donde el acechado eres tú y tu estrategia debe pasar por descifrar los posibles campos minados. Conor llegaba a esta pelea en esa segunda posición, pero de manera magistral tomó la delantera en iniciativa, se convirtió nuevamente en el cazador, a costa de asumirse como el tipo cuestionable moralmente de la película, una fuerza bruta e incontrolable. Nietzsche tendría algunas cosas que decir sobre este irlandés de película, que se reinventa y sabe retornar con una sorpresa siempre al siguiente nivel. Nadie se esperaba lo que hizo. Era un Conor menos elegante y menos afilado, tenía muchos frentes que cubrir, y la meta principal de su mensaje parecía ser más rudimentaria. Lo que dejó claro es que él controla la escena, es el dueño y señor, el que se comporta como el centro del cirrco. Y su mensaje fue girar lo ocurrido con el tema del ataque al bus; hizo aparecer a Khabib como un cobarde, y dejó en claro que no tenía armas cuando fue a afrontarlo. Esos sucesos afectaron el rendimiento de Khabib en la pelea por el título, pues aunque venció por decisión unánime, se lo vio un poco más desordenado, vulnerable en la pelea de pie y disperso. Conor quiere ponerlo en ese estado de mente, lo está controlando todo el proceso, y es mejor para él mientras más logre reducir la capacidad real de ejecución de Khabib.
Hay algo oscuro detrás de esta pelea, algo que no terminamos de saber, pero que se podía masticar en la atmósfera, incluso al ser testigo sólo por un video de youtube: se siente el aire de peligrosidad, como si se estuviera jugando en un nivel en el que ya no se puede jugar y el fuego puede quemar toda la casa. Conor McGregor se hace responsable por instalar un aire de animosidad muy elevado entre fans. Khabib juega claramente el rol del hombre sensato, del artista marcial que todavía cree en las reglas y en hacer las cosas por el camino correcto o noble, siendo un ejemplo para los jóvenes. Sin embargo su postura ha sido curiosamente demasiado condescendiente con las locuras de Conor. Él fue quien habló de un problema personal, que esto no era como cualquier otra pelea, que le daría a Conor el trato de ganster que se merecía, etc. Khabib dijo muchas cosas que se metieron en la cabeza de Conor, lo hizo sentir que podría haber confrontación física en cualquier momento. Pero llegado el día de la conferencia, el ruso mostró estar dispuesto dejar descansar los insultos previos, se mostró muy relacional y desconectado de la confrontación verbal, salvo en breves momentos. Khabib se me ha antojado ahora como el Fiscal Harvey Dent en El Caballero de la Noche, el que quiere ajusticiar al Jóker, pero termina siendo aniquilado y viendo cómo se rompen sus valores y se invierten hacia la noche más oscura. Conor es el Jóker. Conor sabe que en el UFC no son sus amigos, ni Dana White ni nadie, por ello no se muestra respetuoso en nada respecto de ese circo, y está peleando una batalla mucho más grande por ser parte del control en el negocio. Khabib ha sido el anzuelo que el UFC usó para establecer una pulseta de intereses y poder con McGregor. Por ahora no tiene todo lo que quiere, y el resultado de esta pelea debe llevarlo a ese siguiente paso en el que se siente lado a lado con los propietarios. No sabemos a dónde podría ir el UFC con una mente como la de McGregor llevando sus hilos; seguramente a un lugar disparatado, atrevido, inestable también, que se ponga cada vez más en la piel de los fans, pero también a una tierra desierta de decisiones no siempre defendibles. El hombre ha cortado los cables con la realidad cotidiana que todos estamos acostumbrados a ver y tomar como punto de partida. Hay un plan muy grande moviéndose por debajo de esta pelea, ya veremos qué pasa y cómo nos enteramos de los móviles y lo que se está discutiendo de fondo.
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Here you have my location, what you are going to do?
I am gonna tap your head on the canvas
You litle fan boy bitch
Don´t ever come after the king
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