Análisis breve CHELSEA (1) vs
BARCELONA (0): ¿Es posible mutilar al fútbol y ganar un partido? Sí, es
posible, cuando el Chelsea juega partidos grandes siempre es posible. En la conferencia Guardiola ha dicho que no
quiere buscar muchas explicaciones, perdieron simplemente porque una estrategia
legítima se impuso sobre otra. Es miserable el Chelsea, pero al menos le ha
puesto algo de suspenso a la eliminatoria. En este mundo, el que gana parece
tener la razón, pero en cuestión de estilos, el Barza obligó a que Chelsea
jugara como un equipo de barrio, contra su arco 90 minutos, casi sin tocar la
bola, y sólo el gol de Drogba y los palos los salvan de una crítica que hubiera
sido ácida en los periódicos de Inglaterra si se daba otro resultado. Al Barza le faltó malicia a veces,
y le sobró retórica en otras, como hace notar EL PAÍS de Madrid, en la edición del día siguiente. Lo que se ha
demostrado una vez más (Maurinho lo entendió hace 3 años) es que para ganarle
al Barza debes siempre deshacer la forma de jugar de tu equipo y hacerlo otro,
un Frankestein, un acorazado, un equipo de rugby... deportivo pellotihue...
Pero hay cosas que molestan en el Barza. Guardiola dice que si el resultado se definiera por la posesión del balón, ellos ganarían todos los partidos. El toque refinado, la técnica depurada que pasa por los mismos centrales, la rotación continua, la circulación, la permanente ocupación de las bandas, la distribución en el campo, el estado de ánimo de su juego, todos esos elementos que Diego La Torre hace notar espléndidamente en su labor como comentarista en Fox Sports, siempre nos hacen sentirnos un poco más cerca, por sensibilidad y gusto, hacia el Barcelona. Lo que molesta es que esta temporada se haya hecho del Barza más un equipo de medio campo. La llegada de Fábregas, la lesión de Villa, el bajón de Pedro, todos esos elementos han contribuido a que Messi sea el goleador disparado del equipo, de una manera casi desproporcionada. En el Madrid por lo menos Cristiano Ronaldo tiene más actores de reparto en cuestión de poderío ofensivo (Bencema, Di María, Higuaín...), mientras que los azulgranas dependen excesivamente de la pulga.
Tanto es así que el pasado miércoles, en Champions, se notó a Messi algo soso, no tan metido en el partido, con menos motivación de mostrarse y ponerse encima al equipo, por lo menos en gran parte del primer tiempo, exceptuando por un par de galopadas a puro corazón esquivando cinco rivales del Chelsea, que sólo fueron frenadas con el último recurso de la falta; este desenchufe de su nivel habitual le costó al Barza, porque la última puntada sólo quedaba para Alexis, o para otro, pero los caminos estaban cerrados por la estrategia de los blues respecto de Messi. De ese modo, el Barcelona perdió una porción importante de su característica, la cual consiste en ser indiscernible. El Barza es como una manta elástica, cambia de colores, se pliega y repliega sobre sí misma en todos los sectores del campo, cada elemento del tablero está apto para que no se corte la corriente, el flujo entre partes, y en conjunto es más parecido a una orquesta tocando el concierto para violín de Tchaikowsky; lo interesante en todo esto es que cada jugador es también en sí mismo indiscernible, aparecen por lugares por donde no se los puede clasificar: Xavi mete un pase entrelíneas lo mismo para Messi que para Adriano o Keita y viceversa; Busquets marca pero también arma y podría pasar de 10, Messi recupera balones como si fuera un número 8, Dani Alves es un cometa por la derecha, pero puede lo mismo centrar un balón que estar en el área esperando la recepción, e Iniesta, el comodín, dispara, maneja las pausas, gira, no se sabe si es un punta izquierdo o un medio de enganche, si es un volante de contención o está para apoyar coberturas, o si es un segundo delantero. Sin embargo, dada la última versión del Barza, las rutas se han visto más fáciles de predecir, los flujos se cortan con algo más de previsibilidad, pues fuera de Messi es muy raro que otro termine la jugada con disparo al arco.
Lo que desentona un poco, y quita poderío ofensivo, es que se pongan juntos a Xavi, Busquets, Xavi y Fábregas. Es demasiado medio, demasiado toque y conversación con la pelota, y por no dejar a ninguno en la banca, el Barza pierde en polenta, en capacidad goleadora. Aguijón adormecido. La responsabilidad de tirar a arco, de acelerar en las últimas revoluciones de una movida es de Messi, y casi siempre ha respondido. Lo cierto es que en este momento, en este presente, Barcelona es al menos un 50% menos de todo lo superpoderoso que aparenta si Messi no está en cancha; nunca antes en la era Guardiola se había dependido tanto de Messi, los actores de reparto como Larksson, Etó, Villa, cada uno en su momento, ahora no están.
Otro punto a considerar: No tiene sentido que Dani Alves llegue hasta línea de fondo para meter un centro que no puede llegar a nadie, puesto que el único por el medio es Fábregas. Se trata de un libreto desgastado, considerando además la altura de los defensores del Chelsea. Nos da la sensación de que, en materia de cambios, Guardiola se aplazó en el partido de ida de las semifinales de la Champions. Es cierto que al Pep poco hay para reprocharle en toda su estadía en el Barza, este partido sería uno de esos casos raros en los que uno puede encontrar puntos negros claros en su contrapropuesta. Pedro por Sánchez no fue una idea feliz, máxime considerando la poca insolencia de un Pedro que no está con la confianza para encarar todavía; ¿y qué sería de Tello?; Cuenca entró al final, cuando sus desbordes ya no encontraban a un centro-delantero neto y ser perdían en las espesas aguas azules del área chica.
Da la sensación también de que al Barza le ha cobrado factura el cansancio físico y mental. No se puede forzar la máquina al máximo durante un tiempo muy largo, y pausas es lo que rara vez ha encontrado el equipo en esta parte decisiva de la temporada. La Liga BUVA le ha puesto un coeficiente de presión en los hombros, avanzando siempre a la saga del Madrid, situación no acostumbrada, y jugando con la navaja en el cuello en las eliminatorias de la Champions, tal como lo demanda el nivel de este torneo de élite. Todavía no entendemos por qué Guardiola no le da descanso a Messi ni siquiera en los últimos pasajes de los partidos que ya tiene definidos. ¿Se tratará de un pedido del argentino por estar siempre en cancha para mantenerse al tope?
¿Sería acaso una buena estrategia para el Barza que se pararan más cerca de su arco y le obligaran al Chelsea a hacer algo con la pelota? Si realizaran el pressing mucho más abajo, ¿obligarían al Chelsea a hacer algo que no quieren hacer? Si el otro equipo no quiere tocar la bola, y tú asumes una actitud de no querer quitársela, ¿le planteas una contraresistencia?
La semana que viene presenciaremos cómo se define un nuevo capítulo del choque de dos estilos tan lejanos que evoca el choque entre Barcelona y Chelsea. Espera la cerveza, la charla con los amigos y quizás un pique a lo macho de por medio.
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Jorge Luna Ortuño
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